Black Bullet:Volumen5 Capítulo1

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

Parte 1[edit]

En las profundidades de la vista ópticamente amplificada, la figura del monstruo podía ser captada. Actualmente escalando una superficie virtualmente vertical, el espécimen Gastrea se veía como un crustáceo con apéndices de pulpo a primera vista.

Esos apéndices, cubiertos con numerosas ventosas, podían ser sin duda clasificados como los pereiópodos[1] de los invertebrados. Sin embargo, su base (en otras palabras, el cuerpo principal) estaba cubierta por una dura concha como un casco.

Debido a la fusión de la cabeza con el tórax en un cefalotórax, no era posible discernir dónde estaban localizados el cerebro y los ojos. El cuerpo trazaba suaves curvas desde su plana espalda, estrechándose cada vez más a medida que se extendía hacia una cola con una punta larga y afilada al final.

Usando sus tentáculos y brazos, el Gastrea dió un paso verticalmente en el edificio. Satomi Rentarō sintió el nerviosismo recorrer todo su cuerpo.

Bajo los intensos rayos del sol del mediodía, grandes gotas de sudor estaban deslizándose pos su rostro desde sus cejas.

El canto de las cigarras era muy molesto y el insoportablemente duro verano casi estaba haciendo que su piel se prendiera en llamas.

En medio de ese ambiente, Rentaro estaba atrapado en una difícil lucha contra otro tipo de Gastrea.

El edificio que el Gastrea estaba ascendiendo era la Torre de Tokio con su enorgullecido esqueleto de acero rojo.

—Onii-san[2], hay viento soplando desde las seis en punto de 10 a 13 kilómetros por hora.

Rentaro levantò la vista desde la mira instalada en el rifle de francotirador hacia la voz. La chica rubia que estaba tomando una posición de tiro boca abajo junto a él, estaba mostrando una expresión seria.

Con el rifle de francotirador cuidadosamente apoyado contra su hombro al igual que Rentaro, esta chica se llamaba Tina Sprout.

Sin mirarlo, estaba apuntando al mismo objetivo que Rentarō utilizando una mira óptica.

Intercaladas regularmente entre ella y el Gastrea objetivo esferas negras estaban flotando.

Esa era la interfaz impulsada por pensamiento conocida como "Shenfield", como boyas de observación flotando a la vista, eran capaces de transmitir inalámbricamente a su cerebro varios datos esenciales para francotirar como la velocidad del viento.

Rentaro y Tina estaban estacionados sobre el techo de un edificio cerca de la Torre de Tokio.

Incluso con la toalla mojada envuelta sobre su cabeza, la intensa luz del sol desde lo alto estaba haciendo sentir a Rentaro como si estuviera acostado en un sartén.

Mientras limpiaba el constante sudor, luchaba contra el aire caliente que era suficiente para distorsionar las imágenes.

No obstante, incluso en un día brillante y soleado, no habìa bullicio alrededor de la Torre de Tokio. Ni tampoco había niños jugando o ancianos tomando siestas.

Eso era natural sòlo porque la zona estaba actualmente acordonada por la policía. Las proximidades de la Torre de Tokio estaban llenas de carros de policía mientras los oficiales mantenían escopetas apuntando hacia arriba sin bajar su guardia.

Sin embargo, no parecía que fueran a hacer algún movimiento. Dada la altísima tasa de mortalidad de los oficiales de policía en los crímenes de Gastreas, las compañías de Seguridad Civil habían surgido en el espacio entre la policía y las SDF[3] para hacerse cargo de los casos de Gastreas.

Los primeros en llegar a la escena fueron Rentarō y Tina, quienes eran los responsables de disparar para eliminar al Gastrea adherido a la Torre de Tokio.

Rentaro presionó su ojo fuertemente contra la mira óptica.

La distancia al Gastrea era de casi cien metros.

Ese tipo de distancia no suponía ningún problema para francotiradores promedios. Además, el viento era muy suave y su velocidad tenía virtualmente despreciable sobre las balas.

Sin embargo, la visión de Rentaro a través de la mira óptica estaba agitándose violentamente, haciendo que perdiera muchas oportunidades de apretar el gatillo. Incapaz de actuar según lo previsto, Rentaro estaba perdiendo su capacidad de pensar con calma.

—¡Onii-san!

Apresurado por ese grito, Rentaro apretó el gatillo resignado.

Poderoso retroceso fué sentido en su hombro. Sin embargo, la bala de varanio[4] voló hacia la parte superior derecha del Gastrea adherido a la Torre de Tokio, golpeando en el material de acero con un sonido crispante.

Sin darle a Rentarō la oportunidad de apretar sus dientes con disgusto, el Gastrea intensificó su alerta y dividió en dos su cefalotórax para extender las alas mantenidas dentro.

Mierda, va a irse volando.

Operando la pistola manual, Rentaro recargó y rápidamente disparó de nuevo, pero aún así falló por poco. La bala golpeó vacíamente en la posición anterior del Gastrea antes de salir volando.

Tratando de romper el cerco volando, el Gastrea estaba haciendo que el rostro de Rentaro palideciera. Con el sonido rápido de un disparo, una bala perforó el cefalotórax del Gastrea Fase II mientras se estaba elevando hacia los cielos. El monstruo perdió velocidad en medio del aire y cayó, estrellándose violentamente contra el suelo.

Los agentes de policía de los alrededores aclamaron al instante.

Aunque no estaba muerto, el Gastrea ya no era capaz de luchar gracias a la habilidad del varanio para inhibir la regeneración.

Rentaro miró hacia arriba a un costado. El rifle de francotirador Dragunov de Tina estaba emitiendo tenue humo blanco desde su cañón.

Tina tenía los ojos cerrados como si saboreara el regusto del disparo de francotirador. Finalmente se separó de la mira infra roja y limpiándose el sudor con una mano, miró a Rentaro con una sonrisa y dijo:

—No te preocupes, Onii-san. Todo el mundo empieza así.

Rentaro bajó la cabeza avergonzado.

Sería demasiada muestra de debilidad si decía algo como que las amables palabras de Tina estaban haciéndolo sentir aun peor.

Aparte de utilizar artes de combate del estilo Tendo, Rentarō también era un tirador.

Debido a que su compañera Aihara Enju era una Iniciadora especializada en combate cercano, él confiaba mucho en su habilidad para respaldar su debilidade en combate a rango medio y largo.

Él estaba bien usando pistolas de mano de medio alcance, pero ¿y a largo alcance?

Debido a que sentía que era necesario, le había pedido a Tina que lo instruyera en esa área. No hubieron problemas hasta ahora, pero quizás lamentablemente, Rentaro no encontraba muy idealsu ritmo de mejora.

Él agitó su cabeza y dijo:

—Supongo que soy incapaz de mantenerme concentrado mientras contemplo el mismo punto todo el tiempo.

Justo ahora, la tragedia de dejar a un Gastrea escapar casi había sucedido.

—Onii-san, ¿por qué quieres mejorar tus habilidades para francotirar?

Enfrentando las miradas de los inocentes ojos verdes de Tina, Rentarō deliberadamente evitó el contacto visual y respondió:

—Porque creo que es necesario. No sé por qué, pero siempre siento que debo hacerme más fuerte.

—Esa es la razón.

Tina se señaló a sí misma:

—Onii-san, eres incapaz de articular claramente en palabras la razón por la que quieres volverte más fuerte. Eso generará vacilación cuando te enfrentes a un disparo.

—¿Es un problema psicológico?

Tina asintió en silencio.

—Debiste haberlo notado ahora, ¿cierto? En qué consiste ser un francotirador…

Escuchando palabras que le dieron un pinchazo en una llaga, Rentarō se lamentó en secreto para sí mismo.

Ya veo, es justo como dijo Tina.

A pesar de que ya sabía desde antes de practicar, disparar una pistola de mano era diferente de francotirar.

Aparte de la distancia, francotirar requería acabar con la vida del rival antes de que uno fuera siquiera notado por este. Diciéndolo sin rodeos, era muy difícil escapar de la implicación de asesinar.

Disparar un arma frente a frente contra un enemigo hostil estaba bien porque incluso si resultaba en muerte, uno podía consolarse con la excusa de la defensa legítima.

Francotirar era diferente. Rentarō no sabía que actitud tomar para confrontar el acto de jalar el gatillo, así como la muerte que conllevaba.

Usar Gastreas como objetivos estaba bien, pero Rentarō no podía evitar pensarː ¿Y si el objetivo fuera un ser humano?, ¿seguiría siendo capaz de llevar a cabo el procedimiento para francotirar como durante la práctica?.

—¿Tienes ese tipo de resolución?

La chica de cabello rubio platinado lo miró a los ojos y asintió.

—Ser una francotiradora es el sentido de mi existencia. Si no hubiera aprendido esta habilidad y fuera incapaz de manejar Shenfield a voluntad, el profesor Rand eventualmente me hubiera marcado como una falla y se hubiera deshecho de mí.

—¿Deshecho?

—He oído muchas rumores sobre los destinos de las chicas cuyos cuerpos fallaron en acostumbrarse a las partes mecánicas, pero la veracidad no puede ser confirmada. Para mí, la salvación significaba sellar mi imaginación para evitar pensar en el futuro, tomar las cosas con calma, y obligar a mi cuerpo a aprender esas habilidades tan rápido como fuera posible. Uno debe extinguir el alma con el fin de matar humanos.

—Así no es como como vive un ser humano.

Rentaro continuó diciéndole a Tina que tenía inclinada su cabeza en silencio.

—¿Me estás diciendo que aprete el gatillo sin piedad?

—No. Onii-san, por favor, encuentra tu propia razón para quitarle la vida al enemigo. No puedo ayudarte en esta búsqueda. Por el contrario, mientras que no hayas encontrado la razón, no mejorarás sin importar cuánto practiques y estarías mejor si renunciaras pronto de ser un francotirador.

Ese era probablemente un ejemplo perfecto de ser franco.

Rentaro y Tina se miraron a los ojos por un buen rato. Un viento caliente sopló a lo largo del techo, haciendo que su cabello se balanceara ligeramente.

Rentaro fue el primero en relajar las comisuras de sus labios.

—Vaya, qué estricta eres, Tina-sensei.

Cubierta en sudor, Tina sonrió de nuevo.

—Onii-san, usualmente tú eres el que me enseña cosas, así que estoy muy contenta de que ahora también pueda enseñarte ciertas cosas.

Levantando su rifle de francotirador Dragunov, Tina señaló hacia abajo:

—Ese Gastrea sigue vivo. Hagámonos cargo de él antes de que pueda dañar a los ciudadanos.

Justo en ese momento, un grito triunfal de ¡Finalmente, nos hicimos cargo de ese bastardo! se escuchó, causando que Rentarō y Tina saltaran del susto y miraran hacia el origen del grito.

Después de mirar más detenidamente, había una pareja de Seguridad Civil familiar en la parte inferior de la Torre de Tokio. Vestidos con un ostentoso estilo Punk, eran Tamaki Katagiri y Yuzuki Katagiri quienes habían luchado junto a Rentarō y compañía como camaradas en la Tercera Batalla de Kantō.

Ellos estaban saltando encima del Gastrea que Tina había derribado. El Gastrea allá abajo, claramente había sido rematado.

En otras palabras:

Tina y Rentaro se miraron entre sí y gritaron al mismo tiempo:

—¡Nuestra presa fué robada!

Parte 2[edit]

Ya eran mediados de Agosto. Incluso en este mundo actual donde la población se había reducido drásticamente por la Guerra Gastrea, la Tierra aún era aquejada por un serio calentamiento global, con los problemas más recientes sucediendo en el permafrost[5] de las regiones originalmente frías. Según los informes, el derretimiento del permafrost había liberado materia de animales y plantas muertas que originalmente se encontraban durmientes debajo, resultando en la subsecuente liberación de metano de la descomposición, causando grandes efectos en la cuestión de la aceleración del calentamiento global.

Aunque las emisiones de carbono de los humanos fueron reducidas enormemente, la carga heredada del pasado posiblemente podría haber llevado ya al calentamiento global más allá del punto de no-retorno.

Incluso con el aire acondicionado encendido a toda potencia en la oficina, era imposible contrarrestar el calor abrasador de treinta y nueve grados Celsius allá afuera. El canto de las cigarras sonaba como gritos.

Pero estaba silencioso en la oficina con una atmosfera sutil de seriedad.

Tina, Enju y Rentarō estaban sentados sudando con expresiones faciales indescifrables.

Al atardecer con los rayos del sol poniente derramándose hacia adentro de forma sesgada, en una esquina de la oficina de la Compañía de Seguridad Civil Tendō, el juego de sofá en conjunto con la mesa de vidrio estaba destinada para recibir invitados, pero raramente los muebles tenían la oportunidad de servir para su propósito.

Usando un delantal encima de su uniforme escolar, Kisara Tendō atravesó la cortina para emerger de la cocina, trayendo cuatro platos que alineó sobre la mesa de vidrio frente a los sofás para invitados.

Había un plato delante de Rentarō también. La comida frente a él estaba emanado un olor penetrante que irritaba su cavidad nasal mientras el vapor caliente se estrellaba contra su cara. Su estómago gruñó.

Colocando finalmente un plato a su lado, Kisara terminó los preparativos y tomó asiento, aplaudió con sus manos y cerró los ojos.

—Vamos chicos. ¿Empezamos?

Rentaro y Enju aplaudieron y respondieron rápidamente "¡Vamos a disfrutarla!" simultáneamente. Sólo Tina gritó «¡Esperen!» en estado de pánico.

Con una expresión angustiada mientras sacudía la cabeza, Tina se decidió y apunt̪o al plato:

—Uhm ¿Qué... es esto?

Rentaro siguió su mirada para observar el objeto colocado en el plato blanco y limpio. Era una raíz tuberculosa fusiforme de exhbiendo una piel morada. —¿Qué es…? ¿No es una batata[6]? A veces lo llaman ñame en América. Es una enredadera perenne herbácea de la familia Convolvulaceae.

—E-eso no es a lo que me refiero… ¿Esto es todo? Quiero decir… ¿La cena de esta noche es sólo esto?

Al notar a qué se refería Tina, Kisara presionó su dedo índice contra su barbilla con aparente incomprensión, murmurando "hmmm" suavemente. Finalmente, apaludió y se colocó de pie con una mirada de "ya sé" y desapareció en la cocina, sólo diciendo "por favor, espera un segundo".

Sólo entonces Tina relajó su expresión e hizo un suspiro de alivio.

—En serio, presidenta Tendō, esta broma ha ido muy lejos.

Regresando rápidamente, Kisara dejó caer una taza frente al puesto de Tina con un ruido sordo.

—Aquí tienes agua del grifo. Bebe tanto como desees.

Tina se congeló al instante.

—D–Discúlpeme… Presidenta, ¿nuestra empresa es así de improductiva?

—Pobre como ratones de iglesia.

—Oh, ¿entonces qué comeremos mañana?

—Frijoles y sopa de brotes de soja con fideos udon planos. Como algo adicional, hay cortezas de pan, gratis desde la panadería.

—¿Pasado mañana?

—Brotes de soja salteados con cortezas de pan.

—¿Después de eso?

—Cortezas de pan.

Sintiéndose cada vez más pobre, Tina preguntó cautelosamente:

—¿C–Cuatro días a partir de hoy?

Kisara juntó sus manos frente a su pecho, como diciendo "buena pregunta", y sonrió:

—Para un cambio de sabores, vamos a comer fried buns ear en el cuarto día.

—¡¿No son simplemente cortezas fritas?!

Tina se lamentó dolorosamente.

—Soy nativa de América después de todo. ¡No puedes engañarme usando el inglés!

La expresión de Kisara cambio dramáticamente en un instante. Golpeando la mesa con impaciencia, se levantó y dijo:

—¡¿Qué puedo hacer?! El número de misiones completadas este mes es de cero otra vez. Para ser honesta, pudimos haber tenido carne asada hoy, pero esto resultó de la estupidez de Satomi-kun. Y hoy, incluso Tina-chan estaba en el lugar...

Rentaro se rascó la parte trasera de su cabeza. Era incapaz de refutar esas acusaciones. Nunca esperó que la Compañía de Seguridad Civil Katagiri robara su presa.

Esta noche, la Seguridad Civil Tendō pasaría hambre de nuevo.

—¿Pero por qué siempre estamos pobres?

Olvidando el paso de "vamos a disfrutarla", Enju hizo girar la batata con su dedo índice para jugar mientras preguntaba sin pensar.

Rentaro asintióy estuvo de acuerdo con la pregunta de Enju:

—Sí, Kisara-san, ¿a dónde fue nuestra recompensa de la Tercera Batalla de Kantō?

Además, la Compañía Seguridad Civil Tendō se había encargado de tres incidentes importantesː El incidente de terrorismo de Hiruko Kagetane, el incidente del francotirador de Seitenshi y la Tercera Batalla de Kantō.

Cualquiera de ellos debió haber traído una gran cantidad de remuneración.

El rostro de Kisara se puso rígido por alguna razón, entonces sus mejillas enrojecieron rápidamente. Mirando a Rentarō, susurró lastimosamente:

—Bueno, Satomi-kun, nunca te expliqué de manera detallada que hace dos meses, durante el incidente de terrorismo de Hiruko Kagetane, fuí incapaz de pagar el alquiler de la oficina debido a los problemas financieros de la compañía … En consecuencia, tuve que pedir un préstamo.

—¿A quién le pediste prestado?

Rentaro preguntó con una sensación de aprensión. Kisara señaló torpemente al techo, al cuerto piso, que era donde los prestamistas 'Financiamiento Koufuu' se encontraban.

Pareciendo aún más torpe, Kisara continuó:

—Tonto como eres, Satomi-kun, seguramente no sbes que hay este concepto de 'interés compuesto' cuando pides un préstamos. Por ejemplo, ¿no pedí prestado un millón? Así que diez días después, tengo que pagar un 10% de interés, es decir que tenía que devolver un millón cien mil. Después de otros diez días, el 10% de interés es impuesto sobre el millón cien mil, aumentando la deuda a un millón doscientos diez mil…

—Wah—Tina escondió su rostro entre sus manos y lloró tan pronto como escuchó eso.

Rentarō cerró los ojos con firmemente y se disculpó con ella en sus pensamientos. "Lo siento, lo siento Tina, nuestra presidenta no tiene sentido común en lo absoluto".

—¿Qué utilizaste como garantía para obtener el préstamo?

—Los órganos de Satomi-kun.

Kisara dijo rápidamente algo poco claro.

—¿Qué?

—Básicamente… tus órganos, Satomi-kun, ¿sabes? Abe-san dijo que tus pulmones y corneas deberían venderse a un buen precio.

—¿Eh?

Con la cara roja y sus brazos sobre sus caderas con resignación, Kisara dijo con un tono de voz enfurruñado:

—Como un empleado, Satomi-kun, eres una propiedad a mi nombre como la presidenta. Además, por ser capaz de trabajar con una presidenta tan adorable , seguramente debería estar bien entregar tus córneas obedientemente, ¡¿cierto?!

Rentaro sólo pudo mirar a Kisara en silencio.

"¿La chica que amo acaba de pedirme que entregue mis órganos?"

Enju también parecía sorprendida. Finalmente, devolviendo su mirada al plato sobre la mesa…

—Entonces estas batatas…

Kisara movió su cabello con estilo y dijo con una voz sobrecogedora:

—En efecto, esta es precisamente la 'última cena'. Después de hoy, viviremos con cortezas de soja y brotes de pan. Comenzando por el séptimo día, vamos a subsistir solamente con agua, así que esto ya es todo un lujo.

Mientras todos miraban las batatas colocadas en la mesa de forma aleatoria, la oficina se quedó en silencio.

Enju levantó su mano silenciosamente:

—Sugiero racionar las batatas. La batata de Kisara debe ser dividida en tres partes iguales y compartida entre Tina, Rentarō y yo.

—¿P–Por qué?

—Porque, Tina, Rentaro y yo, no podemos aguantar tres días sin comida ni agua, pero tus tetas han almacenado suficiente nutrición para sustentarte por los menos un año sin problemas.

—¿Cómo podría soportar durante año sin comer ni beber? ¡No soy un monstruo!

Fue el turno de Kisara para lamentarse.

—Por cierto, deja de meterte con mis pechos todo el tiempo. Enju-chan, los bustos más grandes en realidad no son tan geniales, ¿de acuerdo? No sólo me duelen los hombros, sino que también es difícil encontrar sujetadores lindos, y hay estos sarpullidos con el calor.

Qué triste, Kisara no podía empatizar con las que no tienen en lo absoluto.

—¡Kiiiiiiiii!

Entrando en histeria mamaria, Enju saltó sobre la mesa de cristal para abalanzarse hacia Kisara.

—¿Entonces por qué no me los das a mí? ¡Devuélveme los pechos que absorbiste de mí!

—¡Owwwwww! Basta Enju, ¡Deja de halarlos! ¡V-vas a lastimarme!

Mientras Tina estaba observando con inquietud, Rentaro sacudió la cabeza y dijo:

—Todos están de mal humor por el hambre.

Suspiró profundamente. Entonces repentinamente, miró a Kisara con una expresión de incredulidad:

—¿No somos los 'Salvadores del Área de Tokio' después de todo? ¿Por qué no podemos conseguir ningún buen trabajo en lo absoluto?

Escapando finalmente de la fiera ofensiva de Enju, Kisara jadeó pesadamente mientras miraba hacia él.

—Hay alguien de la costa este estadounidense que quiere acabar con un gran Gastrea de tipo tiburón blanco que anda vagando por la costa. Todos los cazadores de tiburones famosos aparentemente han sido comidos por esa cosa, dándoles un dolor de cabeza a los oceanógrafos locales y al comisionado de la policía de allí. ¿Te gustaría ir?

—Es mejor dejárselo a los expertos en combate acuático. ¿Qué más?

Rasgando una nota del bloc junto al teléfono, Kisara bajó la vista para examinarla:

—Permíteme lerlos para ti. 'La comida para llevar que pedimos no ha sido entregada aún, ayúdennos con eso'. 'Quiero un duelo con Satomi Rentarō. ¡Decidamos quien es el verdadero hombre aquí!'. '¿Qué color de ropa interior lleva la presidenta Tendō ahora mism? Me pregunto, jaja' 'Ayúdame a deshacerme de las cucarachas en la alacena ¿sí?'. 'Quiero que la mujer de mi vecino sea sacrificada'. Así es como van la mayoría.

Rentaro no pudo evitar caer en desesperación. ¿Por quienes toman estas personas a las Seguridades Civiles?

—¿Hay alguna otra manera de hacer dinero?

—Ve a trabajar en el bar gay del primer piso, Satomi-kun, dijeron que el sueldo por hora era de ocho mil.

—¿Por qué no sólo vas a trabajar en el cabaret del segundo piso, Kisara-san? Dijeron que estaban dispuestos a ofrecer diez mil por hora.

—El bar gay del primer piso dijo que si estás dispuesto a bailar desnudo, Satomi-kun. La tarifa por hora podía llegar a ser de veinte mil.

—…

Ya fueran los Yakuzas del cuarto piso, el administrador del cabaret del segundo piso o los chicos del bar gay del primer piso, todos los otros inquilinos del Edificio Feliz eran felices todo el año, pero Rentaro encontraba difícil llevarse bien con ellos.

Hablando de eso, Enju se frotó la barbilla y dijo:

—A pesar de que no obtenemos ningún resultado, últimamente estoy escuchando sobre un repentino aumento en los casos de Gastreas.

Al escuchar las palabras de Enju, Rentaro asintió con la cabeza.

—Sí, definitivamente pareciera como si hubieran demasiados.

Siempre que un Gastrea era visto por un testigo o una cámara de seguridad, todas las Seguridades Civiles dentro de un radio de diez kilómetros recibirían inmediatamente un mensaje de texto de alerta, comenzando una lucha por ver quién podía matar al Gastrea primero. Aunque a veces había cooperación, el dinero era entregado esencialmente por el gobierno a quienes mataran al monstruo primero. Las empresas de Seguridad Civil normalmente hacían este tipo de misiones cuando no realizaban misiones por encargo, pero el reciente aumento de éstas era bastante inusual.

Aparte de ser muchas veces despertado de su sueño, los mensajes de texto en medio de las clases de verano hicieron de Rentaro un muy mal estudiante.

Afortunadamente, siempre se evitaban brotes de infección gracias a los ciudadanos bien entrenados y a la acción rápida de las Seguridades Civiles. Sin embargo, estos eventos espeluznantes eran demasiado frecuentes.

Además de eso, la Compañía de Seguridad Civil Tendo siempre se las arreglaba para perder la recompensa. Era algo absolutamente vergonzoso.

—¿Habrá algún otro problema con los Monolitos?

—Imposible…

Rentaro rechazó la especulación de Kisara al instante, aunque carecía de confianza para hacerlo. Durante la Tercera Batalla de Kanto, aparecieron defectos en uno de los Monolitos de los que se aseguraba eran perfectos, provocando una tragedia humana inevitable.

Ya no había una confianza absoluta en qué tan seguros eran. Había pasado menos de un mes desde que Rentaro experimentó eso.

Las miradas de todos en la oficina, se movieron naturalmente hacia afuera de la ventana. Al otro lado del cielo rojizo, un inmutable e inmovible Monolito desaparecía entre las nubes.

—Esto tiene un mal sabor…

Rentaro miró hacia atrás para ver a Tina masticando la batata con una expresión amarga.

Curiosa, Enju también le dio un mordisco y luego sacó la lengua con una expresión desagradable en su rostro:

—Ugh, el interior ni siquiera esta cocido.

—¿En serio?

Mirando a Kisara —que parecía un poco torpe—, Enju no pudo evitar suspirar:

—Kisara debería aprender seriamente habilidades culinarias bajo la supervisión de Rentaro.

La dama de alta cuna, instruida en asuntos mundanos, dejó caer sus hombros abatidos. Por último, miró a Rentaro resignada y dijo:

—¿Estás dispuesto a enseñarme?

—S–Seguro.

Kisara suspiró fuertemente de nuevo mientras se acercaba débilmente a la réplica de la pintura de Klimt colgando al otro lado del escritorio de ébano en la oficina, luego sacó un sobre de detrás del marco.

—Toma. Este es el dinero que ahorramos poco a poco. Se los estoy confiando, Enju-chan, Tina-chan. Compren algo de comida con esto por el día de hoy.

Dicho esto, Kisara colocó un billete de diez mil yenes en las manos de Enju y Tina, haciendo a éstas hacer un rostro feliz.

—¡Voy a elegir lo más barato posible! —Enju levantó la mano y dijo mientras salía de la oficina tomada de la mano con Tina. Mientras sus pasos animados se desvanecieron poco a poco, el silencio inundó de nuevo la habitación.

El reloj marcaba las siete y media de la noche.

Como llenando el silencio, las cigarras cantaban lo que parecía un canto solitario. Desde el borde del cielo que pasaba de rojo a azul oscuro, unos débiles rayos de luz teñían el cielo ligeramente.

Con la desaparición de los rayos de luz, la luna menguante apareció al fondo del cielo azul. Las señales externas del edificio comenzaron también a parpadear con luces LED, diciéndole a la gente que el distrito nocturno Magatachou había despertado.

Dentro de la habitación silenciosa, un olor a humedad parecía inundar el lugar.

—Somos los únicos que quedamos.

—Sí.

Mirando rápidamente a un lado del rostro de Kisara, Rentaro pregunto:

—¿Y…?

—¿Hmm?

—Deliberadamente te deshiciste de Enju y Tina usando el dinero como excusa para hablarme de algo, ¿no?

—Sí… En efecto.

Kisara alcanzó lentamente algo detrás de ella, se desató el delantal y luego pasó su mano por su hermoso cabello. El delantal cayó a sus pies junto al sonido de la fricción de la ropa. Entonces, sacó sus pies afuera.

Los zapatos en sus pies hicieron un chirrido mientras se sentaba en el escritorio de ébano. Luego, volteó hacia Rentaro preguntándole algo.

—Uhm, Satomi-kun… alguien quiere reunirse conmigo para una entrevista de matrimonio.

Rentaro miró a Kisara sorprendido, viéndola balancear sus largas y esbeltas piernas con su rostro mirando hacia abajo:

—Me lo hizo saber a través de Shigaki-san. Aunque insistí en que no era necesario, ya que solía cuidar de mí, no pude deshacerme de él.

Shigaki… Al oír ese nombre, Rentaro tampoco pudo imaginar en una forma de negársele.

Shigaki Senichi era el hombre que solía trabajar como mayordomo en la casa Tendo. Rentaro recordó que cumplía 56 este año.

Ya que vivieron en la mansión Tendo durante su infancia, Kisara y Rentaro lo conocían desde hace mucho. Incluso después de abandonar su puesto de mayordomo, seguía cuidando de ellos.

Más importante aún, era el propietario de Seguridad Civil Tendo en los papeles y su salvador al servirles como tutor legal. Por lo que era imposible rechazarlo fácilmente.

—¿Pero por qué tan de repente?

Kisara había dejado el clan Tendo. Como hija de los Tendo, casarse a los dieciséis años como un sacrificio para aumentar su autoridad no sería extraño, pero ella ya no pertenecía a esa familia y no podía ser usada como una herramienta para un matrimonio político.

¿Con qué tipo de intención este posible pretendiente pidió una entrevista de matrimonio con ella…?

Probablemente porque adivino los pensamientos de Rentaro, Kisara ladeó la cabeza.

—No estoy muy segura tampoco. Sin embargo, el futuro novio es también alguien con el que estás familiarizado, Satomi-kun.

—¿También lo conozco?

Kisara sacó una hoja de papel del escritorio y se la entregó. Mirando hacia ella, Rentaro se sorprendió.

—Este es… ¿Hitsuma Atsuro…? No hay forma. ¿Cómo—

En el papel de algodón con estilo de hoja de vida estaba una foto de medio cuerpo.

El rostro ligeramente alargado usaba gafas con monturas de plata. Los rasgos faciales parecían bastante intelectuales.

—Recuerdo la última vez que me encontré con él… Fue cuando teníamos once.

La mirada de Rentaro barrió la información a un lado y se enteró de que había nacido en una familia de policías y que había entrado en el Departamento de Policía Metropolitana, después de pasar el Examen Nacional de Servicio Civil. Su rango actual era superintendente. Su padre era un alto miembro respetado de las fuerzas policiales por lo que estaban grabadas en caligrafía fluida varias de sus antiguas posiciones, incluyendo la de superintendente General del MPD. De mayor estatus, mayor edad, y educación superior. Exponía los rasgos de un hombre ideal; más importante aún, solía estar comprometido con Kisara.

—Cuando te fuiste de la familia Tendo, Kisara-san, ¿no fue anulado el compromiso de matrimonio también…?

—También creí eso. Pero… quién sabe la razón por la que me está buscando ahora…

Rentaro sintió una progresiva sensación de repugnancia aumentando desde su pecho.

No quiero seguir escuchándola hablar acerca de eso, sintió el impulso de salir lo más rápido posible.

Sin embargo, le devolvió en silencio la información a Kisara, fingió indiferencia y preguntó:

—¿Cuándo es la entrevista?

—Mañana…

—¿Mañana?

¿Así que es inminente?

—¿Entiendes ahora?

Enredando su cabello alrededor de un dedo, Kisara evitó deliberadamente el contacto visual.

—No es como si hubiera querido esconderlo de ti, pero fue muy difícil encontrar el momento adecuado, por eso me demoré hasta hoy…

Sólo en ese momento Rentaro notó que estaba apretando su puño con tanta fuerza que sus uñas se apretaban contra su piel.

Kisara levantó la cabeza, pero continuó mirando hacia abajo.

—Satomi-kun, espero que puedas acompañarme a la entrevista de matrimonio.

—¿Qué quieres decir…?

—El futuro novio al parecer ira acompañado de sus padres, por mi parte, yo llevare a Shigaki-san como mi tutor, pero todavía me falta una persona. Aparte de ti, Satomi-kun, no tengo a nadie más a quien preguntarle. Por favor… aunque es algo muy raro, ¿me acompañarías?

—… No me importaría.

—¿En serio? Estoy muy contenta.

La belleza de cabello negro exhaló aliviada, pero todavía un poco preocupada, lo miró en secreto y dijo:

—Satomi-kun, ¿qué te parece?

—¿Acerca de qué…?

—¿Estás en contra de que asista a una entrevista de matrimonio?

Por supuesto que estaba en contra. Tan pronto como se imaginaba a Kisara abrazada en los brazos de otro hombre, sentía que se le revolvía el estómago.

Sin embargo, entendía muy bien que Tendo Kisara era la auténtica hija de una familia prestigiosa.

Incluso en el Japón moderno, donde el sistema de castas había desaparecido hace mucho, el clan Tendo —que pertenecía a la súper elite— seguía de pie como una rara excepción.

Una vez que nacías como hija del clan Tendo, estarías obligada a un matrimonio arreglado con un alguien mayor de alta cuna y no podrías casarte con cualquier perro callejero, por supuesto. Desde que el clan Tendo fue fundado, no había habido excepciones.

Para ser honesto, si Kisara no hubiera tomado la iniciativa de acercarse a Rentaro, el chico adoptado, ellos dos hubieran permanecido separados por el resto de sus vidas. Cuando Rentaro llegó por primera vez a la casa Tendo, la señora a cargo de instruirlo repitió como si le lavara el cerebro:

«Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales».

—… Creo que esta entrevista de matrimonio es buena. Si todo va bien, serás capaz de ser feliz, Kisara-san, y estoy seguro que Enju y Tina serán felices.

—¿También piensas eso, Satomi-kun?

Las luces frontales de un coche iluminaron el interior de la oficina por un momento, mostrando con claridad los perfiles de Kisara y Rentaro.

Rentaro levantó la cabeza y miró fijamente a Kisara.

—Ciertamente…

Por alguna razón, esta respuesta causó que Kisara hiciera una expresión de dolor y mirara hacia abajo. Al final, se obligó a sí misma a sonreír como si soportara el dolor.

—Y–Ya veo, está bien. Tienes razón. Después de todo, no es como si estuviéramos saliendo o algo así. Dije algo extraño… Fue muy estúpido de mi parte.

Kisara parecía como si tratara de cubrir algo con su sonrisa mientras se golpeaba la cabeza.

Ese era su límite.

—Estoy preocupado por Enju y Tina así que iré a verificar como están.

Sin esperar una respuesta, se volteó de inmediato y se dirigió a la puerta de la oficina, ignorando a Kisara mientras parecía que ella trataba de decir algo… Pero al final no podía.

Bajando las escaleras rápidamente, estaba a punto de abandonar el edifico cuando sintió un impacto en su hombro derecho. Debido a que su mente estaba ocupada pensando en Kisara, no notó que se acercaba alguien hasta chocar con él.

—Hey… ¡¿Tú eres Rentaro?!

Rentaro miró sorprendido al ver el rostro del hombre a punto de subir las escaleras del edificio. El hombre parecía sonreír felizmente.

Su rostro era muy joven, alrededor de la misma edad que él, tenía una cara larga con una frente ancha, con el cabello teñido entre naranja y marrón. Debido a su mirada aguda, parecía un punk, pero su rostro era muy agradable cuando sonreía.

Encontrándolo familiar, Rentaoō buscó en sus recuerdos en varias ocasiones hasta que su rostro finalmente se superpuso con el de un chico de hace varios años.

… Oh.

—¿Eres realmente tú? ¿Del Año 4 Clase 5, el estudiante número diez: Suibara Kihachi?

La corazonada de Rentaro aparentemente dio en el blanco. El hombre sonrió aún más, feliz, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros.

—Es correcto. Eres Satomi Rentaro, del Año 4 Clase 5, el estudiante número nueve.

Diciendo esto, Suibara abrazó rápidamente a Rentaro por los hombros y gritó muy feliz:

—¡Esto me trae tantos recuerdos! Nunca pensé que todavía estarías vivo, cabrón.

—L–Lo mismo digo.

La apasionada bienvenida de un inesperado amigo de hace mucho tiempo, causó que se sacudiera violentamente, pero en comparación con su alegría fortuita, Rentaro se sintió perplejo como resultado de otras emociones.

Levantando la mirada hacia el edificio detrás de él, Rentaro preguntó:

—Suibara, ¿estabas en este edificio justo ahora? Supongo que no estás trabajando en un cabaret o un bar gay a la edad de dieciséis… ¿Cierto?

Entonces, mirando el Rolex en su muñeca, dijo:

—… Tampoco te ves como si necesitaras un préstamo de altos intereses.

Suibara cerró los ojos en señal de protesta.

—Eso no hace falta decirlo, idiota.

—Así que…

Suibara se señaló a sí mismo y levantó el pulgar hacia arriba.

—Así es, estoy buscando a la Compañía de Seguridad Civil Tendo. Soy un cliente, Rentaro.

¿Un cliente? ¡Pensar que mi amigo de la infancia a quien no había visto durante muchos años sería un cliente!

Incluyendo el asunto de Hitsuma de hoy, Rentaro sentía como si personas de hace tiempo estuvieran apareciendo poco a poco.

Rentaro se sintió sorprendido mientras Suibara se encogía de hombros.

—Este no es un buen lugar para hablar. Entremos a la oficina primero.

—Claro…

Rentaro no sabía cómo responder. Después de haber terminado forzosamente la conversación con Kisara hace un momento y huir de la oficina, era muy embarazoso volver enseguida.

Rentaro negó con la cabeza.

No, eso no es cierto. Si tengo que llevar al cliente, ¿por qué debería parecer como algo embarazoso?

Guiando a Suibara a través de las escaleras del edificio, Rentaro finalmente llegó a la puerta de la Seguridad Civil Tendo. El cielo ya estaba bastante oscuro y no había señales de luces al interior.

Rentaro giró el pomo de la puerta y entró sin llamar. Kisara estaba sentada en su silla de presidenta, mirando por la ventana con una expresión deprimida. Al notar el movimiento, rápidamente se colocó de pie, causando que la silla crujiera.

Entonces corrió y dijo:

—Muy bien, Satomi-kun, he estado pensando durante un buen tiempo después de…

Habló apresuradamente, pero se detuvo después de notar a Suibara.

Las emociones de Rentaro se hicieron muy turbulentas, pero forzó una cara de póquer y dijo:

—Es un cliente.

—Conque es así…

¡Qué diablos! —Se quejó Rentaro en su mente— Es evidente que hace un par de horas estábamos ansiosos por que llegaran clientes…

Suibara apresuradamente trató de suavizar las cosas.

—¿Q–Qué pasa? ¿Vine en un mal momento?

Antes de que Rentaro pudiera responder, Kisara negó con la cabeza firmemente.

—Nada de eso. Un placer conocerte, soy Tendo Kisara la presidenta.

Sonriendo ligeramente, Kisara tendió su mano. Sorprendido, Suibara apretó con cuidado la mano de Kisara.

—E–Encantado de conocerte, soy Suibara Kihachi.

—Disculpa que este lugar sea tan pequeño y sucio, pero por favor adelante.

Kisara tomó un control remoto del escritorio y pulsó un botón, encendiendo así las luces del techo. Rentaro no pudo evitar estrechar sus ojos.

Los papeles que Enju y Tina estaban garabateando permanecían esparcidos por todo el suelo. Los platos con las batatas a medio comer, aún debían ser quitados de la mesa. Las humildes palabras de Kisara no eran una broma en lo absoluto. El desorden en el interior de la oficina se reveló en el instante que la misma se iluminó.

—Disculpa, déjame limpiar un poco.

—Oh, acerca de eso…

Suibara continuó ligeramente:

—Lo siento mucho pero esperaba hablar a solas sobre lo que implicaba el trabajo con Rentaro.

Kisara y Rentarō intercambiaron miradas. Eso significaba que le estaba pidiendo a Kisara que se fuera por ahora. Aunque esta petición misteriosa era desconcertante, preguntar por qué aquí no sería de ninguna ayuda. Rentaro asintió transmitiendo un «Déjamelo a mí», por lo que Kisara asintió también.

—Entonces voy a ir a ver cómo están Enju-chan y Tina-chan.

—… Sí, cuento contigo.

Al ver a Kisara salir, Rentaro casualmente arregló el sofá para invitados para que Suibara y él pudieran sentarse con la mesa de cristal frente a ellos.

Después de que Kisara saliera, Suibara extendió los brazos y mencionó con calma.

—Así que esa es la Kisara-san que mencionabas a menudo cuando eras joven. Qué gran belleza. Nunca había visto a una chica tan hermosa en toda mi vida.

Rentaro asintió en silencio.

Con Kisara en primer lugar e incluyendo a Miori y Seitenshi, Rentaro estaba rodeado por lo que el mundo llamaría «Bellezas ruinosas».

Ya que las conocía desde hace tiempo, Rentaro casi había olvidado este hecho, pero desde su perspectiva, cada vez que se colocaba de pie frente a Kisara y Miori o cuando Seitenshi estaba con ellos en algún lugar, siempre se veía obligado a contener el aliento al ver la gran rivalidad entre esas bellezas incomparables.

Pero Kisara iba a tener una entrevista de matrimonio con Hitsuma Atsuro mañana.

Rentaro sacudió su cabeza para disipar esos pensamientos.

—¿Y? ¿Qué negocio tienes conmigo?

Suibara movió la cabeza para mirar a su alrededor y al interior de la oficina antes de hablar.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos?

—¿Hmm…? Oh, por supuesto que lo recuerdo…

Cerrando los ojos, Rentaro pensó instantáneamente en su cuarto año de escuela primaria.

En aquel entonces, habían transcurrido cuatro años desde que había perdido su brazo derecho, pierna derecha y ojo izquierdo. Como era un período en el que sus prótesis tenían que ser reemplazadas con frecuencia para que se acomodaran a su cuerpo, todos los días vivía adolorido, hasta el punto en que deseaba su muerte para acabar con todo.

Para ser honesto, las superficies metálicas de su prótesis sólo fueron cubiertas por piel artificial hace poco. En otras palabras, la infancia de Rentaro transcurrió con sus prótesis negras expuestas las veinticuatro horas del día, incluso en la escuela.

—Como el mundo encontraba repugnante a mi brazo y pierna negra, se alejaban de mí. Sólo tú fuiste diferente. Recuerdo que tenías una Niña Maldita en tu familia, por lo que la clase también te rechazo.

—Sí, mi hermana pequeña.

La historia de Suibara y su hermana terminó en tragedia.

Cuando los rumores de que tienes a una Niña Maldita en tu familia se extienden, por supuesto que ganas el resentimiento de algunas personas.

La madre de Suibara fue la primera en romperse ante el lanzamiento de piedras en su casa por los residentes cercanos y demás actos de vandalismo. A menudo murmurando «Si tan sólo no hubiera nacido esa niña», su madre parecía una paciente neurótica. Por otra parte, el padre de Suibara mantenía un arma en su casa para defensa personal.

Todos los ingredientes necesarios para una tragedia se habían reunido.

—Éramos igual de solitarios, es por eso que jugábamos juntos todo el tiempo.

Rentarō murmuró suavemente. Suibara también se le unió felizmente.

—Eso es cierto. Estabas particularmente bien informado sobre insectos y plantas, así que tuve la oportunidad de divertirme aprendiendo todo tipo de cosas mientras jugaba alrededor de la montaña contigo. Por ejemplo, haciendo cosas como capturar camarones usando un anzuelo o atrapar algunos insectos.

Impulsado por su tema de conversación, Rentaro sintió que sus recuerdos de la infancia salían como si abriera una caja de juguetes. Antes, cuando no tenía amigos y era incapaz de salir libremente a jugar, pasaba día tras día leyendo sobre insectos o plantas en la biblioteca de la mansión Tendo. Por lo que, su conocimiento sobre esas áreas no tenía par antes de que siquiera lo supiera.

—A cambio, aprendiste a divertirte gracias a mí.

Suibara rió alegremente.

—Recuerdo que eras un niño educado cuando te conocí.

Rentaro sintió su rostro calentarse, por lo que no pudo evitar negarlo enfáticamente.

—Cierra la boca… Cuando imité la forma en la que hablabas, Kisara-san llegó a decir: «Satomi-kun se ha vuelto un delincuente». Me hizo sentir triste por mucho tiempo.

—Así que imitaste la forma en que hablaba. Vete al infierno, maldito.

—No, vete tú.

Suibara y Rentaro se miraron el uno al otro. Uno de los dos comenzó a reírse primero, pero fueron incapaces de decir quién fue.

—Rentaro.

Sentado en el sofá, Suibara se inclinó hacia delante y bajó la mirada hacia sus manos, pensando en algo.

—Se sentiría muy injusto si no te muestro esto primero.

Diciendo eso, estiró su mano hasta su axila y sacó algo. Rentaro se agitó después de mirarlo.

Un objeto negro fue colocado en la mesa con un sonido sólido. Hecha de una aleación metálica de color negro, el gatillo e incluso el cargador estaban hechos con fibra de vidrio reforzada con el fin de reducir su peso. Era una Glock de sexta generación.

¿Por qué? Rentaro se preguntó. A la gente común no se le permitía sacar armas de sus hogares como defensa personal. En 2031, las únicas personas autorizadas para portar armas de fuego al aire libre en Japón eran la policía, las Fuerzas de Autodefensa, además de…

Suibara sacó una placa negra de su pantalón y la colocó junto a la pistola.

Al ver la licencia de Seguridad Civil con su foto en ella, Rentaro saltó de la sorpresa esta vez.

—Suibara, ¿eres un Promotor?

Suibara sacó su teléfono móvil y lo operó con una expresión de felicidad, mostrándole a Rentaro una foto.

Parecía alguien que odiaba ser fotografiado. La foto mostraba a una chica con un corte hasta al hombro que evitaba la cámara con timidez.

—Hey tú…

Probablemente notando la actitud sorprendida de Rentaro, Suibara dijo con un aspecto aún más orgulloso:

—Ella es mi Iniciadora, se llama Koro Hotaru. ¿No es linda? Deberías saber que la quiero mucho…

—Detente ahí.

Rentaro se sentía confundido, pero aun así forzó las palabras.

La familia de Suibara fue destruida por culpa de una Niña Maldita. Era difícil pensar que se asociaría a una como Promotor debido a su pasado.

Al mismo tiempo, si todos los días de su vida estaba obligado a ganarse la vida a través de una Iniciadora, sería absolutamente trágico.

—¿Esa chica… es un reemplazo de tu hermana muerta?

Rentaro preguntó calmado. Suibara movió su rostro disgustado y dijo:

—No, no es así. Eso no importa de todos modos.

Más bien… volviendo al tema principal después de una pausa, Suibara apoyó los codos contra la mesa y apoyó su barbilla en sus manos.

—Debes escuchar mi solicitud en primer lugar.

Cuando una Seguridad Civil contrataba a otra Seguridad Civil se conocía normalmente como externalización. En la mayoría de los casos venían de Seguridades Civiles con demasiado trabajo para manejarlo ellos mismos; o, posiblemente, cuando querían desprenderse de misiones difíciles.

Sin embargo, aun teniendo ese conocimiento básico, Rentaro no podía disipar una mala premonición. Como si la petición de Suibara no pudiera ser juzgada por el sentido común.

—Adelante.

Suibara habló, regresando al punto principal. Lo que dijo después barrió completamente el ambiente informal de antes:

—Rentaro, tú eres un sujeto de pruebas desarrollado por el proyecto súper soldado de las Fuerzas de Autodefensa, ¿no es así?

Rentaro estaba tan sorprendido que se levantó al instante del sofá.

¿Por qué lo sabe? Podría especularlo porque las prótesis negras de Rentaro estaban hechas de Varanium, pero debería ser imposible conectar eso al Nuevo Plan de Creación Humana.

Mirando a Rentaro —que permanecía con los ojos abiertos en silencio— Suibara murmuró: «Como era de esperar, mi presentimiento era cierto». Por alguna razón, su rostro parecía decir que esta era una verdad que deseaba no haber imaginado, una especie de sensación desagradable que no podía ser disipada.

—Rentaro, hay algunos rumores terribles. El Nuevo Plan de Creación Mundial, el Proyecto del Cisne Negro… no importa que nombre haya sido. ¿Has oído hablar de alguno de estos términos?

—¿Nuevo Plan de Creación Mundial? ¿Proyecto del Cisne Negro…? No…

Nuevo Plan de Creación Mundial ¿Qué era eso…? El nombre parecía muy similar al nuevo plan de creación humana. Rentaro sintió una sensación detestable subiendo por su columna vertebral.

Al escuchar su respuesta, respondió «¿En serio?» en silencio mientras miraba el cristal sobre la mesa por un buen rato.

Rentaro sólo pudo esperar a que continuara.

—Rentaro, no sé qué tan consciente eres de esto, pero entre nosotros, las Seguridades Civiles, para bien o para mal, eres el centro de muchos rumores. Aparte de haber sido criado en la mansión Tendo, incluso se ha escuchado de tu relación cercana a Seitenshi-sama.

Suibara se detuvo por un momento y miró hacia arriba.

—Lo que quiero pedirte no es nada más que me contactes con la facción Tendo y Seitenshi-sama. Tengo algo que decirle en persona a su excelencia Tendo Kikunojo.

Esto implica una crisis para el Área de Tokio.

—¿Está relacionado con el Nuevo Plan de Creación Mundial o el Proyecto del Cisne Negro que mencionaste antes?

—Exactamente.

—¿No puedes pedirle a alguien más que lo haga?

—No. Si lo difundo imprudentemente, lo más probable es que llegue a los oídos de esas personas.

—¿Quieres exponer una conspiración…? Si me entregas evidencia, podría entregarla.

—Lo siento, pero la evidencia fue robada.

—¿Robada?

Suibara asintió con seriedad.

—Mi casa ha sido allanada varias veces últimamente y he perdido muchas cosas. Una de esas cosas es la evidencia. Así que todo lo que puedo hacer es hablar directamente con ellos como testigo. Aparte de eso, eres el único con quien puedo confiar.

Sonaba extremadamente serio.

Rentaro tocó su barbilla.

Naturalmente, él no tenía ninguna opinión negativa sobre Suibara. Además también esperaba poder cumplir sus deseos tanto como fuera posible.

El problema era cómo. Aparte del hecho de que ya había roto relaciones con Kikunojo, el mismo estaría completamente en desacuerdo después del incidente de Hiruko Kagetane, por lo que probablemente Kikunojo no quería ver la cara de Rentaro en lo absoluto. Pero si se trataba de ponerse en contacto con Seitenshi —con quien había intercambiado teléfonos— debería de haber una manera.

—Tengo una condición. Debes decirme de antemano lo que le vas a decir a Seitenshi-sama.

—¿Qué? ¿No confías en mí…?

—Ella es la jefa del Estado después de todo, tengo que ser muy cauteloso.

—Sí… es natural.

Suibara parecía entenderlo, pero miró con atención hacia la oficina.

—Esta habitación no debería tener inconvenientes, ¿cierto?

—¿Eh?

—Me refiero a espionaje. ¿Puedo confiar en los inquilinos de arriba y debajo?

—Bueno…

Rentaro examinó junto a Suibara la oficina. Los techos y paredes eran más delgados de lo recomendado y el material con el que estaban hechas no era de fiar. Además de eso, la oficina tenía muy poca insonorización.

Si alguien instalaba dispositivos de espionaje adecuados y un micrófono, no había ninguna garantía sobre la privacidad del cliente.

—Hablar de eso aquí no es bueno. Vamos a vernos mañana en la oficina municipal de Magata que todavía está en construcción. Podemos hablar allí sin preocuparnos. Pero ya que lo has escuchado, no puedes dar marcha atrás.

Los ojos de Suibara parecían muy serios. Rentaro no pudo evitar estremecerse.

Parecía que era todo por hoy. Tras aclarar que le daría una muy buena recompensa, Suibara lentamente se levantó del sofá. Rentaro también se levantó con la intención de despedirlo, por lo que conversaron sobre asuntos diversos mientras bajaban hasta el primer piso.


El cielo estaba completamente oscuro. En medio de la multitud, las mujeres del lugar se mezclaban entre los hombres que estaban bebiendo.

El viento que pasaba a través de la piel de las personas, llevaba un calor veraniego.

Coincidentemente, Enju, Tina y Kisara estaban más adelante, regresando con sus brazos completamente llenos de bolsas de compras. Habiendo terminado de comprar, las tres chicas parecían muy felices, bromeando entre sí. Rentaro incluso podía escuchar sus risas, sus figuras se iluminaron una calle adelante.

Suibara entrecerró los ojos por un instante, como si hubiera visto algo que lo cegara. Luego, lentamente, le dio unas palmadas a Rentaro en el hombro y dijo:

—Rentaro, esas personas ya te han calificado como alguien relacionado conmigo. Lo siento por involucrarte, pero debes tener cuidado.

—¿Esas personas?

Suibara se metió las manos en los bolsillos y se fue sin mirar atrás.

Al verlo desaparecer a la distancia, Rentaro pensó. En este momento, aun no tenía una idea clara de cómo debía considerar a este viejo amigo después de separarse durante mucho tiempo.

La espalda de su amigo parecía ominosa, probablemente debido a que ocultaba demasiados secretos. Rentaro se lamentó por no haberlo obligado a decírselo y disminuir su carga.

Solía pensar que había olvidado a su hermana menor que había muerto, pero el hecho de que Suibara estaba trabajando en un campo relacionado a las Niñas Malditas sorprendió enormemente a Rentaro.

Él era incapaz de comprender cuánto había cambiado el estado mental de Suibara al tener a aquella Iniciadora que había tomado el papel de su hermana.

En cualquier caso, en base a lo que dijo Suibara, había cosas que en definitiva no podía tomar a la ligera. Aún había tiempo hasta la siguiente noche, por lo que decidió utilizarlo para investigar un poco.

—Hmm… ¿Se fue el cliente?

Sólo entonces notó que Enju, que sostenía algunas bolsas de las compras, lo miraba con una sonrisa.

—Mira, compré muchas verduras y carnes en los descuentos limitados. ¡Vamos a utilizar los ahorros que tenía Kisara para hacer una fiesta de Barbacoa esta noche!

Rentaro miró a Kisara, que lo miraba también. Ambos evitaron la mirada del otro al mismo tiempo.

Esforzándose tanto como pudo para no mostrar un rostro avergonzado, Rentaro miró a Enju y forzó una sonrisa.

—Lo siento Enju, no tengo hambre ahora. Ustedes tres coman sin mí.

—¿Eh?

El rostro de Enju se congeló.

—¿Sucedió algo…?

—Nada, es sólo que quiero comer solo de vez en cuando, ¿de acuerdo?

Diciendo esto, Rentaro se dio la vuelta y se alejó, evitando la expresión de Kisara.

Parte 3[edit]

Habiendo acumulado agua hasta un determinado peso, el tubo de bambú se inclinó, golpeando una roca.

El sonido desde el tubo de Bambú podía ser escuchado desde el otro lado de la Varanda, sonando muy placentero al oído.

En contraste, el lugar donde Kisara estaba ahora estaba lleno con un irritante sonido.

—En cualquier caso… ese chico fue muy desobediente durante su fase rebelde, pero al final decidió seguir los pasos de su padre y tomar una carrera de su mismo campo. Además, cuando estaba en la academia de policía, ya fuera en la teoría o la práctica, los instructores siempre hacían…

—Por favor, ya basta de esos recuerdos vergonzosos…

—Jajaja, eso es muy remarcable. Cada vez más siento que nuestra Kisara no encajaría con él.

Un anciano estaba sentado como invitado de honor, riéndose a carcajadas. Al otro lado de la mesa, frente a él, estaba el superintendente general Hitsuma con una cicatriz en la cara como si fuera un rufián. Usando gafas gruesas, la esposa del superintendente estaba riéndose con una mano en su boca.

—No, no, nada de eso. Tendo-san es tan bonita como una muñeca. Nuestro Atsuro se enamoró de ella a primera vista.

Probablemente no había ninguna mujer a la que no le gustara ser alagada por ser hermosa. Pero teniendo en cuenta el ambiente bromista de antes, dudaba que esas palabras fueran sinceras.

En ese momento, Kisara estaba en un restaurante de clase alta llamado Utorotei.

Había seis personas en total para la entrevista de matrimonio, incluyendo a Kisara. Aunque había seis personas, sólo la mitad de ellos estaban conversando.

Sentado junto a Kisara, Rentaro estaba usando su eterno uniforme escolar con una expresión ilegible.

Antes, cuando Kisara le habló de la entrevista de matrimonio, ella esperaba que él la disuadiera airadamente.

Sin embargo, él lo aceptó tranquilamente. Aparte de decepción, Kisara también sentía una ira extrema contra él.

Por alguna razón, Kisara había estado esperando que Rentaro interrumpiera la entrevista de matrimonio. ¿Pero por qué esperaba eso?

Pensando en eso hasta molestarse, Kisara no pudo evitar admirar aquel mobiliario al estilo japonés. Encontrando un espejo exquisitamente tallado junto a ella, no pudo resistir la tentación de estirar su cuello y examinar su apariencia.

Después de haberse aplicado maquillaje y colocarse un adorno en el cabello, la imagen de Kisara usando un kimono se reflejó en el espejo.

Debido a su enemistad natural con la hija de Shiba Heavy Industries, a quien le encantaba usar kimonos, Kisara sentía una repulsión natural hacia ellos. Sin embargo, su aspecto era muy lindo en realidad.

Ya lo sabía, mi rostro se ve mejor cuando lo inclino cuarenta y cinco grados. Pensando eso mientras ajustaba su ángulo hacia el espejo, de repente, Kisara sintió una mirada.

Sentado frente a ella, un hombre usando gafas estaba sonriendo hacia ella felizmente. Sintiendo su rostro calentarse, enseguida enderezo su postura.

Había una persona más, aparte de los anteriormente nombrados, había otra persona participando de esta entrevista.

A pesar de que había tenido la oportunidad de hablar con él anteriormente, Kisara notó que era un hombre aún más delgado y decoroso de lo que parecía en la foto.+

Hitsuma Atsuro, usando un kimono bordado con su escudo familiar, se había mantenido sentado correctamente todo el tiempo. En comparación a hace cinco años, se había vuelto aún más alto y masculino.

—Entonces, la gente mayor como nosotros debería salir primero y dejar que los más jóvenes charlen correctamente.

Diciendo eso, la señora Hitsuma se colocó de pie al instante sin esperar que los otros respondieran.

—¿Q–Qué Demonios? ¿Por qué tengo que irme…? Todavía no soy viejo…

—¿Tienes que preguntarlo, tonto…? Date prisa y sal de aquí.

Shigaki Senichi se levantó mientras jalaba a Rentaro y el señor y la señora Hitsuma se alejaban de la mesa. Deslizando la puerta corrediza, el grupo salió a la calle.

Sólo el silencio se mantuvo en la habitación.

Kisara suspiró suavemente mientras Hitsuma inclinaba la cabeza cortésmente y decía.

—Lo siento, mis padres parecen estar sobreexcitados.

—Ha sido un largo tiempo, Hitsuma-san.

—De hecho, no nos hemos visto durante cinco años.

Kisara todavía se sentía preocupada, incapaz de decidir con qué actitud debía hacerle frente a la persona que tenía delante.

—Uhm… escuché que fuiste promovido a superintendente.

—Jaja, todavía era un novato la primera vez que entre al MPD hace cinco años. Comparado con eso, supongo que he logrado algunos avances. Hablando de eso, te has vuelto alguien diferente en comparación con hace cinco años. Antes, estabas al nivel de linda, pero ahora, eres indescriptiblemente hermosa.

—En serio, Hitsuma-san, vas a sonrojarme con tanta adulación.

Esto no era una actuación. Kisara estaba inclinando su cabeza mientras se sonrojaba de verdad.

—Pero Hitsuma-san… ¿Por qué tan repentinamente…?

—¿Qué quieres decir?

Sintiéndose culpable al ver esa sonrisa inocente frente a ella, Kisara continuó:

—Debo disculparme con usted, Hitsuma-san. Debido a que me desasocié unilateralmente de la familia Tendo, su familia debió haber recibido un aviso de que el compromiso se canceló. Por lo que, supongo que su familia debe tener muy claro que casándose conmigo no obtendrán ningún tipo de vínculo con la familia Tendo. He traicionado a los Tendo, y soy considerada como una extraña por la familia principal. Incluso si continúo llevando el apellido de los Tendo, en mi corazón, ya me considero a mí misma completamente separada de ellos…

Si fuera posible, Kisara quería extraer hasta la última gota de la sangre Tendo de sus venas y remplazarla con la de otro clan. Sin embargo, no expresó esa idea.

—En realidad, no estaba buscando algún tipo de vínculo con los Tendo cuando le pregunté al señor Shigaki que hiciera este arreglo.

—¿Por qué? Su padre es el superintendente general, y usted es un superintendente también, Hitsuma-san. Debe de ser muy popular con otras damas.

—Soy incapaz de olvidarte después de verte una sola vez. ¿Esa razón no es suficiente?

Las palabras de Hitsuma causaron que su rostro se calentara, enrojecido de la vergüenza.

—Que bromista eres.

—No estoy bromeando.

—En ese caso… Es aún más vergonzoso.

Incluso mientras escuchaba las dulces palabras de Hitsuma, Kisara podía escuchar una voz oscura el algún lugar de su corazón.

Kisara paso por una fase inocente, cuando todavía creía en la historia de la cenicienta.

Sin embargo, el día que sus padres fueron devorados, se había despertado a la fuerza del sueño de encontrar a un príncipe azul, para que la sacara de su angustia. Aunque existiera un príncipe azul o un hechicero, no había forma de que pudieran resucitar a sus padres.

Kisara recobró su postura y enderezó su espalda.

—Vivo para vengarme de los Tendo.

Ella decidió cambiar su estrategia. Embellecerse a sí misma para lograr un objetivo, examinando a su pareja con atención… Ella odiaba la naturaleza misma de una entrevista de matrimonio, para empezar. Por lo tanto, era hora de que fuera franca.

—Lo sé muy bien.

—¿Eh…?

El sonido del tubo de bambú golpeando la roca se escuchó una vez más.

—Por supuesto que entiendo eso, Tendo-san.

—Siendo ese el caso, ¿por qué organizar una entrevista de matrimonio conmigo?

—Sí. Para ser honesto, en realidad siento que podría ser capaz de ayudarla con eso, Tendo-san.

—¿C–Cómo?

Kisara no pudo evitar inclinarse hacia la mesa. En ese momento, el rostro intelectual de Hitsuma sonrió instantáneamente mientras la miraba y decía:

—¿Podemos hablar mientras caminamos?

Naturalmente, Kisara sólo pudo asentir.

Salieron a la terraza para tomar un paseo por el jardín a lo largo de un camino pavimentado por pequeñas piedras blancas. Había un pequeño estanque en las profundidades del jardín con un puente bermellón decorado con perlas de imitación en la barandilla.

Tomando la comida para pescado que Hitsuma le entregó, Kisara la esparció desde el puente, haciendo que las carpas subieran para comerlas lentamente, por lo que daba la impresión de que estuviera viendo un caleidoscopio.

—Entonces sobre el tema del que íbamos a hablar…

A pesar de que sentía que estaba siendo atraída por un señuelo, Kisara fingió desinterés.

—Tendo-san, permíteme omitir los detalles, pero en cualquier caso, la familia Hitsuma no tiene una opinión muy positiva de los Tendo, en realidad.

Las cejas de Kisara se alzaron. Mientras dejaba caer el alimento para peces, dijo sin mirar hacia atrás:

—Qué imprudente. La familia Tendo impone una educación de elite a sus hijos desde una edad muy temprana, produciendo gente muy importante el campo de la política y los negocios. Buscar problemas con los Tendo es equivalente a buscar problemas con el Estado. Muchos enemigos intentaron desafiar a los Tendo y fueron enviados a sus tumbas en secreto. ¿Su familia quiere terminar de la misma forma?

—Una confrontación directa podría terminar en ese tipo de final, pero si es un ataque que los toma por sorpresa, aún es posible derribar sus murallas de hierro. Por ejemplo, si usamos un método para asesinar a los líderes de la facción de Tendo Kikunojo.

Una carpa saltó del agua.

—¿Cuánto sabes…?

—Sólo está al nivel de rumores.

Kisara volteó para mirar a Hitsuma y habló:

—Estoy muy feliz de que estés dispuesto a ayudar, pero esta es mi batalla personal. No tengo ningún deseo de ser explotada por los demás.

—Por favor, úsame lo más que puedas. No voy a explotarte.

Kisara frunció el ceño y dijo:

—Esas palabras en realidad no inspiran comodidad. ¿Qué es exactamente lo que necesitas de mí? Por favor, aclara eso directamente.

Presionando la barbilla contra su mano, Hitsuma lanzó una mirada seria.

—Muy bien. Permíteme corregirme. Hay algo de ti que deseo.

Hitsuma sostuvo de repente a Kisara por la cintura mientras con su otra mano sostenía su mano. Mientras el rostro de Hitsuma se acercaba, Kisara no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza.

—Me haces incapaz de contenerme. Todo es culpa de tu belleza. Si por casualidad te disgusta, entonces por favor usa tu espada, de lo contrario yo…

El rostro de Hitsuma continuó acercándose. Kisara volteó su rostro que se había vuelto tan rojo como las hojas de otoño.

—Has visto demasiadas obras de Shakespeare.

—Son mis sentimientos sinceros.

La calidez del abrazo forzado de un hombre, causó que Kisara se sorprendiera enormemente. Al mismo tiempo, se preguntó en su corazón si Satomi haría lo mismo con ella.

Hitsuma sacó un objeto de su bolsillo y lo colocó en la mano de Kisara.

La textura metálica en su mano la hizo saltar del susto. Abriendo su palma, encontró un objeto de oro brillando bajo la luz del sol.

—¿Esto es?

—Un reloj de bolsillo. Ábrelo y mira.

Kisara siguió sus instrucciones y abrió la tapa del reloj de oro, con la boca entreabierta de la sorpresa. Las manecillas estaban hechas de oro. La parte circular, dando una impresión de clase alta, estaba cubierta de joyas brillantes en los bordes. La luz solar reflejada por el reloj, causaba un deslumbrante destello de luz, haciendo a Kisara entrecerrar los ojos.

—Estoy muy feliz. ¿Es un regalo para mí?

—Estaría muy contento si aceptas esto como regalo y no dejas que se desperdicie.

Kisara estuvo a punto de decir gracias, pero de repente volvió en sí y cambio sus palabras:

—Pero no estamos comprometidos.

—Eso no es problema. Te amo.

—Al escuchar esas palabras de amor susurradas a mi oído por alguien como tú… muy bien podría desear probarme unas zapatillas de cristal.

—¿Entonces por qué no lo haces?

Mirando fijamente los labios de Hitsuma acercándose, Kisara lentamente cerró los ojos.


Ni la arena blanca que se extendía hacia el lado derecho del hermoso jardín, ni el paisaje seco que podía elevar tu alma a un nuevo nivel, podían eliminar la oscuridad en el corazón de Rentaro.

Rentaro caminaba sobre las tablas de madera de la terraza, buscando el baño mientras paseaba por todo el lugar con su corazón lleno de celos.

¿Qué diablos estaba haciendo Kisara-san? No puedo creer que incluso usara maquillaje y se vistiera tan linda deliberadamente. No parece siempre indiferente y despreocupada delante de mí… Inclusa usa su uniforme de marinero durante todo el año.

El descontento de Rentaro no se debía sólo a que Hitsuma se había vuelto aún más masculino que hace cinco años.

En gran parte, se debía a que el primer amor de Kisara no había sido otro más que Hitsuma.

Incluso si no era consciente de ello, era muy probable que se tratara de su primer amor.

Esos sentimientos débiles de admiración se suponían que se habían extinguido con el paso del tiempo. Pero viéndola vestirse deliberadamente así para su entrevista de matrimonio, Rentaro perdió inmediatamente su confianza.

«Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales».

¿Exactamente qué es lo que espero que Kisara-san haga? Yo…

Mientras examinaba el jardín sin ninguna razón y daba la vuelta en una esquina, Rentaro de repente se detuvo.

Kisara y Hitsuma estaban de pie en conversando en un puente de bermellón.

Aunque no podía escuchar lo que decían, parecían felices. ¿Era su imaginación? Hitsuma abrazó a Kisara y acercó sus labios a ella. Las dos figuras se superpusieron juntas.

Rentaro sintió que todo su cuerpo se colocaba rígido, como si un rayo golpeara su cuerpo recorriéndolo sin parar.

En ese mismo instante, dio la vuelta y regresó al restaurante.

Ante el rostro de Hitsuma que ocupaba toda su vista, Kisara cerró los ojos… No obstante, antes de que sus labios pudieran tocarse entre sí, colocó su mano entre ellos.

Luego empujó con fuerza el pecho de Hitsuma lejos.

—Suéltame…

Escuchándola decir eso, Hitsuma no la forzó.

Kisara trató de ocultar su rostro y reajustó el cuello de su Kimono.

—En otras palabras, ¿tratas de decirme que puedo disponer deliberadamente de tus recursos siempre y cuando me obtengas a mí?

—Sí. No me importa incluso si piensas de esa forma.

Kisara colocó una postura erguida mientras pensaba en silencio para sí misma. Sin importar que, su vida significaba tan poco como las piedras en la carretera. Su cuerpo sólo necesitaba ser preservado hasta que los cuatro Tendos restante fueran enviados a sus tumbas.

Habiendo nacido con un rostro y cuerpo hermoso, ¿no sería bueno utilizarlos para alcanzar mis fines?

Usar a los demás y acostumbrarse a ser usada por los demás. Era una simple cuestión de relaciones. Podría muy bien acostumbrarse a Hitsuma.

Pero entonces… un dolor agudo lastimó dolorosamente a Kisara en el pecho. ¿No es algo raro…? ¿Acaso el llamado «amor» se supone que se siente así?

Parte 4[edit]

—¡Te enfureció ver a Kisara besando a otra persona…! ¿Así que por eso huiste de la escena?

Con una mirada emocionada en su rostro, la directora del laboratorio de patología forense, Muroto Sumire, miró fijamente a Rentaro.

—Tonterías, no fue así.

—No eres nada convincente cuando tienes ese comportamiento.

En ese momento, Rentaro notó que estaba tirado sobre la mesa. Levantando la parte superior de su torso, miró letárgicamente hacia la bombilla colgando en el techo.

Rentaro estaba visitando el laboratorio de patología forense de Sumire.

Cuando tenía problemas, acostumbraba a visitar a Sumire en vez de ir a orarle a Dios.

En épocas como éstas, sería mejor depender de alguien con más experiencia en la vida. Rentaro no había conseguido dormir la noche anterior. El tema de Suibara era una de las razones, pero para ser honesto, lo que más le molestaba era cómo resultaría la entrevista matrimonial de Kisara. Teniendo en cuenta la forma de ser de Sumire, definitivamente iría directo al grano y le ofrecería consejos a Rentaro sobre su situación. Eso era lo que Rentaro creía cuando visitaba a Sumire para hablar sobre algo…

—Es inútil. Sin esperanzas, ríndete, es casi un milagro que alguien como Kisara se hubiera mantenido sin pareja hasta el momento. Parece que alguien adecuado por fin visitó su puerta.

Rentaro hizo una cara agria.

—¿Qué demonios Sensei? ¿Por qué no nos admites a Kisara-san y a mí como pareja?

—¿Cómo podría ser posible…? Supongamos que tú y Kisara se quedaran solos, aun así no hubieran hecho ningún progreso, incluso si se convierten en ancianos. Yo sólo miro desde un lado, en busca de un buen espectáculo que observar. Más bien, debería decir que si Kisara y tú progresaran sin problemas, haría todo lo posible para obstruirlos.

—Terrible… Eres realmente una persona terrible.

—Decirlo así sería mejor. Obligado por tu deseo sexual excesivo, empujas hacia abajo a Kisara, y mientras lo haces, terminas siendo arrestado por la policía y apareciendo en las noticias de la noche… Ese es el tipo de espectáculo que espero ver.

—¿Por qué siempre involucras a la policía…?

—¿Tienes algún método para hacer a Kisara tuya sin recurrir a ningún crimen?

Rentaro se quedó callado sin poder hacer nada. Sumire se sentó frente a él, agitando sus manos a la altura de sus ojos.

—Sería mejor que te rindas, Rentaro-kun. Si duermes con Kisara, tal vez tengas la oportunidad de casarte, pero el matrimonio no es nada bueno, permíteme edificarte con una idea sobre las relaciones entre hombre y mujer. El hombre no sólo tiene que soportar las actuaciones histéricas de una mujer, también tiene que suprimir sus sueños, obligándose a reprimir sus deseos de ver mujeres lindas y tetonas, para ir a casa obedientemente. Lo mismo ocurre con la mujer, debe soportar los fetiches irritantes del hombre mientras usa ropa que a él le guste, cocina alimentos que él disfrute e incluso le ofrece su cuerpo. Es una cadena de tolerancia mutua. Los hombres detestan a las mujeres en un nivel fundamental, mientras que las mujeres detestan a los hombres en un nivel fundamental igualmente…

—Entonces, ¿por qué las personas se casan?

—Como dijo Woody Allen: «Porque necesitamos huevos».

—¿Qué se supone que significa eso?

—Santo cielo. ¿Podrías tratar de pensar por ti mismo de vez en cuando? Los seres humanos antiguos creían que el cerebro no era nada más que un órgano de secreción nasal, aunque parece que tu cerebro no puede hacer mucho más que eso. Tu existencia en sí ya es una tragedia. Deberías saber que soy una Nihilista, ¿cierto? Todo lo que necesitas hacer es quitar la parte Nihilista de mi opinión.

—¿Entonces qué nos queda?

—Los hombres aman a las mujeres en un nivel fundamental, mientras que las mujeres también aman a los hombres en un nivel fundamental. ¿No puedes siquiera entender algo tan simple?

Rentaro colocó una cara como si fuera un tonto sorprendido por una broma.

¿Qué parte de esta persona está bromeando y qué parte habla en serio?

Sumire se colocó de pie, de espaldas a él. Al parecer se dirigía a hacer café como de costumbre. Mirando su espalda, vestida con una bata de laboratorio, Rentaro cambio de tema a la otra cosa que cargaba su corazón.

—Sensei, ¿has oído hablar del Proyecto del Cisne Negro?

—No, no lo he hecho.

Sumire casualmente añadió agua a la olla y pulsó el interruptor de la estufa eléctrica. Manteniendo la misma postura, añadió:

—Pero a juzgar por el hecho de que es el nombre del cisne negro, tal vez tenga alguna relación con la Teoría del Cisne Negro.

—¿Teoría del Cisne Negro?

De espaldas a Rentaro, Sumire vertió casualmente café instantáneo en una lata mientras continuaba explicando:

—Las personas en un principio pensaban que todos los cisnes eran blancos, pero después de que se descubrieran cisnes negros en Australia, se armó un gran revuelo entre los Ornitólogos. En un mundo que en un principio creyó que todos los cisnes eran blancos, nadie podía predecir la existencia de cisnes negros…

Sumire continuó observando la estufa.

—Desde entonces, el término «Teoría del Cisne Negro» fue usado para describir fenómenos donde las personas sufren pérdidas sin ningún tipo de preparación porque consideraban que era imposible debido a su adhesión al sentido común. Nada es absoluto en este mundo, para empezar. La incertidumbre abunda en todas partes. Hacer predicciones como si se conocieran todos los factores es un riesgo demasiado alto.

—Sin embargo, esta teoría también puede utilizarse para describir la naturaleza humana. Una predicción como «Ya que esta área ha tenido buenas cosechas durante cinco años, inevitablemente habrá una inundación» es imposible, ¿no?

—Tomemos por ejemplo un gran evento catastrófico que sólo se produce cada muchas decenas de miles de años, pero que de repente se produzca con frecuencia en unas décadas, o que un terremoto inconcebible produzca la explosión de una planta nuclear, o algo así como…

—¿Un virus parásito apareciendo de repente para conducir a la humanidad a la extinción…?

Sumire se dio la vuelta con una sonrisa en sus labios.

—Precisamente. Nunca esperé que comprendieras tan rápido, mi pequeño ayudante.

Rentaro miró sus manos.

El Proyecto del Cisne Negro… Por alguna razón, tenía una sensación de opresión.

Rentaro comenzó a lamentarse. Muy probablemente, se había metido en una situación mucho más problemática de lo que había imaginado. Debí haber forzado a Suibara a escupirlo todo anoche.

Confirmando la hora, Rentaro comprobó que todavía faltaba algo de tiempo hasta la cita que habían acordado.

—Sensei, tengo una pregunta más: ¿El término «Nuevo Plan de Creación Mundial» te suena de algo?

Sumire movió la cabeza hacia atrás, sorprendida. A juzgar por esa reacción, Rentaro confirmó que sabía algo.

El Nuevo Plan de Creación Humana y el Nuevo Plan de Creación Mundial… No pudo ignorar la similitud entre esos nombres desde el momento en que escuchó a Suibara mencionarlo.

La tapa del recipiente de hervir agua cayó acompañada de un silbido.

—¿Dónde oíste eso?

—Una información que me proporcionó un cliente.

—¿Cuánto sabes?

—Prácticamente nada. Por eso vine a preguntarte Sensei.

Deliberadamente había escogido con Suibara hablar en un lugar diferente, por temor de que estuvieran siendo espiados. Por su expresión seria, era obvio que tanto el Nuevo Plan de Creación Mundial como el Proyecto del Cisne Negro parecían ser tan peligrosos al punto que debían tratarse con precaución.

Sumire apoyó la barbilla en su mano mientras pensaba profundamente por un tiempo.

—Ya te dije la razón por la cual el Nuevo Plan de Creación Humana fue rechazado, ¿no?

—Uh… Recuerdo que fue porque era demasiado costoso.

—En efecto. Las Niñas Malditas nacían naturalmente sin costo, pero los soldados como tú requieren de una gran inversión.

Sumire vertió lentamente el café en dos vasos mientras miraba hacia Rentaro.

—Eres un chico un billón de yenes, Rentaro-kun.

Ya veo, así que por eso ese plan fue desechado. Si ese es el costo por una persona, la cantidad total debe ser una fortuna. Sumire continuó:

—Si no se hubiese cancelado, el Nuevo Plan de Creación Humana hubiese avanzado a su siguiente fase, es decir: el Nuevo Plan de Creación Mundial. Para ser exacta el Nuevo Plan de Creación Mundial no es más que la versión completa del Nuevo Plan de Creación Humana.

—¿Versión completa…?

—En efecto. Hiruko Kagetane, Tina-chan y tú usan súper fibras, órganos artificiales, piel metálica, etc. Sin embargo, el Nuevo Plan de Creación Mundial tiene como objetivo ir más lejos. De reemplazar la mitad del cuerpo con maquinaria, se pasa a reemplazar el cuerpo en su totalidad, aparte del cerebro, con maquinaria.

—¡Espera un segundo!

Rentaro interrumpió frenéticamente.

—Sensei, antes mencionaste que la tasa de éxito de la cirugía de mecanización era muy baja, ¿no? Si se amplía eso…

Sumire se sentó en una silla con una expresión un poco avergonzada. Mirando fijamente lo que parecía ser una bombilla cegadora, dijo:

—Por lo menos en teoría, no es imposible. A las criaturas conocidas como científicos les gusta asumir retos, siempre y cuando las posibilidades no sean cero.

—Sensei… eras doctora antes de convertirte en científica, ¿cierto?

—Sí. Pero el veneno llamado curiosidad tiene un efecto inmediato sobre los científicos. La curiosidad no sólo mató al gato. Sumire le dio un vaso. Sosteniendo el vaso con ambas manos, miró al líquido negro del mismo. El calor se extendía gradualmente en la palma de su mano.

—¿Qué diablos está pasando…? ¿Acaso no finalizó el Nuevo Plan de Creación Mundial antes de que empezara? ¿Por qué apareció ese término en la boca de mi cliente…?

—Me gustaría saber la respuesta a esa pregunta también. Aunque era la directora del Nuevo Plan de Creación Humana, nunca escuché que retomaran Nuevo Plan de Creación Mundial. Pero… esto podría estar relacionado con ese incidente…

—¿Ese incidente?

Sumire pareció pensar profundamente una vez más antes de responder:

—Para ser honesta, un hombre fue asesinado recientemente en el Nuevo Teatro Nacional. Nombre: Hobara Kenji. Edad: Treinta y cinco años. Apuñalado en el pecho mientras veía su opera favorita. Muerte instantánea. Simultáneamente ese mismo día, Takamura Saya, una mujer de veintiocho años, fue visitada en su casa por una persona que la asesinó con lo que aparentemente era una escopeta. Además, en ese mismo día, Ebihara Giichi, un hombre de cincuenta y tres años, fue asesinado por un francotirador mientras viajaba en el tren bala.

—Tres en un sólo día son demasiados…

—No, ahí no es donde radica el problema. Las tres víctimas tenían algo en común.

Sumire bebió un sorbo de café antes de hablar:

—Hobara Kenji y Takamura Saya eran sobrevivientes entre los súper soldados del Nuevo Plan de Creación Humana.

—¡¿Qué?!

Mirándolo con los ojos entrecerrados, Sumire cruzó las piernas y continuó.

—Los dos eran pacientes míos. Honestamente, estaba bastante sorprendida. Fueron asesinados sistemáticamente… Los conocía muy bien. Si era posible, en realidad no quería informarte de esto… A diferencia de ti, habían participado directamente en la Guerra Gastrea, por lo que, cansados de luchar, optaron por tener una vida pacífica.

Rentaro había escuchado de Sumire que muchos de los súper soldados del Nuevo Plan de Creación Humana habían optado por seguir carreras como Promotores. Sin embargo, algunos de ellos no eligieron ese camino.

Apoyando su barbilla en la mano, Sumire hizo una expresión como si mirara lejos.

—Ya que eligieron una forma de vida pacífica, les di mi bendición. Pero viéndolo ahora, aparentemente había una serpiente instigándolos. Este chico… Sumire sacó un documento entre las carpetas esparcidas sobre la mesa.

Parecía el informe de una autopsia. En la primera página estaba escrito el nombre de Ebihara Giichi junto a un perfil personal.

—¿Quién es este tipo?

—Un funcionario de alto rango de seguridad pública, al parecer.

Se refería a un miembro de la Oficina de Seguridad Pública. Esta oficina se encargaba de defender la «Seguridad Nacional» mediante su participación en diversas actividades como contener a los extremistas, ultraconservadores, e incluso exponer conspiraciones de terrorismo nacional. La forma en la que investigaban siempre fue un misterio. Se decía que se asemejaba a la forma en la que se realizaba espionaje antes. —¿Por qué alguien de seguridad pública se convertiría en un objetivo?

—Parece que estaba acechando en secreto a los otros dos que se habían jubilado, pidiéndoles que participaran en algo así como trabajo de espionaje. La razón por la que digo «Parece que» es porque no hay evidencia que conecte a Ebihara con los dos súper soldados retirados. Sólo las victimas conocían la verdad. Esta especulación proviene de la secretaria de Ebihara que lo escuchó hablando secretamente con Hubara. Al parecer escuchó algo como «El plan del Nuevo Mundo se acerca», pero no tenía idea de lo que estaban hablando.

—En otras palabras, esos tres fueron asesinados porque…

—No quiero atreverme a sacar conclusiones precipitadas, pero probablemente sabían algo que no deberían saber.

Un silencio ensordecedor instantáneamente envolvió toda la habitación. El aire húmedo del sótano de inmediato azotó el cuello de Rentaro.

El brazo pálido de Sumire, cuyas venas eran claramente visibles, alcanzó otro documento sobre la mesa.

—Por cierto Rentaro, ¿alguna persona relacionada con la policía fue a buscar problemas con Tina?

—No… ¿Qué está pasando?

—Honestamente, estoy muy preocupada por este incidente, por lo que le pedí a Miori que me ayudara a buscar información. Hobara Kenji fue asesinado en el teatro sin ningún testigo. El cuchillo usado para el asesinato tampoco tenía huellas digitales, pero una dulce fragancia aparentemente persistía en el arma homicida. La munición de escopeta para asesinar a Saya era de calibre 12 antipersonal. Igualmente, no hubo testigos oculares. Finalmente, está el incidente del francotirador en el tren bala. La bala usada para matar a Ebihara era algún tipo de poderosa bala de Francotirador llamada Lapua Magnum. No estoy muy familiarizada con las armas de fuego, pero cuando ocurrió el asesinato, el tren bala viajaba a una velocidad de 200 km/h. No importa cómo pienses en ello, que una bala atraviese la ventana y el cerebro de una persona en esas condiciones es totalmente increíble, ¿cierto?

Sólo entonces, Rentaro notó porqué Tina había sido mencionada.

—¡Espera un segundo Sensei! Tina no es la culpable.

—Tampoco creo eso. Pero si buscara a alguien con tales habilidades sobrehumanas, por proceso de eliminación, Tina será la mayor sospechosa…

Imposible, Tina nunca haría algo así.

—A pesar de que Tina está bajo consideración especial de Seitenshi-sama, está condenada a lo que finalmente equivale a una custodia de protección, no olvides que ella en algún momento cometió un intento fallido de asesinar a la jefa del Estado. Si llega a ser señalada, la ejecución por fusilamiento sería inevitable.

—No me asustes con eso… Suponiendo que esa clase de asesino existiera realmente, todavía no hay un vínculo claro con el Nuevo Plan de Creación Mundial, ¿no? Y aun si existiera, dudo mucho que yo sea un objetivo cuando soy de un modelo más viejo, ¿no?

Rentaro había derrotado a Kagetane, Tina y Aldebarán antes, pero definitivamente no creía que su propio podría superar al de estos oponentes. Más bien, el ganó en todas las ocasiones por un estrecho margen, obteniendo la victoria al confiar en un milagro.

Comprendiendo lo que Rentaro trataba de decir, Sumire hizo una mueca de desagrado.

—Parece que estás malentendido algo. Tus prótesis en realidad tienen mucho más potencial del que crees.

Por un instante, Rentaro quedó atónito, incapaz de comprender lo que Sumire estaba diciendo.

—¿E–En serio…?

Al ver a Rentaro acercando su rostro, Sumire tranquilamente extendió sus manos.

—Por supuesto. Eres el resultado supremo de todos los soldados que he creado, y eso incluye su potencial. Tú crees que has hecho pleno uso de tu prótesis ocular y tus extremidades, pero si tuviera que dar un comentario basándome en mis especificaciones iniciales, todavía tienes un largo camino por recorrer. Toma tu prótesis ocular, por ejemplo.

Sumire señaló a Rentaro, lo que lo impulsó a que tocara su ojo izquierdo, donde tenía instalada una prótesis artificial.

—Tu ojo protésico está equipado con un circuito limitador que impide que tu tasa de procesamiento sobrepase un límite determinado.

—¿P–Por qué?

—Porque terminarías viendo demasiadas cosas. En realidad todavía estás atascado en el nivel de calcular futuras posiciones o movimientos del enemigo o ralentizar la percepción del tiempo, pero francamente hablando, hay mucho espacio para mejorar. Durante los ensayos clínicos, a varios pacientes se les implantaron ojos artificiales como el tuyo, pero sin un circuito limitador. Al final, ninguna de esas personas regresó…

—¿Qué quieres decir con regresar…?

—Al instante en que el ojo protésico es liberado, intensas fluctuaciones aparecen en las ondas cerebrales, finalmente llegando a cero. En otras palabras, no estoy segura de qué era exactamente lo que veían pero… Algo como la incertidumbre no puede ser utilizado. Por esa razón, termine añadiendo un circuito limitador. Aunque hay muchas técnicas prácticas que implican incertidumbre, tales como la lectura y escritura de los discos duros, la expansión térmica de los motores diésel, cuando trabajas con las vidas humanas, y la ética, los de arriba son muy cobardes para aceptarlo…

—Eso es natural. En cualquier caso, si lo ignoraran sería un delito grave.

—Un delito grave, eh… Ya veo, ¿así que soy la villana aquí? —Un tono gris muy cerca al negro. Ese es mi sentimiento.

Sumire hizo «hmph» como si le pareciera aburrido.

—Te has vuelto más y más hábil con las palabras… Ese circuito limitador fue la elección correcta. Una reducción en la velocidad de cálculo produce una reducción comparable en la tensión del cerebro… Deberías recordar este término… «Terminal Horizon»: El otro lado de las dos mil milésimas de segundo.

—¿Terminal Horizon?

—En efecto. Tu ojo protésico utiliza tu ira, tristeza, rabia y otras emociones, para ajustar tu nivel de habilidad. Cada vez que activas la prótesis ocular sientes como si el tiempo se moviera más lento, ¿no? Sin embargo, en realidad, el tiempo no se desacelera. Más bien, la potente computadora alojada en tu cerebro aumenta tu tasa de pensamiento, por lo que sientes como si el tiempo fluyera más lento. Sin embargo, tú sólo sientes como si fueran a lo máximo dos segundos en vez de uno, cuando las cosas llegan al punto en el que un segundo en la vida real se convierte en dos mil segundos en tu mente, es el límite. Todos los pacientes que hicieron eso no pudieron regresar debido al daño cerebral.

Rentaoō estaba totalmente conmocionado.

Incluso cuando luchaba contra Kagetane estaba seguro de que su prótesis ocular había calculado lo más rápido posible, que era a lo sumo una quincuagésima parte de un segundo. Por supuesto, en una situación como esa, el valor pudo haber aumentado una o dos centésimas de segundo.

… Pero un factor de dos mil… ¿estoy tan lejos del límite máximo?

Sin embargo, eso era también una buena noticia. Rentaro entendió rápidamente eso. Aihara Enju, Tina Sprout y Tendo Kisara… Con el fin de no permitirse a sí mismo quedar rezagado por estos poderosos miembros de la Seguridad Civil Tendo, debía acercarse al límite del Terminal Horizon tanto como le fuera posible. Seguramente, eso sería beneficioso para él.

Incluso si era incapaz de usar un rifle de francotirador con precisión, aun así tendría fortalezas en otras áreas.

Cruzando las piernas hacia otro lado, Sumire continuó:

—Volvamos al tema principal. Estás obligado por la cuestión de la confidencialidad del cliente, así que no voy a preguntarte quién es. Pero te diré esto: primero que todo debes proteger la vida de ese cliente y ocultarlo tanto como te sea posible. Ya que si sabe sobre el mismo secreto que guardaban los tres que fueron asesinados, también estará en peligro.

Debería dirigirme al punto de reunión inmediatamente. Pensando en eso, Rentaro estaba a punto de levantarse.

—Una última cosa…

La mirada aguda de Sumire atravesó a Rentaro.

—… Primero que todo, aún no llegas a una conclusión sobre lo de Kisara. ¿Cómo piensas afrontar eso?

Rentaro se congeló.

—Nada, no tengo la intención de hacer nada.

—Incluso si Kisara es llevada lejos por otro hombre, ¿sólo piensas mirar de lejos disgustado?

Rentaro se levantó de su silla y miró fijamente a Sumire.

—Sensei… probablemente ya escuchaste sobre lo que pasó con Kisara-san y Kazumitsu antes, ¿cierto?

—Sí…

Al finalizar la Tercera Batalla de Kanto, Tendo Kisara mató a su medio hermano de parte del padre: Tendo Kazumitsu. Además, lo hizo de una forma muy cruel.

—A mí, uhm… me gusta Kisara-san. Al principio estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Pero después de ese incidente, comprendí algo: Kisara-san sólo sobrevivió porque dependía completamente de su odio hacia los Tendo, ya que sus padres fueron comidos por el Gastrea delante de ella, Kisara había perdido cualquier sentido de su vida. Pero un día, repentinamente sucedió un incidente que la impulsó, con una resolución inquebrantable, a convertirse en la aprendiz de Tendo Sukekiyo para entrenarse en el manejo de la espada.

Lo único que sostenía los latidos de su corazón y su voluntad de vivir, era su deseo ferviente de enviar al infierno a aquellos que le habían arrebatado todo, sólo eso.

—Un año después de que Seguridad Civil Tendo abriera, pensé que se había olvidado de eso debido a todos los momentos felices. Pero parece que me equivoqué…

«¿Aún no lo entiendes? La justicia no es buena. No puedes oponerte al mal simplemente confiando en la justicia. En cambio, debes confiar en el «Mal Absoluto» que es aún más oscuro. Ese es el tipo de poder que poseo».

Al recordar ese momento, Rentaro apretó los dientes y miró hacia abajo.

—Ella no va a escucharme…

Si bien las palabras de Sumire ayudaron, Rentaro también había organizado sus pensamientos en su mente, ayudándolo a comprender como debía enfrentar la entrevista de matrimonio entre Hitsuma y Kisara.

—Desde que fui llevado a la Mansión Tendo para ser criado por ellos, he estado tan en deuda con Kisara-san que incluso no me alcanzaría toda mi vida para pagarle. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, siempre y cuando la ayude a alcanzar la felicidad. He decidido esto Sensei. Espero que Kisara-san pueda entender que hay muchas otras razones aparte de la venganza por las cuales vivir en este mundo. Por esa razón, yo…

Rentaro dudó. La decisión que estaba haciendo en este momento implicaba despedirse de los sentimientos que había acumulado en su corazón durante diez años.

Sumire lo miró sorprendida.

—¿Así que tienes la intención de retirarte para darle prioridad a la felicidad de Kisara-san…? ¿Realmente entiendes lo que significa, Rentar-kun? Supongamos que simplemente deseas que Kisara-san sea feliz, eso significa que debes seguir suprimiendo tus emociones a partir de ahora. Es algo que no puedes dejar a mitad de camino… ¿Puedes jurarme que podrás hacerlo?

Rentaro cerró los ojos. Bajo sus parpados apareció la imagen de Kisara sonriendo tímidamente con una mano en su boca.

—Lo juro, Sensei.

—Incluso si Kisara progresa sin problemas con su pretendiente, y obtiene finalmente felicidad gracias a su matrimonio e hijos… Ella no podrá olvidar su venganza. Las heridas físicas son fáciles de recuperarse, pero las heridas mentales son incurables. Es imposible recuperarse de ellas. Supongamos que debas rectificar el camino de Kisara y seas el responsable de encargarte de ella… ¿Puedes asegúrame que podrías asesinarla?

Rentaro se colocó de pie, de espaldas a Sumire.

—Sensei, debo irme. Aún tengo que cumplir una cita con mi cliente.

Mientras se alejaba como si huyera, sentía sus piernas muy pesadas mientras subía las escaleras.

… Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por Kisara-san… Pero…

Rentaro notó que su respiración se había vuelto muy rápida y agitada.

Quería apretar el arma en su funda con ambas manos, para calmar su respiración irregular.

Sin embargo, su mano no agarró su objetivo. Descubriendo que el peso que habitualmente lo calmaba había desaparecido, buscó frenéticamente detrás de él con ambas manos, pero no pudo encontrar nada.

La Springfield XD de Rentaro no estaba.

Imposible… pensó Rentarō mientras buscaba en sus bolsillos todavía sin poder encontrar nada.

Debido a que estaba muy deprisa esta mañana, no le había prestado especial atención.

La conversación con Suibara instantáneamente se reprodujo en su mente:

—Lo siento, pero la evidencia fue robada.

—¿Robada?

—Mi casa ha sido allanada varias veces ultimadamente y he perdido muchas cosas. Una de esas cosas es la evidencia. Así que todo lo que puedo hacer es hablar directamente con ellos como testigo. Aparte de eso, eres el único en quien puedo confiar.

—Rentaro, esas personas ya te han calificado como alguien relacionado conmigo. Lo siento por involucrarte, pero debes tener cuidado.

No hay forma… Rentaro negó con la cabeza. Menos de un día había transcurrido desde ayer. Era imposible que las garras del enemigo hubieran llegado hasta el tan rápidamente. Incluso si fue hecho por el «Enemigo» que mencionó Suibara… ¿Cuál era el punto en robar su arma?

La hora citada para su encuentro se acercaba más y más.

Sacudiendo su cabeza para disipar el creciente presentimiento desagradable, aceleró sus pasos hacia el edificio en donde habían acordado reunirse.

Parte 5[edit]

Aún en construcción, el hormigón de la oficina Magata permanecía expuesto, reflejando la pálida luz blanca de la luna.

Obstruida por los andamios de la construcción, la luz de la luna iluminaba el edificio proyectando complicados patrones de sombras en el suelo.

Alguien estaba allí con las manos en los bolsillos. Era Suibara pateando el suelo.

Había llegado una hora antes de lo acordado debido a una riña con su Iniciadora en casa.

Debí haberle sugerido que nos reuniéramos en un lugar lleno de gente, pensó Suibara, pero negó con la cabeza de inmediato. En esas condiciones, donde podían espiarlos desde cualquier lugar, era imposible hablar sin que tuvieran que preocuparse.

Esperando durante un rato, Suibara se esforzó para consolarse.

Después de que esto fuera expuesto a través de Rentaro, todo habría terminado. Entonces podría estar seguro y continuar con su vida sin ningún problema. Todo lo que tenía que hacer era esperar un poco más de tiempo.

Justo en ese momento, miró hacia atrás al escuchar una serie de ruidos sordos. Los pasos se podían escuchar desde el otro lado de la oscuridad.

Dejando ver un par de zapatos. La luz de la luna produjo una sombra junto a los pies de la persona que se acercaba.

Mirando su celular, Suibara notó que aún faltaban cuarenta minutos para la hora señalada.

¿Quién hubiera pensado que ya estaría aquí? Es una persona impaciente… Suibara sonrió irónicamente mientras pensaba que no tenía derecho a criticar a los demás y se dirigía hacia el felizmente…

—Hey, Renta…

Un ruido sordo fue acompañado de un fogonazo. En ese momento, sintió un impacto en su flanco izquierdo. El teléfono celular en su mano cayó en algún lugar desconocido.

—¿Eh?

Durante un instante, Suibara no tuvo idea de lo que había pasado.

Al escuchar el sonido del casquillo usado cayendo al suelo, pudo sentir el calor que venía de su cuerpo como si fuera sometido a un fuego abrazador.

Suibara miró su cuerpo con miedo, su camisa ya estaba teñida de rojo.

—Ah… ¡Guh…!

Al instante en que notó que le habían disparado, un intenso dolor llenó su mente.

No, esa persona no es Rentaro.

La sombra disparó dos veces más mientras caminaba. Penetrando la pierna y el pecho de Suibara. Incapaz de sostenerse por más tiempo, se desplomó en el suelo.

Incapaz de respirar por el increíble dolor, algo subió de las profundidades de su estómago, haciéndole vomitar una gran cantidad de sangre fresca. Su cuerpo sentía un frío extremo. Pensando que no moriría sin hacer nada, Suibara movió desesperadamente su cuerpo como un gusano, tratando de escapar del atacante.

Sin embargo, ese intento antiestético de escape muy pronto llegaría a su fin.

Suibara sintió algo presionándolo contra la parte posterior de su cabeza. Instintivamente, supo que era la boquilla de un arma de fuego.

Todo tipo de recuerdos se derramaron en su mente como una cinta, lagrimas salieron de sus ojos. Mientras respiraba de forma agitada, estirando su mano hacia el aire, agarró el recuerdo más feliz de todo el tiempo que pasó con cierta chica.

—¡Hotaru…!

Se escuchó un disparo, iluminando el interior del edificio por un instante. Finalmente, todo lo que quedó fue el sonido de un casquillo tocando el suelo y el eco del disparo resonando en el oído del atacante.

Un viento cálido y húmedo sopló, sacudiendo los árboles cercanos.

Al instante en que llegó la obra de construcción de la oficina municipal de Magata, Rentaro detuvo sus pasos al sentir una sensación desagradable.

Luego miró hacia el edificio.

En el cielo, por encima del edificio, podía verse una luna de agosto a medio brillar.

Aún quedaban veinte minutos antes de la hora acordada, a pesar de que sentía que aún era demasiado temprano, subió las escaleras.

Con las palabras que mencionó Sumire justo antes de que dejara el laboratorio, aun persistentes en su oído, Rentaro notó que su cabeza daba vueltas sin ningún rumbo.

Al llegar al cuarto piso según lo acordado, no encontró nada más que un espacio vacío.

Sólo para estar seguro, encendió la luz de su Smartphone y le grito al aire:

—Hey, Sui… … bara. Cuando estaba a punto de terminar su nombre, quedó atónito por el olor asfixiante a sangre en el aire.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al instante. Rápidamente levantó su Smartphone por encima de su cabeza para iluminar el área circundante.

La búsqueda terminó con una sorprendente cantidad de manchas de sangre… y las piernas de un hombre tirado detrás de un pilar.

—¡Suibara!

Rentaro corrió hacia él con desesperación.

Suibara estaba tirado en el suelo con un total de cuatro disparos hechos en su abdomen, pierna, pecho y cabeza. La herida en la parte posterior de su cabeza era claramente fatal.

Suibara estaba muerto. Ayer todavía respiraba y era capaz de bromear, como lo hacían cuando eran niños.

Sin embargo, algo aún más aterrador entró en la vista de Rentaro.

—¿Qué? ¡Esto es…!

Colocado en la espalda de Suibara mientras estaba tirado en el suelo era el arma que se suponía era el arma homicida. Rentaro se acercó con cautela.

Detente… Pudo escuchar una alarma en su corazón. Esta era la escena de un crimen, sus acciones sólo empeorarían las cosas. El aire caliente y húmedo de la noche rozó su piel. Un sudor frío se deslizó por su rostro. Rentaro ignoró la advertencia de su mente y extendió su mano para sostener el arma.

Una corredera de cuatro pulgadas con un .40 tallado en el lado izquierdo de la pistola. Conocía esta pistola demasiado bien.

Una pistola fabricada por Springfield Armory. Tenía la misma longitud de corredera que la pistola que Rentaro utilizaba. El modelo y calibre era también el mismo. No había ninguna duda que era la pistola que había sido utilizada para asesinar a Suibara.

Tras examinarla detalladamente, Rentaro descubrió algunos arañazos sobre la corredera y el mango de la pistola. Sin lugar a dudas, era el arma que había utilizado en las batallas contra Hiruko Kagetane, Tina y Aldebarán.

El arma que le habían robado había aparecido en la escena del crimen de Suibara. ¿Por qué?

En ese instante, Rentaro fue iluminado por dos rayos de luz. Por lo que cubrió su cara para evitar que el brillo lastimara sus ojos.

—¡Policía! ¡Detente!

Entrecerrando sus ojos para poder observarlos, vio a un par de policías usando uniformes. Un escalofrió al instante descendió por su columna vertebral.

—¡Lo han malentendido! ¡Esperen!

—¡Suelta el arma!

Junto a un ruido sordo, un disparo de advertencia impactó cerca a los pies de Rentaro.

Sólo entonces, notó que estaba agarrando con fuerza el arma que había matado a Suibara. Frenéticamente, arrojó el arma.

Un haz de luz se le acercó. De repente sintió a alguien chocando contra el junto al intenso dolor de su brazo siendo torcido.

Con una idea vaga de las circunstancias, encontró su cara siendo aplastada violentamente contra el suelo.

Escuchando un sonido metálico, notó que sus manos estaban siendo incomodadas por algo.

Apretando los dientes miró hacia atrás para ver el brillo de las esposas en sus muñecas.

—¡Capturado!

Rentaro cerró los ojos con fuerza.

… ¡Fui incriminado!

Parte 6[edit]

Rentaro golpeó con fuerza la mesa de acero.

—Al diablo con esto, ¡yo no lo hice!

—Deja de mentir. ¡¿Quién más estaba allí, aparte de ti?!

—Me tendieron una trampa.

—El arma utilizada para asesinar a la víctima era sin duda la tuya. Las marcas registradas en la base de datos también coinciden con las de tu arma, la evidencia es sólida como una roca. Si continuas negándote, sólo vas a hacer la pena más dura.

Sin poder comunicarse. Rentaro cruzó las piernas con ira y ajustó su postura en la silla. Había sido traído a esta sala de interrogatorios, donde la tensión abundaba.

Las paredes eran de un monótono acero gris. Había una pequeña mesa. Era una habitación en hacinamiento y sin ningún adorno, casi desprovista de cualquier cosa que pudiera llamarse mueble.

Por las últimas dos horas, esta pregunta inútil y esa misma respuesta se habían repetido una enorme cantidad de veces. Rentaro ya había tenido suficiente. Enju probablemente estaba empezando a preguntarse por qué no había regresado a casa. Esperaba que no se preocupara demasiado.

¿Por qué tengo que sufrir este tipo de trato? Realmente quería regresar rápido. Al ser acusado de un crimen que no había cometido, Rentaro estaba tan tenso que casi quería golpear al policía en la cara.

La puerta de la habitación se abrió. El detective interrogándolo se enderezo.

Un rostro cuadrado y robusto se asomó desde la puerta. Rentaro instantáneamente sintió como si alguien fuera a salvarlo de esta situación.

—Inspector Tadashima.

Tadashima Shigetoku. Un detective de homicidios con el rango de inspector.

Rentaro lo había visto varias veces en escenas del crimen y comprendía el carácter de Tadashima hasta cierto punto.

Seguramente testificaría que Rentaro no había cometido ningún delito.

Pero al segundo siguiente, se dio cuenta que esa idea era demasiado ingenua.

—Eres Satomi Rentaro, ¿cierto?

—¿Qué…?

En el rostro robusto del hombre, un par de ojos se estrecharon como si buscara un pequeño agujero. A pesar de que no era culpable, se estremeció, intimidado por la presión que emanaba el detective.

Eso finalmente convenció a Rentaro. Tadashima estaba aquí para interrogar a «Satomi Rentaro, el sospechoso de homicidio» en lugar de tener una charla con el «Satomi Rentaro de Seguridad Civil».

Esperar su compasión en este punto sería tan inútil como pedir perdón antes de ser ejecutado por la guillotina.

Tadashima levantó al joven detective mientras se sentaba frente a Rentaro. El detective que había estado haciendo el interrogatorio se colocó detrás de él y siguió caminando de un lado a otro para intimidarlo.

Tadashima se inclinó hacia adelante, presionando la mesa de acero. La mesa crujió por su peso.

—Por favor, explíquenos desde el principio sus acciones la noche del homicidio.

—Ya lo he explicado muchas veces.

—No fui yo quien lo escuchó.

Esa respuesta irracional causó que Rentaro quisiera golpearlo, pero aun así suprimió su impulso.

Pedir una explicación de lo que había sucedido con el fin de encontrar contradicciones en el testimonio del testigo era una técnica común de la policía.

Rentaro se esforzó por mantener la calma y contar lo que había sucedido.

—Esa arma es la suya, ¿no?

—¿No lo he dicho ya? Alguien me la robó. No lo había notado al principio.

—Si no lo habías notado, ¿cómo sabes que fue robada? ¿No se te ocurrió que pudiste haberla perdido en alguna parte?

Sintiendo que las cosas no iban bien, un sudor frío recorrió su espalda.

—Eso es porque… En retrospectiva, mi arma fue utilizada para cometer un delito, por eso digo que fue robada. Pero en aquel entonces no sabía que había sido robada.

—Perder un arma de fuego es un tema serio. ¿Por qué no lo denunciaste de inmediato con la policía?

—Como dije, no pensé que hubiera sido robada en ese momento. Pensé que podía encontrarla en mi casa o la oficina.

—¿Cuándo notaste que habías perdido la pistola?

—Uh… Justo antes de reunirme con Suibara.

—Hmph, justo antes de encontrar a la persona muerta. Que sincronización perfecta para un descubrimiento.

Tadashima hizo una expresión clara de sospecha.

Maldita sea. Si existieran máquinas del tiempo, Rentaro le hubiera advertido a su yo del pasado que se diera prisa y reportara el arma con la policía.

—Hey, inspector Tadashima, cuando Suibara fue a contratarme en Seguridad Civil Tendo, ya tenía miedo de perder la vida. Además, no tengo ningún motivo de peso para matarlo.

—¿Alguien puede corroborar eso?

—¿Qué dijiste…?

Tadashima abrió su cuaderno, lamiendo su pulgar antes de mover las páginas.

—Antes de venir aquí, interrogué brevemente a todos en Seguridad Civil Tendo.

Rentaro no respiró por un momento. En otras palabras, Kisara, Tina y Enju ya sabían que lo habían arrestado.

—Suibara Kihachi definitivamente lo visitó para encargarle un trabajo. Su presidenta puede dar fe de ello. Sin embargo, no escuchó los detalles importantes del asunto.

—Debido a que era el único en quien confiaba y no estaba dispuesto a hablar con nadie más.

—¿Alguien puede probar lo que estás diciendo?

—No. Suibara y yo éramos los únicos en Seguridad Civil Tendo en ese momento. Él les pidió a todos los demás que salieran antes.

—En otras palabras, aparte de usted nadie más escuchó las palabras de la persona fallecida.

—¿Qué demonios estás tratando de decir…?

La mirada de Tadashima se dirigió a su cuaderno mientras comenzaba a pasar las páginas:

—Estos son los testimonios que obtuve. Tu Iniciadora regresó de las compras y te encontró actuando extraño. Incluso te negaste a comer con los demás y fuiste a alguna parte.

—Eso es porque…

Rentaro por poco suelta la verdad, pero notó que este no era el espacio adecuado, por lo que se quedó en silencio.

—¿Por qué…? Dígame.

—Eso es por otra cosa…

—¿Deseas permanecer en silencio?

—No… Mi presidenta dijo que iba para una entrevista de matrimonio. Después de eso, pensé que sería incomodo permanecer en su presencia…

Tadashima colocó una expresión de incomprensión.

—No tienes ninguna relación con esa mujer, ¿cierto?

Rentaro miró hacia abajo, con las mejillas rojas.

Una risa burlona vino desde atrás.

—Esa es una gran excusa…

—¿Qué quieres decir con eso?

Rentaro miró con rabia al detective detrás de él, escuchando al instante un grito de «Mira hacia adelante» obligándolo a regresar a su postura original. Con los codos sobre la mesa, Tadashima presionó sus palmas y lo miró.

—En realidad, esto es lo que quiero decir. Suibara Kihachi no hizo ninguna solicitud en primer lugar.

—¿Qué…?

—Fuiste chantajeado por la víctima. Aunque desconocemos cual secreto tuyo llegó a sus manos, eran amigos de la infancia, por lo que el hecho de que supiera algo no es extraño. Sabiendo que eras el salvador del Área de Tokio en la Tercera Batalla de Kanto y el incidente con Hiruko Kagetane, Suibara decidió presionarte por algo de dinero. Debido a las amenazas de Suibara, estabas demasiado irritado por lo que no quisiste comer con tus compañeros. ¿Estoy en lo cierto?

Tadashima continuó con su monologo.

—Después de decidir deshacerte de él, lo engañaste para que fuera a un lugar vacío y le disparaste a quemarropa. Al final, alguien escuchó los disparos y la policía llegó de inmediato. Ese Texto en cursiva es realmente estúpido.

—¡No me jodas con eso!

¿Qué tontería era esa? La versión de Tadashima estaba muy alejada de la verdad.

Sin embargo, Rentaro de hecho fue el único que escuchó la petición de Suibara. Después de eso, también era cierto que dejó apresuradamente la oficina porque no quería verse con Kisara.

Nunca esperó que estos hechos encajaran como los ingredientes para un malentendido.

Un sudor frío bajó por su rostro.

—Hey Inspector… Estuve involucrado personalmente en el incidente de Hiruko Kagetane y la Tercera Batalla de Kanto. ¿De verdad crees que alguien como yo asesinaría a las personas?

Rentaro suplicó en su corazón. Ahora que había perdido a Tadashima como aliado, su suerte quedaba por completo en manos de otros.

Pero Tadashima fríamente negó con la cabeza.

—Estás siendo interrogado precisamente porque la verdad es desconocida. Los criminales son criminales. Nuestro trabajo es detenerlos. He visto más que suficientes autoproclamadas «Buenas Personas» que insistieron en que estaban poseídos por el demonio cuando cometieron los actos. Rentaro negó con la cabeza sin poder hacer nada.

—Yo no maté a ese tipo.

—En otras palabras, ¿estás negando los cargos?

—Por supuesto. ¿Por qué tengo que admitir algo que no hice? Quiero un abogado. Ustedes deberían tener asistencia letrada, ¿cierto? Tadashima suspiró suavemente, su mirada helada penetró a Rentaro.

—Satomi Rentaro, estamos deteniéndote. Ya recurrimos a los tribunales para extender tu tiempo de detención. Permanecerás en una celda por ahora.

Parte 7[edit]

—¡Qué desastre, Rentaro-kun!

Al otro lado del cristal acrílico reforzado, Muroto Sumire estaba rascándose la parte frontal de su cabello, murmurando con tristeza.

—Desde que me involucré contigo, he sido arrastrada fuera del sótano un gran número de veces. Cuando venía hacia aquí hoy, el sol me quemaba sin piedad. Casi termino incinerada.

Rentaro tuvo ganas de reír un par de veces, pero su expresión era un poco dura.

—¿Estás un poco cansado?

Rentaro se encogió de hombros y respondió:

—Más bien sano, diría yo. Al menos mientras vivo aquí, tengo tres comidas gratis al día y siestas por las tardes.

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de Sumire, antes de que sonriera rápidamente.

—Ese es el espíritu, chico. Si utilizas esa vitalidad para salir de la cárcel las cosas serían mucho más simples.

Escuchando una tos seca, Rentaro vio al guarda de prisión sentado en una silla, haciendo un gesto con su rostro.

Rentaro se encontraba con Sumire en la sala de visitas. Ya había sido detenido por una semana.

—Cuando escuché por primera vez que fuiste arrestado, pensé que había sido por lamer el trasero de una chica joven debido a lujuria excesiva, pero parece que ese no era el caso. Nunca espere que fuera por asesinato. En muchos niveles, siempre haces cosas que transcienden por completo mis expectativas.

—Como dije, no maté a nadie…

—Ya debiste haber hablado con el abogado. ¿Qué fue de él?

—No mucho, dijo que estoy siendo procesado legalmente. Las posibilidades de ganar el juicio son muy bajas.

—¿Estás sorprendido?

—No…

Rentaro estaba mintiendo.

En algún lugar profundo de su corazón, todavía tenía fe. Ya que no había hecho nada, creía que seguramente alguien podría entender y defenderlo.

Pero no pasó mucho tiempo antes de que la esperanza se convirtiera en desesperación.

Después de pasar por duros interrogatorios y que el tribunal aprobara la extensión de su detención, Rentaro se convirtió en un recluso que debía llevar esposas con una cuerda alrededor de su cintura cuando se movía, contando esta noche, se había reunido docenas de veces con los oficiales y el fiscal encargado. Cada vez que respondía tristemente «Yo no lo hice» era reprendido secamente con un «Sólo tienes que responder la pregunta»

Insistiendo en su inocencia, su voz se volvió ronca de tanto gritar.

Su especulación de que Suibara fue eliminado por una organización detrás de una conspiración fue hecha burlas.

En algún lugar de la mente demacrada de Rentaro surgió la idea de que sería más fácil resignarse y confesar el crimen. No sólo fue una vez ni dos veces.

—Tus posibilidades serian diferentes si te defendiera, pero, por desgracia, convertirse en abogado requiera un procedimiento complicado además de una licencia.

—Eres doctora, ¿cierto?

—¿La ley le prohíbe a los doctores ser abogados?

—Uhm… no.

—Además, ya me he leído todo el compendio de leyes. Grueso, pesado y aburrido, me tomó media hora para que lo memorizara todo.

—¿Qué piensas?

—En ellos están escritos los deseos humanos. Una cantidad asombrosa de deseos humanos.

—Por cierto… —Sumire cambió de tema y miró hacia el pecho de Rentaro— Enju probablemente te ha visitado regularmente.

Su mirada se dirigió hacia el chándal que Rentaro estaba usando, remendado torpemente con un diseño de conejo. Rentaro lo tocó con la mano, sintiendo la textura. Este era un chándal que Enju le había dado.

Cuando Rentaro fue arrestado, su uniforme y cinturón fueron llevados a la sala de detención para prevenir que el sospechoso se suicidara ahorcándose o tragándose los botones.

Se suponía que sus prótesis debían ser quitadas, pero debido a que estaba disfrazada de piel artificial, siempre y cuando guardara silencio acerca de ellas, no había necesidad de preocuparse por que las confiscaran por ahora.

En las anteriores visitas sólo había venido Enju. Ni Tina ni Kisara habían aparecido.

—Sensei, ¿cómo está Tina?

Sumire negó con la cabeza.

—¿La policía aún no la ha soltado?

Poco después de que Rentaro fuera arrestado, Tina fue capturada por la policía.

Tal como Sumire temía, además de Tina, la policía no pudo encontrar a ningún otro sospechoso capaz de una hazaña como dispararle a alguien a través de la ventanilla de un tren bala que viajaba a 200 km/h.

Según Enju, Tina fue llevada por la policía a pesar de la evidente falta de pruebas. Ella no había regresado desde ese día. Desafortunadamente, no tenía ninguna coartada ese día, lo cual era una de las razones por la que sospechaban.

—A este paso, el caso del francotirador de Ebihara podría terminar contigo como el autor intelectual y Tina como quien ejecuto la orden.

—¡Esto es ridículo…!

Haciendo caso omiso de la reacción violenta de Rentaro, Sumire apoyó con calma sus codos sobre la mesa y apoyó la barbilla sobre sus palmas superpuestas.

—De hecho, es extremadamente ridículo. Sin embargo, cuando los organismos conocidos como seres humanos se encuentran con cosas poco razonables, en su intento de encontrar métodos para racionalizarlo, no les importa imaginar cualquier cosa para poder aceptarlo.

Él estaba de pie en la escena de un crimen sosteniendo un arma homicida. De igual forma, había ocurrido el incidente del francotirador, el cual era imposible para un ser humano normal, y sólo había una persona posible que podía haberlo hecho. Al final, a pesar de que estas cosas estaban a un nivel de «Sólo Dios sabe» no era difícil imaginar los rostros solemnes de los jurados después de escuchar la historia durante el juicio.

—…

—Vamos a hablar de algo aún más desagradable. Al instante en que seas declarado culpable, tu licencia como Promotor será retirada de acuerdo a las regulaciones. La razón oficial es que los criminales tienen prohibido portar licencias. Más aterrador que eso es el hecho de que a partir de ese momento Enju te será quitada y entregada a la IISO.

—No hay forma…

—Es gracias a la licencia de Promotor que se te permite cuidar de una niña de diez años sin ninguna relación de sangre y vivir con ella. Después de perder la licencia, por supuesto que el estado de Enju sufrirá un cambio drástico.

—En ese caso, Enju debería dejar de ser una Iniciadora.

En el Área de Tokio, las Iniciadoras eran escogidas por actos voluntarios y podían abandonar su posición cuando quisieran. Sin embargo, Sumire negó con la cabeza.

—Será mejor que no pongas tus esperanzas en eso. Una vez que Enju abandone su estatus de Iniciadora, la IISO dejará de proporcionar el agente inhibidor. En el estado actual de Enju, eso sería fatal.

—Maldita sea. ¿No es eso obligar a las personas a caminar hacia la perdición…?

Rentaro golpeó la mesa, haciendo que el guarda de la prisión mirara duramente hacia él.

Sumire se levantó de la silla.

—De todos modos, Rentaro-kun, deberías pensarlo cuidadosamente. Tú siguiente paso es muy importante.

Diciendo esto, Sumire dejó la habitación.

¿Qué debo hacer? Rentaro se preguntó. Sin embargo, no pudo encontrar una respuesta clara.

Mientras estuviera encerrado aquí no había forma de que pudiera revertir esta situación desfavorable.

Que el proceso se cayera debido a la falta de pruebas era la última esperanza de Rentaro.

Disminuyendo la velocidad de su respiración que se había acelerado, Rentaro juntó sus manos con fuerza, como si estuviera rezando.

No puedo ser procesado. Después de todo, no soy el asesino.

El guardia de la prisión se acercó a Rentarlo. Pero aun así, el permaneció en la silla sin moverse.

Dos días después, Satomi Rentaro fue acusado formalmente por el fiscal, convirtiéndose así de un sospechoso a un acusado.

Parte 8[edit]

Desde el momento en que fue confirmado como un acusado, Rentaro pasó todos sus días deprimido.

Al principio sentía que no era razonable, hizo una rabieta y fue sometido por la seguridad del tribunal. Luego fue golpeado por un agotamiento profundo.

Desde su arresto y detención, no había visto a Tina. De acuerdo a la información indirecta que había llegado a él, su estado no era nada optimista.

Originalmente, con diez años de edad, se suponía que Tina se liberaría de la pena de acuerdo a la legislación de menores, pero la fiscalía parecía excesivamente ansiosa por ejecutarla. Usando el hecho de que ella no era humana y, por lo tanto, la ley no se le aplicaba, ellos coaccionaron en un duro proceso de reunir razones.

Rentaro se sintió muy decepcionado.

¿No estaba la llamada ley destinada a ser el último bastión de los débiles? En algún punto desconocido, la civilización había retrocedido a la época de las cazas de brujas desenfrenadas. No, sería más exacto decir que eran los corazones humanos los que habían retrocedido.

Enju visitaba a Rentaro casi todos los días.

Presionando su rostro contra el vidrio de la sala de visitas, ella le daba algunas palabras de consuelo incluyendo «Seguro vas a estar bien», «Nunca hiciste nada malo en primer lugar, ¿cierto Rentaro?», «Debería dejarte tocar mis pechos después de que salgas de forma segura», etc.

Rentaro con indiferencia le respondía «Gracias», «Por supuesto» y «No, gracias». Sin embargo en su corazón se sentía profundamente agradecido hacia ella.

Sin Enju confortándolo, Rentaro probablemente se hubiera rendido hacia la desesperación debido a todos los traumas psicológicos que había sufrido.

Si no estuviera por el vidrio entre ellos, Rentaro realmente la hubiera abrazado entre sus brazos y llenado de besos. Al darse cuenta de que albergaba tales sentimientos hacia una niña de diez años, Rentaro no pudo evitar sentirse angustiado.

Hoy, estaba en la sala de visitas de nuevo.

Sin embargo, la persona frente a él no era ni Sumire ni Enju.

Desde hace un tiempo, Rentaro se había quedado en silencio sin saber qué decir. Frente a él, era lo mismo para la chica con el uniforme de marinero negro.

El segundero del reloj marchaba mecánicamente. Cuando habían transcurrido tres minutos de la preciosa hora de visita, la chica por fin habló:

—Lo siento, en realidad quería venir desde antes a…

—No es nada, no dejes que eso pese en tu mente, Kisara-san.

Después de haber escuchado algunas cosas de Enju, Rentaro apenas logró fingir estar calmado.

Recluido en el centro de detención, Rentaro no tenía forma de saberlo, pero después de que los arrestaran a él y a Tina, un gran número de periodistas se reunieron alrededor de Kisara.

Por mucho que Rentaro respetaba la personalidad inteligente y audaz de Kisara desde el fondo de su corazón, también sabía que al mismo tiempo era sólo una chica de dieciséis años de edad, con muchas y sensibles emociones.

Por otra parte, la ausencia de Tina y Rentaro significaba que Seguridad Civil Tendo no tenía ningún par de Promotores-Iniciadoras que enviar a las misiones.

Los clientes, que eran escasos en primer lugar, ahora tenían que ser rechazados debido a la situación de la empresa. Eso era algo que había escuchado de Enju. Aparte de eso, agobiada por el cansancio mental y con el fin de buscar algún apoyo emocional, Kisara había ido confiado más y más en Hitsuma, a quien había vuelto a ver durante la entrevista de matrimonio. Eso también fue mencionado por Enju.

—Kisara-san, ¿en qué terminó la entrevista de matrimonio?

Rentaro preguntó suavemente, haciendo que el rostro de Kisara se alegrara un poco.

—Uhm… Hitsuma es un buen hombre. Trabaja en la policía y está dispuesto a ayudar en la situación a la que tú y Tina se enfrentan.

Haciendo una pausa allí, Kisara miró hacia abajo.

—Hey Satomi-kun, debes tener otras cosas que quieres preguntar, ¿no?

—¿Cómo cuáles?

—Por qué no te visité hasta ahora, o algo por el estilo…

—No… Debes estar muy ocupada, ¿cierto?

A pesar de negar su curiosidad, Rentaro sentía su corazón latiendo con fuerza.

Él era muy curioso, increíblemente curioso.

No importa que tan ocupada estuviera, tomarse el tiempo para hacer una visita debería ser posible, ¿cierto? ¿Podría estar relacionado con Hitsuma…? Sin embargo el orgullo lastimoso de Rentaro como hombre le prohibió preguntar algo tan vergonzoso.

—Satomi-kun, he estado pensando mucho. Sentía que no debía venir con una mentalidad vacilante hasta que tuviera una respuesta clara. Esa respuesta, por fin la tengo.

Kisara miró hacia Rentaro, sentada rectamente.

—Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por ti, Satomi-kun. Voy a contratar al mejor abogado para ti. No te preocupes acerca del dinero. Tina será absuelta. Seguiremos trabajando en Seguridad Civil Tendo los cuatro juntos. Aunque me tome un poco de tiempo, no me importa. Esa es mi respuesta.

Con una avalancha de emociones que estallaban en su pecho, Rentaro miró a Kisara sin decir una palabra.

En vista de que Seguridad Civil Tendo era tan pobre que sólo podía servir batatas para la cena, ¿de dónde vendría todo ese dinero? La afirmación de Kisara probablemente provenía de su intención de utilizar los fondos para la matrícula de la academia privada Miwa para chicas y liquidar todas las acciones en su nombre. No… aun así, no debería haber suficiente dinero.

Si perdían el caso, los gastos totales podrían ampliar valores astronómicos, asestando un golpe devastador a la Compañía de Seguridad Civil Tendo.

Pero aun así, ella había elegido ese camino.

Rentaro se sentía avergonzado por estar sumido en pensamientos acerca de la relación entre Hitsuma y Kisara.

Los celos se disiparon al mismo tiempo, una sensación de amor surgió en su pecho, quería romper el vidrio de aislamiento para abrazar a Kisara.

Sin embargo, una advertencia sonaba en su mente, restringiendo sus acciones.

«¿Realmente entiendes lo que significa, Rentaro-kun? Supongamos que simplemente deseas que Kisara sea feliz, eso significa que debes seguir suprimiendo tus emociones a partir de ahora. Es algo que no puedes dejar a mitad de camino… ¿Puedes jurarme que podrás hacerlo?»

Esas eran las palabras que la directora de patología forense había utilizado cuando hablo con él en el sótano de la universidad Magata. ¿Cómo debería responder a esa pregunta?

Kisara creía que apreciaba mucho a Rentaro. Esto había sido expresado plenamente por sus palabras hace un momento.

Rentaro cerró los ojos y luego los abrió lentamente.

… Suficiente, no debo pedir nada más.

—Kisara-san, realmente aprecio el gesto, pero no puedo aceptarlo.

—¿P–Por qué?

Ignorando a la sorprendida Kisara, Rentaro miró sus propias rodillas, y dijo con indiferencia:

—¿No deberías calmarte un poco…? He estado en silencio escuchándote hablar desde hace un tiempo. Eres libre de demostrar tus sentimientos de una noble heroína, pero no creo que necesite tu ayuda.

—¿Qué estás diciendo…?

Kisara abrió mucho los ojos, atónita.

—Dije que no es necesario. Además, ¿no fue tu entrevista de matrimonio muy bien?

Rentaro cambió su tono de voz y habló como si la regañara:

—¿No es hora de que te marches, Kisara-san? No puedo cuidar de ti como antes. Hitsuma será el responsable de protegerte de ahora en adelante.

La felicidad de Tendo Kisara era imposible de alcanzar al lado de Rentaro.

Después de todo, Kisara recordaba la tragedia de hace diez años cuando veía los ojos y extremidades negras de Rentaro, fortaleciendo así su sed de venganza.

En otras palabras, para Kisara, la existencia de Rentaro era equivalente a un catalizador para sus dolorosos recuerdos de cómo fueron devorados sus padres por el Gastrea.

Ya que su existencia sólo era un obstáculo para su felicidad, no había otra solución aparte de la separación de Tendo Kisara y Satomi Rentaro. Con el fin de permitirle olvidar la venganza y vivir de forma adecuada, esta era la última y única manera.

Si era posible, Rentaro quería ser la persona que le entregara la felicidad a Kisara. Sería maravilloso si pudiera enseñarle todas las alegrías de ser una mujer, ayudándola a subir a la cima de la felicidad, pero por desgracia, eso estaba más allá de él.

Kisara hizo una expresión ofendida al ver la actitud fría de Rentaro y levantando la barbilla disgustada.

—¿Por qué me dices esto…? Bien, Hitsuma-san es un buen hombre. A diferencia de ti, Satomi-kun, él me atesora. Además su familia es muy rica. Y por último, es más alto. Hitsuma-san ya se me ha propuesto. Aunque no lo sepas, Satomi-kun, soy muy popular con el sexo opuesto.

—Ya veo. Bien por ti.

—¿Qué pasa con esa actitud tuya…?

Por alguna razón, Kisara parecía disgustada con la respuesta fría de Rentaro.

—Satomi-kun, ¿estás bien siendo declarado culpable? Tú no mataste a la víctima, ¿cierto? Es algo muy poco razonable.

Cambiando de tema, Kisara lo miró sonrojada, mientras juntaba sus piernas torpemente.

—Soy incapaz de luchar por largos períodos de tiempo debido a mi diabetes crónica. Ya lo sabes, ¿cierto? E–En consecuencia, aún necesito que me protejas en el futuro, Satomi-kun. Para ser honesta, soy una chica muy débil.

Rentaro no pudo evitar sacudir la cabeza.

—Por favor, Kisara-san, no vengas aquí otra vez.

—¿Por qué…? ¿Por qué dices eso…? ¿Acaso me odias…?

La miró fijamente.

… Gracias, Kisara-san. Desde que fui adoptado por la familia Tendo hace diez años, he estado muy agradecido contigo, Kisara-san. Aunque sacrifiqué mis extremidades cuando tus padres fueron comidos por el Gastrea, el hecho de que fui capaz de protegerte fue para mí un orgullo minúsculo pero único.

Te amo, Kisara-san.

—Por favor no me visites de nuevo. No quiero ver tu cara, eso es todo.

La silla hizo un sonido mientras Kisara se levantaba violentamente, tapándose la boca con ambas manos, las lágrimas salían de sus ojos, deslizándose por sus mejillas.

—¿Qué significa esto…? ¿Qué demonios…?

No importa cuánto trataba de ocultarlo, las lágrimas seguían fluyendo sin parar de sus ojos.

Incluso la misma Kisara no esperaba llorar aquí. Diciendo «Oh cielos», hizo una mirada angustiada y se dio la vuelta, planeado llorar fuera de la sala de visitas.

Esto es lo mejor… Dijo Rentarō para sí mismo.

Teniendo en cuenta cómo era Hitsuma, sin duda podría hacer a Kisara feliz.

Viendo como Kisara sostenía el pomo de la puerta, Rentaro continuó observándola, como si fuera su castigo hacerlo.

Después de que Kisara desapareciera por la puerta, la imagen de Tina, Enju, Kisara y Rentaro —los cuatro reunidos alrededor de una mesa de comedor— riendo y mirándose el uno al otro, surgió en su mente. Pensando que esos momentos no regresarían, Rentaro no pudo evitar llorar.

… No te vayas, Kisara-san.

—No te va…

Cubriendo su boca con ambas manos y cerrando los ojos, Rentaro tragó desesperadamente las palabras antes de terminarlas.

Afortunadamente, Kisara no dejó de caminar. Dejando la sala de visitas con el fuerte sonido de la puerta cerrándose, además de un frío silencio.

Lagrimas cayeron desde la punta de su nariz, humedeciendo sus pantalones.

El dolor de perder para siempre aquello que era irreemplazable causo que Rentaro llorara en silencio.

La imagen de la Compañía de Seguridad Civil Tendo fracturándose en pedazos se extendió lentamente en la mente de Rentaro.

Parte 9[edit]

—¿Por qué…?

Con los labios entreabiertos, Rentaro se había preguntado «¿Por qué?» tantas veces hoy que ya había perdido la cuenta.

Estaba mirando a un edificio en la primera Área de Tokio… La Sagrada Residencia.

¿Por qué estoy aquí?

Esta mañana fue algo sospechoso que le dijeran que se colocara su uniforme en vez de su chándal habitual. Después de todo, en el centro de detención, los guardias de seguridad le dieron una larga charla sobre que los cinturones y los botones estaban prohibidos.

Dos oficiales de la prisión y alguien conduciendo la camioneta lo estaban escoltando. Se dirigían a una ruta diferente de la habitual al ministerio de seguridad pública. En ese momento, Rentaro finalmente notó que algo estaba pasando. Pero sin ninguna emoción al respecto, simplemente aceptó la realidad con indiferencia.

La vista al exterior de la camioneta había perdido cualquier signo de vida o emoción para sus ojos.

Desde la visita de Kisara, Rentaro se había negado a sí mismo a cualquier estimulo externo, reflexionando profundamente todo el tiempo.

Trató de recoger cuidadosamente aquellos recuerdos felices para sumergirse en ellos. Sin embargo, a pesar de sus desesperados intentos por recordar sus momentos felices en Seguridad Civil Tendo, no pudo hacer mucho.

—Hey, muévete al interior. Vas a ver a Seitenshi-sama.

Su conciencia lo trajo de vuelta a la realidad, Rentaro se esforzó para alejar esas palabras de su mente, pero recuperó repentinamente sus sentidos cuando entendió lo que significaban las palabras que le habían dicho.

—¿Seitenshi-sama?

Después de que Rentaro hiciera lo que le ordenaron, el oficial insertó una llave en sus esposas, permitiéndole recuperar su libertad.

La cuerda atada a su cintura como una correa se desabrochó mientras los dos oficiales lo escoltaban, uno delante y otro detrás de él.

Habiendo sido avisados de antemano, los guardias de seguridad delante de la Sagrada Residencia, los saludaron antes de dejarlos pasar.

Después de esperar un rato en la sala de recepción, donde había un águila y muchos trofeos a la vista, fueron llevados a un gran salón.

El techo alto trazaba unos arcos, mientras el piso pulido mostraba unos bellos mosaicos. Las columnas de mármol se alzaban en hileras. Cada adorno en la sala iba más allá de la experiencia común, por lo que no era de extrañar que cualquiera pensara que habían entrado en la casa de un gigante.

La belleza exquisita y magnifica de la Sagrada Residencia era imposible de comparar con las paredes de plomo gris en la sala de interrogatorios y el centro de detención. Como resultado, Rentaro se sintió un poco alegre.

—Hey tú, toma esto.

Por extraño que pareciera, el oficial escoltándolo le entregó de vuelta a Rentaro la licencia que le habían quitado durante su arresto.

—¿Qué está pasando? ¿Qué voy a hacer ahora?

El oficial no respondió.

Simplemente le dio un ligero empujón en su espalda para que se parara firme en la puerta de la entrada. Abriéndose con un sonido pesado, cintas ondeantes de luz brillaron desde el interior de la puerta.

Caminando hacia el interior, subieron la larga y sinuosa escalera frente a ellos, Rentaro vio a Seitenshi sentada en el trono donde estaban acercándose lentamente.

Los dos oficiales escoltándolo simplemente enderezaron sus espaldas.

Haciendo un gesto con su mano, Seitenshi causó que los guardias entraran en pánico.

—Seitenshi-sama, es demasiado peligroso que esté sola con el delincuente.

—No es de su interés. Váyanse.

Los oficiales escoltándolo intercambiaron miradas antes de desaparecer de mala gana.

Por lo que Rentaro y Seitenshi se convirtieron en las únicas personas en este gran espacio vacío.

—Ha pasado un tiempo.

Seitenshi sonrió hacia él, pero su tono de voz era triste.

—Naturalmente. Eres la jefa del Estado, mientras que yo no soy más que alguien de una Seguridad Civil. No nos encontraríamos en primer lugar al menos que hubiera una situación especial.

—De hecho, es algo bueno si lo pones así. La inactividad de las Seguridades Civiles significa que el mundo está en paz.

—Es correcto…

Los hombros de Rentaro temblaron ligeramente mientras Seitenshi se reía con una mano en su boca. Un ambiente tensionado fluía entre ellos.

—¿Para qué me llamaste?

Con las manos entrelazadas frente a su vestido, Seitenshi enderezó su postura.

—Satomi-san, ¿tienes alguna idea de las recientes palabras de la opinión pública?

—Lo siento mucho, pero no tengo acceso a la televisión o los periódicos desde el centro de detención.

—La opinión pública cree que es necesario analizar cuidadosamente a las empresas que lucharon para proteger el Área de Tokio en la Tercera Batalla de Kanto. Atrapado y arrestado en la escena de un asesinato, Satomi-san, te has convertido en la chispa que la opinión pública ha esperado durante mucho tiempo.

—¿También crees que lo maté…?

Seitenshi negó con la cabeza.

—No lo sé. Mi posición me impide juzgar eso.

—Eres la jefa del Estado, ¿no?

—Soy la máxima autoridad en la rama ejecutiva del gobierno, pero no puedo interferir con el poder Judicial. Además, debo asumir la responsabilidad por tu nombramiento personal. Puse mi confianza en ti, y promoví tu IP Rank en tres ocasiones. Partiendo de eso, también soy culpable por lo sucedido.

Al notar que la conversación se estaba moviendo en una mala dirección, Rentaro dejó correr un sudor frío. ¿Por qué fui llamado a la Sagrada Residencia? Una vez más, pensó que era bastante extraño.

—Hay una triste noticia que debo darte, no importa qué.

Seitenshi hizo una pausa y miró hacia arriba.

—Satomi-san, tu licencia como Promotor de Seguridad Civil ha sido revocada.

—¡¿Qué?!

¿Mi licencia ha sido revocada? Eso significa que…

Ignorando la conmoción en el corazón de Rentaro, Seitenshi continuó ligeramente:

—¿Recuerdas, Satomi-san? Cuando me protegiste durante el incidente de los francotiradores, dijiste «Espero que continúes tu trabajo. Por mi bien y por el del Estado». Lamentablemente tengo que hacer caso a esas palabras en este momento.

—¡Espera! Si pierdo mi licencia ahora, Enju será llevada por la IISO… ¡No te lleves a Enju lejos de mí…!

Seitenshi bajó los ojos dolorosamente, apartando el rostro.

—Ya se ha decidido.

Los puños de Rentaro temblaron violentamente.

Tomando su licencia, Rentaro se la entregó a Seitenshi con las manos temblorosas.

Vacilantemente, Seitenshi dio la vuelta y salió del trono.


Ni la pintura con un valor de cinco millones de dólares en el mercado decorando el pasillo ni el jarrón de bronce tallado con diseños árabes podría mejorar el estado de ánimo de Seitenshi.

Después de haber dejado el trono y caminar por el pasillo para regresar a su habitación privada, Seitenshi vio a un hombre acercarse en dirección opuesta vestido con un kimono tradicional blanco. El físico del hombre de cabellos y barba blanca, parecía tan fuerte y musculoso que no parecía anciano en lo absoluto.

Era la persona que aconsejaba a Seitenshi, Tendo Kikunojo.

—Debió haber sido duro, su alteza.

—Kikunojo-san… ¿Era esto realmente lo mejor?

—Por supuesto. Si Satomi Rentaro devuelve su licencia de Seguridad Civil antes del juicio, la dignidad de las demás empresas no se verá comprometida.

Esto también le reducirá los problemas a usted, su alteza, que le entregó esa posición.

—Sin embargo… ¡Eso también silenciará a los que estaban pidiendo su inocencia!

—No importa lo que pase, debo protegerla de todos los demás. Ese es mi principio.

—Ese no es el mío.

—Seitenshi-sama… Este es el camino que debe tomar. Si el bote salvavidas no puede llevar más pasajeros, su alteza debe prepararse para que los demás mueran. Ese es el curso de acción necesario en un bote salvavidas.

—Pero si me bajara, una persona más podría ser salvada.

—¿Va a rechazar su propia carne para dársela a los hambrientos? Eso sería ser un santo en lugar de un político. Su alteza, debes entender cómo es la política.

—Kikunojo-san, ¿cuál es su opinión sobre Satomi-san como persona? Solía ser su hijo adoptivo, escuché que usted esperaba que se convirtiera en tesorero nacional. No creo que sea probable que usted odie a Satomi-san, ¿pero por qué lo trata tan fríamente?

—… Cuando ese mocoso me dejó para seguir a Kisara, dejé de considerarlo como uno de los míos. Si pierde su vida en este incidente, sólo podría considerarlo como causa del destino.

—Eso sería tan…

Sintiéndose muy triste, Seitenshi bajó la mirada y mordió su labio.

Incapaz de soportarlo más, se lanzó hacia Kikunojo. Apoyándose en su pecho, dijo en voz baja:

—He notado que mi mirada siempre parece seguir a Satomi-san. Cuando hablo con él, siento que algo golpea en mi pecho involuntariamente… Yo… ¡Admiro mucho a Satomi-san!

El pecho de Kikunojo se sacudió violentamente.

—¡¿Qué…?!

—Estoy sufriendo mucho. Como parte de mis funciones públicas y políticas, debo atormentarlo. Pero en privado, siento que debería poner todos mis esfuerzos en rescatarlo. Mi cuerpo y corazón están a punto de destrozarse. Siento como si estuviera siendo descuartizada.

—…

—Estoy sufriendo mucho. Kikunojo-san. ¿Qué es exactamente lo que debo hacer…? ¿Qué debo hacer…?

Kikunojo silenciosamente colocó su mano detrás de Seitenshi y acaricio su espalda lentamente.

Parte 10[edit]

Watagasa Touji mantuvo su mano sobre el volante de la camioneta y el pie en el acelerador, mientras miraba a través del parabrisas. Sin embargo, su mente estaba centrada en el asiento trasero que se encontraba demasiado tranquilo para ser cómodo.

Ya era de noche. Los faros iluminaban el camino desigual, y conducir rápidamente se sentía excepcionalmente terrible. Rodando sobre las raíces de los árboles que se extendían por todas partes, el coche siguió moviéndose intensamente. Los grandes árboles que se veían en ambos lados se sentían asfixiantes, por lo que lamentó haber elegido este atajo sin ninguna razón. }

El trabajo de Touji era transportar al criminal, Satomi Rentaro, desde el centro de detención a la Sagrada Residencia, y luego de la misma al centro de detención.

Desde que comenzó su trabajo como escolta, era la primera vez que entraba en la Sagrada Residencia, además de su primera vez transportando a alguien allí.

Como conductor, Touji se quedó esperando afuera y no pasó adentro. Pero a juzgar por el estado de ánimo sombrío, incluso en comparación con el primer viaje, nada bueno pudo haber pasado.

Touji examinó el asiento trasero a través del espejo.

Entre los dos oficiales de escolta, Rentaro podía verse con la cabeza inclinada. Parecía una cáscara sin vida.

Parecía bastante mal cuando se dirigía a la Sagrada Residencia, pero su estado ahora era claramente más lamentable en comparación con el de la mañana. Simplemente con observarlo lo hacía sentir oprimido por dentro.

Por mucho que Touji sintiera una sensación imborrable de resentimiento hacia las Niñas Malditas que caminaban abiertamente por las calles a pesar de ser portadores del virus Gastrea, entendía completamente que fue gracias a los esfuerzos de las Seguridades Civiles en la Tercera Batalla de Kanto que aún estaban vivos. Por eso, sus sentimientos eran muy complicados.

Durante la Tercera Batalla de Kanto, Touji no logró llegar a los centros de evacuación. Por lo que sólo pudo lamentar la desgracia a la que él y su familia se enfrentaban.

Luego de enterarse de la derrota de Aldebarán, su alegría no podía describirse con palabras. Por lo que, al ver a su héroe tan miserable, quería hacer algo por Rentaro, pero tan pronto intentaba pensar en algo, sus ideas se entorpecían.

Si ayudaba a Rentaro a escapar, la sensación de satisfacción y orgullo no se compararía a las consecuencias. Después de todo, aún tenía una familia que alimentar.

Touji no podía evitar burlarse de sí mismo… Tal como pensaba, no estoy hecho para ser un héroe. Al final, lo único que podía hacer era cuidar de su pequeña familia. Pero eso estaba bien también. Era bueno de vez en cuando que la gente fuera cobarde.

Incluso el héroe que había reunido su coraje para proteger el Área de Tokio dos veces había sido abandonado. Las reglas de este mundo siempre cambiaban de acuerdo a sus necesidades.

Pensando en eso, la concentración de Touji se perdió. Para cuando notó que algo había salido corriendo del bosque y atravesado en el camino, ya era demasiado tarde.

Al principio, no tenía claro lo que era hasta que las luces del coche iluminaron lo suficiente. Sólo entonces vio a la chica de cabello morado corto iluminada por las brillantes luces.

De pie en la mitad de la carretera, la chica abrió los brazos. Para cuando Touji entendió lo que había sucedido, ya era demasiado tarde. Era obvio que la pequeña chica quedaría aplastada por el auto.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral, por lo que Touji presionó los frenos con fuerza sin pensar y giró el volante lo más fuerte que pudo.

Cerca de su límite, el volante chilló como si gritara y el coche se dirigió al bosque.

Aunque el coche evitó a la chica por poco, después de salirse de la carretera, los neumáticos fueron golpeados por el terreno intransitable. La inercia del coche aumentó al instante, como si se dejara llevar.

Al notar su error de juicio, Touji fue invadido por una sensación de ingravidez mientras su vista se inclinaba.

Hace unos cuantos segundos, Touji estaba convencido de que regresaría al centro de detención de forma segura. Nunca hubiera imaginado que en un abrir y cerrar de ojos seria golpeado por un dolor intenso.

El accidente también golpeó a Rentaro en el asiento trasero.

Tan pronto como notó que su cuerpo dejaba el asiento, sintió una sensación de ingravidez mientras se estrellaba contra distintas partes del auto, causándole mucho dolor. Abrumado por el ruido del choque, la conciencia de Rentaro se desvaneció.



Cuando Rentaro despertó, se encontró a sí mismo tirado en el suelo, con su rostro enterrado en un objeto blando.

Una alarma continuaba sonando, manteniendo a Rentaro apenas consciente.

Después de escuchar una serie de crujidos y sentir un fuerte olor a acre, sus parpados se sintieron irritados. Sentía como si hubieran golpeado su garganta, y era doloroso incluso gritar. En cualquier caso, era agobiante y desagradable.

En un estado aún confuso, Rentaro abrió ligeramente sus pesados párpados y vio a un oficial tirado cerca, con su cabeza sangrando. Era el oficial de mediana edad con arrugas en su rostro.

Rentaro notó que la camioneta estaba al revés, con el suelo ahora actuando como techo.

En el interior oscuro del coche, era difícil entender la situación. Todos estaban en silencio aparte de él. Rentaro estaba preocupado de que hubieran muerto.

… De cualquier forma, debo salir de aquí primero.

Con sus manos aún esposadas, Rentaro no pudo evitar chasquear la lengua. Sin ninguna elección, pateó la puerta lateral del coche.

Después de patearla tres veces con toda su fuerza, Rentaro logró abrirla. Arrastrándose fuera del coche, vio la brillante y pálida luna de verano colgando del cielo.

La camioneta se había volcado. Había marcas de un freno apresurado en el terreno. Sin embargo, Rentaro no tenía idea de por qué el coche había volcado.

En ese momento, vio un líquido negro filtrándose del coche. Sólo después de sentir el desagradable olor notó que era gasolina. Si la bujía del motor emitía chispas, podría haber un incendio.

Usando sus manos esposadas, que eran difíciles de mover libremente, Rentaro arrastró a los dos oficiales del asiento a un lugar seguro. En cuanto al conductor, que yacía inconsciente derrumbado sobre el volante, Rentaro lo jaló hacia afuera.

Como si hubiera sido calculado, una chispa salió de la bujía, encendiendo la gasolina. Mientras las llamas se acercaban junto a una ola de calor, no pudo evitar cerrar los ojos. Eso estuvo cerca.

Rápidamente examinó su propia condición. Por suerte no había nada inusual, aparte de algunos rasguños y moretones menores.

Luego de eso, comenzó miró la camioneta completamente en llamas.

Qué extraño… ¿Por qué…?

—¿Eres Satomi Rentaro?

Saltando del miedo, miró hacia la fuente de la voz. Había una chica detrás de la ola de calor. Era pequeña de estatura, de la altura de una niña. Sus rasgos faciales no se veían con claridad, pero a juzgar por sus piernas delgadas vestidas con unos pantalones cortos, Rentaro notó que era una niña.

Tal vez había estado observando desde hace un rato el rescate.

—¿Por qué los salvaste?

—¿Quién eres?

—No es asunto tuyo.

—¿Hiciste que el coche volcara?

—Eres quien mató a Kihachi-san, ¿cierto?

—¿Kihachi…? ¿Quieres decir Suibara? No, yo no lo maté.

Al instante en que lo negó, la chica de repente dio un paso hacia él, con un repentino ataque de ira.

—¡¿Entonces por qué te arrestaron?!

—Eso es porque…

La imagen de él mismo, de pie en la escena del crimen, sosteniendo la Springfield XD que había sido usada para cometer el crimen, de repente cruzó por su mente.

Al verlo incapaz de responder inmediatamente, la chica extendió una mano hacia él, la pequeña mano sostenía un revolver.

—No es mi culpa… No podré calmarme a menos que resuelva este caso…

El dedo índice de la chica se movió sin vacilar, causando que la cámara que poseía la bala quedara en posición de disparo. Preparándose para el impacto, Rentaro tensó todo su cuerpo.

Sin embargo, la chica no disparó de inmediato. Parecía preocupada por el hecho contradictorio de que el asesino de Suibara rescatara a los tres oficiales que lo escoltaban.

Al momento en que el gatillo estaba a punto de ser presionado, se escuchó una sirena.

Sin lugar a dudas, era un coche de policía.

La chica chasqueó la lengua y desapareció rápidamente en el bosque. Rentaro pensó que iba a esconderse, pero de repente la vio saltar hasta las ramas.

Esa capacidad de salto estaba más allá de un humano normal.

Observando su espalda mientras desaparecía, Rentaro murmuró para sí mismo:

Una Iniciadora. Ya veo…

Él no recordaba su voz. Más importante, no había visto su rostro antes, pero a juzgar por el hecho de que buscaba venganza por Suibara y lo llamaba «Kihachi-san», lo más probable era…

Rentaro miró a sus alrededores. El coche estaba volcado, severamente dañado y en llamas, además de los tres oficiales heridos.

Sabía que iba a ser difícil explicarlo, pero lo único que podía hacer era decir la verdad.

Justo en ese momento, una pequeña llave se reflejó desde el bolsillo de un policía, captando la mirada de Rentaro.

Era la llave de las esposas.

Su corazón latió intensamente. Contrastando con ese sonido, la sirena del coche de policía se hacía más y más cercana.

En este momento, podría escapar fácilmente.

Pero en el peor de los casos, el coche volcado se le atribuiría a él después de que escapara.

Él estaba siendo inculpado, y el juicio duraría mucho tiempo, pero si las cosas no terminaban con la absolución, ¿por qué debería soportar eso durante tanto tiempo?

¿Está realmente bien hacer esto…? Rentaro se preguntó. Si tuvieran que determinar si era inocente o culpable en base a las pruebas reunidas hasta ahora, ¿había alguna a su favor?

Hasta el momento, los detectives e inspectores habían seguido una modalidad de saltar a conclusiones. Era casi seguro que el principio de «Inocente mientras no se demuestre lo contrario» había sido ignorado descaradamente.

Rentaro iba a seguir atado a la cintura mientras era transportado de ida y vuelta entre el tribunal y el centro de detención.

Con eso, Tina iba a ser declarada culpable, condenada junto al caso del francotirador. Ella sería ejecutada inmediatamente.

Si era condenada a la horca, sufriría una intensa agonía debido a su regeneración natural. Incluso si usasen tranquilizantes o relajantes musculares, los mismos serían neutralizados completamente por el virus Gastrea.

Por proceso de eliminación, Tina probablemente sería condenada a muerte por fusilamiento. Llevada a los campos de ejecución con las piernas temblorosas, una bolsa en la cabeza, y atada a un pilar. La mente frágil de una niña de diez años de edad probablemente no soportaría el terror de una ejecución. Sería natural que Tina suplicara mientras lloraba, pero sólo sería ignorada.

Además, probablemente usarían balas de Varanium. De pie en una línea, el pelotón de fusilamiento dispararía simultáneamente a la orden de hacerlo.

Como era costumbre, uno de los fusiles del pelotón estaba cargado en blanco. Nadie sabría quien tendría el fusil. Esto le permitía al pelotón consolarse después de los hechos, justificándose mentalmente con «Yo no fui quien la mató». Por otro lado, Tina iba a morir.

En cuanto a Kisara, habiendo perdido todos los empleados, la Seguridad Civil Tendo no tendría más remedio que cerrar. Ella se casaría, tendría hijos y continuaría luchando con su diabetes.

Su memoria se erosionaría gradualmente, olvidándolos a todos sin mirar atrás, ya fuera Tina como una hermana menor, la enérgica e hiperactiva Enju o Rentaro.

Después de haber perdido a su pareja, Enju sería llevada de vuelta a la IISO para ser emparejada con alguien más. Sin embargo, el siguiente Promotor seria completamente terrible.

El Promotor dejaría morir de hambre a Enju y la sometería a abusos violentos. La habilidad regenerativa de Enju era otorgada por un metabolismo mucho más rápido que el de un humano normal. Sin las comidas adecuadas, su capacidad de regenerar sus heridas bajaría considerablemente.

Si se le negaba su agente inhibidor, Enju se vería obligada a convertirse en un Gastrea, sufriendo un dolor lo suficiente fuerte como para hacerla explotar.

Siempre que una Iniciadora destacada como Enju se transformara en Gastrea, la amenaza que representada para los humanos sería similar a una pesadilla hecha realidad.

Por otra parte, las personas que se reunirían para darle caza a Enju serían, irónicamente, las mismas Seguridades Civiles de las cuales tanto se enorgullecía.

Regresando su conciencia a la realidad, Rentaro notó que su respiración se había vuelto corta y rápida.

Justo ahora, ¿fue mi predicción de un futuro doloroso tan sólo causa de mi imaginación?

¿Por qué soy incapaz de rechazar la posibilidad de que este futuro suceda después de que sea declarado culpable?

Extendiendo sus manos delante de sus ojos. Sus muñecas estaban lastimadas por feas contusiones causadas por las esposas que lo apretaban y le hacían daño.

Rentaro cerró su puño tembloroso.

Yo no mate a Suibara… ¿Entonces por qué debo sufrir este trato irrazonable…? No es muy probable que la gente que me inculpó me esté espiando en este momento, probablemente están riéndose a carcajadas, celebrando el éxito de su plan.

De repente, las comisuras de sus ojos se sintieron calientes. Su visión se volvió borrosa.

Rentaro se lamentó de no poder ser más fuerte.

Quiero recuperarlo todo… En especial el día a día que me fue arrebatado… ¡Voy a regresar la irremplazable Seguridad Civil Tendo a la forma que era, junto a Tina, Kisara y Enju!

Rentaro iba a encontrar al verdadero asesino y lo incineraría totalmente con las llamas de su ira. No por los demás, sino por el honor y orgullo que le habían sido arrebatados.

El sonido de la sirena se hacía cada vez más fuerte. Evidentemente, la policía llegaría pronto.

El tiempo restante estaba instando desesperadamente a Rentaro para que tomara una decisión.

Después de un tiempo, su cuerpo dejó de temblar.

Mirando hacia arriba, miró fríamente las luces de la zona comercial al otro lado del bosque.

Varios minutos después, los agentes de policía llegaron al lugar, sólo para encontrar la camioneta volcada y en llamas, tres oficiales inconscientes y unas esposas abiertas y abandonadas.

Satomi Rentaro había desapareció.

Parte 11[edit]

—¿Qué dijiste…?

Seitenshi no pudo evitar levantar la voz.

—¿Satomi-san escapó…?

—Sí, su alteza. De regreso de la Sagrada Residencia, escapó con éxito, muy probablemente debido a un ataque sistemático contra el vehículo que lo llevaba. Pensándolo bien, los tres oficiales en el auto continúan inconscientes, por lo que es imposible conocer los detalles…

El personal de la Sagrada Residencia saludó y le informó, pero Seitenshi apenas pudo ocultar su sorpresa.

Ella sabía que su rostro debía estar completamente pálido.

¿Cómo pudo pasar esto? Su intento de auto-preservación quitándole la licencia pudo haber sido la chispa que lo obligó a cometer este acto tan temerario.

Entonces, ¿qué era exactamente lo que debía hacer?

Como jefa del Estado del Área de Tokio, Seitenshi debía tratar a todos con imparcialidad en las relaciones publicas, como resultado de su obligación de amar a todos los ciudadanos por igual.

Para el momento en que recuperó sus sentidos, notó que alguien estaba apretando con fuerza su mano contra su hombro.

—Seitenshi-sama, cálmese por favor. }

Era Kikunojo.

—Perdóneme por decir esto, pero si ese mocoso se fugó, sólo significa que es demasiado débil. Su alteza sólo tiene que hacer lo que tiene que hacer.

Escuchando esas palabras, Seitenshi cerró los ojos y trató de calmarse.

—¿Han movilizado a la policía?

Tratando de aparentar compostura, logró expulsar esas palabras. Un miembro del personal respondió con una voz ronca:

—Sí, probablemente usaran toda su fuerza para detenerlo.

—Entonces…

—Respecto a este incidente, ¿podría darme completa autoridad para manejar este asunto?

—¿Quién eres?

Al escuchar a alguien interrumpirla desde un lado, Seitenshi miró sorprendida y escuchó el ruido de una suela contra el piso de la Sagrada Residencia, mientras emergía un hombre de la oscuridad.

Acercándose a los sesenta años, tenía una cicatriz diagonal en su cabeza y un parche de calvicie entre su corto cabello. Sus parpados estaban cargados y flácidos. Pero a pesar de eso, estaban inundados de una penetrante luz.

—Superintendente general Hitsuma.

La pregunta de Seitenshi fue respondida por Kikunojo, que estaba de pie a su lado.

El superintendente general de la MPD llegó frente a Seitenshi y se inclinó respetuosamente.

—Mis disculpas por escuchar de casualidad la conversación. Ha sido un largo tiempo desde que le ofrecí mis respetos, Seitenshi-sama.

—Saludos, superintendente general Hitsuma. ¿Por qué ha venido?

—Yo se lo pedí.

Respondiendo eso, Kikunojo le lanzó una mirada a Seitenshi antes de continuar:

—Debido a que los encargados originales de la seguridad de su alteza fueron despedidos debido a aquel incidente de conducta indecorosa, soy el único que queda para protegerla. Esta situación es bastante inquietante. En consecuencia, solicito su aprobación para tomar prestada la mano de obra de la oficina de seguridad de la policía, con oficiales que contribuyan a la seguridad.

Hitsuma luego añadió:

—A juzgar por lo que escuché hace un momento, si bien no se debe exclusivamente a la supervisión de la organización policial, puede estar segura, Seitenshi-sama, de que tengo el candidato adecuado para aprehender al fugitivo cobarde de Satomi Rentaro.

—¿Y ese candidato adecuado es…?

—Mi hijo. A pesar de que puedo parecer sesgado, mi hijo tiene habilidad. Un fugitivo de este tipo no debería tomar mucho tiempo en capturar.



Cerrando la puerta del coche con fuerza, Tadashima Shigetoku sintió el viento sofocante de la noche ingresar en su nariz, mezclado con un ligero aroma a tierra. Desde algún lugar, un grupo grande de periodistas se había reunido ruidosamente alrededor de la camioneta volcada. Los flashes de las cámaras, suficientes para iluminar el cielo, abundaban en la escena.

Cerca de allí, las luces de advertencia de la policía y las ambulancias podían verse por todas partes junto a un perímetro establecido para proteger la zona.

Tadashima apartó a la multitud de periodistas que estaba cerca, luego se agachó para pasar debajo de la cinta de seguridad. En ese momento, escuchó una voz familiar.

Tadashima miró hacia la fuente de la voz. El detective cubrió su rostro con ambas manos como si hubiera metido la pata y murmuró: «Ah, es cierto, fue ascendido a jefe de sección». Era el subordinado de Tadashima: Yoshikawa.

—¿Cómo está la escena? —preguntó Tadashima, ignorando los comentarios de Yoshikawa.

—Mira esto —dijo Yoshikawa mientras guiaba a su superior a la camioneta que había estado ardiendo hasta ahora.

Echando un vistazo al interior de la camioneta volcada cuyo techo estaba todo roto, Tadashima miró las marcas de frenos en el suelo fangoso y preguntó:

—¿Cuál es la situación?

—Mientras el acusado estaba siendo transportado de regreso, una chica de repente apareció frente a la camioneta. El conductor no tuvo más remedio que desviarse, provocando que el vehículo se volcara. Los otros dos pasajeros fueron enviados al hospital por fracturas. Ya que sólo sufrió fracturas leves, el conductor está ahora consciente, está siendo interrogado.

—¿Una chica…? ¿Acaso su Iniciadora vino a rescatarlo?

—No, no parece ser el caso. El prisionero transportado, Satomi Rentaro, fue a la Sagrada Residencia hoy aparentemente para dejar su puesto de Promotor voluntariamente y devolver su licencia. Casi al mismo tiempo, el personal de la IISO llegó a Seguridad Civil Tendo para llevarse a su pareja, la chica… creo que se llama Aihara.

—Enju…

—Sí, así es. Aihara Enju fue llevada de una forma aparentemente un poco violenta, por lo que parece que tiene una coartada.

—Entonces, ¿quién diablos fue?

Tadashima suspiró. Durante el incidente del francotirador de Seitenshi, cuando Rentaro oyó que Enju fue capturada por el enemigo, no sólo se puso pálido, sino que además reaccionó de forma muy violenta.

Para ese tipo de Promotor, que tenía mucho afecto hacia su Iniciadora, era muy posible que cayera en la desesperación, ya que perder su licencia era equivalente a no poder volverla a ver de nuevo.

Mientras se abanicaba, Tadashima se sentó en el tronco de un árbol caído cerca y miró hacia las estrellas del cielo.

—Hmph, nunca pensé que ese chico realmente fuera procesado…

—¿Por qué dices eso, jefe de sección? ¿Realmente crees que es inocente?

—No, sólo pensaba que los de arriba harían todo lo posible para encubrir su crimen ya que es el héroe de la Tercera Batalla de Kanto, después de todo.

—Ya que es extremadamente exigente con la rectitud moral, Seitenshi-sama odia este tipo de cosas. Supongo que ella debió haber sentido lo mismo que Zhuge Liang cuando ordenó entre lágrimas la ejecución de Ma Su (Tragedia real china en la que Zhuge Liang), un famoso estratega militar, ordeno la muerte de su amigo y admirador: Ma Su.

En ese momento, ambos se quedaron en silencio. Tadashima sacó un cigarrillo de un paquete en el bolsillo de su camisa y lo encendió. A su lado, Yoshikawa murmuró:

—¿Es ese chico realmente un asesino…?

Inhalando el humo del cigarrillo con fuerza en sus pulmones, Tadashima miró hacia el cielo y exhaló.

—Sólo Dios lo sabe.

Dándole un vistazo a los policías que corrían en la escena, se colocó de pie y tomó aire, preparándose para emitir órdenes. Pero justo en ese momento, oyó la voz de alguien preguntando: ¿Quién está a cargo aquí?

Al otro lado de las luces intermitentes, cintas de advertencia, barricadas y un gran número de reporteros fotografiando, un hombre alto y delgado se acercó en línea recta.

El hombre se presentó ante Tadashima y lo saludó.

—Soy Hitsuma Atsuro, inspector de la oficina central. ¿Eres el oficial a cargo de la escena?

Al oír que la persona tenía un rango superior, Tadashima lanzó frenéticamente su cigarrillo y le devolvió el saludo con las piernas cerradas.

—Soy el inspector Tadashima Shigetoku de la comisaría Magata. Así es, estoy a cargo de la escena.

Debido a que descuidadamente mantenía un estilo de vida poco saludable, el físico de Tadashima se había vuelto bastante regordete. Al saludar al hombre alto y delgado frente a él, la escena parecía una ilustración burlona hecha como broma de mal gusto, por lo que Tadashima se sintió inferior.

—Otro de esos tipos que aprobaron el examen —murmuró Yoshikawa burlonamente para sí mismo desde atrás. Por otro lado, Tadashima le dio un par de codazos para hacerlo callar.

—Discúlpeme Inspector, pero a partir de ahora la investigación queda bajo mi supervisión.

—Con el debido respeto, este caso está bajo mi jurisdicción. Además, ¿por qué debe venir personalmente a una escena del crimen desordenada como esta, superintendente? Simplemente déjenos la investigación a nosotros.

A pesar de su actitud reverente, Tadashima cuestionó las intenciones del hombre.

Sin embargo, el hombre pálido levantó sus gafas con el dedo medio y comentó con indiferencia.

—Inspector Tadashima, lamentablemente, no puedo hacer eso. La situación es mucho más grave de lo que imagina. Ya se ha tomado una decisión para establecer una sede de investigación especial. Y esta sede estará ubicada en la propia MPD en lugar de la estación de policía de Magata. Será personalmente dirigida por el propio superintendente general. El personal de Magata actuará bajo nuestras órdenes.

Tadashima se sintió muy sorprendido.

—¿Incluso el superintendente general está tomando medidas?

Hitsuma se encogió de hombros y respondió:

—Sí, porque es una vergüenza para la fuerza policial. Los de arriba desean que todo esté bajo control lo más pronto posible.

Maldita sea!

Algo debió haber pasado. Tadashima no podía evitar querer gritar. El MPD sólo establecía investigaciones especiales cuando se enfrentaban a casos muy importantes. La movilización de toda esa fuerza por sólo un fugitivo era en definitiva algo muy extraño.

—Inspector, ¿hace cuánto tiempo escapó el fugitivo?

—Aproximadamente una hora.

—Así que no debería haber ido muy lejos.

Los bordes de las gafas de Hitsuma brillaron.

—Inspector, ¿qué puede decirme sobre Satomi Rentaro? Leí su perfil básico de camino cuando me dirigía aquí. Altura: 174 cm. Peso: 62 kg. Aparentemente nivel Entry en el Estilo de Artes Marciales Tendo sin armas. Sin embargo, eso no es lo que me interesa. Usted parece conocer al sospechoso, así que desde su punto de vista, ¿qué tipo de persona es Satomi Rentaro?

—Parece descuidado, pero es muy capaz. Superintendente, sin ánimos de ofender, pero absolutamente no va a ser capaz de atrapar a ese chico.

Hitsuma sonrió con una expresión sorprendida.

—Oh, así que tiene un muy buen concepto de él, Inspector. Por alguna razón, Tadashima sintió un escalofrío en su columna vertebral.

Hitsuma golpeó las palmas de sus manos para atraer la atención de los investigadores en la escena.

—Así que, todo el mundo, para evitar que el prófugo llegue muy lejos, vamos a establecer puntos de control en un radio de veinticinco kilómetros. El fugitivo se llama Satomi Rentaro, estatura media, ocupación estudiante, además de Promotor de una empresa de Seguridad Civil. Más adelante se distribuirán fotos. Repito, el fugitivo se llama Satomi…

—Dense prisa y pónganse a trabajar —Hitsuma golpeó sus palmas de nuevo mientras los inspectores, que se suponían eran sus subalternos, se dispersaban inteligentemente. Detrás de Hitsuma, Tadashima preguntó con cuidado:

—Así que, superintendente Hitsuma, ¿qué piensa hacer?

—Los círculos de Satomi Rentaro no son tan amplios, por lo que es fácil imaginar la primera persona a la que pedirá ayuda. Después de todo, conozco a esa persona también. Déjeme encargarme de las negociaciones. No se preocupe, inspector, su predicción será falsa. Este caso se cerrará esta noche.

Parte 12[edit]

En el tercer piso de un edificio, la Compañía de Seguridad Civil Tendo estaba envuelta en un profundo silencio.

Frente al escritorio de ébano, la chica en un uniforme de marinero negro, Tendo Kisara, estaba sentada sin decir una palabra.

El ruido de las manecillas del reloj de segunda mano seguía haciendo eco en los oídos de Kisara.

En su mente, una escena se expandía como un globo, mientras el tic-tac vacío hacía eco en sus oídos. Todo habrá terminado una vez que se rompa el globo. Era lo que sus instintos le decían.

Justo antes, alguien que decía pertenecer a la IISO había llegado a la empresa, llevándose a Enju.

Kisara nunca esperó que Rentaro le devolviera su licencia de Seguridad Civil a Seitenshi, sabiendo que la IISO vendría a llevarse a Enju.

Algo tan ridículo como eso no pudo haber sucedido…

La obsesión de Rentaro con Enju era demasiado grande incluso para una observadora como Kisara. En vista de ello, era poco probable que Rentaro hubiera renunciado a su licencia sabiendo que Enju le sería arrebatada.

Algo debió haber ocurrido en la Sagrada Residencia.

¿Realmente es así…? Muchas dudas aparecieron en la mente de Kisara.

«Por favor no me visites de nuevo. No quiero ver tu cara, eso es todo».

¿Por qué Rentaro de repente actuó de una manera tan fría? Kisara aún no comprendía eso. Pero si estaba actuando como una persona diferente, renunciar a Enju y devolver obedientemente su licencia no sería una idea tan descabellada.

Kisara sintió un sentimiento doloroso en su corazón. Su estado de ánimo era muy malo.

Enju se había ido, Tina se había ido, incluso Rentaro se había ido. En esas circunstancias, incluso ejecutar la empresa sería…

Justo en ese momento, su teléfono celular sonó. El tono era la tercera parte del piano en Rachmaninoff No.3.

Un poco vacilante, Kisara operó su Smartphone.

—Kisara-san, soy yo. Espero que puedas ayudarme.

—¿Satomi-kun?

Kisara no pudo evitar levantarse de la silla. Al comprobar su identificador de llamadas, se mostró «Teléfono público».

—Espera, ¿qué diablos te pasó?

A través del pequeño altavoz de su Smartphone, pudo escuchar una leve vacilación en su respuesta.

—… No Tengo tiempo para explicártelo en este momento. La situación ha cambiado. Espero que puedas ayudarme.

—La situación ha cambiado…

—La cafetería del primer piso del hotel en la plaza Magata. Vamos a vernos a las 20:30 hs, ¿de acuerdo? Te lo explicaré todo, allí.

Kisara miró el reloj de pared. Sólo había treinta minutos hasta la hora.

Una sirena de policía se escuchó desde el otro lado de la línea. Rentaro chasqueó la lengua ligeramente.

—Kisara-san, estaré esperándote.

—Oh, espera…

Kisara quería continuar, pero sólo pudo seguir escuchando el sonido de la línea cortada.

Era totalmente incapaz de comprender lo que había sucedido.

Para evitar que destruyera las pruebas, la detención había sido ampliada. La libertad bajo fianza era imposible.

Pero a pesar de eso, fue capaz de comunicarse con el mundo exterior, lo que significaba que lo había hecho por su propia cuenta. Kisara no conocía ninguna forma de hacerlo sin infringir la ley.

—No hay forma de que…

—Por desgracia, no puedo dejarte ir.

Escuchando una voz de repente, Kisara volteo sorprendida.

Un hombre delgado con gafas se había apoyado en la pared de la entrada de la oficina en algún momento.

—Hitsuma, ¿por qué estás aquí?

—Era Satomi Rentaro el que te estaba llamando ahora mismo, ¿cierto?

—No, no lo era.

Al ver a Kisara negarlo deliberadamente, Hitsuma negó con su cabeza con una expresión triste.

—Tal vez ya lo escuchaste. El vehículo que lo transportaba se volcó. Una chica lo ayudó a escapar.

—¿Una chica…? ¿Quién?

—No está claro. Sigue siendo objeto de investigación.

Hitsuma extendió sus manos y se acercó a ella. Un olor a perfume se extendió instantáneamente.

—Estoy seguro de que eres capaz de entender lo importante que es esta investigación, Tendo-san. Lamentablemente has sobrepasado la línea. ¿Puede decirme dónde está? Aún puedo ofrecer una cierta discreción dentro de mi autoridad.

—Pero entonces…

El brazo de Hitsuma se extendió como si fuera a abrazar a la inquieta Kisara. Kisara dio un paso hacia atrás, empujando el pecho de Hitsuma lejos.

Sin sentirse ofendido, Hitsuma dijo perplejo:

—¿Lo amas?

—¡De ninguna manera…! Por supuesto que no. Satomi es un estúpido, no es perseverante, un indigente que siempre hace miradas lascivas cada vez que ve a Miori, nunca me presta atención, siempre soy yo la que tiene que llamarlo…

Sin poder continuar, Kisara apartó los ojos de Hitsuma y miró hacia abajo. Hitsuma colocó suavemente su mano sobre su hombro.

—Si quieres demostrar su inocencia y defender la justicia, debes hacerlo en un tribunal. Tal vez sea inocente… es posible que la policía haya cometido un error y detuviera a la persona equivocada. Hitsuma continuó solemnemente:

—Pero aun así, es inaceptable que causara un accidente, hiriendo a tres oficiales. Tendo-san, si realmente estás actuando por el bien de Satomi, deberías saber qué es lo que debes hacer ¿no? Es imposible que un fugitivo permanezca libre en la pequeña Área de Tokio por mucho tiempo. En algún momento será capturado. Eres la única que puede evitar que siga cometiendo más crímenes. «Por favor no me visites de nuevo. No quiero ver tu cara, eso es todo».

Kisara negó con su cabeza con fuerza.

—¡No lo sé! ¡Antes solía entender muy bien lo que Satomi estaba pensando…! Pero ahora, no estoy segura…

En el momento en que volvió en sí, Hitsuma estaba alzando su barbilla, hablándole suavemente.

—Entonces, deja todo en mis manos. No dejaré que traten mal a Satomi. ¿Dónde está exactamente?

Ante las dudas de Kisara, Hitsuma acercó aún más su rostro.

—¿No te importa…? ¿Incluso si es dado de baja por la policía?

—No, no lo hagas.

Kisara volvió en sí y miró hacia abajo de nuevo

—Debes saber lo que tienes que hacer, ¿no? Piénsalo cuidadosamente por favor, Tendo-san, qué curso de acción sería el más adecuado para Satomi.

Acelerando el paso, Hitsuma dejó la Seguridad Civil Tendo, bajó las escaleras y salió por la parte delantera del edificio.

Ya no podía mantener una expresión tranquila. Realmente quería patear lo primero que entrara en su vista, ya fuera una lata vacía o un animal pequeño. No sería nada en comparación con lo que estaba sintiendo.

Sacando su teléfono celular, Hitsuma revisó las llamadas recientes y volvió a marcar directamente. El otro lado pronto le respondió.

—¿Cómo es la recepción del dispositivo de escucha instalado en el teléfono de Tendo Kisara?

—Excelente. Pero Satomi Rentaro cambió inmediatamente de ubicación después de hacer la llamada. Acordaron reunirse en la cafetería del primer piso del hotel en la plaza Magata. Vamos hacia allá para atraparlo.

—Hoo…

-¿Te molesta algo?

—Tendo Kisara… Al final, ella se negó a decírmelo.

La voz al otro extremo sonaba totalmente perpleja:

—¿No confías en nuestras habilidades…? Incluso sin preguntarle, podemos obtener información fácilmente.

—Eso no es lo que quiero decir. Sólo la estaba probando. Para ver si Tendo Kisara estaba dispuesta a vender a Satomi Rentaro… Al final, se negó a divulgar cualquier información.

—El plan aún continúa avanzando dentro de los límites esperados.

—Sí.

Hitsuma movió su cabeza y cambió sus pensamientos.

—¿Has encontrado la ubicación de la tarjeta de memoria? ¿Alguna noticia sobre Koro Hotaru?

—Ninguna hasta el momento.

—Las cosas se han vuelto muy difíciles.

A pesar de todos los problemas acumulándose, debían ser manejados de uno en uno. El primero era Satomi Rentaro.

—Retrasa la información de la policía. Treinta minutos serán suficientes.

—¿No han dicho nada los de arriba?

—Hmph, mi padre recibió las órdenes de Seitenshi-sama: «No lo asesinen». Parece que los rumores de que su alteza alberga sentimientos hacia Satomi Rentaro eran ciertos…

—Que envidiable. ¿Cuáles son tus planes? No creo que nos pidas que lo mantengamos vivo.

Los hombros de Hitsuma temblaron mientras se reía:

—No seas estúpido, Nido. No está claro exactamente qué tanto le dijo Suibara a Satomi Rentaro, pero no me importa. Después de todo, debe ser eliminado. Envía a Dark Stalker.

Parte 13[edit]

El hotel de la plaza Magata era un edificio más resplandeciente de lo imaginado.

El alto techo del café tenía una estructura montada con bellos patrones geométricos, delineando los límites del salón con el mundo exterior.

Las lámparas y los candelabros producían una luz naranja, llenando de un cálido color al interior, mientras una clásica melodía fluía.

Los camareros se paseaban entre las mesas ordenadas con exquisitos manteles blancos. De vez en cuando, incluso había hombres vestidos con trajes caros, además de personas que parecían ser hombres de negocios estilo Oxford, discutiendo apasionadamente el futuro de la industria relacionada con el Varanium con las mujeres.

Aunque el lugar estaba abierto para la gente común, Rentaro no pudo ver ningún cliente que pareciera como tal. Quizás había elegido un mal momento. En medio de todo esto, estaba vestido con su uniforme sucio de la escuela, sentado nervioso en su propia mesa. Rentaro comenzó a arrepentirse de haber elegido este lugar, donde claramente parecía fuera de lugar, como sitio de encuentro.

Sus nervios estaban excepcionalmente al límite, no sólo porque no tenía dinero, sino también porque había ordenado un buen número de tazas de café.

Dándole un vistazo al reloj de la pared, notó que faltaban diez minutos hasta la hora señalada.

La policía no vendrá por acá esta noche, ¿cierto? Pensó Rentaro. Nerviosamente, había escogido este lugar sin pensarlo.

Tratando de mirar desde otra perspectiva, ya que estaba solo y desamparado, la policía iba a tratar de predecir donde iba a pasar la noche. Uno podría dormir a la intemperie uno o dos días, pero la gente tiende a querer dormir en una cama bajo un techo. Por tal motivo, los primeros lugares en los que buscarían, sería en hoteles como estos.

Rentaro tomó una decisión. Una vez que pasaran cinco minutos después de la hora del encuentro, se iría de inmediato y asumiría que algo había pasado del lado de Kisara.

—Solo, ¿cierto?

Escuchando a alguien de repente, Rentaro miró sorprendido.

Un joven sonriendo había aparecido junto a él sin darse cuenta, mirándolo fijamente. Tenía más o menos su misma altura, y probablemente su misma edad.

Rentaro tenía algunos recuerdos del uniforme de marinero color azul que usaba el chico frente a él. Era el uniforme de la preparatoria Nukagari, del noveno barrio en donde vivió. El joven hizo una sonrisa amistosa. Estando en completo contraste con un rostro lleno de melancolía, Rentaro se sintió celoso con el chico que mostraba una expresión alegre tan abiertamente.

El joven misterioso sonrió mientras jugaba con algunos naipes delante de él.

—¿Qué tal un juego de Blackjack?

—No, gracias…

A pesar de que Rentaro se negó, el joven se sentó frente a él y comenzó a repartir las cartas, ignorando su respuesta.

La primera carta era un Rey de Tréboles. Todas las cartas Jack o menores en el Blackjack se consideraban como un diez.

Rentaro notó que había perdido la oportunidad de negarse rotundamente. Pensando que podía alejar al tipo después de un juego, ojeó de mala gana su otra carta para ver un As de Diamante. Siempre que el total no excediera los veintiuno, el As podía contarse como once. En este juego en el que alcanzar los veintiuno era el objetivo, Rentaro había conseguido la mejor mano sin ningún esfuerzo. Un Blackjack natural.

Cuando ambas partes mostraron sus cartas, el otro chico tenía un dieciséis, así que fue la victoria de Rentaro.

El joven sonrió y extendió sus manos.

—Felicidades. Como era de esperarse del reconocido Satomi Rentaro. Incluso los cielos te han concedido la suerte.

El hombro de Rentaro se sacudió.

—¿Por qué sabes mi nombre?

El chico revolvió las cartas nuevamente y pronunció tranquilamente:

—Tendo Kisara no vendrá, ¿sabes?

Rentaro no pudo evitar levantarse de su silla.

—¿Tu eres…?

El joven movió deliberadamente su vista hacia las cartas sobre sus manos en la mesa. Probablemente quería tener otra ronda.

A pesar de sentirse impaciente, Rentaro sabía que golpear de repente al chico no lo iba a ayudar. Sin poder hacer nada, volvió a sentarse. Después de revisar ambas cartas, calculó un resultado de dieciocho. Tomando en cuenta este número, no había necesidad de arriesgarse pidiendo otra carta.

Ambos mostraron sus cartas ocultas. El chico tenía dieciocho también. Era un empate, conocido también como «Push».

El joven puso los codos sobre la mesa y juntó sus manos, entrecerrando los ojos mientras miraba.

—Nos tomó mucho trabajo eliminar a Suibara, a la seguridad pública y luego inculparte por los crímenes, pero terminaste huyendo tan cooperativamente, provocando fallas en nuestros planes. Ahora las cosas han empeorado. Suibara conocía un secreto tuyo y te chantajeó, incapaz de soportarlo, lo mataste… Ese era el guión que habíamos escrito originalmente. Reescribirlo todo de nuevo sería una molestia.

—No hay forma… Fuiste tú quien…

—… El Nuevo Plan de Creación Mundial. Encantado de conocerte, mi predecesor. Fui creado para superarte.

Rentaro sintió como si un enorme impacto lo hubiera golpeado en un lado de su cabeza.

—Imposible…

Con el fin de investigar el asesinato de Suibara y el agente de Seguridad Publica, Rentaro se había resuelto a oponerse a otra organización aparte de la policía. Aunque la verdadera forma de ese enemigo era bastante vaga y no podía verse con claridad, él creía que la amenaza que esta organización planteaba era superior a la de la policía.

Antes de que este incidente ocurriera, si alguien le hubiera dicho que esta organización era capaz de descubrir su paradero una hora después de que escapara, se hubiera reído de eso.

Pero ahora esa increíble verdad estaba junta frente a sus ojos.

Confrontado por la relajada actitud del joven, Rentaro quedó atónito, mientras el chico aprovechaba para extender sus manos y continuar:

—Mi nombre clave es Dark Stalker y mi nombre original era Mitsugi Yuuga. No importa cómo me llames. Mi misión es ejecutarte. Encantado de conocerte.

—¡¿Qué clase de broma es esta?! ¡El Nuevo Plan de Creación Mundial fue cancelado hace mucho tiempo!

—Entonces, si fue cancelado, debo ser un fantasma…

Yuuga respondió maliciosamente.

—Satomi, vamos a utilizarte como un chivo expiatorio. Tina Sprout será ejecutada. Tendo Kisara será seducida a nuestro lado para que se encargue del clan Tendo. El próximo Promotor de Aihara Enju ya está decidido. The Buddy Killer, un Promotor incluso peor de lo que puedes imaginarte. Siempre y cuando fueras declarado culpable, todo sería perfecto.

En otras palabras, desde el principio…

Ignorando a Rentaro, que rechinaba los dientes de rabia, Yuuga continuó calmadamente:

—Te lo preguntaré porque alguien más me lo pidió: ¿Dónde está la SD Card que Suibara te entregó?

Rentaro casi dijo «¿Qué es eso?» pero logró morder su lengua a tiempo.

No recordaba que Suibara le hubiera dado algo así. Pero por intuición, supo que era mejor si asentía a las palabras del enemigo.

—¿Qué hay de mi si te la entrego?

—Entonces esta escena terminara de forma más pacífica. Te daré el derecho de regresar obedientemente a la cárcel. Al menos, no morirás de forma tan miserable.

—Púdrete, maldito bastardo.

Una expresión burlona apareció en el rostro de Yuuga.

—¿Quieres decir que las negociaciones se han roto…?

—No estábamos negociando nada en primer lugar.

—Entonces no tengo más remedio que matarte y tomar eso. En serio, qué tonto… Claramente te di la oportunidad de vivir.

Chispas invisibles chocaban entre los dos. El tenso ambiente estaba a punto de explotar en cualquier momento.

Rentaro suprimió sus emociones y evaluó con calma el potencial de combate del enemigo.

Sentado al otro lado de la mesa, Yuuga era similar a él.

Capacidades desconocidas. Si realmente era un soldado mecanizado, naturalmente, algunas partes de su cuerpo deberían haber sido reemplazadas con máquinas.

Si Sumire estaba en lo cierto, Hobara Kenji y Takamura Saya, que podían ser considerados como los antecesores de Rentaro en el Nuevo Plan de Creación Humana, fueron asesinados por este chico. Ambos habían participado en la Guerra Gastrea.

Si era derrotado aquí, significaría que el Nuevo Plan de Creación Humana habría perdido contra el Nuevo Plan de Creación Mundial. Por el bien de los que habían muerto, no podía permitirse morir aquí.

Rentaro apretó su puño debajo de la mesa.

—Entonces vamos a empezar. Encontremos un lugar para…

Rentaro decidió dar el primer golpe. Aún sentado, pateó la mesa con fuerza.

Los clientes alrededor gritaron uno tras otro. A pesar de parecer sorprendido, Yuuga saltó inmediatamente de su asiento, y se escondió detrás de la mesa volteada. Colocándose de pie, Rentaro dio un paso con su pierna izquierda para bajar su centro de gravedad, enviando su pierna derecha al centro de la mesa con una poderosa patada.

Desde la posición de Yuuga, la mesa volteada bloquearía su línea de visión. Con la patada volando directamente hacia él, en teoría, debería ser imposible esquivarlo.

Precisamente por eso, Rentaro fue momentáneamente incapaz de reaccionar cuando Yuuga lo esquivó sin ningún esfuerzo.

Al ver cómo Yuuga dirigía una patada voladora hacia él, Rentaro agarró frenéticamente un mantel con la punta de su pie, levantando su pierna derecha directamente para poder obstruir su visión.

Aún en el aire, el exquisito mantel tan blanco como la nieve se envolvió alrededor del cuerpo de Yuuga. Rentarō se agachó rápidamente, por lo que la patada de Yuuga sólo logró rozar su oreja.

Rentaro dejó salir un sudor frío, ajustó su ritmo y se dirigió a Yuuga, que estaba envuelto por el mantel.

—Estilo de Artes Marciales Tendo, Tipo Dos, Número Dieciséis…

¡Comete esto...!

—¡Zen Oculto: Tempestad Negra!

Una patada giratoria, realizada con todo el poder de su cuerpo, golpeó a Yuuga en la cabeza. Siendo enviado a volar por la patada, su oponente se estrelló contra una mesa vacía violentamente. La comida sobre la mesa se derramó, mientras la porcelana se rompía en pedazos. Los gritos en la sala parecían cada vez más de pánico.

Eso era lo que sentían…

Pero al instante siguiente, el que exclamó con sorpresa fue Rentaro.

Yuuga no cayó. La patada de Rentaro había dejado una gran marca de fricción en la alfombra, pero su oponente no fue derrotado.

Había bloqueado la patada de Rentaro incluso aunque no veía nada.

Yuuga se quitó el mantel en el que estaba envuelto.

Al instante en que su enemigo salió debajo del mantel, los ojos de Rentaro se ampliaron, como si sus parpados fueran a estallar.

Ambos ojos de Yuuga mostraban patrones geométricos, mientras el centro giraba a alta velocidad.

—No hay forma, cómo…

¿Ambos ojos son artificiales? Eso es casi como ser...

—¿Ya lo notaste? ¿No te lo dije antes? He sido creado para superarte.

Yuuga señaló calmadamente su ojo derecho y continuó:

—Este es el Modelo 21 Modificado, una versión mejorada del ojo de Varanium Modelo 21. Comparado al tuyo, es un modelo con muchas mejores especificaciones básicas.

—¿Modelo 21 Modificado…?

¿Quién pudo haberlo hecho?

Considerada como una de los cuatro sabios, Sumire había desarrollado el modelo 21 de los ojos de Varanium, cuya teoría básica se decía que era imposible que los demás investigadores pudieran siquiera entender.

Mientras Rentaro se sumía en la desesperación, aturdido por sus pensamientos, una voz de «Estimado cliente» vino detrás de Yuuga. Quien hablaba era un hombre musculoso usando un traje negro, al parecer, era parte del personal que se encargaba de los clientes ruidosos. Llegando detrás de él, colocó su mano sobre su hombro.

—Salga del hotel. Vaya a causar problemas en otro lugar.

Con un sonido nítido, el hombre escupió sangre y cayó al suelo. Sin siquiera mirarlo, Yuuga le había dado un golpe directo en la barbilla.

—¡Kyaaaaaaaaaaaaaah!

Se escuchó un grito aterrador. En ese momento, las personas en el café, congeladas en sus posiciones, finalmente volvieron en sí y salieron por la puerta de entrada giratoria como una avalancha.

En medio de la avalancha de gritos y ruidos, sólo Rentaro y Yuuga continuaron en silencio, manteniendo la distancia.

Yuuga tocó su cintura y sacó un arma. Coincidentemente, era bastante cerca del lugar donde Rentaro mantenía su pistola.

El arma que sacó era una Pistola Browning Semiautomática, la Hi-Power.

Yuuga bajó el martillo y apuntó el cañón hacia Rentaro.

La mirada de su rival era suficiente para perforarlo, ya que emitía una intensa aura asesina. La alarma sonando como loca parecía distante debido a que Rentaro enfocó su concentración.

Tragando saliva, Rentaro sintió que su corazón latía como si estuviera a punto de estallar.

Haciendo a un lado el hecho de que Yuuga poseía ojos artificiales, Rentaro comenzó a pensar.

El ojo artificial de Rentaro fue concebido originalmente como una carta de triunfo para predecir las balas.

Pero cuando un enemigo poseía la misma capacidad… ¿Hasta qué punto podía aplicarse esa teoría?

A pesar de que había menos de diez metros entre los dos, la distancia parecía infinitamente inmensa.

Rentaro cerró los ojos silenciosamente.

No debo sentir miedo…

Abriendo los ojos, aceleró los súper cálculos de la computadora en su ojo hasta su límite. Como resultado, el ojo artificial se calentó, produciendo un dolor agudo en sus parpados.

Con su capacidad de pensamiento hasta el límite, las cosas parecían excepcionalmente lentas. El dedo índice de Yuuga estaba en el gatillo, ejerciendo presión lentamente. Para una pistola de acción simple, el trazo único de la Hi-Power se podía decir que era bastante largo. Dentro de los oídos de Rentaro, en medio de su concentración, incluso podía escuchar el resorte del gatillo comprimiéndose.

Finalmente, desde la palanca conectada al gatillo, el dedo causó que el martillo girara como un péndulo, haciendo que el percutor golpeara la parte inferior del cartucho.

Entonces… una bala letal llevando una energía cinética de 339 libras fue expulsada en una trayectoria espiral, acompañada de un fogonazo, atacando a Rentaro a toda velocidad.

Al mismo tiempo, Rentaro calculó el lugar al que evacuar y la esquivó.

Después de haber rodeado el hotel de manera segura, Tadashima y los otros agentes de policía podían escuchar a los clientes gritar mientras huían a toda velocidad.

—¡Superintendente Hitsuma!

Al interior del vehículo de mando, hablando desde una línea directa, Hitsuma respondió «Entiendo», y asintió con la cabeza antes de voltear su rostro.

—Inspector Tadashima, el Superintendente General ha dado la orden para que el Equipo de Asalto Especial (SAT) asalte el lugar.

—¿SAT…? ¿Es necesario movilizarlos?

Hitsuma llamó a un capitán del SAT, vestido con un uniforme antidisturbios azul y se saludaron entre sí.

—Capitán, comience el asalto. Encárguese rápidamente de la situación, independientemente de la supervivencia del fugitivo.

—P–Pero superintendente Hitsuma, Seitenshi-sama emitió órdenes para guardar la vida del fugitivo tanto como fuera posible…

—Capitán, la situación está en constante cambio. Espero que le dispare sin dudar al objetivo. Voy a asumir la responsabilidad.

Justo en ese momento, un disparo se escuchó desde el interior del hotel. Tadashima y Hitsuma intercambiaron miradas.

—¡Jefe de sección!

El subordinado de Tadashima, Yoshikawa, frenéticamente le entregó un par de binoculares.

A través del dispositivo de amplificación óptica, Tadashima revisó el interior del hotel para ver a Rentaro en el café, luchando contra un joven desconocido.

—¿Qué es esto…?

Tadashima no pudo evitar sorprenderse. La pelea se estaba volviendo cada vez más anormal.

El joven misterioso disparó repetidamente mientras Rentaro esquivaba todas las balas por un estrecho margen. No sólo eso, incluso intentaba atacar desde corta distancia, haciendo movimientos más rápidos de los que el ojo humano podía seguir.

Al quinto disparo, Rentaro finalmente se precipitó hacia él, a un lugar lo suficientemente cercano como para decidir la batalla usando los puños.

Los puños de Rentaro atacaron tres veces, cada uno siendo capaz de decidir la batalla, siempre y cuando golpearan algún punto vital. El joven contraatacó con patadas altas. Rentaro retrocedió para esquivarlas, mientras intentaba realizar golpes de karate para aplastar la garganta de su enemigo.

Ambas partes mantuvieron el ciclo entre esquivar y atacar a una velocidad asombrosa, haciendo un espectáculo que parecía casi como una batalla de sparring. Por cada segundo, la velocidad en la que realizaban los ataques se volvía cada vez más frenética.

Mirándose fijamente el uno al otro, lo que realmente veían estaba más allá de la realidad. Tan pronto como notó que ambos esquivaban los ataques mientras analizaban la situación táctica de la batalla diez movimientos después, Tadashima se sintió aterrorizado.

Esta no era una batalla que los humanos ordinarios pudieran pelear.

¿Qué diablos están haciendo estas dos personas…?

Preparándose para el asalto, Tadashima metió la mano en su traje y agarró firmemente la pistola en su bolsillo.

Por supuesto, Tadashima no podía saber esto, pero ellos estaban haciendo cálculos con sus pensamientos a una velocidad asombrosa de 0.2 centésimas de segundos, manteniendo una comprensión de la situación, adoptando medidas para superar a su enemigo, superando los límites de reacción muscular humana de 0.2 segundos y manteniendo sus cuerpos al margen a pesar de las condiciones tan duras de la batalla. Naturalmente, esta batalla no podía ser descrita por el sentido común.

Instalados en los ojos de ambos, los nano procesadores calculaban la situación a una velocidad cercana a su límite, con el fin de encontrar una apertura en su objetivo.

Sin embargo, la batalla se inclinaba lentamente hacia uno de los lados.

—¡Gah!

Sufriendo un golpe que era suficiente para hacer que vomitara lo que tenía en su estómago, Rentaro cayó al suelo violentamente, volteando así las mesas más cercanas. El hielo de un vaso de agua cayó sobre su cabeza.

—La diferencia en las especificaciones es demasiado grande…

Frente a la vista borrosa de Rentaro, Yuuga extendió tranquilamente sus manos.

Observando a Rentaro, Yuuga resopló y dijo:

—Satomi, sé que tu flexor, bíceps, fémur de la pierna derecha, además del extensor cubital del carpo de tu brazo izquierdo y los músculos de tu metacarpo están tensos. Así que tu siguiente ataque es un amague con un puñetazo a la izquierda, mientras usas tu pierna derecha para una patada a media altura como tu verdadero ataque. Pero eso no es bueno. Después del trigésimo séptimo movimiento, mi golpe romperá tu cráneo, jaque mate.

Rentaro quedó tan intimidado que desechó su análisis táctico anterior y trató de llegar a una nueva solución.

—Oh, estás cambiando de táctica otra vez. Pero este movimiento es aún peor. Si tratas de cargar hacia abajo, después de menos de diez intercambios, tu mandíbula inferior se romperá, entonces será un jaque mate.

—Qué…

Sus conexiones cerebrales internas hicieron cortocircuito incapaces de decidir qué hacer, Rentaro vaciló debido al miedo.

Sonriendo con la victoria asegurada, Yuuga bajó su centro de gravedad mientras un grupo de hombres con equipos antidisturbios azul entraba desde las ventanas delanteras del hotel.

¿SAT? ¿Por qué?

Demasiado rápido. La alarma no había sonado hace mucho tiempo.

La situación se desarrollaba más allá de la compresión de Rentaro, pero ellos no estaban aquí para salvarlo.

Huir era la mejor opción.

Al instante, un movimiento cruzó por su mente para salir de esta situación desesperada.

En ese caso… ¡¿Qué tal esto?!

La piel artificial de su pierna derecha se rompió, dejando al descubierto la reluciente prótesis negra debajo. El cartucho delantero de su pierna derecha se disparó.

—¡Rahhhhhhhhhhhhhh!

Rentaro lo pateó con su pierna derecha. Su objetivo era el piso debajo de la alfombra. La punta de su pie, hecha de Super Varanium, atravesó la alfombra, trituró el mármol y la infraestructura del lugar.

El daño causado por los fragmentos no eran menores que el de una mina antipersonal direccional.

Convirtiéndose en cientos y miles de fragmentos, el suelo voló con precisión hacia Yuuga y el SAT. Simplemente por ser golpeado en la cabeza por uno de estos fragmentos, tendrías una conmoción cerebral. Incluso un golpe en algún otro lugar del cuerpo causaría un inmenso daño. Para alguien como Yuuga, que no llevaba ningún tipo de protección, no sería extraño sufrir fracturas por todo su cuerpo.

Sin embargo, Yuuga simplemente protegió su rostro mientras cargaba hacia los fragmentos. Entonces, muchos fragmentos lo golpearon por todos lados, haciéndole brotar sangre en grandes cantidades, pero en vez de eso, pasó a través de ellos.

Para el momento en que Rentaro notó que el enemigo había arremetido contra él dándole un golpe con su palma, ya era demasiado tarde.

Al ver la mirada complacida y alegre de Yuuga, Rentarō se puso pálido del miedo.

—Estoy impresionado por cómo luchaste, Satomi. Adiós.

El golpe de palma impactó su pecho mientras un dolor aterrador lo invadía, como si algo hiciera explotar sus entrañas.

La muerte sosteniendo su corazón en sus manos… Esta helada escena cruzó por la mente de Rentaro. Rápidamente, se dio la vuelta y saltó. Un objeto contundente golpeó su espalda con fuerza, expulsando todo el aire de sus pulmones.

Para cuando volvió en sí, Rentaro notó que había saltado a un ascensor vacío.

Yuuga optó por seguirlo. Rentaro rompió los botones del piso más alto, en un intento desesperado por cerrar la puerta.

Yuuga se acercó rápidamente. El movimiento lento de la puerta causó que Rentaro sintiera ganas de gritar.

Las pesadas puertas del ascensor se cerraron al último segundo. En el momento en que la figura de su enemigo desapareció de la vista de Rentaro, Yuuga pateó el ascensor, tratando de evitar su escape. Con un sonido de metal rompiéndose, las puertas del ascensor se hincharon hacia adentro.

Todo el ascensor se sacudió como resultado. A Rentaro le tomó un poco de tiempo darse cuenta que todo esto fue causado por su enemigo.

Aun así, los engranajes en la parte superior del ascensor, finalmente decidieron tirar de los cables de acero después de lo que pareció un momento eterno. Aunque el ascensor parecía moverse lento, Rentaro sintió una sensación de letargo al principio.

Apretando los dientes con fuerza para soportar el dolor, Rentaro levantó con cuidado la camisa de su uniforme. El ataque de Yuuga había dejado una gran herida en su pecho.

¿Qué tipo de técnica podría causarle tanto daño al cuerpo humano…?

Sólo había una cosa de la que Rentaro estaba seguro. El último ataque fue, sin duda, un movimiento final. Si lo hubiera golpeado directamente habría sellado su destino con la muerte.

Eso era el Nuevo Plan de Creación Mundial.

—¡Maldita sea!

Exhalando profundamente con sus músculos abdominales, Rentaro miró hacia la luz del techo de forma estúpida.

Yuuga miró el indicador del ascensor que Rentaro había tomado. A pesar de que su presa estaba escapando, el corazón de Yuuga permanecía completamente sereno.

Él sonrió.

—Genial, es momento de que comience el juego, Satomi. Veamos si eres capaz de escapar intacto del hotel.

—¡Alto! ¡Tira el arma y pon tus manos sobre la cabeza!

Un rugido se escuchó desde atrás.

Su estado de ánimo fue cuidadosamente destruido, Yuuga entrecerró sus disgustados ojos y se volteó. Como era de esperar, un gran número de hombres tenían sus ojos y armas apuntando hacia él.

Habían chalecos antibalas negros encima de los trajes antidisturbios azules. La primera fila de hombres llevaba pistolas con escudos antibalas en una mano, mientras que los chicos de atrás llevaban metralletas. Eran del SAT.

Yuuga colocó impacientemente una mano sobre su cabeza, mientras apuntaba su dedo derecho a su bolsillo. Después de haber obtenido permiso a través del contacto visual, lentamente agarró un permiso y luego lo arrojó contra la policía.

Recogiéndolo con cuidado, un miembro del SAT lo examinó cuidadosamente. El permiso decía que era titular de una licencia de Seguridad Civil.

Yuuga no era ni un Promotor ni tenía una Iniciadora como compañera. Esta licencia sólo tenía el propósito de permitirle llevar un arma abiertamente por las calles, una falsificación proporcionada por la organización, pero estas personas probablemente nunca se darían cuenta de esto.

—¿Qué? Así que eres un Promotor. ¿Qué te trajo aquí?

—Vi las noticias y supe que estaba huyendo. Entonces terminé persiguiéndolo hasta aquí. Quería encargarme de él con el fin de redimir el honor de mi profesión, pero no esperaba que se me escapara de las manos.

El miembro del SAT le devolvió el pase e hizo un saludo con su mano.

—De todos modos, nosotros nos encargaremos del resto, usted debe retroceder.

Yuuga se encogió de hombros y se dirigió a la salida, viendo entrar a un par de detectives por la puerta giratoria. Uno de ellos era Hitsuma, el otro era un detective gordo y pequeño junto a él.

Hitsuma golpeó sus palmas para atraer la atención del SAT.

—Interrumpan inmediatamente la alimentación principal y auxiliar del ascensor para aislar a Rentaro. El resto de ustedes, suban las escaleras. Otro equipo aterrizará en el tejado para un ataque sorpresa. El fugitivo no debe escapar.

Escuchando las órdenes de Hitsuma, el SAT se dividió en dos. Un grupo corrió hacia las escaleras de emergencia ruidosamente.

En el momento en que Yuuga pasó junto a Hitsuma, murmuró con una voz apenas audible:

—Voy a otro lugar para emboscar a Satomi Rentaro.

—No hagas nada estúpido, Dark Stalker. No puedo cubrirte todo el tiempo.

—Entendido, Hitsuma-san.

La conversación terminó sin ningún tipo de contacto visual. Yuuga pasó a través de las puertas giratorias y salió a la calle, donde un gran número de coches de policía con las luces encendidas rodeaban el hotel.

El viento caliente y húmedo sopló contra sus mejillas. Por alguna razón, se sentía bien mirar el hotel de la plaza Magata en la noche.

Habiéndole permitido escapar una vez, si dejaban escapar a Rentaro del hotel, la dignidad de la policía iba a estar en juego. Parecía que la policía iba a colocar todo su esfuerzo para encargarse de él.

Su próximo rival era el SAT.



Rentaro golpeó sus mejillas para animarse.

No podía quedarse enjaulado esperando su muerte.

El ascensor pronto sería inutilizado. Todo lo que requerían era que alguien presionara el interruptor del hotel y el ascensor se detendría precisamente en el lugar deseado.

Con eso, el ascensor se convertiría en un ataúd de hierro y seria atrapado en cuestión de tiempo.

¿Cómo podría escapar del hotel…?

Mirando el panel de información del ascensor, Rentarō notó que el hotel tenía aparentemente treinta y dos pisos. Pulsó el botón del vigésimo piso, que era el más cercano, y el ascensor se detuvo rápidamente con un sonido suave.

Al instante siguiente, la iluminación al interior del ascensor se apagó de repente, llenando el lugar con una oscuridad total.

A punto de cerrarse, el ascensor quedó suspendido en un estado de letargo.

Rentaro se sorprendió cuando notó que la policía había tomado medidas al momento en que decidió tomar acción. Un sudor frío se deslizó por su espalda.

El pasillo todavía tenía energía. Un fondo de color beige se combinaba con la iluminación tenue del pasillo. Sin embargo, toallas, batas de baño y otros artículos estaban esparcidos por todo el lugar.

Probablemente asustados por la alarma, casi todas las puertas del piso estaban abiertas, dando la impresión de que los huéspedes habían huido desesperadamente. No había señales de ninguna persona.

Con cuidado, Rentaro se acercó a una ventana y miró hacia abajo cautelosamente. Los coches de policía parpadeaban en silencio mientras construían un cerco con cintas de advertencia al exterior. Los reporteros de los medios de comunicación y los espectadores en busca de emoción estaban un poco más alejados. Era imposible, incluso a una hormiga le sería difícil escapar.

El sonido de un motor giratorio se escuchó desde la distancia. Rentaro frotó sus ojos para ver a un helicóptero enfocando unas luces al edificio. La luz se acercaba rápidamente, por lo que Rentaro abandonó la ventana de inmediato.

No podía continuar aquí. La policía ya debía saber que el ascensor se había detenido en el piso veinte.

Bajar las escaleras también estaba descartado. Su única opción era subir, pero eso iba a arrinconarlo poco a poco también. Rentaro sabía eso desde el principio.

Él abrió una las puertas de emergencia metálicas. Un aire frío acarició su piel. El ambiente lujoso del hotel cambió al instante. Esta era una salida de emergencia común que era utilizada cuando había algún problema. Una escalera en espiral se extendía hacia arriba y abajo, en ambas direcciones.

Se podían escuchar algunos pasos desde abajo. Rentaro se apoyó en la barandilla y vio a los miembros del SAT usando cascos y uniformes antidisturbios azules, aproximadamente siete pisos más abajo.

Uno de ellos hizo contacto visual con Rentaro. Éste retiró su cabeza de la barandilla mientras el miembro del SAT apuntaba hacia él y tiraba del gatillo.

El sonido de los disparos fue suprimido por un silenciador, la barandilla fue golpeada varias veces por las balas. Rentaro no pudo evitar encoger su cuello del miedo.

Mientras dejaba escapar un sudor frío, bajó su postura y corrió tan rápido como pudo. En cualquier caso, no tenía ninguna otra opción ahora más que huir hacia arriba.

Por desgracia, un poco más tarde, escuchó unos pasos que venían desde arriba, su espalda se congeló del susto.

Probablemente era el equipo que aterrizó del helicóptero.

Al notar que estaba siendo rodeado por un ataque sorpresa, comenzó a desesperarse mientras miraba la placa de hierro detrás de él. Decía: «vigésimo quinto piso».

Abriendo la puerta de metal, corrió por el suelo del pasillo.

El corredor relativamente amplio aún tenía algunas lámparas y luces encendidas.

El aspecto era el mismo que el del vigésimo piso. Muchas habitaciones estaban abiertas debido a que sus ocupantes salieron corriendo al escuchar la alarma. Lo extraño era que, al igual que en el vigésimo piso, había objetos de valor regados por todo el suelo.

No tenía más remedio que enfrentar a sus oponentes aquí.

Rentaro corrió frenéticamente a una habitación vacía mientras su razón le decía que esperara.

Su enemigo era experto en asaltos y luchar contra terroristas. ¿Era realmente bueno que se escondiera en una habitación?

Corriendo a una habitación cercana, Rentaro golpeó el tocador con su codo, produciendo un sonido parecido al de una vajilla rompiéndose. Entre los fragmentos del espejo del tocador, encontró una pieza de tamaño adecuado y se la llevó. Luego salió de la habitación, llegó al pasillo en forma de T y se precipitó hacia la izquierda, presionando así su espalda contra una pared, mientras extendía el fragmento del espejo que recogió antes con su mano. Girando la muñeca para ajustar el ángulo, comenzó a observar la situación.

Poco después, se escuchó un sonido apenas audible de la perilla de la puerta. El ambiente desierto del hotel cambió como resultado.

Ya vienen.

A través del mundo invertido en el espejo, vio un total de seis hombres llevando escudos de vanguardia.

Lo más sorprendente era la forma silenciosa en la que podían moverse mientras usaban cascos, chalecos antibalas, botas de combate y otros equipos pesados.

A juzgar por sus pasos, probablemente sabían que Rentaro estaba en este piso.

Rentaro limpió ligeramente el sudor de su mano en el pantalón.

Los visores de los cascos los protegían contra flashes. Las metralletas eran modelos de precisión Heckler & Koch y Shiba Heavy Industries.

Afortunadamente, aún no habían descubierto la posición de Rentaro.

Viniendo aquí tan pronto como comenzó su vida de fugitivo. Por no hablar de una billetera, ni siquiera tenía un arma. Sin embargo, debía encargarse de estas personas con sus manos desnudas.

Incluso si arremetía contra ellos repentinamente de forma imprudente, podría acabar con uno o dos de ellos como máximo antes de que le dispararan a muerte. Pero si se quedaba en el mismo lugar iban a dispararle tarde o temprano. Probablemente lanzarían granadas aturdidoras. El efecto lumínico y la onda de choque que producía la granada mostraban su verdadero valor en batallas interiores.

La onda de choque podría causar que instrumentos como comunicadores o celulares no funcionaran correctamente. Si detonaban cerca, incluso podrían fracturar huesos o romper los tímpanos. No era el tipo de granada que podría ser evitada cubriéndose los ojos u oídos. Su pulso se aceleró y los cabellos en su nuca se erizaron.

¿Qué hago? ¿Qué hago?

Mientras Rentaro vacilaba, el SAT irrumpió en una habitación con libros de texto sospechosos entrando perfectamente de dos en dos para cubrir cualquier punto ciego. Lo más sorprendente fue la forma en la que continuaron sin hacer ningún ruido.

Moviéndose ligeramente, sintió cómo la punta de su pie pateaba algo. Rentaro miró hacia el suelo, encontrando una caja de fósforos con el logotipo del hotel impreso en ellas.

Probablemente un huésped la había dejado caer cuando intentaba escapar.

Rentaro tuvo de repente una chispa de inspiración.

Mirando hacia el techo, vio el objeto que necesitaba.

En el momento en que llegó a la conclusión de que funcionaria y asintió con la cabeza, algo inesperado sucedió. Una mujer salió de una habitación caminando de forma insegura.

Rentaro originalmente pensó que no había podido escapar a tiempo, pero pronto se dio cuenta de su error. A juzgar por sus ojos vidriosos, ella debía sufrir alguna enfermedad.

Un miembro del SAT apunto su arma hacia ella sorprendido.

—¡Hey, detente!

El intento de Rentaro por detenerlo falló, por lo que se escuchó un disparo. La mujer fue lamentablemente herida. Sus rodillas se derrumbaron, por lo que todo su cuerpo cayó al suelo.

El primer pensamiento de Rentaro fue correr a ayudarla, pero fue detenido de inmediato por más disparos. Junto a un fuerte ruido sordo, los materiales de la pared se convirtieron en polvo obstruyendo su visión.

Su posición había sido expuesta. No había tiempo para pensar.

Rentaro corrió inmediatamente a la habitación más cercana y movió una silla. Pisando la silla, encendió un fósforo. Levantando su mano, extendió el fósforo a una esquina de la habitación.

Rentaro hizo uso del detector de incendios en una esquina de la habitación.

El sensor de calor había malinterpretado la pequeña llama como un incendio de gigantescas proporciones, por lo que activó el aspersor instalado a un lado para apagar el fuego.

Debido a eso, una fuerte lluvia cayó por todo el piso.

Escuchando los gritos del SAT, Rentaro notó que los disparos habían cesado. Asomándose para observar la situación, vio que las cosas iban según lo planeado.

Con el agua bloqueando su vista, el equipo de SAT estaba desesperado tratando de quitarse sus cascos y visores.

Era su oportunidad para ganar.

Rentaro saltó desde detrás de una pared y detonó un cartucho en su pierna derecha artificial. Un propulsor expulsó gas desde la planta de sus pies.

—¡Hahhhhhhhhhhhhhhh!

Usando una súper aceleración que casi parecía romper su cuerpo en pedazos, Rentaro cargó al otro lado del pasillo, al centro del lugar donde estaba el equipo SAT.

Notando que alguien había entrado de repente al centro de su formación, los miembros del SAT se sorprendieron.

Usando la aceleración restante, Rentaro la convirtió en energía de rotación usando su pie como pivote para desatar una patada giratoria, rompiendo los escudos de policarbono junto al visor protector. El cuerpo de un miembro del SAT salió volando y rebotó en una pared.

Temiendo el fuego amigo, la vanguardia tomó acción demasiado tarde, junto a otro miembro del equipo que luchaba para quitarse el casco, dos hombres fueron violentamente golpeados en la cara por los puños de Rentaro, ejecutados simultáneamente. Sin esperar alguna reacción, Rentaro buscó su próximo objetivo. Un miembro del SAT sufrió un golpe de palma en su barbilla, causando que su cabeza se sacudiera violentamente con su visor, mientras le lanzaba un golpe en la garganta a otro sin siquiera mirar.

Rentaro no pudo imaginar lo que pasó por la mente del último hombre al ver a sus compañeros derrotados en una fracción de segundos.

El último hombre lanzó su metralleta rápidamente y trató de tomar su arma de respaldo de su cintura. Sin embargo, esta decisión sólo podía ser descrita como demasiado ingenua.

En un combate a corta distancia dentro del rango de golpe, no había ninguna necesidad de usar un arma de fuego para derrotar al enemigo en lo absoluto. Todo lo que Rentarō tuvo que hacer para decidir la batalla fue usar las artes marciales que practicaba todas las mañanas.

Golpeando su pecho, Rentaro terminaría la batalla. Primero usó su mano para empujar el arma del rival, mientras que con su otra mano se preparaba para realizar un golpe con la palma, justo en el centro del chaleco antibalas.

—Estilo de Artes Marciales Tendoō, Número Doce, Tipo Uno…

Una mirada de miedo cruzó por los ojos del miembro del SAT, pero ya era demasiado tarde.

—¡Flash Aereal Ripple!

Todo el aire en el lugar tembló. Rebotando lejos, el miembro del SAT quedó con los ojos en blanco. Un impulso se transmitió sin reservas al cuerpo a través del contacto. Sin importar que tan grueso fuera el chaleco antibalas, no tenía sentido contra esta técnica.

Supremacía absoluta en combates a corta distancia. Ese era el principio inmutable de las artes marciales Tendo a lo largo del tiempo.



Bajo la abundante agua cayendo sin cesar, Rentaro realizó silenciosamente la postura para «Infinite Longevity». Entonces, cinco miembros del SAT colapsaron después de un ligero retraso con el hombre que había sido enviado antes por la patada.

La batalla había terminado. Cayendo sobre él, las gotas de agua eran húmedas y pegajosas, por lo que su uniforme se sentía mojado y pesado.

Si bien sentía el agua goteando de su cabello, orejas y nariz, Rentaro mantuvo su postura por un momento y ajustó su respiración.

Después de recuperar sus sentidos, corrió hacia la mujer que recibió un disparo por accidente y se arrodillo junto a ella.

—Hey, quédate allí.

Examinando la herida, notó que su abdomen había sido herido por una bala de 9mm. En lugar de atravesarla, la bala se había alojado en su cuerpo.

La mujer miró a Rentaro con los ojos vacíos.

—… Yo… tengo insomnio… Tomo… pastillas para dormir.

Ella dijo que su cuerpo sufriría graves molestias y perdería el equilibrio si interrumpía su sueño en medio del efecto de las pastillas. Al utilizar potentes somníferos para superar algún tipo de trastorno del sueño, la mujer terminó siendo incapaz de evacuar a tiempo al escuchar la alarma.

Rentaro tomó una toalla de una habitación cercana y la utilizó para atar la herida, pero la toalla se tiñó rápidamente de rojo. Al mismo tiempo, el cuerpo de la mujer se estaba enfriando debido a la perdida de fluidos. Un tratamiento de primeros auxilios como este no sería capaz de salvarla, pero oRentarō no quiso admitir la derrota así como así.

Asintiendo con la cabeza, se acercó a uno de los miembros colapsados del SAT. Él era el responsable de dispararle a la mujer por accidente.

Pateando la metralleta lejos, Rentaro quitó el cuchillo de combate del hombre y la funda de su pistola.

Confirmando que estaba completamente desarmado, se arrodilló y lo golpeó en la cara.

Despertándose con un gemido, su mirada confundida se concentró en Rentaro y se preguntó si debía alabar al chico por ser un miembro de las fuerzas especiales. Ya que el chico pareció comprender de inmediato la situación, habló con resignación:

—No tienes escapatoria. Además, resistirte sólo va a añadir más crímenes.

Rentaro levantó el arma y apuntó hacia él, hablando con un tono de voz muy frío:

—Cállate. Acabas de dispararle a una persona inocente. Ella necesita cirugía de inmediato para que extraigan la bala. ¿Estás dispuesto a llevarla abajo? Asiente en silencio si estás dispuesto.

El hombre mostró una expresión de miedo, antes de asentir solemnemente.

Cautelosamente, Rentaro continuó apuntando el arma hacia el hombre mientras sostenía a la mujer en sus hombros, preparándose para abrirse paso a través de las escaleras. Sosteniendo la mano de la mujer, Rentaro murmuró en silencio:

—Hey, estarás a salvo. No te preocupes.

La mujer lo miró con sus ojos vidriosos, y habló con una voz entrecortada:

—Eres… un asesino… huyendo… ¿Por qué me salvaste…?

—…

La mujer sostuvo su rostro.

—Gracias… estoy agradecida…

—No hables. Solo céntrate en el hecho de que estarás a salvo.

Rentaro movió ligeramente su arma. Vacilante, pero sin poder hablar, el hombre volteó hacia Rentaro antes de comenzar a bajar las escaleras. Cargar a alguien veinticinco piso requería una gran cantidad de energía, pero un miembro del SAT no debería tener problemas.

Al verlos desaparecer, Rentaro se apresuró.

El hecho de perder al equipo de asalto principal sólo causaría pánico temporalmente en la policía. Una vez que notaran que tenía poco efecto sobre la situación general, el resto del personal asaltaría el lugar. Rentaro no estaba tan seguro de ganar si eso sucedía.

Es posible que haya otras personas que no hayan escapado al igual que esa mujer. Podría buscar a alguien y usarlo como rehén. Con eso, podría impedir que la policía disparara descuidadamente.

—Totalmente absurdo.

Rentaro negó de inmediato con su cabeza.

La razón por la que escapó fue para limpiar su nombre y encontrar al verdadero asesino. Si hacía algo más aparte de actuar en legítima defensa, sería como ponerse la soga en el cuello, añadiendo nuevos crímenes.

Mirando hacia la escalera, Rentaro supo instintivamente que este pequeño drama de batalla tenía que terminar, por lo que decidió pelear hasta el final.

oDirigiéndose hacia el último piso del hotel, continuó ascendiendo sin mirar atrás. Ignorando el aviso de «Prohibida la entrada» Rentaro llegó a la puerta que conducía a la azotea.

La manija de la puerta crujió cuando le dio la vuelta con fuerza, pero la puerta no abrió. Parecía que estaba cerrada.

Rentaro lanzó un golpe con su brazo artificial, impactando la puerta de lleno. Las bisagras cayeron y la puerta se abrió con un sonido contundente. Al llegar a la azotea, pudo ver las nubes fluyendo con rapidez, incluso en el cielo nocturno. El mismo parecía muy cercano.

Totalmente mojado, sintió mucho frío cuando el viento de gran altura golpeó su cuerpo.

Llegando al borde del edificio, miró hacia abajo para ver las luces de la policía parpadeando. Por suerte, los sonidos del motor del helicóptero se escuchaban lejanos.

En frente, había un edificio más alto que el hotel de la plaza Magata. Rentaro tuvo una increíble sensación de déjà vu.

Recordé la escena del incidente del francotirador de Seitenshi. En aquel entonces, estaba luchando contra la asesina Tina Sprout en un distrito urbano abandonado en el Área Exterior.

Con el fin de acercarse a la ubicación del francotirador, Rentaro había disparado el propulsor de su pierna artificial sucesivamente, permitiéndole saltar de un edifico a otro.

¿Podría repetir esa misma hazaña ahora?

Rentarō miró sus pies. Naturalmente, el edificio rodeado sólo era este hotel. El edificio de enfrente no tenía a ningún oficial.

Por lo que podía ver, la distancia desde el hotel al otro edificio era de por los menos diez metros. Había un río separando ambos edificios.

Durante la batalla contra Tina, había saltado una distancia aun mayor, por lo tanto, hacerlo ahora debía ser más fácil.

¿Realmente puedo hacerlo...?

Rentaro acercó su mano a su rostro. Su palma temblaba ligeramente.

Estaría mintiendo si dijera que no estaba asustado, pero su confianza en el éxito en situaciones desesperadas había llevado hasta aquí a Rentarō. Desde el refuerzo de la barandilla hasta la barandilla opuesta, encontró un espacio desde donde podía comenzar a correr.

Rentaro lo ensayó en su mente. Si cronometraba mal el salto, sin duda caería a su muerte. Recordó que este hotel tenía una altura de 147 metros. Si resultaba mal, tendría un largo tiempo para pensar antes de llegar al suelo.

Intentó calmar su nerviosismo soltando su puño, pero su palma se llenó inmediatamente con sudor frío.

Inhala… Exhala…

Mirando hacia el frente, comenzó a correr. En un principio, era a la velocidad en la que caminaba. Luego, aceleró lentamente, corriendo tan rápido como podía sin que sus piernas se enredaran.

La barandilla se acercaba. Después de impulsarse, Rentaro pisó la misma y saltó con fuerzas. Después de un breve período de ingravidez, el viento levantó su cuerpo, produciendo una extraña sensación de flotación.

Al mismo tiempo, encendió el cartucho dentro de su pierna artificial. Con el sonido de una explosión, sintió una aceleración asombrosa en todo su cuerpo.

Abriendo sus ojos con dificultad, vio cómo volaba hacia adelante en medio del cielo.

El ángulo de inclinación e impulso eran perfectos. Luego, encendió otro cartucho para evitar que perdiera velocidad.

Sin embargo, de repente sintió su flanco siendo penetrado por un impacto destructivo, haciendo que su visión se sacudiera violentamente.

—¿Huh…?

Éxito... Había pensado eso unos segundos antes. Por lo que, por un momento, fue incapaz de comprender lo que significaba la sangre brotando de su abdomen y el aire saliendo de su pecho.

Entonces, el mundo se hizo extrañamente lento.

Rentaro perdió fácilmente el equilibrio, cayendo de cabeza. En ese momento, lo vio.

Una herida de bala en su abdomen. Era el resultado del ataque de un francotirador. El disparo fue hecho mientras volaba por el cielo a gran velocidad. Casi por reflejo, utilizó el medidor de distancia de su ojo artificial para ver el techo de un edificio a un centenar de metros de distancia. Una figura estaba a un lado de un anuncio publicitario lumínico.

—No hay… forma…

Mientras su cuerpo era arrastrado por la gravedad, Rentaro fue asaltado por una oscuridad sin fin.

Un olor a pólvora quemada entró en sus fosas nasales. Un humo blanco salió de la boca del cañón.

—Jaque mate.

Disparando desde una postura arrodillada en una azotea, Yuuga quitó la vista de la mira de visión nocturna fijada en la parte superior de un rifle francotirador DSR.

Operando la palanca de cerrojo, el cartucho usado cayó en suelo.

De pie, Yuuga observó por un rato al lugar donde Rentaro se había estrellado. Luego sacó su teléfono celular para hacer una llamada.

—Dark Stalker informando a Nido. Misión cumplida. Objetivo silenciado. Esperando nuevas instrucciones.

—¿Confirmada su muerte?

—Imposible de confirmar debido a que cayó al rio. Pero sumergirse en el agua a esta altura no sería diferente a caer en el asfalto. Todos los huesos del objetivo debieron haberse hecho añicos. Mis condolencias a su familia y amigos.

Parte 14[edit]

—¡Imposible…!

Excesivamente sorprendida, Seitenshi se levantó del trono y tapó su boca con ambas manos.

El superintendente general del MPD de cabello corto, cruzó sus brazos detrás de su espalda, sacudiendo la cabeza con tristeza:

—Parece que no hubo más remedio que dispararle al fugitivo debido a que se resistió de forma violenta. No pudo evitarse.

Al mismo tiempo, en la Compañía de Seguridad Civil Tendo…

—No hay forma, imposible…

Dando varios pasos hacia atrás, Kisara chocó de inmediato con la mesa detrás de ella.

Sus piernas se aflojaron y perdieron fuerza. Hitsuma la sostuvo con sus manos.

—Es muy triste, Tendo-san… Enfaticé repetidamente que no dañarían a Satomi-san, pero parece que mis órdenes no fueron seguidas al pie de la letra.

En los brazos de Hitsuma, Kisara se estremeció.

—¿Qué hago…? Enju, Tina e incluso Satomi-kun… Ninguno de ellos estará aquí, nunca más.

La chica generalmente fuerte estaba temblando tímidamente. Era un espectáculo muy atractivo.

Hitsuma sopló en su adorable oído escondido detrás del largo cabello negro, haciendo que su cuerpo se estremeciera otra vez.

Hitsuma habló dulcemente:

—Ahora que estás sola, permíteme llenar el vacío de tu soledad… Casémonos, Kisara.

Con la barbilla apoyada en su hombro, Hitsuma no pudo ver su rostro, pero poco después, pudo sentirla asentir mientras temblaba.

… Ahora, esta mujer es mía.

Suprimiendo sus ganas de gritar triunfalmente, Hitsuma dejó que su mirada vagara.

Un hermoso cabello negro parecido a las plumas húmedas de un cuervo. Piel pálida y cuello delgado. Debido a su agitación emocional, sus clavículas mostraban un color rosa pálido, mientras que bajo la tela de su uniforme de marinero, dos frutos abundantes ocupaban un volumen sustancial, emitiendo un sabor fresco y tierno. Su cuerpo era una obra de arte.

¿Cómo se sentirá tocarla…? Intentando saborear su propiedad, Hitsuma estuvo a punto de tocar los pechos de Kisara, antes de que su celular comenzara a vibrar.

Casi chasqueó la lengua con fastidio, pero al final, no tuvo más remedio que abandonar a Kisara y atender la llamada fuera de la oficina.

—Es nido. En cuanto a Satomi Rentaro, Dark Stalker desea hablar con usted inmediatamente.



Eran las 1 a. m.

Reunidos a la orilla del río donde Rentaro cayó, estaba un gran grupo de agentes de policía. Mitsugi Yuuga también estaba entre ellos.

Con las manos en sus bolsillos, Yuuga miraba fijamente el color oscuro del agua.

Los oficiales se preguntaban: «¿Eso fue todo?».

Recordaron sus experiencias pasadas, como el salvador del Área de Tokio. Actualmente, era la pareja de Seguridad Civil de mayor atención en el mundo.

Derrotó a Kagetane, cuyo IP Rank era 134. Al Zodiaco Escorpion. A Tina Sprout, de IP Rank 98. Y venció a Aldebarán: el Gastrea inmortal.

Si fuese un Promotor común y corriente, era imposible escapar de la muerte en una situación como esta.

En ese momento, un hombre guapo con gafas se colocó de pie junto a Yuuga.

—¿Qué sucede?

—¿Puedes enviar a los buzos de inmediato? —dijo Yuuga mientras miraba la superficie oscura del agua.

Hitsuma mostró una expresión de duda, como si no comprendiera su pregunta.

—Aún está oscuro… Es inútil incluso si enviamos buzos.

—Por lo menos para relajar mi mente. Será demasiado tarde si esperamos al amanecer.

Hitsuma frunció el ceño.

—¿Podría ser que creas que Satomi Rentaro sobrevivió? Fuiste quien afirmó haberlo derribado.

—Él es un oponente que no se puede juzgar con el sentido común. Estoy sugiriendo esto sólo para estar seguro.

—Parece que lo tienes en alta estima…

—Probablemente no lo entiendas porque no has luchado con él directamente… Cuando fui creado, mis especificaciones eran «Suficientes para derrotar instantáneamente a Satomi Rentaro». De acuerdo a esos cálculos, las posibilidades de que acertara un golpe eran sólo de un 0.01%, pero a pesar de que lo bloquee, su ataque preventivo fue capaz de golpearme. Además, cuando ambos estábamos usando nuestros ojos artificiales durante la batalla, realizó tres golpes que excedieron mis cálculos, pasando junto a mí de forma peligrosa. Incluso fui incapaz de esquivar esos fragmentos. Claramente, él es capaz de acostumbrarse a mis ritmos de ataque.

—…

—Hitsuma-san, no podrás dormir tranquilo hasta que lo veas personalmente desmembrado o decapitado, ¿cierto?

—Mocoso, ¿me estás amenazando?

Yuuga se encogió de hombros y levantó ambos brazos retirando sus palabras.

—Nada de eso. Sólo estoy ofreciéndote un consejo. De todos modos, ¿podrías enviar a los buzos? Creo que sería prudente asumir su supervivencia hasta que veamos su cadáver.

Notas del Autor[edit]

  1. Apéndices del pereión de los invertebrados siendo el pereión el conjunto de los segmentos del tórax no fusionados con la cabeza en crustáceos e insectos.
  2. Creo que cualquiera que esté metido en este mundillo de las novelas ligeras y demás ya lo debe de saber, pero de todas formas. Onii-san (お兄さん) en japonés significa hermano mayor; debo aclarar que ambos no son hermanos, sino que Tina lo llama así de cariño.
  3. Su nombre completo es "Japan Self Defense Forces" (自衛隊 Jieitai?), en español "Fuerzas de Autodefensa de Japón", es el Ejército establecido en Japón tras el fin de la ocupación estadounidense del país tras la II Guerra Mundial.
  4. Metal ficticio de la novela.
  5. Es el agua que fué congelada mientras aún era obsorvida por el suelo, por eso, ya que el agua estaba formando lodo, muchas veces se ve como "tierra congelada" o que la tierra "se derrite en lodo". Es un fenómeno propio de las regiones circumpolares.
  6. Camote para los que no son españoles.


Anterior: Prólogo – Fomentando la Pesadilla Volver a: Español (Spanish) Siguiente: Capítulo2 – Plan de Creación del Nuevo Mundo