Fate/Zero:Acto 8 Parte 1

From Baka-Tsuki
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Acto 8

-122:18:42[edit]

Carne y vino adornan la mesa. Numerosas, brillantes y resplandescientes velas.

En el gran salón de banquetes, los nobles Erin se han reunido, y ahora es el momento culminante.

Sin embargo, los rufianes cuentan de sus puntos fuertes y las competencias de bebidas están estrictamente prohibidas en este día.

Estos incultos guerreros se encuentran embriagados por el aroma de la elegante flor de esta noche.

Correcto, esto es una fiesta para amar a la flor.

Gráinne, la hija del rey de Irlanda, Cormac Mac Airt, finalmente va a contraer matrimonio.

La persona con la cual contraería nupcias era el hijo de Cumhaill, Fionn mac Cumhaill. El gran guerrero que controla el agua curativa, cuya inteligencia fue provista del aceite del salmón del conocimiento, . Sin precedentes bajo los cielos, él es la cabeza de Fianna, un grupo de caballeros. La fuerza del guerrero y la fama de estos guerreos incluso podría rivalizar con los del Gran Rey. No debe haber ningún otro matrimonio tan dichoso como este en ningún otro sitio.

Acompañando al viejo guerrero se encuentra su hijo, Oisín, quien es también un poeta, y también su nieto, el guerrero Oscar. Y además, el poderoso grupo de los caballeros.

El talentoso Caílte mac Rónáin. Druida de Diorruing, "El horror del campo de batalla" Goll mac Morna. Conan de los Látigos Grises. Y, por último, el que supera incluso al más grande de los honores, Diarmuid Ua Dubhine del amor de la mancha.

Cada uno de ellos es un gran y para nada inferior guerrero. Entre ellos, todos adoran y juran inquebrantable lealtad a Fionn. Reverenciando al gran héroe como su líder, entrecruzaron sus espadas, armas y vidas a esa única vida. Este es el honor de un caballero. El verdadero valor de un guerrero que es expresada por los bardos y recitada de boca en boca.

Anhelando ese camino.

Atravesando ese camino.

Algún día, cuando perezcan con orgullo en el campo de batalla, aún seguirán creyendo en él sin duda alguna.

Hasta el banquete de esa fatídica noche, cuando a él le sucedió ese encuentro con esa flor.


"A cambio de mi amor, acepta esta promesa. Querido mío, no importa cómo, anula este abominable matrimonio. ¡Por favor, llévame lejos ...... hasta los confines de la tierra! "


Apelando a él en lágrimas, los ojos de la doncella resplandecen con sincero amor.

Eso era algo que se convertiría en las llamas del purgatorio y lo reducirían a cenizas ...... Durante ese tiempo, el héroe era capaz de entender esto.

Y, aun así, no se negó.

El peso de una promesa que pondría a prueba su honor, y el camino de lealtad al cual él se había apegado, ¿cuál de ellos era más valioso? No importa cuántas veces él pidió o luchó consigo mismo, no llegaba a la respuesta.

Es por este asunto que lo ha impulsado a tener una razón, sin relación alguna con su orgullo.

El héroe y la princesa se tomaron de las manos, y juntos, se alejaron del esplendor de sus futuros.

Así, después de mucho tiempo, se convirtió en parte de las leyendas celtas que pasarían de generación en generación, y así se levantaron las cortinas de la trágica historia de amor.


※※※※※


Pasando a través de ese extraño mundo de los sueños, Kayneth despertó.

Una escena antigua y distante que nunca había visto ni experimentado. Sin embargo, no era algo misterioso. Maestros que ha establecido un contrato con sus Sirvientes, se dice que ocasionalmente son capaces de tomar de vez en cuando un vistazo a la memoria del Espíritu Heroico en la forma de un sueño.

Para Kayneth, por supuesto que estaría familiarizado con las leyendas asociadas con el espíritu heroico que ha convocado. A pesar de que nunca había pensado que podía experimentar el espectáculo hasta el punto de ...... el sueño de ahora era sin lugar a dudas una de las escenas de "La leyenda de Diarmuid y Gráinne".

"Pero ... ¿por qué estoy aquí?"

Todavía sin estar completamente despierto, Kayneth miró a su alrededor.

Estaba acostado en una habitación vacía. El aire que tenía una pizca de polvo, era dominado por el frío aire de una noche de invierno.

Parecía no haber señales de actividad humana y de visitas previas a ese lugar, una fría sala con solo maquinarias.

No era un lugar que no reconociera. Después del colapso del Hotel Hyatt de Fuyuki, este lugar se había vuelto en el escondite temporal de Kayneth, la fábrica abandonada a las afueras de la ciudad.

Trató de reunir su nublada memoria.

Estaba en la persecusión de Caster, y le siguió hasta el bosque Einzbern. Y luego, con la batalla de los Sirvientes detrás de él, por su cuenta, trató de enfrentar al Maestro de Saber en un duelo ...... Trató de recordar los detalles, y al mismo tiempo, la humillación y la ira surgía como de un dique roto .

En su furia incontrolable de violencia, trató de apretar sus puños, y finalmente se dio cuenta que, pesar del hecho de que se había despertado de su sueño, en realidad ya no sentía del todo sus manos y piernas.

"Qué..."

Impulsado por el desconcierto y el miedo, Kayneth se retorcía en agonía. Sin embargo, su cuerpo no se movió en absoluto. En la superficie de una sencilla cama, estaba boca arriba. Su pecho y su espalda fueron fuertemente atados con un cinturón.

De ser sólo el hecho de no poder levantarse, lo comprendía. Pero entonces, ¿qué significaban sus inmóviles brazos y piernas?

La parte de él que estaba atada sólo su torso. No había atadura alguna en sus extremidades. Sin embargo... no se movían. Era como si sus brazos y piernas no existiesen.

"...Parece que has recuperado el conocimiento"

Desde algún lugare fuera de su rango de visión, se podía oít la voz de su amada prometida. Al parecer Kayneth finalmente empezó a escuchar reprimendas con ese tono.

"¡¿Sola!? Esto... qué demonios...¿P-Poruqué estoy aquí?"

"Lancer te trajo de regreso. Te rescató de tu agonía. ¿Qué sucede? ¿No recuerdas nada?"

"Yo estaba..."

Un disparo. En el castillo Einzbern, justo cuando estaba por asesinar al escurridizo y farsante mago que utilizaba trucos baratos...

Aun así, debería haber estado resguardado de las balas de su enemigo por el Volumen Hydragyrum. Claramente pudo sentir que ese momento era de certera victoria.

De cualquier forma, su memoria se interrumpía ahí. Algún desconocid, abrumador dolor le había atacado - aparentemente, algo había sucedido. Cuando volvií en sí, estaba tendido sobre su espalda. No estab seguro de cuánto tiempo había pasado.

A manera de doctor, ella puso sus dedos en el brazo de Kayneth. Sin embargo, los sentidos del cuerpo de Kayneth estaban completamente ausentes.

"Hay evidencia de que los Circuitos Mágicos en tu cuerpo entero enloquecieron. Tus órganos internos casi fueron destruidos. Por todas partes a lo largo de tu cuerpo, tus músculos y nervios estaban dañados. Fue un milagro el que no muerieras instantáneamente."

"..."

"Hasta ahora, sólo he podido restaurar tus órganos internos. No hay nada que pueda hacer por tus nervios. A este paso, aunque te vayas recuperando conforme pase el tiempo, no esperes recuperarte hasta el punto de poder pararte y correr. Aparte de eso-"

Escuchando desinteresadamente el diagnóstico de su prometida, Kayneth gradualmente iba siendo atormentado por la perdición.

Autodestrucción provocada por la conducta violenta de su propia prana. Para un mago, un final similar al suyo, era más fatal que cualquier otra cosa.

Sólo porque Kayneth sintió que no estaba relacionado con semejante error elemental, no tenía razones para no saber lo que ese final significaba.

"Aparte de eso- Kayneth, tus circuitos mágicos han sido completamente destruidos. Ya no podrás hacer magia nunca más."

"Yo... yo..."

Lágrimas fluían de los ojos del hombre que fue una vez distinguido como el prodigioso Lord El-Melloi.

¿Porqué tenía que recibir tan miserable trato? No lo entendía para nada. Se suponía que el mundo debería estar bendiciendo a Kayneth. Un fututo y esplendor ilimitados se suponían estar garantizados para ese genio.

Los prinicipios del mundo en el cual Kayneth creía, colapsaronestrepitosamente, sin dejar rastro alguno.

Ante esta excesivamente cruel verdad, ante semejante e incompresible irracionalidad, simplemente se aterró y rompió en lágrimas. Kayneth de ahora era similar a un infante que ha comprendido lo que es el miedo por primera vez.

"No llores Kayneth. Es aún demasiado temprano para rendirse."

Mientras le susurraba en una confortable voz, Sola acariciaba su rostro. En los momentos adecuados, era normal para ella que su lado afectivo para su prometido llegara ligeramente tarde.

"La guerra del Santo Grial aún continúa. Kayneth, ¡El fruto de tus planes! Mientras que yo, la fuente de prana, siga aquí, el contrato con Lancer aún continúa. No hemos perdido todavía."

"...¿Sola?"

"Si el Santo Grial es un realizador de deseos omnipotente, una recuperación total para tu cuerpo es completamente posible, ¿cierto? Sería grandioso si tú ganas. Si permaneces en la guerra y obtienes el Santo Grial, todo regresará a la normalidad"

"..."

Las palabras de Sola deberían animar a Kayneth y darle esperanzas. Su apoyo como compañera y confiable prometida buscaba, más que cualquier cosa, darle coraje.

Y entonces - por qué una indescriptible intranquilidad atormentaba su corazón como un huracán.

Fuese o no por su conocimiento o sus dudas, mostrando la sonrisa de su afectuosa madre, ella sujetaba el brazo derecho de Kayneth. En la parte posterior de su mano, que estaba impotente, todavía quedaban 2 sellos de Comando restantes, arrastrándose entre sus dedos.

"Es por eso Kayneth... Por favor, entrégame estos Sellos de Comando. Me encargaré de Lancer como Master. Te traeré el Santo Grial."

"¡N-No!"

Su inmediata respuesta fue problablemente a causa de sus brutales instintos. Habiendo perdido todo, estos dos Sellos de Comando eran los últimos recuerdos que conservaba - No debo dejarlos. El espíritu de Kayneth gritaba aquello.

Enfrenatdo a Kayneth quien estaba atemorizado sin razón alguna, como si estuviera tranquilizando un niño resentido, Sola continuó hablando.

"¿No confías en mí? A pesar de que no tengo una cresta mágica, sigo siendo una maga de la familia Sophia-Ri. Soy quien contraerá matrimonio con los Archibald, para mí, el cargar con el deber de Lord El-Melloi, ¿existe algo raro con eso?"

"No, pero..."

Su lógica resonaba en su interior.

Ciertamente, sería difícil para él ir al campo de batalla y presenciar las peleas de Lancer. Ahora que las cosas han llegado a semejante punto, ni siquiera se podía proteger a sí mismo. Tal y como los Einzbern harían, si fueran a poner un asesino o algo por el estilo con el Maestro oponente dejando de lado la batalla entre Sirvientes, él realmente podría perder la vida.

El rango de Sola como mago es severamente inferioir a la de Kayneth. Sin embargo, Waver, que convocó a Alejandro, y otro asesino sediento de sangre formó un contrato con Caster, aquellos cuyas participaciones como Maestros estaban completamente fuera de lugar, todavía permanecían en la guerra del Santo Grial. En lo que se refiere a tácticas de combate, incluso para Sola, no le sería completamente imposible ganar las batallas.

Y luego, en lo referente a usar Sirvientes, los Sellos de Comando que les permiten someterse al Maestro son indispensables. Pero aún así...

Kayneth recordó la apasionada mirada que sostenía Sola mientras veía a Lancer en el hotel Hyatt la noche despúes de la batalla. Una mirada intoxicada como si estuviese soñando, algo que no le había mostrado antes a él, su prometido.

Como si estuviera meramente fascinada por ese apuesto hombre, aun así es excusable. Es sólo una pequeña y problemática disposición que como mujer tiene. Una admiración hacia un hombre a tal punto era algo que a él, como su prometido, no podía evitar. Aunque Lancer se ha dicho que es un caso de "no ser simplemente un ordinario hombre atractivo".

"...Sola. ¿Crees que Lancer me daría la espalda para jurar lealtad hacia tí?"

Hacia Kayneth, que había eliminado su indecisión y preguntando, Sola asintió.

"Eso es... incorrecto"

Kayneth se dijo esto dentro de su corazón. Sola puede o no saberlo, pero Diarmuid UaDubhine, el espíritu heroico, no es una persona tan loable.

Ciertamente, los espíritus heroicos que son llamados por el Santo Grial como Servants, formarían cualquier contrato para poder participar en la guerra del Santo Grial. Sea un espíritu heroico o no, se supone que deben tener una razón para buscarlo. Porque tienen deseos depositados en él, se someten a sus Masters, y se apresuran a avanzar juntos y recibir las bendiciones del Santo Grial.

Por esa razón, el Master de un Servant debe hacer frente a su espíritu heroico convocado y empezar preguntando sus deseos. Lo que deseó para buscar el Santo Grial, por qué ha respondido a su llamado y aparecido. Esto se hace para evitar que, de darse el caso, si sus deseos son completamente contradictorios, pasen por una dolorosa traición una vez hayan alcanzado el Santo Grial.

Naturalmente, Kayneth ya le había preguntado antes a Diarmuid por sus deseos. Si también quería hacer algo en el momento en el que consigan el Santo Grial.

No obstante, el espíritu heroico no respondió.

No, para ser preciso, Diarmuid no se negó a responder. Simplemente negó la pregunta en sí.

En otras palabras, “él no buscaba el Santo Grial”.

Recompensas no son necesarias. El solo hecho de devotar su lealtad a la persona que lo convocó que era su Maestro en esta vida, el consagrar su honor como caballero. Ese es su único deseo.

Él no podía entenderlo. Para una persona que fue tan renombrada como para ser calificada como un espíritu heroico, el abandonar su orgullo y convertirse en el sirviente de un ser humano, no resulta coherente de no tener una gran razón para hacerlo. No podía ser “servicio gratuito” o cualquier otra broma.

Aun así, sin importar qué tan habilidosamente lo interrogara, obstinadamente, su Lancer no se retractaba de su previa respuesta.

“De poder consagrar mi honor como caballero, con eso será suficiente. Cederé la máquina que concede deseos, el Santo Grial, a mi Maestro solamente.”

Todo el tiempo, con esa persistencia, Lancer continuó negando el Santo Grial.

… Si tuviera que reflexionar sobre aquello, es posible que desde aquella ocasión, él haya empezado a sentir desconfianza hacia el Servant con el que pactó el contrato.

Es imposible para un Sirviente el no buscar el Santo Grial.

De ser ese el caso, la respuesta de Lancer definitivamente resultaría una obvia mentira. Sus verdaderas intenciones estaban escondidas.

Eso está bien así, pensó. En las manos de Kayneth están los Hechizos de Comando. Mientras tenga la absoluta autoridad de comandarlo, la traición de Diarmuid sería algo imposible. Los Servants después de todo, meras herramientas, no difieren de cualquier ordinaria máquina. No es un problema que algo como una herramienta tuviese algún mal dentro suyo. Mientras pueda llevar a cabo todas sus funciones perfectamente, entonces está bien. Esa era la resolución de Kayneth hasta ayer por la noche.

No obstante, en frente de Sola, quien no dudaba de Lancer en lo más mínimo, Kayneth no podía ser tan permisivo.

Si ese tipo acata a Sola… si él creyese en las palabras de ese tipo… entonces inequívocamente, es conducido por un deseo distinto al Santo Grial.

Él no es un espíritu heroico de fiar. Para empezar, ese fue el caso en las historias de su época. ¿No fue él, el traicionero subordinado quien robó la prometida de su señor y huyó…?

“Los Hechizos de Comando… No los entregaré.” Declaró Kayneth dolorosamente.

“Hechizos de Comando y Circuitos Mágicos son distintos sistemas de magia. Todavía puedo ejercerlos. Yo… justo ahora, ¡sigo siendo el Master de Lancer!”

"Huuhhhh…" Sola suspiró profundamente.

Junto con ese largo suspiro, la gentil sonrisa en su rostro se desvaneció.

“Kayneth, con que no lo entiendes eh… Sea cual sea el caso, debemos ganar.”

Crack..., se escuchó el sonido de una rama seca siendo aplastada.

De la mano derecha de Kayneth, la cual había estado tratando gentilmente hasta ahora, Sola "casualmente" dislocó el meñique.

Como era de esperarse, no hubo dolor. Sin embargo, el entumecimiento provocó que el pánico de Kayneth se multiplicara. Así de simple, sin oponer resistencia, ella fácilmente fue torciendo uno a uno los cuatro dedos restantes.

“Oye, Kayneth. Para mis estándares de técnicas de curación, es imposible para mí el extraer por la fuerza tus Hechizos de Comando. Sólo cuando hay consentimiento del dueño mismo, yo puedo remover ESTO sin resistencia alguna.”

Diciendo esto inexpresivamente, sólo con su gentil voz como la de hace unos momentos. Como si tratara de persuadir a un necio niño, continuó hasta el fin, calmadamente.

“Si no lo consientes sin importar cómo… No puedo hacer otra cosa más que cortar este brazo entero. ¿Qué te parece eso?”

En la puerta trasera de la fábrica abandonada, en la oscuridad, la maleza que había regresado a la quietud, me sacudió lujuriosamente.

Exponiéndose a sí misma al frío aire nocturno, después de esperar a que su excitación se calmara, Sola llamó al espectral vigilante.

“Lancer, por favor aparece. Tengo algo que decirte.”

Acudiendo a su llamado, el espíritu heroico, Diarmuid inmediatamente se materializo a su lado.

Bajo sus ojos agachados humildemente, se encontraba el punto de amor que posterior a él enfatizaría su fascinante existencia. Priorizando su ligereza de movimiento, su ligera armadura enfatiza fuertemente la temeridad de su cuerpo, el cual es tenso, como el de un ave de presa.

No importaba cuántas veces ya lo haya visto, ella todavía dejaba salir un suspiro. El núcleo de su cuerpo empezó a arder.

“¿Sucede algo anormal?”

“Justo ahora, este lugar es seguro. Ocasionalmente, se siente una presencia similar a la de los demonios errantes de Caster. Pero ellos no parecen haber rastreado este lugar y venido a atacar. El campo mágico que estableció Lord Kayneth aún no ha cedido.”

Asintiendo, Sola se sintió aliviada desde el fondo de su corazón. De haber estado Lancer vigilando tan seriamente, no debería haberse dado cuenta del incidente ocurrido dentro de la fábrica.

“Correcto, señorita Sola. ¿Cuál es la condición del Amo Kayneth?”

“Nada buena. Le he aplicado el tratamiento usual, pero… a pesar de que sus brazos se estén recuperando lentamente, sus piernas probablemente no tengan remedio.”

Con una expresión melancólica, Sola inclinó la cabeza. Al parecer este escrupuloso espíritu heroico aún se sentía responsable por las heridas de Kayneth.

“De haber discernido la situación más cuidadosamente… mi amo no hubiera estado al borde de la muerte bajo mis narices…”

“No estabas consciente de ello. Kayneth cosecha lo que siembra. Probablemente deseaba demasiado ganar esta guerra.”

“No, pero…”

Frente al dubitativo Lancer, Sola afianzó su resolución, y dejó salir las palabras que se encontraban en su corazón.

“Él no es apto para ser tu Master, Diarmuid.”

Lancer permaneció callado, y miró fijamente al rostro de Sola. Flechando su corazón el cual estaba en trance meramente por su sola mirada, levantó la contra palma de su mano y se la mostró a Lancer.

Inconfundiblemente grabada en ella estaban dos Hechizos de Comando los cuales se suponía debían seguir en la mano de Kayneth hasta hace unos momentos.

“Kayneth ha renunciado a su lucha y entregado su autoridad como Master a mí. De esta noche en adelante Lancer, tú serás mi Lancer.”

“…”

Después de permanecer en silencio y mirar al suelo por unos segundos, como si ya estuviera ocupado, negó con la cabeza.

“He jurado lealtad a Lord Kayneth como un caballero. Señorita Sola, no puedo consentir ese pedido.”

“¡No puede ser!”

Ante esa reacción que traicionó sus expectativas, la que quedó perpleja fue Sola.

“Desde el principio, fue gracias a mi prana que permaneciste como un Servant en el mundo presente, ¿cierto? Y ahora, incluso tengo los Hechizos de Comando. Esta vez, ¡sólo yo debería ser tu genuina Maestra!”

“Recibir tu prana, estar sujeto por los Hechizos de Comando, estas palabras no tienen nada que ver.”

Agachando sus ojos apologéticamente, Lancer continuó calmado.

“Por encima de ser un Lancer, yo antes fui un caballero. Solo puede haber un amo al cual yo debo entregar mi lealtad con devoción. Señorita Sola, por favor discúlpeme.”

“… ¿Acaso no soy apta para ser tu Maestro, Diarmuid?”

“Esto y aquello no son lo-“

“¡Mírame a los ojos cuando me hables!”

Ante su reprimenda, disgustosamente, Lancer levantó la mirada y la enfrentó directamente. Esos ojos, los cuales rebosaban de lágrimas eran mucho más de lo que Lancer había esperado… es más, estaban acompañados por el más desagradable déjàvu.

Anteriormente, él ya había enfrentado a una dama que le había suplicado con lágrimas de la misma manera.

“… Lancer, lucha conmigo. Protégeme, apóyame, captura el Santo Grial junto a mí.”

"No puedo hacer eso. Si Lord Kayneth ha renunciado a la lucha, no puedo desear por el Santo Grial."

Enormemente agitada, Sola casi vomita las palabras que no podía contener. Conteniéndose vagamente, después de esperar a que su agitado corazón se calmara, ella continuó con una voz apagada.

“Si persistes en seguir siendo el caballero de Kayneth, Lancer, con mayor razón debes desear el Santo Grial. Te acabo de contar sobre su condición crítica. Para que ese cuerpo sane, hace falta un milagro. Sólo el Santo Grial puede corresponder a eso, ¿verdad?

“…”

Lancer enmudeció nuevamente. Sin embargo, esta vez su silencio era declarante y sumiso.

“Si te sientes responsable por sus lesiones, si piensas recuperar la dignidad del Lord El-Melloi, si no prefieres el Santo Grial para tu Maestro…”

“… Señorita Sola, como compañera de Lord Kayneth, buscas el Santo Grial sólo para Lord Kayneth, ¿estoy en lo correcto?”

“P-Por supuesto, claro que sí.”

Ante la mirada tranquila de Lancer, Sola tragó saliva y respondió.

“¿Podrías por favor jurarlo? Que no tienes otros motivos.”

Ella quería estallar en lágrimas de poderlo hacer. Gritar de una manera poco femenina, al mismo tiempo que colgarse de ese adorable hombre, expresando lo que hay en su corazón.”

Aun así, de hacer eso, este orgulloso espíritu heroico probablemente negaría su propuesta. Ella no podía expresar lo que había en su corazón. Por lo menos no ahora.

“Yo juro. Como la esposa de Kayneth El-Melloi, ofrecer el Santo Grial a mi esposo.”

Después de tomar ese juramento con una voz firme, Lancer finalmente relajó su expresión y asintió tranquilamente.

Había algo demasiado vago como para ser considerado una sonrisa. Pero aun así, Sola estaba en la luna. Eso era porque, por primera vez, su expresión mostrando una sonrisa, estaba dirigida hacia ella.

Es cierto, no importaba si se tratase de una mentira- Sola pensó en su oculto corazón nuevamente. Si pudiera preservar sus vínculos con este hombre ahora, sin importar de qué manera, no importaría. Para este fin, no importaba cuán despreciable la mentira fuera, tenía que decirla. No dejaría que nadie la culpe por eso. Así es, nunca- por ninguna razón, ella nunca debería dejar que alguien la detenga.

El no es humano, sino un ser espiritual de visita temporalmente, venido de otro mundo. Un milagro trascendente traído por el Santo Grial. Incluso así, los sentimientos de Sola no cambiaban.

Si se pusiera a reflexionarlo, desde el momento en el que llegó a la edad del razonamiento, su corazón se había congelado. Para Sola que había sido concebida en una familia de magia la cual ya había tenido un legítimo heredero, no había dejado nunca surgir sus sentimientos como mujer. Una sangre cuya magia había sido refinada repetidamente a través de las generaciones. Ella era una mujer cuyo valor no era otro que ese.

En otras palabras, desde el momento en el que escucharon su llanto, no tenía otra UTILIDAD más que el matrimonio arreglado.

Ella no lo lamentaba, no albergaba dudas; pues porque no conocía la libertad. Ella acepto al matrimonio arreglado al que sus padres accedieron. Su alma congelada no sentía lamentación alguna ante tener que llamar al hombre, en el que ella no estaba interesada en lo más mínimo, su esposo, por el resto de su vida.

De cualquier forma, eso era distinto ahora.

Antes de esto, ¿ella había podido sentir su corazón tan agitado y ardiendo tan apasionadamente en algún momento de su vida?

El corazón de Sola-UiNuada-Re Sophia-Ri ya no estaba más congelado. Eso es porque ella conoció la calidez de su corazón que estaba perdidamente enamorado.

Incluso después de que Sola regresara a su habitación Lancer permanecía afuera solo, haciendo guardia. Para los Servants, el sueño no es necesario. Mientras tengan un suficiente suministro de prana de sus Maestros, el cansancio es desconocido para sus cuerpos.

Consecuentemente, no tenía forma de olvidar sus problemas con el sueño.

Repitiéndose las palabras de Sola una y otra vez, Lancer dejó salir un suspiro.

Esa mirada que abandonaba cualquier cosa y le imploraba incondicionalmente y lastimosamente, era demasiado similar a aquella mirada de su “esposa” en el pasado.

Princesa Gráinne.

Imponiendo la promesa de la traición en él, la perpetradora que causó que descendiera de posición de la de un glorioso héroe a la de un refugiado. Sin embargo, Diarmuid nunca la culpó.

Sin ninguna otra razón, incluso si fuera una pasión meramente debida a la atracción del Rostro Místico del héroe, su decisión de huir del asiento del banquete de Midcuart por su bien, fue una decisión que, hasta donde concernía a la doncella, era de vida o muerte.

Los lazos con sus relativos, el orgullo de princesa, así como también la gloria asegurada en su futuro…. Darle su espalda a todo. Gráinne eligió el camino del amor con Diarmuid. Si ese inicio fue por culpa de la fuerza mística de su encanto, el día en el cual su amor flaqueara seguramente llegaría. No obstante, sin miedo alguno hacia tal futuro, Gráinne continuó con la forma de vivir con amor.

Diarmuid fue arrastrado al desastre, así es como lo vieron todos. Aun así, la persona en cuestión, Diarmuid, no lo veía así. Por encima de su sufrimiento, él era el hombre que constantemente sentía más pena por su acompañante.

Ante el peso de la promesa que puso a prueba su orgullo, ni siquiera se rindió ante él. Hubo disgustos, hubo luchas también. Es por eso que se sentía afligido ante su perversión contra el gobernante, Fionnmac. Al final, creció ligado al coraje de Gráinne, esta mujer, que creyó en sus sentimientos hasta el final, y lo amó hasta el final.

Naturalmente, su camino en el amor estuvo lleno de dificultades.

Impulsado por los celos y el resentimiento, FionnmacCumhaill movilizó a todos sus subordinados a perseguir a los dos que habían emprendido la huída, para así cazarlos como bestias salvajes. Protegiendo a la princesa, Diarmuid decidió no cruzar armas con los caballeros de Fionn, con los que tenía amistades. Sin embargo, hacia los persecutores que fueron convocados por el hecho de ser aliados de Fionn, él no mostró otra cosa que sus desnudos colmillos.

Su pelea contra el gigante Searban, sus luchas con los nueve Garbs, su combate con la nana de Fionn, “La Bruja de Millstone”… Como consecuencia, Diarmuid demostró un valor que superaba incluso al que había tenido cuando formaba parte de la tropa de caballeros, una y otra vez, para seguir en fuga con la Princesa Gráinne. Y para él, quien era conocido por los demás como la persona más noble, era algo demasiado irónico y a la vez épico.

¿Lealtad? ¿Amor?

Mientras tasajeaba a sus enemigos con ambas lanzas, su corazón era destrozado nuevamente. A pesar de ser tormentado por el dilema de su contradictoria lealtad y geis, sus refinadas lanzas gemelas perforaron a sus enemigos, insignificantemente entregando muerte.

Una mujer y dos hombre- Por culpa de la obstinación y los sentimientos, mucha sangre fue derramada.

Al final del día, el que quedó con el corazón partido después de la futilidad de tanto sacrificio, siguió siendo Fionn. El viejo maestro reconoció el matrimonio de Diarmuid y Gráinne, les proporcionó un territorio y un título adecuados, y lo recibió como un invitado nuevamente. La reconciliación que Diarmuid buscaba incesantemente. Pero ese final, fue el presagio de la conclusiva catástrofe.

Un día, Diarmuid que estaba cazando junto a Fionn, recibió una herida letal por parte de los colmillos de un jabalí salvaje. Era una herida mortal, pero ya que Fionn estaba a su lado, el no tenía miedo. Eso se debe a que, con los incontables registros de milagros como héroes ligados a él, Fionn podía transformar el agua entre sus manos en una medicina milagrosa.

Aun así, en frente de una persona al borde de la muerte, las cosas que pasaban por la cabeza de su antiguo amo, eran los amargos celos provenientes de la disputa por una mujer.

El pozo del cual el agua fluía, estaba a sólo nueve pasos del yaciente Diarmuid.

Para que Fionn pudiera curar la herida del caballero, sólo tenía que dar nueve pasos y entregarle el agua. Sólo con eso alcanzaba. No obsante, a pesar de la corta distancia, el agua se le escurrió entre los dedos, dos veces.

Y entonces, para la tercera vez, la respiración de Diarmuid, el héroe, había cesado.

Y ahora, al ser invitado al mundo presente nuevamente como un Servant, al recordar su final en aquellos días pasados, Diarmuid no conserva arrepentimiento alguno. No tenía intención de maldecir a nadie. Él quería corresponder al amor de su esposa. Él podía entender la ira de Fionn también. Sólo que el giro del destino fue muy cruel.

No fue sólo una vida llena de angustia y sufrimiento. Las copas de las cuales bebió con el rey, y los susurros- llenos de palabras románticas, quedaron en él como memorias irremplazables. A pesar de que el final fuera trágico, Diarmuid no se consideró insatisfecho con la voluntad de Dios. Eso es porque él y los otros a su alrededor fueron capaces de vivir sus vidas merecidamente al máximo. Él no negó la vida que le había tocado.

Aun así, suponer que…

Pudiera volverse un caballero nuevamente, levantar sus lanzas y vivir una segunda vida…

Esto suponía un milagro inconcebible dentro del corazón del espíritu heroico Diarmuid.

Su destrozado honor formal. Su orgullo que no pudo ser consagrado. Una oportunidad de recuperarlos. Era todo lo que Diarmuid deseaba.

Un camino de vida con sus tan anhelados y atesorados deseos, que no pudieron ser cumplidos en su vida previa.

Esta vez, seguramente, su camino de devoción…

En resumen, absolutamente no había ningún deseo que Lancer depositara en el Santo Grial. Recibir un amo por segunda oportunidad, en los tiempos en los que se irguió de pie en el campo de batalla denominado “Fuyuki”, su deseo, había sido alcanzado a la mitad.

Y la mitad que restaba se completaría cuando alcanzase la victoria. Brindando el Santo Grial a su Master, el momento en el que los frutos de su lealtad tomen forma, su todo podría ser cumplido. Eso se suponía que lo sería todo. No se suponía que tuviera un deseo aparte de ese.

Sin embargo, el camino de Diarmuid ahora, empezaba a nublarse de ominosas nubes negras. Durante el tiempo de su nuevo amo, el Rostro Místico que le supone una carga, estaba tratando de hacerle tropezar de nuevo.

Si Sola se pudiera dar cuenta de que estaba estúpidamente en trance por el Rostro Místico, el peor escenario podía ser evitado.

Incluso, de convertirse en una segunda Gráinne y apegarse a él firmemente, en ese tiempo, ¿él sería capaz de sacudir los sentimientos de esa mujer?

Esta se suponía que debía ser una batalla para compensar su trágico destino. Si eso sucede, él no querría nunca más repetir ese trágico destino.

Aun así, ¿cómo lo haría?

En el medio de la oscuridad de la noche, sin manera todavía de encontrar la respuesta. Lancer simplemente miró la luna en agonía, sin hacer nada más.



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