Maru-MA Volumen 02 Capítulo 9

From Baka-Tsuki
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Luego de bastante reflexión, Lord von Christ llego a la conclusión de que se necesitaba alguna clase de disculpa debido a su comportamiento excéntrico, es por eso que en ese momento se dirigía hacia la recamara privada de Lord von Voltaire con una canasta de frutillas en la mano.

Aunque se conocían dese hace mucho tiempo esta era su primera visita a la habitación de Gwendal. Günter suspiró dramáticamente. ¿Qué pasaría si al entrar se encontrara con Gwendal acompañado por un grupo de mujeres hermosas?

—…Siendo Gwendal, al menos eso no es muy…

Con la cabeza gacha, Günter subió las escaleras con una elegancia que se convertía paso a paso en tragedia. Aunque sea algo rudo decirlo, lucia como a punto de convertirse en el protagonista principal de la obra culmine de un pintor.

Anunció su visita elegantemente usando la aldaba y abrió la pesada puerta empujándola.

—Gwendal, me permites un momento por favor… Vine a discul... par… um…

Sus palabras se apagaron lentamente ante la inesperada escena frente a él.

Gwendal no estaba siendo acompañado por ninguna mujer hermosa, u hombre hermoso por lo que respecta, ni tampoco se estaba divirtiendo con ninguna clase de pasatiempo erótico.

El aposento perteneciente al señor del castillo está amueblado y decorado apropiadamente con pulidas y brillantes armaduras ornamentales, un retrato encuadrado del anterior lord con su esposa se exhibe prominentemente, tal vez la única cosa que falta es la cabeza ornamentada de un venado. Pero en un rincón de la habitación hay una pila de extraños objetos.

Lord von Voltaire se encuentra sentado en la silla cerca de la ventana con sus largas piernas cruzadas.

—¿Te di permiso para entrar? —Ahhh, um, bueno… en realidad… em, lo siento mucho. Este, Gwendal, ¿qué es…?

Una montaña de objetos hechos de lana tejida están apilados en el rincón opuesto a la chimenea. En la parte de abajo hay cosas hechas de telas dobladas, pero en la parte superior de la pila están los objetos más complejos. Hay tantos animales tejidos que parecieran querer comenzar una avalancha en cualquier momento.

—No sabía que…. Tejías como pasatiempo…

—No es un pasatiempo.

Está bien, entonces, ¡¿qué son esos conejitos, gatitos y perritos?! ¡¿Y qué hay con ese que estás haciendo ahora mismo?!

—Es para reducir el stress.

—Stress…

—Cuando tejo mi mente es libre de pensamientos que la bloqueen.

¿Así que cuando su mente es libre hace animalitos tiernos? La expresión de Gwendal no cambió en lo más mínimo mientras sus dedos se mueven sobre su regazo.

Ah, eso era, se dio cuenta el tutor. Es por eso que sus dedos se retuercen así cuando está irritado. Inconscientemente trata de mantener su calma mental fingiendo que teje.

Ahora sabía algo que no debería. Si fuera posible dejaría de saberlo.

—Pero ha habido tantos eventos desagradables últimamente que he terminado uno tras otro. Se los he estado dando a mis subordinados y sirvientes, pero honestamente, los padres adoptivos escasean.

—¿E-escasean?

—¿Quieres este?

Günter atajo apresuradamente el pequeño y oscuro animal que Gwendal le arrojo.

—Q-que lindo chanchito negro.

Gwendal levantó una ceja. Sus inigualablemente fríos ojos azul zafiro brillaron aterradoramente.

—…Es un oso.



La cinta amarilla arrasa en el coliseo.

Reina el caos, todo se llena con los gritos y bramidos de la gente intentando escapar.

Hago todo lo que puedo por contener a Mörgif, o calmarla, o persuadirla, pero luego de absorber su primer vida humana en quince años la maken no muestra signos de detenerse.

Juzgando por los lugares cubiertos de lo que sea que está vomitando, no parece particularmente dañino para el cuerpo humano. Mi propio cuerpo es evidencia de ello. Pero los humanos han entrado en pánico escalando unos sobre otros para ser el primero en alejarse de mí.

—¡Para, Mörgif, para!

—¡Yuuri!

Se me llenan los ojos de lágrimas de repente cuando escucho esa voz familiar.

Él salta la cerca y baja por los asientos de la audiencia, apresurándose hacia aquí con una expresión que pocas veces le he visto.

—¡Conrad!

—Su Majestad, ¿cómo termino en un lugar como este?

—¡No te acerques mucho… cuidado! El vómito se puede tocar, creo.

—Baje la espada. Lleve la punta hacia el piso.

No tengo la suficiente fuerza para controlarlo. Conrad se coloca tras de mi sin dudarlo y cubre mis manos con las suyas sobre el mango de las espada.

—¡No! ¡Tus manos!

—…Esta bien. Ahora, despacio, hacia abajo, así.

Di mi nombre.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué dijiste?!

—No dije nada.

Palabras destellan en lo profundo de mi mente como la imagen que queda luego de que exploten lo fuegos artificiales… Escritas, no habladas.

Di mi nombre y hare todo lo que pueda. Mi nombre es…

—¡Willem Dussollier Eli de Mörgif!

—¡¿Yuuri?!

—¡Si vas a vomitar, hazlo en una bolsa!

Gluprin.

El sonido que hace Mörgif no es un glup, o un bum, o un plop, sino un sonido agudo metálico como gluprin mientras intenta contener frenéticamente sus calambres estomacales. Su boca que normalmente abierta de par en par está cerrada en una línea, e incluso hay una pequeña arruga en su entrecejo.

—¿Qué clase de hechizo ha usado?

—Sabes que soy un fracaso como mago, ¿verdad? No usé ninguna magia. No fue hechicería para nada, solo estaba leyendo en voz alta las palabras que llegaron directamente a mi cerebro por ondas psíquicas.

—¿Leer? ¡¿Eso significa que ahora puede leer?! Ah, lo siento, mejor dejemos eso para más tarde. Wolf y Josak deberían estar asegurando el camino. Necesitamos salir de aquí ya mismo.

—Pero Rick…

Solo un vistazo a las palmas de Conrart me alcanza para ver las dolorosas marcas rojas, pero él las ignora y levanta el chico en sus brazos. Con un “Su Majestad, por favor vigile a Mörgif” él me guía hacia la salida.

La mujer que fue amable conmigo está sola cerca de la entrada por la que paso, corre en círculos buscando desorientada entre la multitud. De repente se ha quedado sin el dinero con el que tratar a su hijo.

—Disculpe… señora.

Ella me mira sorprendida, el miedo se mezcla con el odio y la ira en sus ojos entornados. Busco en mi bolsillo y extiendo los billetes que encuentro hacia sus delgados dedos.

—Aquí tiene.

—¡¿Eres un mazoku, no es así?!

Ella se echa para atrás rápidamente como si la hubiera tocado algo sucio.

—Pensé que eras un chico normal, pero entonces… ¡entonces liberaste esa terrible espada! Tú mazoku, has venido a matarnos a nosotros los humanos, ¿no es así? ¡Quieres exterminarnos! ¡No me toques!

—Está bien, no te tocaré. Mira, pondré este dinero aquí.

—¡¿Crees que levantaré algo como eso?! ¡¿Quieres atraerme con ese dinero y esperar que lo levante para cortarme con esa espada?! ¡Maldito seas, ¿qué clase de arma es esa de todos modos?! ¡Bueno, nosotros los humanos le rezaremos a Dios para conseguir un arma aún más poderosa! ¡Los humanos haremos un arma aún más poderosa…!

—¡No me importa nada de eso!

Extiendo mi mano como un verdadero niño rico y tomo la billetera de Conrad. La mujer se tambalea medio paso hacia adelante involuntariamente al ver la pesada billetera de cuero.

—Toma este dinero y ve a que traten la enfermedad de tu hijo.

—Si pago el medico con el dinero de un mazoku mi hijo va a ser maldecido.

¡¿Pero qué demonios?! ¡¿Por qué?! ¡El dinero es dinero! No importa quién lo use, es la moneda de esta isla.

Coloco las dos cosas en el piso, la billetera y mis billetes. Sin mirar a la mujer Conrad sonríe y dice: —Mi padre incluso tuvo un hijo con una mujer mazoku.

—¿Fue maldecido?

Él pone una expresión de superioridad como un sabelotodo.

—Para nada. Vivió hasta los ochenta y nueve y pasó el resto de su vida haciendo exactamente lo que quería.

Corremos todo el camino de vuelta hacia la habitación de espera. Mörgif es pesada, y aun estoy preocupado por la mujer. Si de verdad es una madre, entonces tengo que creer que tomó la decisión correcta de usar el dinero para su hijo.

Wolfram y Josak están esperando impacientemente por nosotros usando uniformes robados de los soldados. Parecen haber estado hablando, y no se siente como una charla ociosa.

—Pónganse esto, apresúrense. No podemos usar caballos en este caos. Vamos a ir hacia el siguiente puerto en vez del principal, por favor actúen como soldados hasta que lleguemos.

Cuesta un poco enrollar a Mörgif de nuevo, Conrad que es incapaz de sentarse quieto y esperar me da una mano con eso. Cuando miro alrededor buscando a Rick lo veo en los brazos de un hombre rubio que no conozco.

—Su Majestad, apresúrese.

—S-sí.

El Puerto no queda muy lejos, pero la gente amontonándose al intentar alejarse de la arena embotella la calle. Es por esto que estamos disfrazados. El poder de los uniformes es extraordinario, aunque nos echan varias miradas de disgusto todos se mueven de nuestro camino.

Incluso entre todos los extravagantes cruceros en el puerto uno destaca a la vista por su belleza y elegancia. Su casco blanco nieve está adornado con estrellas plateadas y sus velas sin desplegar son azul marino. Una mujer saluda desde la cubierta.

Sus rizos dorados caen hasta sus caderas y sus ropas lascivas rozan lo criminal… de hecho, son poca ropa más que ropa. Si ella fuera una idol recibiría comentarios negativos de su agencia. Sus hermosas piernas largas con la piel tan blanca como la de su tercer hijo se exponen generosamente.

Ay, por favor, Lady Cherie, por favor téngame piedad.

Sus pechos se mecen con cada vaivén de su mano.



Luego del “¡oh, pero cuanto tiempo!” al saludarnos, que fue demasiado intenso para mi paz mental, entramos al crucero. Es tan grande que no creo que nadie más que un extranjero millonario o Kayama Yuuzou[1] pudiera ser el dueño, y está tan lleno de oro, plata y gemas preciosas que me hace pensar: ¿no podrías haber usado acero para eso? Como la maceta de la habitación.

—Un caballero y gran amigo de Shimaron insistió en que usara este barco. Incluso se puso de rodillas al pedirlo. Siendo así, ¿cómo podría ser tan fría para rechazarlo?

La Reina Sexy se muestra activa en varios lugares alrededor del mundo. Parece que el avistamiento de feromonas de este año tiene que ser declarado en este mismísimo país de Shimaron.

Lady von Spitzberg Cäcilie, además de ser Su Majestad la ex Maou, es también la madre de Gwendal, Conrart y Wolfram, los tres hermanos mazokus que son tan poco parecidos como pueden ser. Aunque tiene tres hijos, no parece pasar de los treinta ni un día, y es popularmente llamada la Cazadora del Amor gracias a que ahora se ha retirado y anda fuera del país en un viaje en busca del amor libre.

—Vine a ver el famoso festival del fuego de Van dar Via cuando escuche el rumor de que un mazoku fue capturado aquí. Le pedí a Chevalier que investigara y fue capaz de ponerse en contacto con Wolf.

Chevalier es el acompañante de Lady Cherie, el hombre rubio que cargaba a Rick. Sorprendentemente ahora lo reconozco, es el encargado que conocí el mes pasado en el baño. —Oh Su Majestad, está tan lindo como siempre. ¿Van las cosas bien con mi hijo?

—No-no-nada, ¡no pasa nada!

—Oh cielos, que mal. Y yo que había imaginando muchas cosas.

¡¿Qué?! ¿QUÉ has estado imaginando?

—¿Pero significa eso que aun tengo una oportunidad? Oh, tan solo tiemblo de pensarlo. Este “Cautivo del Amor” tiene una jurisdicción extraterritorial y es libe de navegar los océanos del mundo, así que no se preocupe por ningún patán entrometiéndose con nosotros.

Entonces deberías habernos prestado este barco para nuestro viaje. ¿Pero por qué tenía que ponerle este nombre tan embarazoso?

—Más importante, madre, déjanos zarpar tan pronto como sea posible. Tenemos una persona herida y Su Majestad también está cansado. ¿Tienes un sanador a bordo?

No importa que tan perfectos sean sus encantos, su hijo parece inmune a ellos. Parece que esa es una ley universal.

—Habla con Chevalier acerca de eso. ¿Alguien ha sido herido? Oh Dios.

Lady Cherie se cubre la boca con sus manos delicadamente al ver a Rick al borde de la muerte. La cabeza me da vueltas. Para un estudiante de secundaria alta impopular como yo ella es una diosa caída del cielo.

—…hombre flecha, ¿hmm?

¡No es como esos patitos con una flecha en la cabeza[2]!

—Tengo a la persona correcta. Hay un sanador guapo de mediana edad a bordo, pero él es mi esteticista, así que no se si puede curar heridas…

—¿Sanador guapo de mediana edad…? Mmmm…

—De todos modos, Su Majestad, ¿fue capaz de conseguir la maken? ¿No me dejaría verla?

¿Cómo puedo negarme? Destapo a Mörgif de su funda de telas. Lady Cherie se ve simplemente deleitada al verla. Sonriendo ampliamente pregunta: —¡Increíble! ¡Nunca he visto una espada tan fea! Su Majestad, ¿puedo usarla para decorar mi habitación? ¿Por favor?

—Pregúntale a Günter cuando volvamos al castillo.

Pero si la usa como decoración probablemente le den pesadillas todas las noches.

Al ver a Conrart salir de la cabina sin pensarlo lo sigo. Josak está solo en la cubierta mirando hacia la isla. Antes de poder llegar a lo alto de las escaleras, Conrad sujeta el cuello de su amigo.

—¡¿Qué intentabas hacer?!

—¿De qué estás hablando?

Hay un sonido sordo cuando mi guardia del territorio central golpea la pared.

—Es verdad que Wolfram no sabe sobre el festival, no tiene interés por los humanos. ¡Pero tú! ¡Shimaron es tu país, fuiste criado aquí, viviste aquí hasta los veinte! ¡No hay manera de que no pudieras leer el lenguaje! ¡Y no hay manera de que no supieras acerca de ese depravado pasatiempo!

Aunque está atrapado contra la pared, Josak no pierde su sonrisa de Roger Rabbit.

—Pero todo salió bien, ¿o no? Si Su Majestad no hubiera perdido los estribos en el momento crucial entonces Mörgif hubiera absorbido la vida del chico y estado satisfecha. Bueno, al final creo que se llenó con la vida de ese abuelo. Ahora la maken que llevamos de vuelta al país estará lista para usarla en cualquier momento. Ninguno de nuestros enemigos se hubiera asustado de algo que no podemos usar.

—…Tu manera de hacer las cosas es incorrecta.

—¿Incorrecta? ¿Cómo es incorrecta? ¿Quién sabe que va a pasar si le dejamos el país a un rey niñato como ese? Necesita alguien detrás de él conduciéndolo en la dirección correcta. ¿No hace eso las cosas más fáciles para Su Majestad también?

No puedo salir ahora. Aprieto la baranda fuertemente. Ignorantes del hecho de que el sujeto de su charla esta sobre escuchándolos, su pelea continúa incluso más acalorada. Conrad nunca se enoja inconscientemente.

—¡Tomando al rey a la ligera y manipulando asuntos de estado es equivalente a rebelarse!

—¿Tomando a la ligera? No es así. ¿No hemos venido a buscar la maken porque Su Majestad dijo que no quería ir a la Guerra? Tener un arma poderosa ciertamente no es mala idea. Lo que significa que necesitamos el arma definitiva para ser más poderosos que ningún otro. De esa forma nuestros vecinos no nos atacarán. Ves, también hay una razón tras las conjeturas de Su Majestad. Es por eso que estoy haciendo todo lo que pedo por ayudarlo. Ahora que Su Majestad volverá a casa con Mörgif tendrá un lugar de honor entre los Maou de Shin Makoku. Incluso el pueblo apoyará a un rey fuerte. Así que dime, ¿cómo es que estaba equivocado? ¿Cómo es que lo estoy tomando a la ligera?

—¡No había necesidad de ponerlo en peligro! ¡Si algo hubiera saldo mal, una herida no hubiera sido lo único…! ¡De mas esta que decir algo sobre Su Majestad matando a alguien!

Sus palabras se clavan en mi mente haciéndome sentir tan mareado que no me puedo mantener derecho.

He olvidado algo. Y también estoy equivocado sobre algo.

Pero esos pensamientos no son tan concretos como para captarlos.

—Al final, creo que —dice Josak en un tono de conversación casual, quitando la mano de su amigo—, el punto es que el joven lord es importante para ti, ¿no? Públicamente te jactas de estar trabajando para la coexistencia pacífica con los humanos, pero en realidad solo quieres que el nuevo rey no salga lastimado, es por eso que lo alagas, lo proteges y lo educas con todo lo que tienes.

—No entiendes nada.

—¿Nada? Si es tan importante para ti, ¿por qué no lo metes en una caja y lo escondes en algún lugar profundo del castillo? Enciérralo en su habitación y no lo dejes salir.

—¡Josak!

—Incluso le diste esa preciosa piedra tuya, ¿eh?

El maseki se calienta en mi pecho.

Cuando aún le llamaban el Leon de Rutenberg, ¿de quien era esta piedra? Esa persona debe haber sido alguien mucho más inteligente que yo, alguien que no podría ser manipulado.

¿Ves, Conrad? Mi puntaje para la aprobación está por los suelos.

—Puede que desprecies a Stuffel, pero estas haciendo exactamente lo mismo que él hizo. ¿Llevaras a Su Majestad a cometer los mismos errores que Lady Cäcilie, Su Majestad la ex Maou?

—No, ciertamente no, Su Excelencia, milord Conrart Weller. El error de Lady Cherie fue negarse a reinar y dejar todo a otros. Se equivocó en su elección de asesores.

—¿…Estas diciendo que debería haber elegido a Lord von Voltaire?

—No.

Josak cierra la boca abruptamente.

Lentamente trazo el borde estrecho plateado del pendiente donde están grabadas las vidas de sus dueños memoria tras memoria. Si solo una aguja pudiera recorrer las muescas como en la colección de discos de mi abuelo para escuchar todas esas memorias…

—…Ya es muy tarde ahora. No podemos fallar esta vez, no podemos dejar que algo como eso pase de nuevo.

—No importa que es lo que planees, nunca convertirás a Su Majestad en tu marioneta.

—No me estas escuchando, ¿verdad? No estamos intentando convertirlo en una marioneta. Le queremos, de verdad.

—¡Incluso así! Si algo como esto pasa de nuevo, si pones a Yuuri en peligro de nuevo…

Hay un extraño, largo y pesado silencio.

—…Estate preparado para pagar con tu vida.

La voz de Conrad es grave, severa. Nunca lo había oído así antes. Inmediatamente gira sobre sus talones y desciende apresuradamente por las escaleras mientras sus pasos se acercan.

—¡Le diré eso a Gwendal en persona! Tu forma de hacer las cosas solo lastima a Su Majestad.

—Has lo que quieras.

Las voces se vuelven distantes y difíciles de escuchar.

—Incluso así, aunque… se ve que… el joven lord… sin… ¿uh? ….porque… tiene… de un rey…

—Él es el único que no reconoce eso.



Decidimos pasar la noche en el crucero de lujo así podremos partir para Shin Makoku cuando todos los demás turistas zarpen mañana, y echamos el ancla al otro lado de la isla. Por supuesto que hay habitaciones más que suficientes. Y camas.

El lado norte de la isla es tan tranquilo y silencioso que pensarías que todo el jaleo de antes nunca pasó. No hay rastros del festival aquí. No creerías que es la misma isla, aquí no hay ruido, ni luces, ni multitudes.

Insistí en bajar a la playa y comencé a ejercitarme por primera vez en una semana. Necesito poner mi cuerpo en forma como siempre, o mi mente tampoco va a funcionar. Si logro poner mis pies en movimiento y mi sangre a circular llevare oxígeno a mi cerebro. Así que cuanto más corra más endorfinas liberara mi cerebro, y entonces tal vez se me ocurra una buena idea que de otro modo no podría pensar.

Que ingenuo.

Troto descalzo por la playa iluminada solo por las luces del barco. Mis pies se hunden en la cálida y húmeda arena amortiguando el impacto con un ruido silencioso.

No puedo ir a correr solo, por supuesto. Conrad me sigue en silencio detrás. Estoy trotando con un guardaespaldas, como el presidente de los Estados Unidos. Supongo que no se puede evitar cuando eres un rey.

Comienzo a sudar apenas empiezo, prueba de que mi físico estándar ha empeorado.

—En secundaria baja en… el club de béisbol… teníamos que correr todos los días… y pensé… que era de lo más normal.

—¿Y ahora?

—Mi cuerpo se ha puesto… muy lento… desde que deje el club. Comencé… a jugar béisbol de nuevo… hace poco… pero aun no esto… en forma de nuevo.

—Ya veo.

Lo que me fastidia por completo es que él no está ni siquiera sin aliento. Me pregunto si los espadachines corren todos los días también.

—Argh, sigo pensando… que tal vez… no debería haber dejado… que debería seguir… ese ese club de béisbol… todavía.

—Me había contado que golpeó al entrenador y lo echaron, ¿verdad?

—See.

Me inclino con las manos sobre mis rodillas y me siento en un lugar seco en la arena.

—Empújame. Voy a hacer estiramientos.

—¿Estiramientos?

—Sí. Estiramientos en la playa a la noche. Oh, que romántico.

Bueno, si no estuviera con un tipo.


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—Golpear a su entrenador… es bastante drástico.

—Sí, uno, dos, porque dijo algo realmente horrible. Tres, algo… que no debería haber dicho.

Un recuerdo nostálgico. Ya no me enoja, pero creo que si me hace doler un poco el pecho.

Pasó justo luego del comienzo del verano, hace casi un año.

Uno de los lanzadores que logro quedar entre los mejores cuatro en la Pequeña Liga Nacional entró en la preparatoria del siguiente distrito. Por otro lado, nuestro club estaba lleno de principiantes que no podrían reconocer el mango del bat de la punta. Se les tenía que enseñar todo desde cero, desde correr a batear y manejarse en el campo. Nuestro entrenador nos gritaba todos los días.

Nuestro jardinero derecho, un chico de tercero, se lastimó durante una de las prácticas un día y un chico de primero tomó su lugar. No había forma de que pudiera lanzar directamente a la base desde el outfield sin pasarla al cortador, pero igualmente intentó. La bola no pudo alcanzar al catcher o el relevo a tiempo, y el corredor anotó.

—Luego del partido el entrenador se lo llevo a solas le dijo que si ni siquiera podía hacer una jugada como esa entonces debería dejar… No, espera, le dijo que entregara su nota de renuncia. “No tienes lo necesario para jugar béisbol, Tercero Medio ya es suficientemente bueno como esta, nunca vamos a ganar a menos que consigamos buenos jugadores”, cosas como esa. “No tengo tiempo para gastar en un perdedor como tú, ve a unirte a otro club”. Eso es lo que dijo.

Aunque el otro equipo aún estaba en el campo lo dijo tan fuerte como para que todos pudieran oír.

—¿Y entonces le golpeo?

—¿Mn? Sí. “¡Tú eres el que no tiene lo necesario!” y entonces, ¡pum!

Fue demasiado irascible incluso para mí. Tan embarazoso.

—Por supuesto que hubiera sido genial si el entrenador hubiera estado intentando alentarlo para que trabajara más duro. Pero yo había sido un substituto por mucho tiempo y pude leer entre líneas. Incluso los niños pueden entender la diferencia entre “piérdete” y “trabaja más duro”. Puedes presionarme, no me voy a quebrar.

—Entonces, le echaron por defender a un compañero menor.

—Eso suena bastante impresionante… pero me pregunto si es así como lo contaron.

El mar es negro. También el cielo. Las nubes son gris oscuro. Solo la luna y las estrellas son blancas, o azules, o amarillas, o rojas. Brillando. Tal vez el cielo es negro para que la luna y las estrellas puedan verse más brillantes. Tal vez las estrellas se encienden para que el negro de la noche sea más hermoso.

El romper y retirarse de las olas suena como un aplauso disperso.

—…Me pregunto si eso es verdad.

—¿Eh?

—Lo he estado pensando un poco últimamente. ¿De verdad lo hice por mi compañero? ¿…para hablar por el equipo? ¿Es por eso que golpee al entrenador? Escuche que el entrenador cambio un poco de actitud luego de eso, dejó de hablar basura del equipo en frente de los estudiantes de otras escuelas y de decir cosas insensibles. Y eso es genial y todo, pero… ¿de verdad lo hice por el equipo?

La fuerza que me empuja por la espalda disminuye.

—¿…Tal vez solo estaba buscando una oportunidad para dejar porque estaba descontento conmigo mismo por no tener talento? ¿Tal vez inconscientemente buscaba una salida para dejar el club viéndome genial en vez de como un perdedor? …Me estoy preguntando a mí mismo eso ahora. Yuuri, ¿de verdad fue por el equipo? Cosas como esas.

Probablemente nunca sepa la respuesta.

Un brazo me rodea por detrás. Mi compañero de béisbol me pregunta sobre mi hombro, tan suavemente que suena como si estuviera indagando sobre el nombre del bateador designado: —Hay algo que quiere decirme, ¿no es así?

—Sí.

Puedo oír una especie de staccato sobre la arena acercándose.

—…Estoy pensando en dejar a Mörgif en esta isla.

¿Qué clase de explicación podría darle para que entienda esta decisión tan egoísta? No tengo ni idea. Después de todo, solo vinimos aquí a buscar la maken porque estoy en contra de la guerra y quiero evitarla. Así que todo esto fue a causa de mi capricho. No puedo decir que no fue un éxito sin contratiempos, pero aun así, si durante la misma noche en la que logramos nuestra meta declaro que voy a abandonar el tesoro… La oposición de seguro me va a arrojar tomatazos.

—¡N-no sé cómo explicarlo! Es solo que… sigo pensando en lo que me dijo esa mujer. Que los humanos van a conseguir un arma más poderosa, que Dios les va a dar una. ¿Dios realmente haría eso? Pero y si de verdad pasara, y si encontraran un arma súper mega poderosa…

—Es posible.

¿Lo ves? Lo sabía… está enojado.

—Entonces otros países también lo querrían. Incluso los que se han mantenido imparciales en las guerras hasta ahora se sentirían amenazados y reforzarían sus armadas. Así que como conseguimos a Mörgif el resto del mundo comenzara a armarse… será como la disuasión nuclear, o los tres principios anti nucleares.

Los periódicos no son solo para leer sobre béisbol profesional, los voy a mirar con más cuidado en el futuro. Pero me juego a que solo quinceañeros que se queman las pestañas en escuelas de preparación universitaria podrían explicar el problema en pocas palabras.

—El país que quiero no es el que sea más fuerte que todos los otros. Hay una diferencia entre un buen país y uno fuerte.

Si vuelo cargando a Mörgif triunfante, mi puntaje como Maou subirá. Los ciudadanos me darán un alto puntaje de aprobación también si me reconocen como un rey fuerte. Pero Yuuri, ¿de verdad estarás haciendo lo que es mejor para todos?

¿O solo sería en pos de mi satisfacción personal?

Si le preguntara a mi profesor, el diría: “Hazlo por el equipo, Shibuya Yuuri.”

Esa explicación abstracta suena como la prosa salida de la pluma de algún filósofo, y no creo que nadie la pueda entender. Aun así, Conrad murmura admirado cerca de mi oreja: —Ya veo, como Gettynsburg .

—¡¿Qué están haciendo ustedes dos por ahí?!

Wolfram viene corriendo, jadeando. Aun bajo la luz de la luna puedo ver su tambaleante dedo apuntándonos.

—Me estaba preguntando que les estaba tomando tanto tiempo y así los encuentro. ¿Qué están haciendo ustedes dos sentados tan cerca el uno del otro en la playa?

—¿Qué? Estirando.

Hay un movimiento hacia arriba detrás de mí y la calidez abandona mi espalda.

—¿Por qué estas sin aliento? ¿Has venido solo a vigilar a Su Majestad?

—¡Oh cierto, no es eso! Tenemos un gran problema, Yuuri. Tu espada…

—¿Mörgif?

—…se rompió.

¿Por qué? Y más importante, ¿cómo?



Ladi Cherie, vestida con un camisón tan superficial que tengo problemas pensando donde poner los ojos, envuelve sus brazos alrededor mío.

—Lo siento, Su Majestad, no era mi intención. Nunca pensé que la espada se rompería.

Mi codo presiona contra su pecho libre de cualquier ropa interior enviándome directo a la estratosfera. Un adulce esencia floral se siente alrededor mío, como si hubiera perdido mi camino en un prado de flores.

La maken está reposando en el centro de la cabina, es un bulto largo y oscuro. Era como un brillante pez espada luego de comer, pero ahora es como una anguila gigante al borde de la muerte.

—Mörgif.

—…Wooo….

Está viva. Dejaremos de lado las preguntas acerca de si “viva” es la mejor descripción para una espada.

—Es tan fea y extraña que quería decorar mi habitación con ella al menos durante el viaje. Cuando la levante para llevarla… esta pequeña…

Lady Cherie llama a la espada “esta pequeña” como un empleado de una tienda de mascotas. Dios, las madres son imposibles. Probablemente no haya nadie en el mundo que pueda criticarla.

—…esta pequeña me mordió.

—¿T-t-te ha asustado mucho?

—No, para nada. Pero la dejé caer por la sorpresa y simplemente se ha marchitado. Probablemente…

Ella toma un pequeño grano de soja con las uñas de sus blancos dedos delgados.

—…porque esto se salió.

Mis uñas son cortas y redondas. Mis manos son amarillentas como una tela rugosa vieja y tienen callos a diferencias de las de otras personas. Pero Mörgif encaja en mi agarre de manera cómoda y perfecta contra cada articulación de mis dedos. La levanto como un bat antes de un swing. El pulgar de mi mano derecha descansa sobre la guarda, y mi dedo índice acaricia la parte trasera suavemente.

Incluso si perdiera la piedra en mi frente…

—¡¿Qué?! ¿Quién ha dicho eso?

Igual que cuando grité el nombre de Mörgif en la arena, palabras cruzan por mi mente. No pronunciadas, sino una imagen. Pequeños símbolos destellando dentro y fuera de su existencia.

Incluso si perdiera la piedra en mi frente y fuera reducida a una mera espada, deseo permanecer al lado del Maou como su fiel sirviente.

—¡¿Por qué suenas como una mujer?!

—¿A quién le estás hablando, Yuuri?

—A-a Mörgif.

Si, Willem Dussolier Eli de Mörgif, te conservaré a mi lado.

—¡Josak!

Josak, que miraba desde el otro lado de la habitación, endereza la espalda al ser llamado de improvisto. Su cabello naranja mojado se pega a su frente. Debe de haber tomado un largo baño sin prisas.

—¿Qué sucede, Su Majestad?

—Dejaré esta obsidiana a tu cuidado.

—¡¿Uh?!

Todos están atónitos. Conrad es el único que rápidamente recobra la compostura, esperando mis próximas palabras con gran interés.

—Quiero que tomes la piedra que tiene Lady Cherie y la tires lejos en algún lugar donde nadie pueda encontrarla.

—Tirarla…

—¡¿Por qué, Yuuri?! ¿Por qué harías algo tan estúpido? ¿Vas a tirar parte de la maken que tanto nos costó conseguir?

—Pienso lo mismo, Su Majestad, creo que sería un hermoso pendiente. Muy acorde al cabello y ojos de Su Majestad.

—Madre, es el dese de Su Majestad.

El segundo hijo toma la piedra de los dedos de Lady Cherie la coloca en la palma del guardia del territorio central.

—¿…Qué pasa si la tomo y desaparezco para venderla al rey de otro país? ¿O la llevo de vuelta a casa y se la doy a otra persona?

—¿A Gwendal?

Él se ve sorprendido. Esta no es una astuta deducción computada por mi cerebro, sino información ganada al espiar.

—Eres libre de hacer lo que te parezca mejor para Shin Makoku. Sin embargo…

Lo miro penetrantemente con mis ojos que finalmente están libres de los lentes de contacto.

—Se consciente de que te he elegido a ti. No conviertas esa elección en un error.

Josak me muestra la sonrisa de la bestia.

—Serviré al Rey Yuuri.

La sonrisa de una bestia inteligente.


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Referencias

  1. Kayama Yuuzo es un popular músico y actor japonés.
  2. Algún chiste nos estamos perdiendo.