Zero no Tsukaima Español:Volumen2 Capítulo8

From Baka-Tsuki
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La Víspera de la Batalla Final en Newcastle[edit]

El buque llamado Águila llevó a Saito y compañía a través de la escarpada costa de Albión. Les llevó tres horas de viaje, pero ya podían ver el cabo, donde un castillo inmenso estaba erigido.

Wales le explicó a Saito, que estaba parado en la parte de delante de cubierta, que ese era el castillo de Newcastle. Sin embargo, el Águila no fue directo a Newcastle, sino que navegó descendiendo en la costa.

-¿Por qué estamos descendiendo?

Wales señaló el cielo sobre el castillo, donde un barco gigantesco flotaba; pero aquel barco no podía ver que el suyo se estaba escondiendo al otro lado de una nube.

-Nave rebelde.

Se podría describir solamente como una nave enorme, con el doble del tamaño que tenía el Águila, y un número increíble de velas. Parecía que apuntaba hacia el puerto de Newcastle. Sin ninguna advertencia, abrió fuego hacia el castillo. La primera bala se estrelló contra el muro, despidiendo un pequeño fuego. La onda de choque que produjo el impacto se pudo sentir en el Águila.

-Ese buque, el Soberano Real, perteneció alguna vez a la flota de nuestro país, pero cuando los rebeldes tomaron control de él, le cambiaron el nombre a Lexington. Lo llamaron así en honor al campo de batalla donde esos tipos ganaron su primera batalla contra nosotros- dijo Wales con una sonrisa, dejando notar un hoyuelo-. Ese buque bloquea constantemente Newcastle desde el cielo. Dispara al castillo de vez en cuando, no para causar daño sino para molestarnos.

Saito miró el buque a través de la nube. Tenía muchos cañones a ambos lados, y un dragón pintado en la superficie.

-Tiene ciento ocho cañones y en verdad parece un dragón lanzallamas algunas veces. Toda la rebelión comenzó por este barco. No somos rival para él, así que es mejor ir por esta nube y mantenernos fuera de vista. Podemos llegar a Newcastle por otro lado, por un puerto secreto que sólo nosotros conocemos.


  • -*-*-*-*-*-*


Pronto, todo se volvió muy oscuro cuando el barco flotó debajo del continente, porque el sol ya no les brindaba su brillo, y estaban rodeados por nubes. No podían ver nada. Wales explicó que los rebeldes nunca iban debajo del continente porque viajar de esa manera era peligroso.

El aire frío, húmedo y fresco golpeó las mejillas de Saito.

-Casi siempre usamos mediciones básicas y poca magia cuando navegamos, ya que no existe un edificio de control aéreo en la fuerza aérea real- rió Wales-. El Noble que no conoce el cielo no es una persona inteligente.

Navegaron por un rato más. Luego, la magia fue lanzada. Un hoyo de por lo menos trescientos metros de diámetro podía ser visto. La vista era impresionante.

-Parad aquí por ahora.

-Sí, sí, señor. ¡Parad aquí!

La orden de Wales llegó a la tripulación, que aún estaba muy enérgica y avivada. Las velas fueron recogidas, y el Águila comenzó a desviarse justo bajo el hoyo.

-Lento, aumentad la velocidad.

-Sí, sí señor. ¡Aumentad la velocidad!

El Águila, también llamado Marie Grande, comenzó a acercarse lentamente hacia el oscuro hoyo.

-Ustedes definitivamente no son piratas, Su Alteza- asintió Wardes.

-La mayoría de nosotros somos definitivamente piratas, Vizconde.


  • -*-*-*-*-*-*


La luz se filtraba dentro del agujero, y era ahí hacia donde el Águila se dirigía.

El buque de guerra había llegado al puerto secreto de Newcastle. Dentro, la enorme cueva de piedra caliza estaba cubierta por un musgo blanquecino. Mucha gente esperaba en el muelle. La sogas fueron arrojadas hacia los marinero para que ataran el Águila. Finalmente, una rampa de madera fue colocada.

Wales apresuró a Louise y los demás para que bajaran por la rampa. Un mago alto y entrado en años se les acercó.

-Oh, oh. Maravillosos resultados militares, ¿cierto, Su Alteza?

Parecía que el viejo mago había aparecido de la nada frente al Águila.

-Estoy muy contento, Paris. ¡Es azufre! ¡Azufre!

Cuando Wales gritó eso, a su alrededor se juntaron muchos soldados sonrientes.

-¡Oh! ¡Azufre! ¡Es lo que mejor honra a nuestro gran barco!- comenzó a gritar el anciano mago-. He servido por sesenta años al anterior Rey… No habrá más días tan felices como aquellos, Su Alteza. Luego de que comenzara la revuelta, todo se volvió triste… Incluso con el azufre no lo lograremos…

-Incluso si cae la derrota sobre nosotros- rió Wales con una sonrisa-, les mostraremos a esos rebeldes la valentía y el honor de la Familia Real.

-Muerte en una gloria. Mis viejos huesos tiemblan de emoción. Se reportó que los rebeldes irán a atacar el castillo mañana. Sólo puede ser ahora o nunca, Su Alteza.

-¡Aún sea con nuestro último aliento, pondremos a sus soldados en vergüenza! Wales y los demás estaban riendo desde el fondo de su corazón como si fuera la cosa más normal.

Louise se sintió preocupada cuando oyó la palabra ‘derrota’. En otras palabras, morirían. ¿No están asustados por la muerte?

-¿Y quiénes son éstas personas?- preguntó el viejo mago llamado Paris a Wales luego de ver a Louise.

-Ella es un embajador de Tristain. Ha venido por importantes asuntos del reino. Paris pareció sorprendido por sólo un momento, preguntándose qué estaría haciendo la embajador de otro reino en esas ruinas, pero pronto la sonrisa volvió a su rostro.

-Así que usted es la embajadora. Paris Chamberlain a su servicio, señorita. Muy considerado de su parte recorrer todo el camino hacia Albión. Aunque puede que no sea mucho, tendremos un pequeño festín esta noche. De todas formas, por favor, asista.


  • -*-*-*-*-*-*


Louise y los otros siguieron a Wales a su cuarto. La habitación del Príncipe estaba situada detrás de la cocina, y lucía más bien ordinaria, con una cama de madera, una mesa y un par de sillas. Había también una pintura en la pared que ilustraba una escena de batalla.

El Príncipe se paró sobre una silla y descolgó la pintura. Un joyero quedó al descubierto. El Príncipe se quitó el collar de su cuello. Colocó la punta de ésta como llave en la cerradura de la cajita y la abrió. El retrato de Henrietta se hallaba descansando ahí.

Wales, que había notado el interés de Louise en la caja, dijo avergonzado:

-Caja fuerte.

Dentro, había una carta. Parecía ser también de la Princesa. Wales la sacó con amor y la leyó. Aquella carta parecía más vieja de lo que era por las lecturas constantes.

"Después de leerla, Wales la dobló cuidadosamente y la volvió a poner en el sobre. Luego se la tendió a Louise."


Después de leerla, Wales la dobló cuidadosamente y la volvió a poner en el sobre. Luego se la tendió a Louise.

-Ésta es la carta que me dio la Princesa. Carta que ahora devuelvo.

-Gracias- Louise recibió la carta con una pronunciada reverencia.

-El Águila los llevará de regreso a Tristain mañana, ya que no lo usaremos en batalla.

-Pero, Su Alteza…- Louise abrió su boca con decisión luego de ver un rato la carta, y preguntó con duda-. ¿Qué tenía en mente cuando dijo ‘ser derrotados con gloria’?

-Es así- respondió Wales sueltamente-: nuestra armada tiene trescientos hombres, mientras que las fuerzas enemigas son de cincuenta mil. No hay posibilidades de ganar. Así que moriremos con gloria.

Louise bajó la mirada.

-¿Su Alteza también se refiere a él mismo cuando habla de morir en batalla?

-¡Por supuesto! Moriré también.

Saito, que había presenciado la conversación desde un lado, suspiró. El Príncipe estando tan poco preocupado por la muerte al día siguiente lo hacía todo más confuso. Parecía que no era algo real sino algún evento de una obra de teatro.

Los hombros de Louise cayeron más cuando se inclinó más ante Wales. Aún tenía más cosas que preguntar.

-Su Alteza… Disculpe mi descortesía, pero hay algunas cosas más que quiero decir.

-¿Qué deseas decir?

-¿Cuál es el contenido de la carta?

-Louise- protestó Saito. Después de todo, ciertamente, el contenido de la carta era un asunto personal.

Pero Louise, luego de preguntárselo a Wales, miraba de una manera más resuelta.

-Cuando la Princesa me encomendó esta misión, parecía como si se estuviera preocupando por su amado. Y en aquella caja hay un retrato de la Princesa. Y viendo aquella cara soñadora suya luego de besar y leer la carta… Usted y la Princesa…

Wales sonrió, adivinando lo que Louise quería decir.

-¿Quieres saber si mi prima Henrietta y yo tenemos una relación amorosa?

-Al parecer es así- asintió Louise-. Perdone mi sorpresiva descortesía, pero , si es así, entonces el contenido de la carta es…

-Una carta de amor, tal como pensabas- dijo Wales, luego de poner su mano en la frente, haciendo el gesto de cuando a uno le preocupa qué decir y qué no-. Si ésta carta de amor llega a ser descubierta por la Casa de Germania, como me informa Henrietta en su carta, sería una gran amenaza. En ella, Henrietta me jura eterno amor en nombre del Fundador Brimir. Un juramento de amor en nombre del Fundador es como el juramento al casarse. Si ésta carta llega a conocerse, ella sería acusada de cometer el crimen de bigamia, el Emperador de Germania se aseguraría de romper el compromiso con una Princesa que viola la reglas. Con esto, ya no habría alianza, y Tristain sería ignorado políticamente por las familias Nobles de otros países.

-¿La Princesa y Su Alteza tienen un romance, entonces?

-Es una larga historia…

-¡Su Alteza, vuelva!- dijo Louise a Wales en un tono ferviente-. ¡Vuelva a Tristain!

Wardes puso una mano en el hombro de Louise abruptamente. Sin embargo, eso no impidió que Louise siguiera.

-¡Se lo ruego! ¡Por favor, vaya a Tristain con nosotros!

-No es possible- dijo Wales con una sonrisa.

-Su Alteza, me opongo. ¡La Princesa tampoco estaría de acuerdo! ¿Acaso no dice eso en la carta? Conozco a la Princesa desde nuestros días de niñez. Conozco su manera de pensar muy bien. La Princesa no merece que muera la persona a la que ama. Su Alteza, usted no lo ha dicho, pero estoy segura de que la Princesa le dijo que huyera.

Wales negó con la cabeza.

-No hay tal línea escrita.

-¡Su Alteza!- siguió presionando Louise a Wales.

-Soy de una familia Real. No estoy mintiendo. En esa carta, no está dicho por la Princesa que escape, lo juro por mi honor- dijo Wales, como si estuviera dolido. Parecía que las palabras de Louise lo habían golpeado-. Henrietta es una princesa. Tiene que dar prioridad al reino en vez de a mí.

Louise entendió lo que Wales quería decir. Incluso si él amaba a Henrietta, en esta situación, aquello no sería apoyado por otros nobles.

Wales palmeó el hombro de Louise.

-Eres una chica honesta, la Vallière. Tienes ojos sinceros, transparentes y amables.

Louise bajó la mirada con tristeza.

-Pero déjame darte un consejo. No es muy bueno para un embajador ser así de honestos- sonrió Wales, con un gesto atractivo-. Sin embargo, eres un embajador perfecto para un reino arruinado como el nuestro.

»Porque el Gobierno que será destruido mañana es más honesto que cualquier otro. Y ya no tiene nada más que defender aparte del honor- después de decir eso, sacó algo de su bolsillo. Por la forma y la manecilla que giraba, parecía ser un reloj-. Oh, ha llegado la hora de nuestra pequeña fiesta. Como son los últimos invitados de nuestro reino, me gustaría que asistieran.

Saito y Louise salieron de la habitación. Wardes se quedó atrás, y se inclinó ante Wales.

-¿Quiere decir algo más, Vizconde?

-Hay un favor que me gustaría pedirle, Milord.

-Pregunte.

Wardes susurró al oído de Wales, quien sonrió.

-Ah, a tan encantadora petición, será un placer.


  • -*-*-*-*-*-*


La fiesta se llevó a cabo en el salón del castillo, con el Rey de Albión, James I, sentado en su trono, y los Nobles y vasallos reunidos. A pesar de que todos irían a morir al día siguiente, era aún un festín. Y la mesa estaba llena de varios platos.

Saito y los otros estaban observando esta colorida fiesta desde un rincón del salón.

-Dejan todas sus preocupaciones de mañana a un lado y tratan de disfrutar el presente

-Así es, se comportan alegremente- asintió Wardes, en respuesta a las palabras de Saito.

Cuando el Príncipe Wales apareció, hubo varias miradas entusiastas entre las mujeres. Parecía que no sólo era popular como Príncipe sino como hombre atractivo también. Cuando se acercó al trono, la gente empezó a murmurar.

James I trató de pararse para saludarlo, pero por su avanzada edad se tambaleó y case cae al suelo.

-¡Su Majestad! ¡Aún es muy temprano para morir!- se escuchó una risa en el salón.

-¡Ciertamente! ¡Guárdese para mañana!

James I no estaba siendo insultado por aquellos comentarios.

-No se preocupen. Es sólo que mis piernas estaban entumecidas por sentarme tanto tiempo- sonrió.

Wales se acercó y ayudó al Rey apoyándolo en él. Hubo otras pocas risas.

-Gente, les digo a todos ustedes, bravos y leales vasallos, que mañana los Reconquistadores planean atacar nuestro Newcastle con todas sus fuerzas. Ustedes siguieron y pelearon valientemente por este Rey viejo e inútil. Sin embargo, mañana no será una batalla. Será una matanza para un solo lado. Resistamos y mostremos nuestro valor por una última vez- el Rey tosió fuertemente, y luego continuó hablando-. Pero sería mucho pedir que todos murieran. Por esto, por la mañana, el Águila se llevará a todas las mujeres y niños y a los que quieran irse a un lugar más seguro lejos de este olvidado continente.

Sin embargo, nadie respondió.

-¡Su Majestad, estamos esperando la orden! “¡A la carga! ¡A la carga! ¡A la carga!”. Ya que nuestros oídos están tan mal hoy, dudo que podamos oír otras órdenes.

Todos asintieron.

-Cierto. ¿Qué dirían los demás si fuéramos a huir?

-Es muy tarde para echarse atrás, Su Majestad.

-Todo está bien. Continuaremos sirviendo al Rey como hemos hechos todos estos años. ¡Hoy es una gran noche! El Fundador nos ha bendecido con una luna maravillosa y una noche cálida. ¡Disfrutemos la bebida y el baile por hoy!

Con esto, todos regresaron a la fiesta. Los tres invitados de Tristain atraían mucho la atención. Los Nobles no parecían estar tristes o preocupados, sino que juguetonamente seguían bromeando y ofreciendo vino o comida a los huéspedes.

-¡Embajador, pruebe este vino! Díganos el vino de qué país es mejor.

-¡Aquí, pruebe esto! Es el especial de Albión, pollo con miel; le hará bien para la salud y la fuerza, lo aseguro.

Albión sigue divirtiéndose. ¡Incluso al final!

Saito se puso melancólico.

Las personas que actuaban tan alegremente frente a la muerte se veían más tristes que valientes. Louise parecía haberlo percibido más. No pudo soportar la atmósfera. Sacudió la cabeza y salió corriendo del salón.

Por un momento, Saito quiso seguirla, pero luego urgió a Wardes a ir en vez de él. Wardes asintió y fue tras ella. Saito se agachó en el piso y suspiró. Wales vio a Saito actuar de esa manera y se dirigió hacia él desde el centro del salón.

-Éste muchacho es el Familiar de la señorita la Vallière. Pero es muy inusual que una persona sea un Familiar. Tristain es en verdad un país insólito-rió Wales, mientras hablaba.

-Es inusual en Tristain también- dijo Saito cansadamente.

-¿Deprimido?- Wales miró a la cara a Saito ansiosamente.

Saito aún sentía su brazo adolorido, y ver gente preparándose para su propia muerta lo hacía sentir peor.

Se levantó y le preguntó a Wales:

-Disculpe si suena rudo, pero, ¿no está asustado?

-¿Asustado?- Wales miró a Saito, extrañado.

-¿No tienen miedo a morir?

-¡Estás preocupado por nosotros!- rió Wales, luego de oír las palabras de Saito-. ¡Por nosotros! ¡Qué buen chico eres!

-No, digo, es sólo que es aterrador para mí. No podría reír de la forma en que ustedes lo hacen si supiera que moriré mañana.

-Estoy asustado. No hay una sola persona que no tenga miedo a morir. No importa si eres un Noble o un Plebeyo.

-Entonces, ¿por qué?

-Es porque tengo algo que defender, algo que me hace olvidar la frialdad de la tumba.

-¿Qué defiende? ¿El honor? ¿La fama? Esas son cosas estúpidas por las que morir- dijo Saito con voz más fuerte.

-La fracción aristócrata Reconquistadores es nuestra enemiga- contestó Wales con ojos fríos-. Tratan de unificar Halkeginia, aferrándose a la idea de Tierra Santa. Es bueno que la gente tenga ideales como ese, pero no debería hacerse por la fuerza y con sangre. Todos los países estarán arruinados.

-Pero, ¿ya no hay oportunidades de ganar? ¿Cuál es el punto de morir aquí? Quizá puedan encontrar otras maneras de derrotarlos después…

-No, por lo menos debemos mostrar un mínimo de valor y honor a otros Nobles. Aún si no es posible ganar, podemos demostrarles que las Familias Reales de Halkeginia no son un enemigo débil. Aunque no quieran abandonar su ambición de ‘Unión’ y ‘Recuperación de la Tierra Santa’ tan pronto.

-¿Por qué?- preguntó Saito, quien había crecido en el moderno Japón y no podía entender por qué uno debía mostrar su valor de esa manera.

-¿Que por qué? Simple, es nuestra obligación- declaró decisivamente Wales-. La obligación de aquellos nacidos en la Familia Real. La obligación impuesta en cada Familia Real para defender su reino hasta el final.

Saito aún no entendía. Además, ya que Wales tiene alguien a quien ama, y quien los corresponde también, ¿no es sobrevivir una obligación con esa persona?, pensó.

-La Princesa de Tristain lo ama. ¿Ha olvidado la carta?

Wales sonrió, recordando, luego de oír las palabras de Saito.

-Por amor, a veces es necesario pretender no saber. Por amor, a veces es necesario abandonar. No hacerlo sería solo dar una excusa para que otros invadan Tristain.

-P-Pero…- Saito dudaba. Wales no cambiaría de opinión.

Wales cogió el hombro de Saito y lo miró directo a los ojos.

-Ya que está todo claro, no se lo digas a Henrietta. No hay necesidad de preocupar su hermoso rostro con cosas innecesarias. Ella es como una bella flor, ¿no lo crees?

Saito asintió. Ciertamente es una princesa muy bella. Tampoco quiero ver su rostro triste o preocupado. Pero Wales no cambiaría de opinión por eso. Eso era lo que decían los ojos del Príncipe.

-Sólo dile que Wales peleó valientemente y murió valientemente. Eso será suficiente.

Wales regresó al centro del salón luego de decir eso.


  • _*_*


Saito dejó el festín, pero, como se sentía perdido, le preguntó al camarero dónde estaba su habitación.

Luego de que le explicara dónde se encontraba, alguien tocó su hombro desde atrás. Saito vio a Wardes cuando se volvió.

-Te tengo que decir algo- dijo Wardes, con un tono frío.

-¿Qué cosa?

-Louise y yo tendremos una boda aquí mañana.

El cuerpo de Saito se congeló. No fue capaz de entender el significado de las palabras por un momento.

-¿Justo ahora? ¿Por qué?

-Porque queríamos pedirle al valiente Wales, Príncipe de la Corona, que haga de intermediario en nuestro matrimonio. El Príncipe de la Corona ha aceptado gustosamente. La ceremonia se llevará a cabo antes de la batalla decisiva.

Saito se quedó en silencio y asintió.

-¿Asistirás?- preguntó Wardes.

Saito sacudió la cabeza.

-Entonces puedes irte con el barco de la mañana. Louise y yo regresaremos con mi grifo.

-Pero, ¿no es una distancia muy larga para que vuele?- Saito, confundido, preguntó algo poco importante.

-Sólo si se vuela rápido y sin descansar- respondió Wardes-. Bueno, entonces, me tengo que ir.

-E-Está bien…

Los hombros de Saito cayeron. Aunque sabía que esto vendría de cualquier manera, se sentía muy solo.


  • _*_*


Saito caminaba por un pasadizo oscuro, sosteniendo un candelero.

Las lunas se veían brillar a través de una ventana abierta a un lado del pasillo. Había una chica que caminaba sola bajo ellas. Tenía el cabello largo y rosado… Lágrimas parecidas a perlas caían por sus blancas mejillas. Saito contempló en silencio aquel hermoso pero entristecido rostro.

Louise se volvió y se dio cuenta de que Saito estaba ahí, parado con un candelero. Aunque trató de limpiarse los ojos, seguían húmedos. Su expresión se volvió triste de nuevo.

Cuando Saito caminó hacia ella, Louise se encogió, como si perdiera toda su fuerza.

-Tú… estás llorando. ¿Por qué…?

Louise no respondió sino que apretó su rostro contra el pecho de Saito. Saito la abrazó firmemente.

"En un primer momento, lo desconcertó que Louise se le pegara. No estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Sin embargo, ella estaba llorando como una niña. La sentía como si lo abrazara muy cariñosamente."

En un primer momento, lo desconcertó que Louise se le pegara. No estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Sin embargo, ella estaba llorando como una niña. La sentía como si lo abrazara muy cariñosamente. Louise estaba herida y a él le apenaba eso. Pero, ¿qué significaba esto?

Probablemente Louise me está abrazando porque me encontraba aquí de casualidad. Como una niña abrazando a un animal de peluche. No soy yo sino Wardes quien es importante para ella.

Pero Saito no dijo nada. Palmeó con su mano la cabeza de Louise de una manera extraña. Su cabeza parecía tan pequeña que cabía en su palma.

-E-Esas personas… ¿Por qué? ¿Por qué quieren morir? A pesar de que la Princesa… Incluso si Wales la ama… ¿Por qué el Príncipe de la Corona Wales elige morir?

-Él dijo que su propósito era defender lo más importante.

-¿Qué es más importante en este mundo que la persona que uno ama?

-Yo tampoco entiendo la manera de pensar del Príncipe.

-¡Lo persuadiré! ¡Lo volveré a persuadir!

-No.

-¿Por qué?

-Porque tú estás aquí para entregar la carta de la Princesa. Ésa es tu única misión.

-Yo… quiero regresar pronto- murmuró Louise, mientras las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas-. Quiero regresar a Tristain. No me gusta este lugar…. Ésta gente tonta y su Príncipe Irrazonable que abandonan todo…

Aunque a veces Louise actuaba dura, era aún una niña. No podía entender el mundo de Wales. Pero Saito la entendía, pues él pensaba de la misma forma.

Louise, como si de pronto recordara, sacó algo de su bolsillo.

-Extiende tu brazo izquierdo- dijo Louise.

-¿Qué?

-Sólo hazlo.

Saito hizo como le decía. Era un frasco lo que Louise había sacado. Metió un dedo y sacó un poco de medicina pegajosa que olía curiosamente.

-Obtuve esto de una persona del castillo hace un rato- murmuró Louise mientras lubricaba el brazo de Saito con ella-. Ésta medicina mágica de agua es muy efectiva contra las quemaduras. Sólo pude conseguir esto. Pero le hará bien.

Nunca pensé que pudiera ser tan amable. Pero no debo volverme tan dependiente de esta gentileza porque se irá pronto… Saito sacudió la cabeza y empujó a Louise lejos de él.

Louise lo miró sorprendida. Saito tenía una expresión dolida en su cara. Luego de verlo, Louise se mordió el labio.

-¿P-Por qué esa cara? ¿Pasó algo?

-No es nada.

-Entiendo. Tan pronto como regresemos, buscaré la manera de mandarte de nuevo a tu mundo- dijo Louise, dudando.

Aparentemente, lo había malentendido. Pero Saito pensó que era mejor así.

-E-Está bien… incluso si no ayudas.

-¿Qué?

-Me refiero a que te casarás pronto, así que no deberías molestarte en buscar la forma de enviarme de regreso.

-¿Qué? ¿No me digas que te estás preocupando por eso? ¿Aún estás pensando en eso que dije en el hotel de La Rochelle?- Louise apartó la mirada de Saito-. Ciertamente, dije ‘casarme’ en ese momento… P-Pero, no lo decía en serio… No es posible que me case aún. Todavía no soy una buena maga… Y tampoco he encontrado la manera de enviarte de regreso…

Es cierto, Louise no se casaría porque se siente responsable por mí. Y por esa razón no será capaz de casarse hasta que encuentre la manera de regresar a casa, pensó Saito, pero eso no era justo para Louise. No creo que esto sea justo para esta deslumbrante, bella, tierna y gentil Louise.

-Está bien, encontraré la manera de regresar solo. Por lo tanto, debes casarte.

-¡Qué cosa tan egoísta dices! ¡Eres mi Familiar! ¡Defiéndeme hasta que encuentre la manera de regresarte!- dijo Louise, mirando intensamente a Saito.

-Yo no puedo defenderte- los hombros de Saito cayeron solitarios cuando habló-. Recuerda lo que pasó.

Las escenas del viaje revivieron en la cabeza de Saito. Cuando comenzaron a llover flechas, fue Wardes quien lo salvó. Fue derrotado en un duelo por Wardes. Cuando fueron atacados por el hombre de la máscara blanca, no pudo salvar a Louise.

Siempre es Wardes quien te salva. No pude hacer algo que no sea pararme y mirar.

-No soy un gran mago como el Vizconde. Sólo soy una persona normal, a pesar de que digan que soy el legendario familiar Gandalf. No sé cómo pelear. Todo lo que puedo hacer es balancear una espada imprudentemente. No puedo protegerte.

La palma de Louise abofeteó la mejilla de Saito.

-¡Cobarde!

-Hay que separarnos desde aquí, Louise- dijo Saito, sin cambiar de expresión-. Tú regresa con el Vizconde en su grifo mientras yo regreso con el Águila. Cuando aterrice, buscaré la forma de volver a mi mundo. Ya estoy demasiado en deuda contigo por todo lo que has hecho.

-¿Hablas en serio?

-Sí.

-¡Idiota!- gritó Louise, las lágrimas empezando a correr de sus ojos otra vez. Saito no respondió, sólo la miraba temblar-. ¡Te odio! ¡Te odio!

-Lo sé- murmuró Saito, cerrando los ojos.

Louise se volvió sobre sus talones y corrió por el oscuro pasillo. Saito se tocó la mejilla. El lugar donde había sido golpeado aún dolía, y lo hacía sentir muy triste.

-Adiós, Louise- dijo Saito con voz débil. Aunque pensaba que no lloraría, las lágrimas escapaban y no paraban. -Adiós, mi tierna y adorada Ama.


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