Zero no Tsukaima Español:Volumen3 Capítulo9

From Baka-Tsuki
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Declaración de Guerra[edit]

El rey germaniano, Albrecht Tercero, había pautado que la ceremonia de boda de la princesa Henrietta tomara lugar en la capital de Germania, Vindobona. La fecha de la ceremonia: el primer día del mes de Nyuui.

Ahora mismo el Mercator, buque insignia de flota de Tristain le daba la bienvenida a los invitados del nuevo gobierno de Albión, guiándolos a la rochelle, donde se quedarían anclados en los cielos sobre la ciudad.

El comandante en jefe de la flota, Conde La Ramée, se sentó en el alcázar con atuendo formal. Próximo a él, el capitán Fevisu se peinaba el bigote. Ya se habían pasado por mucho del tiempo acordado.

- “En verdad están tardando, capitán.”

La Ramée replicó con una voz irritada

- “Esos perros de Albión que mataron a su rey con sus propias manos, probablemente estén demasiado ocupados comportándose como perros.”

El marinero que estaba en la cubierta superior repentinamente le informó de la flota que se acercaba alzando la voz.

- “¡Una flota! ¡Por la izquierda!”

Con una gran nave liderando al frente, que podría fácilmente ser confundida con una nube, la flota de Albión había empezado a descender.

- “Así que este es el estandarte de la flota ‘Soberana Real’ de Albión…" dijo el capitán, viendo la gran nave, sintiéndose intimidado.

Era la nave que debería de tener al embajador dentro de ella.

- “Algo que nadie quisiera encontrarse en el campo de batalla, eso es seguro.”

La flota de Albión descendió hasta que estaban al nivel de la flota de Tristain. La nave de Albión empezó a enviar señales desde el mástil.

“Les agradecemos por darnos la bienvenida con su flota. Habla el capitán del Lexington, de Albión.”

“¡Tenemos un almirante a bordo! Usar un capitán para corresponder... nos están tomando el pelo” Dijo el capitán, lleno de resentimiento mientras miraba el débil conjunto de naves de Tristain.

“Ellos probablemente están pensando que el mundo esta en sus manos ahora que tienen esa nave. Respóndeles con ‘Les damos las mas calida de las bienvenidas. Este es el comandante en jefe de la flota de Tristain’”

Las palabras de la Ramée llegaron al marinero que estaba de puesto en el mástil. La bandera para comunicar el mensaje fue izada.

La flota de Albión disparo sus cañones, a manera de saludo. No había balas dentro del cañón, solo hacia explotar la pólvora.

A pesar que la flota Lexington solo había realizado un mero saludo, el aire a su alrededor se sacudió. La Ramée retrocedió ligeramente. Aunque el sabía que balas reales no podrían alcanzarlos a la distancia que se encontraban, la fuerza de los cañones de la flota Lexington logro hacer que el experimentado almirante retrocediera.

- “Dispara nuestros cañones en respuesta”

- “¿Cuantos disparos hacemos? Para los nobles de alta jerarquía, se requieren once.”

El número de disparos depende del rango y estatus social de la persona.

- “Con siete será suficiente,” ordeno la Ramée mirando con una sonrisita en su cara como un niño travieso.

- “¡Preparen los cañones! ¡Siete tiros, uno a uno! ¡Disparen cuando estén listos!”



Al fondo de la cubierta, cerca de la popa del Lexington, en el buque insignia de la flota, Bowood observaba la flota de Tristain. Próximo a él estaba Sir Johnston, el comandante en jefe, responsable de todo el pelotón invasor. Al ser miembro del concilio de nobles, Cromwell confiaba profundamente en él. Sin embargo, no tenia experiencia. Era un político después de todo.

- “capitán…” Johnston le dijo a Bowood en un tono preocupado.

- “¿Señor?”

- “¿Esta bien acercarnos tanto a ellos? Estamos equipados con esos nuevos cañones de largo alcance, ¿verdad? Ponga algo de distancia entre nosotros. Su excelencia me ha encomendado sus soldados más importantes."

- “el títere de Cromwell, huh…” Bowood se susurro fríamente a si mismo. “Si, ciertamente tenemos los nuevos cañones, pero si disparamos desde máxima distancia, no vamos a acertar.”

- “Pero tengo ordenes de su excelencia de desembarcar estos soldados a salvo en Tristain. No podemos asustar a los soldados. Se derrumbaría su moral.”

No pienso que sean los soldados que estén asustados… Pensó Bowood.

Ignorando a Johnston, impartió una nueva orden. Ninguna ley rige los cielos, después de todo.

- “¡Preparen los cañones de la izquierda!”

- “¡Si señor! Preparar los cañones de la izquierda”

Los marineros en la cubierta empezaron a cargar los cañones de pólvora y balas.

Un estruendoso rugido se podía oír desde la flota de Tristain, que estaba apuntado a los cielos. Tristain devolvía el saludo de los cañones.

El plan de batalla había comenzado.

Durante este momento, Bowood se convirtió en un soldado. Los detalles políticos, sus sentimientos, la cobardía y el juego sucio de esta operación fueron todos olvidados. Como el capitán de la flota Lexington de la república del Santo Albión, procedió rápidamente a impartir las ordenes.

La tripulación de la vieja nave Hobart, que iba al último de la flota había terminado con los preparativos, y empezaron a evacuar por medio de los botes que habían hecho levitar con el hechizo “Vuelo”.

Una escena alarmante se desveló frente a los ojos de La Ramée. La nave que iba de último, la más vieja y una de las más pequeñas empezó a arder en llamas.

- “¿Que? ¿Un incendio? ¿Fue un accidente?” Susurró el capitán Fevisu

En un instante, otra cosa alarmante sucedió. La nave que estaba envuelta en llamas, y exploto en el aire.

La nave de Albión fue reducida a escombros y calló estrellándose al suelo.

- “¿Q-Que es esto? ¿Acaso el fuego alcanzó el almacén de municiones?”

El Mercator estaba alborotado.

- “¡Cálmense! ¡Cálmense!” el capitán fevisu les gritaba a los marineros.

Una bandera haciendo señas fue vista desde el Lexington. Un marinero empezó a leer las señales con un telescopio.

- “Es el capitán de la flota Lexington. Explique el motivo detrás de hundir el Hobart.”

- “¿Hundir? ¡¿Que esta diciendo?! ¡Explotó por si solo!”

La Ramée estaba en pánico.

- “Envía una respuesta. ‘Los disparos de mi nave fueron en respuesta a su saludo. La salva no contenía ninguna bala cargada.”

Una respuesta fue prontamente enviada por el Lexington.

- “El ataque de su nave usó municiones reales. Nosotros responderemos su intento de agresión.”

- “¡Qué estupidez!”

El grito de La Ramée fue ahogado por el bombardeo desde el Lexington.

Impacto. El mástil del Mercator se rompió, y se abrieron unos cuantos agujeros en la cubierta.

- “¡¿Como pueden sus cañones alcanzarnos desde tal distancia?!” dijo un sorprendido Capitán Fevisu en la temblorosa cubierta.

- “¡Envíen un mensaje! ‘¡Cesen el fuego! No tenemos intención de luchar’”

El Lexington replico con una descarga de balas de cañón.

Impacto. La nave se tambaleaba y el fuego se encendió aquí y allí.

Como un alarido, el mensaje del Mercator se repetía una y otra vez.

- “¡Repetimos! ¡Cese al fuego! ¡No tememos intención de luchar!”

El fuego del Lexington no mostraba signos de detenerse.

Impacto. El cuerpo de la Ramée salio volando fuera de la vista del capitán Fevisu.

El impacto había tirado al capitán fevisu al piso. De repente, se dio cuenta que el ataque había sido todo planeado. Nunca habían tenido intenciones de “una visita de buena voluntad” en lo absoluto. Todos habían sido engañados por Albión.

La nave empezó a prenderse en llamas, y los marineros heridos gemían de dolor. Sacudiendo su cabeza, el capitán Fevisu voceó: “¡El comandante en jefe esta muerto! ¡El capitán del buque insignia tomará el control de la flota! ¡Reporten los daños! ¡Adelante a toda marcha! ¡Preparen los cañones de la derecha!”

- “Así que finalmente se dieron cuenta.” Dijo Wardes, que estaba parado justo al lado de Bowood, mientras entretenidamente miraba la flota de Tristain.

Wardes también creía que el comandante en jefe, Johnston, no merecía el titulo y seria incapaz de hacer nada. Wardes era, en efecto, el comandante oficial.

- “así parece, vizconde. Sin embargo, parece que ganaremos lo suficientemente rápido.”

La flota de Albión, que tenía una superior movilidad, ya había tomado acciones para suprimir el avance de la flota de Tristain.

La flota de Albión mantuvo una distancia fija, y continuo disparando sus cañones. Su flota doblaba en número a la de Tristain, y en adición a eso, tenían al enorme Lexington, que tenia los nuevos modelos de cañón. No tenían comparación en potencia de fuego.

Como si estuvieran atormentando la flota de Tristain, la flota de Albión continuo su fuego. El Mercator, que ya estaba incendiándose, había empezado a inclinarse. En un instante, el Mercator explotó con un rugido ensordecedor. Ninguna de las naves de Tristain salio ilesa. La flota estaba sumergida en el caos con la perdida del buque insignia.

Destruirlos era solo cuestión de tiempo. Las naves ya podían verse ondeando sus banderas blancas.

En el Lexington, gritos como “¡Larga vida a Albión! ¡Larga vida al santo rey Cromwell!” podían ser escuchados. Bowood frunció el ceño. Durante los días de la Fuerza Aérea Real, nadie decía cosas como “Larga vida esto y aquello” durante una batalla. Incluso el comandante en jefe, johnston se les había unido.

- “Capitán, una nueva pagina en la historia ha comenzado.” Dijo wardes

Como si se doliera por sus enemigos, que no tenían siquiera oportunidad de gritar de dolor, Bowood susurró,

- “No, solo una guerra ha comenzado.”



Justo después que las nuevas de que la flota completa de Tristain en La rochelle había sido barrida llegaron, una declaración de guerra fue expedida por Albión. Acusó a Tristain de romper el tratado de no agresión al atacar a su flota sin motivo alguno, y planteó que “como acto de defensa propia, la santa republica de Albión debe declarar la guerra al reino de Tristain.”

El palacio, que había estado afanosamente ocupado con la partida de Henrietta hacia Germania, se sumió en un estado de confusión por el desarrollo de las cosas.

Los generales, los ministros del gabinete y otros oficiales inmediatamente sostuvieron una reunión. Pero la reunión era poco mas que un divagar desordenado. Opiniones de que debían inquirir a Albión sobre las circunstancias del evento, o que debían despachar mensajeros pidiendo ayuda fueron expresadas.

Sentada en el asiento de honor estaba una horrorizada henrietta. Ella estaba vistiendo su hermoso vestido de novia que acababan de terminar. Ella originalmente había planeado dirigirse a Germania en un carruaje luego que el vestido fuera terminado.

La princesa era como una flor que florecía en medio de la reunión. Pero nadie siquiera se había dado cuenta.

- “¡Albión plantea que nuestra flota atacó primero! ¡Sin embargo nuestra flota dice que solo hicieron un saludo de cañones!”

- “Accidentes causan malentendidos.”

- “¡Sostengamos una reunión en Albión para aclarar esto! ¡Talvez aún hay oportunidad de enmendar este malentendido!”

Mientras los poderosos nobles planteaban sus opiniones, el cardenal Mazarini asintió.

- “Correcto. Despachen un enviado especial a Albión. Actuaremos cautelosamente, antes de que esto se convierta en una guerra total por un mero malentendido.”

En ese momento, un reporte urgente llego.

El mensajero que llevaba la carta que llego en un búho mensajero, se apresuró al la sala de reunión.

- “¡Es un reporte urgente! ¡Luego de aterrizar, la flota de Albión ha empezado a capturar tierra!”

- “¿Adonde aterrizaron?”

- “¡En las afueras de la Rochelle! ¡Parece que en el campo de Tarbes!”



En el jardín de la casa de sus padres, Siesta abrazó a sus hermanos pequeños, observando los cielos con una cara incómoda. Una explosión se había escuchado no hacia mucho en la dirección de la Rochelle. Sorprendida, salió al jardín y observo la sobrecogedora escena en el cielo. Numerosas naves se incendiaron y se hundieron, estrellándose contra la montaña y cayendo en medio del bosque.

La villa estaba en un estado de confusión. Poco después, una enorme nave había descendió de los cielos. La nave, tan grande que fácilmente podía confundirse con una nube, descendió sus anclas en el campo de la villa.

Numerosos dragones salieron volando de ella.

- “¿Hermana, que esta pasando?” Preguntaron sus hermanos y hermanas más pequeños.

- “Entremos a la casa,” urgió siesta, ocultando su miedo.

Dentro de la casa, sus padres miraban por las ventanas con expresión preocupada.

- “¿No es esta la flota de Albión?” dijo su padre, mirando la nave anclada al campo.

- “Podría ser… ¿una guerra?”

Su padre sacudió su cabeza.

- “eso no es posible. Tenemos un tratado de no agresión con Albión. El lord lo proclamó recientemente.”

- “¿Entonces porque esta el cielo lleno de naves hundiéndose?”

Los dragones que volaban sobre la nave se dirigieron a la villa. Su padre tomo a su esposa y se alejo de la ventana. Con ruidosos chillidos, los dragones descendieron a la villa y prendieron fuego a las casas.

Su madre gritó. La casa estaba encendida y el vidrio de las ventanas estaba regado por doquier. La villa estaba saturada con las llamas, el rugido de los dragones y el pánico de la gente. Cargando a su madre inconciente, su padre se volvió hacia Siesta, que estaba temblando.

- “¡Siesta! ¡Toma a tus hermanos y huyan hacia el bosque!”



A horcajadas sobre un enorme dragón de viento, una sonrisa apareció en la cara de Wardes, mientras pisoteaba su patria. Los caballeros dragón bajo su mando montaban dragones de fuego. Un dragón de viento no puede contra un dragón de fuego en poder, pero lo sobrepasa en velocidad. Había elegido el dragón de viento solo porque estaba al mando. Para abrir paso al grueso de las fuerzas, Wardes inmisericordemente prendió en fuego la villa. Al fondo, soldados bajaban uno a uno con cuerdas desde el Lexington. El campo era un excelente punto estratégico de desembarque para las tropas invasoras.

En dirección al campo, docenas de tropas del Lord vecino avanzaban hacia delante. Las tropas tristanianas constituían una amenaza significativa a los soldados que desembarcaban en el campo. Wardes hizo señas a sus subordinados para que aplastaran la pequeña fuerza opositora.

Una descarga de magia de fuego voló desde los dragones, pero aun así, los tristanianos ferozmente avanzaron hacia delante. La temeraria fuerza fue completamente desvastada por las llamas de los dragones.



Era pasado el medio día. Reportes de los eventos inundaban la sala de conferencia.

- “¡El Lord de Tarbes ha muerto en batalla!”

- “¡La unidad de reconocimiento enviada para investigar los caballeros dragón no ha vuelto!”

- “¡No hemos recibido aun respuesta de Albión acerca de nuestros cuestionamientos!”

Discusiones sin significado se repetían en la sala de conferencias una y otra vez.

- “Deberíamos pedir ayuda a Germania!”

- “Agravar el asunto de esa manera podría…”

- “¿Que tal si los atacamos con toda nuestra fuerza de caballeros dragón?”

- “¡Reagrupen las naves restantes! ¡Todas ellas! ¡No importa que tan viejas o pequeñas!”

- “¡Despachemos un enviado especial! ¡Atacarlos solo les dará una excusa para enfrascarse en la guerra total!”

La junta no podía llegar a un acuerdo. El mismo Mazarini tenía dificultad para llegar a una conclusión. Aún esperaba poder arreglar las cosas diplomáticamente.

En medio del encendido debate, Henrietta miro el rubí de viento que llevaba en su dedo anular (N.T. Ring finger, dedo en el que se usa el anillo de bodas.) Era un recuerdo de Wales. Le recordaba la cara del hombre a la que ella se había entregado.

“¿Acaso no juré frente a este anillo en ese entonces?”

Si mi querido Wales ha muerto con coraje, entonces… yo también debo vivir con coraje.

“¡Tarbes esta prendida en llamas!”

Ella se sorprendió de su propia voz pero rápidamente recobro la compostura. Con un profundo respiro, se levantó. Todos la miraron. Henrietta habló con una voz trémula.

- “¿No están avergonzados de ustedes mismos?”

- “¿Princesa?”

- “Nuestras tierras están siendo capturadas por nuestros enemigos. Hay cosas que hacer antes de discutir acerca de alianzas y enviados especiales, ¿o no?

- “Pero… princesa… es solo una situación tensa causada por un malentendido.”

- “¿Malentendido? ¿Cómo puedes aún decir eso? Hundir una nave durante un saludo de cañón es un poco extremo, ¿o no?”

- “Hemos firmado un tratado de no agresión. Fue un accidente.”

- “Y ese tratado es tan fácil de romper como un papel. Ellos no tenían intención de mantener el tratado. Era solo una treta para ganar tiempo. Las acciones de Albión claramente muestran que ello desean la guerra.”

- “Pero…”

Henrietta golpeó la mesa y empezó a gritar.

- “¡La sangre de nuestra gente esta siendo derramada mientras hacemos esto! ¿No es la obligación de los nobles protegerlos? ¿Porqué razón ostentamos títulos nobles y reales? ¿No nos han dejado reinar sobre ellos para que los protejamos en tiempos de necesidad como estos?”

Todos se quedaron sin palabras. Henrietta continuo con una voz fría.

- “¿están todos asustados, no es cierto? Albión es un país grande después de todo. Si contraatacamos nuestras oportunidades de ganar son ínfimas. ¿Es porque serian identificados como uno de los que lideraron el contraataque luego de perder la batalla? ¿Todos planean acobardarse aquí para alargar sus vidas?”

- “Princesa,” se interpuso mazarini.

- “Comoquiera,” continuó Henrietta.

- “Yo iré adelante. Ustedes pueden continuar su reunión aquí.”

Henrietta irrumpió fuera de la sala de conferencias. Mazarini y numerosos nobles intentaron detenerla.

- “¡Princesa! ¡Debe descansar antes de su boda!”

- “¡Ugh! ¡Es tan difícil correr con esto!”

Henrietta desgarró su vestido de bodas para que le quedara por sobre las rodillas, y le aventó el pedazo rasgado a la cara de mazarini.

- “Tal vez tú puedas ir a casarte.”

- “¡Mi carruaje y mis guardias! ¡Vengan!” gritó ella al alcanzar el patio.

Su carruaje estaba tirado por las bestias santas, unicornios.

El batallón de defensa mágica que quedaba en el patio se formó instantáneamente, ante la llamada de Henrietta.

Ella desamarró un unicornio y lo ensilló.

- “¡Yo comandaré las tropas! ¡Regimientos, fórmense!”

Conscientes de su situación, cada soldado saludó simultáneamente.

Henrietta golpeo al unicornio en el estomago.

El unicornio en un gesto magnifico levanto sus pezuñas bajo el brillante sol y partió.

- “¡sigan a la princesa!” gritaron los soldados mientras seguían a henrietta, montados en las bestias.

- “¡Síganla! ¡La dilación trae deshonra al nombre de la familia!”

Los nobles en el patio salieron disparados. La voz se corrió entre los regimientos diseminados por la ciudad.

Observando abstraídamente, Mazarini miro a los cielos.

- “Sabia que iríamos a la guerra con Albión algún día, a pesar de mis esfuerzos, pero… nuestro país no esta preparado.”

Él no estaba preocupado por su propia vida. Se preocupaba por su país a su manera, y por el bien de la gente, había tomado su decisión. Incluso si significaba un pequeño sacrificio, no quería enfrascarse en una batalla perdida.

Pero, era como decía la princesa. Sus esfuerzos y devoción a la diplomacia se habían esfumado. ¿De que servia aferrarse a ellos? había cosas que estaban primero.

Uno de los nobles de alta jerarquía susurro al oído de mazarini

- “Cardenal, acerca del enviado especial…”

Mazarini abofeteo la cara del noble con su sombrero. Y le enredo la pieza rota del vestido de novia, que le había sido lanzada por henrietta, en su cabeza

- “¡Todos ustedes! ¡A sus caballos! ¡Si dejamos que la princesa vaya sola caeremos en deshonra por siempre!


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