Fate/Apocrypha:Volumen1 Prologo

From Baka-Tsuki
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Prologo

Se trataba de un sitio que no existía en ningún otro lugar. Un mundo que no existía en ningún otro lugar.

Libre del concepto conocido como ‘tiempo’, el lugar no tenía ni día ni noche, sol o luna. Solo una pálida aurora iluminaba el cielo.

No había cambios en este mundo. Su amplio océano no conocía las olas y las nubes en su cielo no conocían el flujo. Incapaz de ver la luna o las estrellas, el hombre que habitaba este mundo se lamentaba de cierta manera.

Es por ello que el hombre cerró sus ojos. Cuando lo hizo pudo ver los recuerdos de los días que tanto extrañaba. Había muchos de ellos.

Estaba bastante orgulloso de su pasado, tanto que aun después de repetirlo miles y miles de veces aún no se cansaba de ello. Como siempre, el hombre giró su cabeza a la derecha, a la izquierda, abajo hacia la tierra, arriba hacia el cielo, confirmando que nada hubiese cambiado de lugar mientras sus parpados estaban cerrados. Entonces, comenzó a ver el sueño, el fantasma conocido como ‘el pasado’.

Ahora, por el bien de su honor, algo tenía que ser dicho.

Esto era en verdad la última cosa que le quedaba por hacer. Pelear, sanar, sentirse triste o enojado – esto ya no era necesario para él.

¿Acaso era tedioso? Solo podía aceptarlo.

¿Acaso era doloroso? Probablemente lo negaría.

Como siempre, momentos de su pasado fueron proyectados en sus ojos, vividos y distintos. Su pasado había sido corto y por ello sus escenas siempre eran claras. Nunca se desvanecerían – nunca se contaminarían – y nunca, nunca serian olvidadas.

“Despierta por favor.”

Para repetirlo una vez más… no hay cambios en este mundo. El viento no sopla, las olas no rompen. Simplemente era un lugar estático.

Es por ello que si hubiese un cambio en este mundo… indudablemente se debería a la interferencia de algo proveniente de fuera. El hombre abrió sus ojos. Viendo lo increíble, se congelo. ¿Cuánto tiempo hacia que sus emociones no se habían alterado tanto?

“Ha pasado mucho tiempo.”

Ante él, ella sonrió. El hombre sintió como si su cerebro hubiera sido sacudido, y la sensación hizo que abriera esa boca de la que ya no salían más palabras.

Una chica encantadora se encontraba ahí, su cabello suave como la luz del sol de primavera.

El hombre la conocía bien. Cada vez que cerraba sus ojos ella aparecía. Nunca la confundiría con alguien más. ¿Pero por qué estaba aquí? ¿Por qué estaba aquí… aquí, donde ella nunca debería estar?

Las cejas de la chica se arquearon con tristeza, y tocó suavemente el rostro del hombre con su mano.

Su dedo, estirado como si estuviera señalando, hizo que el hombre dejara salir un sonido placentero de alegría.

“Tantas heridas… tan solo, en este mundo.”

Esto es mi culpa, murmuró tristemente la chica. Eso no es verdad, declaro el hombre.

Esto no es algo de lo que debas preocuparte. Este es el dominio de mi orgullo. No hay perpetuidad aquí, no hay eternidad, no hay monotonía, no hay desesperanza y no hay miedo.

“Nunca más te dejare solo”

Ah – y aun así tus palabras, el hecho de que estés aquí me trae alegría. Simplemente nada más que alegría.

Debió de haber sido un mundo perfecto sin cambio. Un mundo donde el tiempo estaba congelado.

Pero la chica ahora estaba aquí. Y tal vez había caído, ya no era perfecto, se había convertido en un mundo vulgar y común.

El hombre no podía contener su felicidad.

El mundo cambiará.

El tiempo seguirá su marcha.

No sería una exageración llamar a esto un campo de batalla.

Había homúnculos creados para la batalla, blandiendo gigantescas alabardas y realizando complejos rituales taumatúrgicos que dejaban destrucción masiva en el área que los rodeaba. Nacidos fuera del ciclo natural, estos homúnculos poseían defectos corporales los cuales debían de ser compensados, resultando en una vida extremadamente corta de alrededor de dos meses. Pero no habría ninguna diferencia aun si sus vidas duraran solo dos semanas, dado que eran vidas para ser sacrificadas en esta guerra.

Desde el momento en que nacieron, forjados por la alquimia, estos homúnculos nacían completamente maduros. Eran organismos hechos por el hombre, nacidos para pelear, nacidos para destruir, y nacidos para morir.

Al mismo tiempo, también había golems construidos por técnicas cabalísticas, muñecos sirvientes que llevaban a cabo las órdenes de su maestro. Comparados con los homúnculos, que eran construidos para imitar la forma humana, estos golems eran creaciones de piedra y bronce sin rasgos humanos. Lo que les faltaba en números lo compensaban con un arrojo desinteresado ante todos los ataques, usando sus cuerpos gigantescos y sus puños de piedra para aplastar y pulverizar al enemigo.

Un sólo homúnculo o golem de los que se encontraban aquí fácilmente podría ser rival para un mago promedio en combate. Sin embargo, ambas fuerzas estaban siendo sobrepasadas por el enemigo solo por sus puros números.

Guerreros Colmillo de Dragón – estas eran tropas de esqueletos creadas de los colmillos de un dragón. Por el poder de la raza de los dragones, y con el conocimiento concedido de la tierra misma, cada colmillo enterrado en la tierra se convierte en un soldado de poco valor. Aunque eran casi inútiles ante los homúnculos y los golems, los cuales habían sido construidos para la batalla, ellos eran una legión.

Creados a modo de diversión por un Servant de la facción Roja, estos guerreros fueron lanzados al combate en números que podrían ser realmente ilimitados, oleada tras oleada emergía de la horda masiva. Y no se detendrían hasta que fueran completamente destrozados. Llevando espadas y hachas hechas de huesos más duros y más filosos que el acero, venían en masa, aplastando golems y desmembrando homúnculos.

Era la imagen misma de la brutalidad. Con sus sencillos procesos de raciocinio y sus emociones casi inexistentes, estos golems, esqueletos y homúnculos simplemente llevaban a cabo los mismos ataques una y otra vez, sin detenerse jamás hasta su destrucción, sin detener sus armas mientras sus enemigos siguieran existiendo.

Corrían flamas y la tierra se resquebrajaba. Soldados heridos eran curados en el acto a través de la taumaturgia, regresando inmediatamente al campo de batalla.

Dejen que peleen. Dejen que se destruyan. Esta batalla era definida por lo prescindible de sus participantes. Los soldados eran meros peones, nunca fueron más que una estadística… no, la batalla jamás seria decidida por ellos.

De vez en cuando, partes del campo de batalla eran devoradas por enormes explosiones. Provenían de entes poderosos que, solos y sin rival para ellos, destrozaban y despedazaban hordas enteras con un solo movimiento de su arma.

Dado que ellos eran las piezas más importantes en juego, aquellos que decidirían el destino de esta guerra, ágiles pero inflexibles, brillaban como rayos de luz, personificaciones del heroísmo.

Repentinamente, el aire trajo consigo violentos terremotos, derribando a esqueletos y golems del área que los rodeaba. Todo era esparcido, destruido y convertido en escombros.

Un peculiar terreno vacío se había formado en el campo de batalla. Y aun así nadie, fuera homúnculo, golem o incluso los inconscientes guerreros colmillo de dragón, se atrevían a dar un solo paso dentro de esa área. Entendían que ese lugar era una fosa infernal. Serian destrozados sin razón alguna si se atrevieran a llenar ese espacio.

Solo aquellos escogidos – solo los Servants poseían el derecho de existir ahí.

Incluso ahora, dos Saber se encontraban de pie ahí.

En un lado se encontraba un caballero plateado cuyo pequeño cuerpo estaba completamente rodeado de una gruesa armadura, convirtiéndolo en una masa de acero. A causa de que su yelmo cubría su rostro, su género o color era desconocido. Su arma era una espada plateada adornada con decoraciones esplendidas.

Del otro lado se encontraba un hombre alto rodeado de un aire inusual. La espada larga que llevaba con ambas manos, al igual que la de su oponente, tenía un aire de magnificencia y enormidad solo posible para aquellas armas que habían sido creadas por manos inhumanas. La gema de color verde en su empuñadura resaltaba en particular.

Los colores de sus espadas eran plateado y dorado respectivamente, y aunque sus formas eran diferentes, ambas armas tenían un brillo digno de ser portadas por héroes. Sin embargo, esta batalla era imposible. La época de las espadas había anunciado su fin eras atrás. Las armas de fuego deberían ser las que conquistaran el campo de batalla.

¿Entonces acaso eran barbaros dejados atrás por el tiempo, solo existiendo para ser la burla de aquellos que portaran armas de fuego?

No, eso sería más que imposible.

“…Aquí voy, ¡Saber Negro!”

El dorado respondió al llamado del plateado.

“… Ven, Rojo.”

En un instante el Saber rojo dio un salto adelante con un rugido parecido al de un león. El paso del caballero agito la tierra, y la velocidad de su carga atravesó la barrera del sonido. Este salto fue posible a causa de la habilidad poseída por el Saber Rojo, llamada Explosión de Prana. Al dejar salir instantáneamente el poder mágico llevado en los brazos o en el cuerpo, el caballero puede lanzarse hacia adelante con un momento similar al de una bala, y blandir la gigantesca espada con facilidad.

La fuerza del salto desperdigo los restos de los golems y los esqueletos que habían caído a la tierra. Con tal velocidad, con tal poder destructivo, que incluso el arma terrestre más fuerte de la guerra moderna, el tanque de batalla, seria pulverizado.

-Sin embargo, aunque el avance del caballero no era algo ordinario, su oponente también era una existencia que había alcanzado el reino de los demonios.

Con un fiero grito de guerra que recordaba a un enorme dragón, el Saber Negro dio varios pasos hacia adelante con su espada dorada en mano. Sin dudar en lo más mínimo ante el enemigo que cargaba hacia él a gran velocidad, la espada que sostenía fue blandida hacia abajo.

Si uno llamara bala a la destrucción del plateado, entonces lo que provino para interceptarlo fue una guillotina dorada de alta velocidad. Acero chocó contra acero, y la destrucción causada a sus alrededores por el impacto fue casi surreal.

“¡Ha! ¡Eso fue realmente débil, Negro!”

"¡Unh-!"

Las masas de acero y sus espíritus combativos chocaron. Volaron chispas. No hubo piedad, ni odio, solo las poderosas fuerzas de voluntad que deseaban negar la existencia del otro, al igual que la agitación de profundo gozo encontrada al enfrentarse a un poderoso enemigo. Desde el inicio de esta batalla, sus espadas se han cruzado en diez ocasiones. Las mejillas del Saber Rojo comenzaron a formar una sonrisa inconscientemente.

En primer lugar ninguno de los dos deberían de existir en este mundo. Ellos eran las formas corpóreas de seres humanos extraordinarios que habían dejado sus nombres en la historia y se habían convertido en leyendas. Héroes cuyos nombres no desaparecieron aun después de sus muertes si no que continuaron viviendo en los corazones de la gente, ellos son conocidos como Espíritus Heroicos, y ambos eran duplicados de tales seres – Servants que se materializan en este mundo para seguir a alguien.

Con su treceavo choque – inmediatamente el mundo se silenció. Sus armas no se habían despedazado, su piel no había sido destrozada, los dos caballeros desplegaban un equilibrio que podría haber sido llamado elegante, sus espadas seguían cruzadas una con la otra. A primera vista era claro que el Saber Negro tenía la ventaja en términos físicos. La diferencia entre él y el Saber Rojo era prácticamente la que hay entre un hombre y un niño.

Sin embargo, era un hecho que el caballero dorado era quien estaba siendo superado – el caballero plateado lo estaba sobrepasando.

La razón era, justo como antes, la habilidad Explosión de Prana. En esta ocasión el caballero plateado no estaba utilizando el poder mágico para cargar hacia adelante si no para aumentar su fuerza física. Justo ahora, el Saber Rojo era como una munición con su mecha encendida y a punto de ser disparada.

"¡Haaahhh-!"

El caballero plateado – el Saber Rojo dio un paso adelante, dando un fuerte paso en el suelo, y dejo salir un rugido vivaz.

Incapaz de resistir, el Saber Negro fue lanzado hacia atrás, pero como era de esperarse de un héroe, simplemente dio un salto en vez de rodar torpemente por el suelo. Sus rodillas no cedieron, y su expresión no cambió.

El Saber Rojo agito su espada. Aun sin poder ver su rostro era fácil adivinar que la risa en voz baja que provenía de su yelmo estaba llena de desdén.

“¿Y te atreves a llamarte a ti mismo ‘Saber’, uno que debería ser el más grande entre todos los Servants? Que decepción. ¿O tal vez esto es lo más lejos que una falsificación puede llegar?”

“…”

El Saber Negro quedo en silencio. Ciertamente, como dijo el Saber Rojo, él era un Espíritu Heroico falso. No había forma de que pudiera ser rival para un Espíritu Heroico real como su oponente.

Aun así, eso no quería decir que admitiría la derrota. Para salvar a su compañero caído que se encontraba detrás de él – lo deseara o no, debía luchar.

“… Oh espada,”

El Saber Negro realizo la mejor elección para poder derribar al enemigo que se encontraba frente a él.

“Permite que seas llenada.”

Su voz sonaba lejana. Anunció esto sin cambiar de expresión a pesar de que la muerte se aproximaba. La espada larga que sostenía sobre su cabeza comenzó a despedir una luz anaranjada.

“Así que mostraras tu Noble Phantasm… ¡excelente!”

El Saber Rojo dijo esto con un gruñido. No había ningún rastro de urgencia en su tono.

Un Noble Phantasm – se trata del arma definitiva de un Servant, algo que solo podía ser activado por su verdadero nombre. Podría ser algo que simplemente tenía un enorme poder destructivo, o algo con la propiedad especial de atravesar y matar siempre al oponente cuando es liberado, o incluso algo que ni siquiera es un arma en lo absoluto, como el más fuerte de los escudos con especialidad contra las armas arrojadizas. Existe tantos Noble Phantasm como existe leyendas.

Y por supuesto, como el Saber Negro, el Saber Rojo también poseía un Noble Phantasm.

“Está bien entonces, dado que mi Master me ha dado permiso, ¡permíteme responderte del mismo modo!”

El Saber Rojo tomo una postura con su espada plateada. Al mismo tiempo, el pesado yelmo que cubría su rostro se dividió en dos y se fusiono con la armadura.

Sus ojos se encontraron. El Saber Negro arqueo sus cejas un poco, como si estuviera un poco sorprendido. Pero era un hecho, dado que el Saber Rojo tenía el rostro de una joven chica. Normalmente, los Servants son invocados en el tope de su condición. Como tal, la mayoría de los héroes estaban entre sus veinte y treinta años, su mejor época. Sin embargo, ella claramente era demasiado joven. Parecía como si ni siquiera hubiera alcanzado sus veinte años.

Además, las hermosas facciones de la chica no solo ocultaban su naturaleza brutal – si no que ni siquiera se preocupaba en ocultarlas en primer lugar. En sus ojos, los cuales estaban fijos en el Saber Negro, había una mezcla entre el placer de la batalla y la crueldad.

“… ¿Por qué removiste tu yelmo?”

El Rojo respondió la respuesta del Negro sonando algo irritada.

“No hay razón. Es solo que no puedo activar mi Noble Phantasm sin quitármelo primero. ¿Acaso no tienes asuntos más apremiantes ahora, Negro?”

En un instante, el espacio que rodeaba al Saber Rojo y a su espada se tiñó de sangre. Aun más, la hoja de su espada estaba rodeada del brillo de la sangre y, dejando salir sonidos extraños, comenzó a transformarse.

Por supuesto, esta no era la apariencia original del Noble Phantasm. La pura, bella y famosa espada estaba siendo transformada por su odio desenfrenado en una siniestra y maldita espada digna de ser portada por un demonio.

“Es tiempo de tu ejecución. ¡Ven, encontrarás un fin digno de una imitación, Saber Negro-!”

El Saber Rojo levanto la grotesca espada.

Era claro para cualquiera que estuviera presenciándolo que este sería el golpe definitivo-

“…Aquí voy.”

El Saber Negro, justo como antes, permaneció de pie firme ante ella sin ninguna duda. Fuera que tuviera una oportunidad de ganar o no, no significaba nada para él.

…Debía hacerlo.

El Saber Negro lo entendía. No estaba arriesgando su vida, porque no tenía una vida que arriesgar desde un comienzo.

La luz anaranjada y el brillo de la sangre comenzaron a incrementarse instantáneamente. El aire que corría alrededor de ellos gritaba, dejándole saber a todos los que estaban a su alrededor que dos Noble Phantasm habían sido liberados completamente.

Ambas en verdad eran espadas legendarias. Rugían, como si fueran parte de un sueño, fantasmas que despedazaban a los adversarios y atravesaban demonios en las manos de héroes a través de los campos de batalla.

En sus manos eran espadas. Ellos eran dos Servants de la clase Saber. Y ambos eran enemigos que cada uno debía derrotar.

Clarent
Rebelión...

Gruño el Saber Rojo.

Bal-
Espada Larga Fantasmal,


Bramo el Saber Negro.

Blood Arthur
...Contra Mi Hermoso Padre!!


-mung
Asesinato del Demonio de los Cielos!!

El ocaso y un relámpago carmesí se apresuraron el uno al otro y chocaron entre sí. Los dos flujos de luz, como si fueran olas nacientes con el simple propósito de la destrucción, trataron de tragarse el uno al otro.

Era la escena más insólita escrita en la historia del ser humano. Fue el choque de dos Noble Phantasm mortales, provenientes de dos héroes que nacieron en dos eras diferentes y florecieron en diferentes tierras.

La luz llenaba el espacio y aniquilaba todo en el área que los rodeaba. Los golems y esqueletos que lo rodeaban fueron sobrecogidos y se convirtieron en polvo.

Todos aquellos que fueron testigos de este majestuoso escenario implacable contuvieron el aliento. El espacio lleno de rojo y naranja parecía como si se tratara del fin del mundo.

Sin embargo todas las historias tienen que tener un final. La luz que solo había crecido comenzó a calmarse y a desaparecer como una mota de polvo.

El suelo donde ambos habían estado de pie era una vista trágica digna de admirar.

Imaginen a una mariposa expandiendo sus alas. Una marca así había sido grabada en el suelo. Eran los rastros de una explosión tan enorme que podría haber sido vista desde lo alto en el cielo.

¿Cuántos serían capaces de creer que tal marca había sido dejada por el movimiento de una espada? Era un hecho que una nueva leyenda había nacido el día de hoy en esta tierra.

El choque imposible entre la legendaria espada sagrada y la anómala espada demoniaca había grabado la tierra.

Lo que decidió la batalla entre ellos no fue su habilidad, su poder o la diferencia de poder entre sus Noble Phantasm.

El Noble Phantasm liberado por el Saber Negro se extendió como una onda de ocaso en forma de semicírculo con él en su centro. Por otra parte, el Saber Rojo lanzo una línea recta de relámpago rojo desde la punta de su espada. Lo que decidió la batalla fueron las cualidades de sus dos Noble Phantasm y la distancia a la que ellos escogieron enfrentar a su oponente. Si el Saber Negro hubiera estado unos pasos más cerca, la batalla podría haber terminado diferente.

En cualquier caso, la victoria y la derrota habían sido determinadas. Un Servant había caído. El otro era incapaz de ponerse de pie. Postrado sobre una rodilla, el Saber Rojo se puso de pie temblando de humillación.

Llena de intención asesina, ella observo al Saber caído.

“¡¿Cómo es que sigues con vida…?!”

El Noble Phantasm debería ser un arma que asegura la muerte, y al mismo tiempo, una fuente de enorme orgullo. Al haber liberado su verdadero nombre, se convertiría en un asunto de honor si no asesinaba a su enemigo. Y con un Noble Phantasm coronado con el nombre de su padre, el Rey de los Caballeros, no era realmente orgullo para la Saber Roja sino más bien algo parecido al odio.

Por ello, para la Saber Roja, la mera supervivencia del Saber Negro era imperdonable. El que él continuara sosteniendo su espada solo le ganaría su odio. El que levantara su cabeza y tratara de ponerse en pie era algo que la Saber Roja jamás podría aceptar aun si eso significara que ella podría cortarlo nuevamente cientos de veces.

Un dolor intenso sacudía su cuerpo, pero eso no sería obstáculo para ningún acto de batalla. Habiendo usado su Noble Phantasm hasta ese grado debería de haber agotado una increíble cantidad de Prana, pero su Master era bastante competente, tanto que ella aún tenía la fuerza para moverse inmediatamente después de usar su Noble Phantasm.

“No te atrevas a moverte, Saber Negro. ¡Yo, y nadie más, seré quien te asesine…!”

Cortaría su cabeza y atravesaría su corazón con su espada. Era un privilegio solo reservado para ella.

La Saber Roja dio un paso adelante.

-Al menos Yo sigo con vida. O tal vez solo permanezco con vida.

Como siempre, mi corazón tocaba su poderoso ritmo. Los circuitos mágicos en mi cuerpo destellaban, tratando desesperadamente de continuar siendo Saber. Sin embargo, ese último ataque esparció cada gota de Prana que había acumulado. Ya no había nada más que me permitiera seguir siendo un Saber.

La armadura cubriendo mi cuerpo desapareció, como si se me hubiera retirado. La espada larga dorada símbolo del Saber fué la siguiente, disolviéndose en el aire.

En este momento, el Saber Negro se ha desvanecido de este mundo.

Cuando eso sucedió, mi conciencia fue sobrecogida por el dolor de cuando había sido un Saber. Sangre fluyo de mi boca; lagrimas se acumularon en mis ojos del dolor de los nervios cortados, la fuerza que destrozaba mi carne, los impactos de mis huesos aplastados. Trate desesperadamente de no gritar, pero fui incapaz de soportarlo completamente, comencé a sollozar.

Después de un tiempo el dolor comenzó a menguar, pero ya no era capaz de blandir una espada. Además, habiendo perdido el poder de un Saber, ya no había forma de que me sobrepusiera a esta situación. Aún poseía dos Hechizos de Comando… pero mi voz no emergería. No era por falta de valor, si no que el dolor físico de mi cuerpo lanzaba una alarma instintiva. Las transformaciones solo se podían hacer en ciertos intervalos. Si tratara de lograr otra transformación mi cuerpo no sería capaz de soportarlo.

El Saber Rojo se aproximó, sus pensamientos estaban llenos de asesinato. Ya no había nada que pudiera hacerse. No ocurriría un milagro. No – incluso aun antes de aceptar un milagro, esto es lo más lejos que yo podía llegar.

Era una verdad lamentable, pero una que debo aceptar.

No tengo demasiado miedo a la muerte. En mi caso, es lo mismo que simplemente desaparecer. No tengo nada grande que lamentar. Si tuviera algo así entonces sería el hecho de que les fallé a aquellos que debía proteger.

Pero eso era todo. No era nada grande que lamentar.

No era algo que alguien esperara de mí, ni que alguien me hubiera pedido mi ayuda. Era simplemente un propósito el cual, por primera vez desde que nací, considere y elegí yo mismo. Solo deseaba aferrarme a ello.

No lamento este resultado. Lo único que resta es esperar la muerte. Mientras se aproximaba, el tiempo se extendía como un caramelo derretido. Inconscientemente deseé que llegara más rápido. Porque entre más se detuviera el tiempo más tendría que pensar en esa pregunta prohibida.

-¿Por qué razón viví?

No había respuesta. O mejor dicho, deseaba que no hubiera una. Nunca desee aceptar la respuesta – que había nacido para ser desechado.

Si… morir aquí sin ninguna preocupación o pensamiento de que había sido predestinado para mí. No había nada que debiera hacer, nada a lo que llamar propósito.

“Es tan humillante para mí, el no haber terminado contigo con ese ataque… pero no lo suficiente para permitirte seguir con vida.”

La Saber Roja me miro con los fríos ojos de un guerrero. Aun un novato como yo entendió que la espada que ella sostenía estaba apuntada a mi cuello.

“Hora de morir, Saber de la facción negra.”

Sus palabras no llevaban ninguna pasión; su espada fue rápida. Y un color blanco comenzó a llenar mis ojos-



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