Maru-MA Volumen 08 Capítulo 7

From Baka-Tsuki
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Capítulo 7[edit]

Los cinco hombres rodean la caja cubierta con una tela verde y se quedan parados pensando. Hay una persona más que antes. Para ser precisos, perdieron uno y ganaron dos. Luego de cargar la caja hasta el templo sin problemas, Stefan Fanberlain se fue. La razón por supuesto que es el baile que comenzó hace un momento. Si no volvía y escoltaba rápidamente a Cäcilie, la belleza se ofendería.

—Esa lady es el espíritu de una rosa[1] que accidentalmente cayó en la planicie, así que es peligroso no estar a su lado. Si la gente vulgar de baja alcurnia se dirige a ella con sus palabras terrenales, entrará en pánico de inmediato y caerán lágrimas como perlas por sus mejillas. Ah, mi frágil dama, Cäcilie. ¡Iré de inmediato a tu lado!

Dos de los hombre murmuran “¿es así?” hacia Fanfan que explota de energía aun cuando se retira del campo de batalla. La ultima persona interrumpe “es hermosa, pero no débil”. Chevallier, conociendo los encantos de la ex reina mejor que nadie, decide quedarse atrás con el “Equipo cargando la caja” para completar su misión. Si un hombre cualquiera en el banquete se le acercara, él no cree que su señora estaría en peligro. Como una mujer que aprecia tanto el arte como la comedia, ella seria capaz de convertir a un borracho en una obra de arte. Lo envolvería con su látigo y lo ataría hecho un lío.

—...Estético —dice Chevallier ausente mientras se pierde en su imaginación.

—Sr. Chevallier. Oiga, Sr. Chevallier. Por favor póngase serio. Tenemos que llevar esta caja hasta un lugar cerrado.

—Ah, lo siento.

Incluso Dacascos, cuya única cualidad por la que puede alardear es su juventud, comienza a sentir la fatiga. En su voz, en sus articulaciones y en su grasoso cuero cabelludo.

—De cualquiera manera, buen trabajo todos. Debe haber sido difícil obtener la extremadamente peligrosa caja del templo siendo que la seguridad fue reforzada por el torneo.

Ante las palabras de aprecio de Su Alteza, se sienten algo culpables. Comparado a las numerosas operaciones militares en las que han participado hasta ahora, esta misión estuvo dentro de una categoría bastante fácil.

Si alguien se va, alguien viene. Luego de que Fanfan se fuera temprano, Su Alteza y Josak vienen corriendo. Se supone que Muraken-san, el soukoku Daikenja, tiene mucho más conocimiento sobre la peor arma maligna, El Fin del Viento, del que ellos tienen. Por ejemplo, la mejor temperatura para guardarla o cual es su fecha de expiración. Él debe saber incontables maneras adecuadas de manipular la gran caja espantosa.

—Aunque, esta cosa apesta. ¿No la guardaron bien? —pregunta Murata.

Nadie se atreve a decir que es por la pintura insecticida.

—Su Alteza, por favor díganos de ser posible, ¿cómo piensa llevar esta caja de vuelta a Shin Makoku? Las cosas cambiarán una vez que salgamos al mar, pero nos tomará tres días a toda velocidad llegar al puerto. Si vamos por tierra a través de Dai Shimaron, creo que necesitaremos un buen camuflaje, pero...

—Mmm, es verdad, ¿eh? Estoy de acuerdo con usted, Capitán Sizemore.

Desde hace un rato, Dacascos está completamente distraído por la ropa de Su Alteza. Siendo pleno invierno en el medio de un bosque detrás del templo, está usando ropas de gala con un cuello con volados. Es un atuendo cargado de pliegues y ornamentos que incluso su esposa de Shin Makoku no usaría en estos días. ¿No tiene frío?

Más importante, ¿planea ir al baile vestido así?

Si tuviera una rosa en la boca luciría como un bailarín sospechoso.

—Uh, Su Alteza, sabe, ¿mientras tanto podría volver al salón de reuniones? —Incluso Josak que vino con él usa un atuendo que deja a Dacascos con la boca abierta colgando.

¿Ropa de mujer? O tal vez es su técnica especial que causa que los enemigos se echen atrás solo con verlo.

—Le seguí porque seria peligroso que fuera caminando por ahí solo, pero... Estoy preocupado por que Su Majestad haga algo fastidio--... realice una hazaña que los plebeyos nunca hubieran pensado. Le informé a Su Excelencia Wolfram sobre la situación antes de irme, pero a pesar de las apariencias él también es así... ¡Oh, honestamente! ¡Pensar que escoltar a Su Majestad y Su Alteza al mismo tempo seria tan difícil!

—See, dejar a Shibuya y Lord von Bielefeld juntos será mucho más divertido~.

—Eso no es lo que--

—¡Shh! ¡Agáchense! —ante la advertencia del taciturno Chevallier, todos se agachan al mismo tiempo. Un grupo de soldados pasa corriendo por el lodoso camino cuesta arriba—...Está bien. No nos vieron.

—Aun así, parecen estar apresurados. Esos soldados fueron poco severos cuando nos infiltramos. Aparentemente notaron que falta la caja y están desesperados por recuperarla —murmura el Capitan mientras se fruta su fino cabello de la nuca. Llevar la caja al puerto se ha vuelto mas difícil.

Con la mitad del continente siendo territorios de Shimaron, encontrar un ruta no custodiada es imposible.

—Pero Su Alteza Berard II aun cree que esto no ha sido robado. La única cosa que se reportó perdida arriba es la estatua del Maou con la cabeza de elefante.

—¡¿Qué ha dicho?! ¡S-Su Alteza, quiero dejar completamente en claro que él que se robó esa tonta estatua fue Lord Fanfan! Nosotros estamos absolutamente seguros de que los Maou del pasado no tenían una cabeza de elefante como esa...

—No tienes que justificarte. Nadie considearía eso como una ofensa de un sirviente. Además, aunque Shibuya odia los tigres, no odia a los elefantes, así que tus dudas son irrelefantes.

...El viento frío se vuelve mas severo[2].

Al maestro de los juegos de palabras Murata no le importa para nada que el ambiente se torna incomodo.

—Eso me recuerda, dijiste que la caja fue confundida por un ataúd cerca de la salida, ¿verdad?

—Si, así es. Un hombre con una esplendida barba y buen físico terminó en lágrimas. Honestamente, estos jóvenes de hoy en dia, la única cosa madura en ellos es su cuerpo. Desde el punto de vista de un veterano, no hay nada más vergonzoso que eso...

Las quejas del viejo continúan por siempre.

—Pensando en eso, he visto eso en alguna parte. Me topé con el funeral de un niño. Definitivamente escuché que una caja blanca de ese tamaño es el ataúd de un niño varón —dice Murata llevando su puño hacia abajo para golpear su palma. El golpe seco hace eco a través del bosque—. No es el plan más llamativo, ¿pero qué tal si continuamos cargando esto por ahí como si fuera un ataúd?

—Creo que ese también es un excelente plan, pero... ¿de verdad van a creer eso? No importa que tan idiotas sean los soldados de Shimaron, eventualmente notarán que falta algo en la sala del tesoro. Si pasa eso y estamos intentando sacar un ataúd de amaño similar fuera del país... incluso si una imprudencia, podrían revisar el contenido de la caja.

—Mm, es verdad. Seguramente lo harán. Está bien, entonces haremos esto aun más realista y pondremos dentro un niño muerto--

Los cuatro mazokus se quedan sin palabras. Solo hay una delgada diferencia fina como un papel entre el peligro de ese humano inteligente y él, ¡¿pero el Daikenja también es un despiadado pesador crítico?!

—...--de mentira o algo así... no va a funcionar. En primer lugar, no podemos poner cosas dentro.

Todos los presentes pierden las fuerzas inmediatamente.

Atacado con extrema duda, Dacascos siente la caja a través de la tela. Incluso el metal de soporte en sus cuatro lados está completamente oxidado. Hay un resistente cerrojo colgando sobre la juntura de metal de la apretada tapa.

—¡Su Alteza! Tengo una pregunta.

—¿Cual es, Dacascos?

—Um, no viene mucho al caso, ¿pero qué hay dentro de la caja? No hace ruido si la agito o pateo, ¿pero está de verdad vacía?

—Esa es una buena pregunta. Sin embargo, no la patees de nuevo. Si la madera quebradiza se rompe y termina destruida, estaríamos en un problema. —Murata se arrodilla en la ladera nevada y coloca su oreja contra el objeto en cuestión tapado con la tela verde—. ¿Ves? No hace ningún ruido ahora. Está vacía. En realidad no hay nada ahí. Pero definitivamente no puedes mirar. Te arrepentirías tanto que llorarías.

—¿Q-qué es lo que...?

—Significa que hay muchas cosas en este mundo que sería mejor que no sepas. Bien, siguiente persona.

—Entonces, Su Alteza, ¿podría sugerir algo presuntuoso? ¿Que tal si la disfrazamos como parte del vasto equipaje de madame? La cantidad de baúles de ropa que trajo es considerable. Sería como decir “un árbol en el bosque, un oso en la arena”.

—¡Ah! ¡Eso es bueno, excelente! Aunque es la primera vez que oigo la parte del oso. Um, ¿quién eras tu?

—Chevallier.

—Es verdad. Es porque casi nunca dices nada. Bueno, entonces, esa es una idea increíble, pero hay un gran problema. Y es que el novio de Lady Cherie es un hombre de negocios hecho y derecho.

Todos están pasmados.

Dudar de Fanberlain que les ayudó a conseguir la caja a pesar de la posición de su familia en Shimaron. Tomó la responsabilidad de guiarlos hacia la sala del tesoro sin considerar el peligro que corría. Fanfan también fue el que uso dinero para encargarse de cierta cantidad de guardias. Y es leal a Lady Cherie. Que viva el amor sin barreras.

—De acuerdo a lo que escuché de todos ustedes, Fanfan es un hombre de negocios nato, ¿verdad? Eso es lo que me preocupa. Si Dai Shimaron tiene El Fin del Viento, entonces sus negocios serian innecesarios debido al desbalance de poder. Por lo que ayudó a recuperarla. Si, entiendo eso. El razonamiento es solido. Sin embargo, si le confiamos la caja y hacemos que la oculte entre el equipaje de Lady Cherie, me pregunto que haría. Es una caja rara. Es olo una de las cuatro armas definitivas con un tremendo poder en todo el mundo. Y es un comerciante hecho y derecho. Es tan comerciante que lleva escrito “espíritu de comercio” en la frente.

—Si fuera yo, la vendería —suelta Dacascos.

—¿Verdad? —Antes de darles a todos una pausa, Murata coloca un pie en la caja—. Si yo fuera un genio de una familia comerciante, la cambiaría en secreto por una copia. Y luego la vendería a países que desean luchar contra países más grandes pero no tienen el poder militar necesario, o países que tienen el dinero pero no la cantidad de soldados. Y entonces no solo me habría apoderado del mercado, estaría asegurado de por vida. Los hombres de negocios nunca hacen inversiones sin sentido. Extrañamente, tengo buen olfato con las estrategias para volverse rico rápidamente. Stefan Fanberlain es digno de confianza, pero antes que nada es un hombre de negocios. Por eso, —el taco de su bota arruga un poco la tela. El puro blanco se moja con la nieve—. No le confiaría la caja a Lady Cherie.

—¡Shh! ¡Más soldados!

Todos se agachan a la vez. Murata estira su mano con cuidado para acomodar la tela torcida. La blanca caja probablemente es muy sospechosa en la oscuridad.

—¡Eeeyaa!

El humano al final de la fila tropieza en la nieve y cae, y para su mala suerte rueda por la ladera. Choca contra un cedro justo en frente de los mazoku y se encuentra desmayándose del dolor mientras abraza sus rodillas. El equipo continua corriendo y parece haber abandonado a su miembro herido.

Murata lentamente se levanta y mira al hombre joven que rueda dejando marcas en el piso.

—Su Alteza, lo va a ver. ¡Su Alteza!

—¿Se puede sacar alguien las medias?

—¿Eh? ¿Qué va a hacer con una media?

Mientras le entrega su media de lana caliente, Sizemore mira la mano del sabio. Al acercarse al joven soldado de Shimaron que sigue rodando, Murata mete la media en su boca. El que entra en pánico es el Capitan.

—Su Alteza, si va a amordazar a alguien, ¡por favor use un pañuelo, un pañuelo! Por favor no use la media que se quitó un hombre grande. ¡Por favor demuestre algo de compasión por un soldado!

—¡Bueno, conseguimos un cuerpo! ¡Sr. Dacky, vaya corriendo a buscar a Flynn lo más rápido que pueda!

Sin entender que pasa para nada, Dacascos sale corriendo hacia el salón de baile.




El ex mazoku cubierto de barro y nieve mira fijamente a mis ojos que son de distinto color por los lentes de contacto.

—¿Es verdad? ¿Tienes el alma de Julia...?

—Oye, no tengo idea de lo que estás hablando.

Las manos que ha puesto en mis hombros de repente aprietan con fuerza. Pero inmediatamente se aflojan y se disculpa en voz baja.

—Esa no es mi intención. No quiero lastimarte. La herida de tu cuello... no creo que me perdones por eso, pero...

—Como dije, no tengo idea de que estás hablando. De hecho, soy yo el que quiere preguntar. ¡¿No eras incapaz de seguir peleando?! ¿Por qué estas en un lugar como este completamente bien?

Despego mi espalda de la fría pared de piedra y empujo contra su pecho con todas mis fuerzas. Logrando escapar de él cuando trastabilla hacia atrás, corro a ciegas por el pasillo oscuro.

Estoy completamente anonadado. No puedo pensar calmadamente.

¡¿Qué hago?!

No hay nadie aquí ahora. No hay nadie aquí para ayudarme.

Una vez que comienzo a correr, me doy cuenta de que hubiera sido inteligente volver al salón de baile. No importa que tan irracional sea el hombre, no haría nada riesgoso con tanta gente mirando. Pero ya corrí bastante lejos en la dirección opuesta y volver sería peligroso.

Definitivamente me está persiguiendo.

Sus ojos decían que no me dejaría escapar.

Cuando me detengo, recuerdo sus brazos sucios y los brillantes ojos azules, y todos los pelos de mi cuerpo se ponen de punta.

Mi tobillo comienza a doler por la intensa fatiga. Mi corazón y mi pulso se aceleran y mi respiración se vuelve dificultosa rápidamente. Con tal de obtener mas oxigeno en mis pulmones, suprimo mis jadeos y tomo largas inspiraciones. En este templo vacío y desierto por la nieve, incluso el aire estancado se siente pesado.

—¡...!

El sonido de botas militares en el piso se acerca.

Incluso si se supone que fue severamente herido, sus pasos son rápidos y fuertes. Si solo es por un momento, puedo seguir corriendo, pero eventualmente el pasillo se va a acabar y me voy a quedar sin lugar a donde escapar. Los pasos de mi perseguidor se acercan rápidamente. Me preparo y echo mi cuerpo hacia un recoveco en la pared y contengo el aliento mientras lo espero.

Los pasos de la silueta contra la luz de la nieve aminoran y se acerca con cuidado. Parece que está sosteniendo una luz porque los alrededores se tornan levemente amarillos. Mi cuello comienza a doler. Un calor se esparce desde la herida que se ha estirado y se siente como si estuviera a punto de abrirse.

Solo el sonido de mi corazón palpitante reverbera sonoramente.

—¿Estás ahí?

Se me corta el aliento.

—Oye, ¿hay alguien ahí? Date por vencido y sal.

No es la voz de Adalbert. Aparentemente es un soldado de Shimaron de patrulla. Suspiro largamente aliviado y salgo del recoveco en la pared. No hay razón para que me persiga la seguridad, pero aun así doy un paso tímidamente hacia el pasillo con mis manos arriba.

—No soy nadie sospechoso...

El pequeño soldado de mediana edad parece sorprendido al ver mi atuendo.

—¿Es un invitado del evento?

—Bueno, algo así.

Parece no notar que soy el vencedor de otra clase de evento.

—¿Por qué iba en la dirección completamente opuesta?

—Estaba buscando el baño, pero me perdí.

Es una excusa común pero efectiva. El soldado sonríe exasperado y alumbra el camino para mi.

—¿Era eso? Me disculpo por asustarle. Los ladrones aparentemente entraron a la sala del tesoro e incluso movilizaron nuestras fuerzas para buscarlos.

—¿Ladrones?

—Bueno, probablemente los atrapen pronto,pero... Hay un baño justo al lado de la escalera. Si vagó hasta aquí se debe haber sentido solo. ¿Debería escoltarlo?

Sucede cuando el soldado voltea a mirarme. La sombra de alguien sale flotando de una esquina a la cual no llega la luz.

—¡Cuidad--!

Me extiendo hacia él por reflejo. La linterna cae de la mano del soldado y rueda luego de que colapsa sobre su trasero y golpea contra la pared.

Una pesada espada se balancea hacia abajo verticalmente y un pesado golpe resuena cuando choca contra el piso.

El rostro pálido de un hombre se ilumina por la llama que está muriendo.

Es Adalbert.

Dejo escapar un extraño grito y volteo la esquina que acabamos de pasar, corriendo hacia arriba por la larga escalera dos escalones a la vez. Echo hacia adelante mi cuerpo y me agarro del pasamanos labrado, pasando por el descanso con solo tres pasos y continuo subiendo.

Dudo que se de por vencido solo porque subí las escaleras.

En pánico por el ruido de lo que ciertamente son pasos viniendo tras de mi, abro la puerta extravagante mas cercana. Deslizo mi cuerpo a través de la abertura hacia una habitación a oscuras que no se a quien pertenece. Aunque saberlo no ayuda en nada, me aseguro de no hacer ningún ruido chirriante al apoyarme de espaldas contra la puerta y cerrarla lo más silenciosamente posible. Llevo mis dedos hacia mi espalda y deslizo el pasador en su lugar.

Me apoyo por un momento contra las gruesas puertas talladas. Hasta que logre recuperar el aliento. Al menos hasta que logre recuperar el aliento. Encerrado en la habitación, tomo una bocanada de aire con olor a viejo.

Eventualmente mis ojos se acostumbran a la oscuridad y puedo el interior. Parece ser bastante larga, pero no hay mucha distancia entre la ventana y yo. La luz de la luna y la nieve apenas brillan a través de la pequeña ventana que está tan alta en la pared que podría llamarse claraboya. Las estanterías cubren las paredes enteras y están llenas de libros que lucen realmente viejos.

—¿...Una biblioteca?

Me alejo de la entrada con cuidado y me acerco a la mesa en el centro de la habitación.

Hay un libro que alguien dejó abierto sobre ella a la mitad de su lectura. Tal vez estaban transcribiendo ya que hay un pilón de papeles, un tintero, una pluma que usualmente verías en historias fantásticas y un pisapapeles de piedra sobre la mesa. A la errática luz que entra por el techo, intento leer las letras sobre la pagina abierta. Como de costumbre, no puedo leer con la vista. Cierro los ojos y me concentro en los nervios de la yema de mis dedos para intentar sentir las discrepancias en la calidad del papel.

Las partes cubiertas de tinta son ligeramente más suaves que los espacios en blanco. Como el papel es rugoso, puedo distinguir la forma de las letras sobre la superficie arrugada.

Continente, reinar, tres familias reales... La influencia y la población en el continente reinado por las tres familias reales... sin incluir los tres reinos al Oeste de la península...

Con solo esta parte de este grueso libro puedes distinguir que clase de texto es. Me rindo y levanto los dedos dejándolos reposar sobre el pilón de hojas en blanco.

—¿...Weller...?

El escritor debía tener una mano pesada porque la forma de las letras está impresa en la pagina de abajo. Evito por encima la piedra con mi frío dedo indice y el medio mientras las palabras llegan claramente a mi mente. Es como si un niño de preescolar o primaria apuntó información básica en una lista.


Las Tres Familias Reales. —Rahy, confinado en la actual colonia de Shou Shimaron, Garshon (entonces Garcione). Veinticuatro años luego del encarcelamiento, Vilmos Rahy se confirma muerto. Linaje terminado.

Cont. —Gillesby, derrotado luego de la batalla en la actual frontera Este de Dai Shimaron, Sommers (entonces Zomarce).

Cont. —Berard, derrota confirmada durante la batalla en la actual area de agricultura de Dai Shimaron, Col Nilzon. El sobreviviente Paige Berard es confinado a la Isla May en el océano del Puente Norte de los Dioses. De acuerdo a un reporte especial, es transferido a la capital real veinte años luego y cambia su apellido a Weller. Cinco generaciones confirmadas luego.

Esto es probablemente el destino de las familias reales que estaban en el poder antes de que las tierras se convirtieran en el territorio de Shimaron. Por que el nombre de Lord Weller es parte de esto es una pregunta que no puedo responder con mis terribles habilidades de historia.

—¿...Cambio el apellido a Weller? A Weller... Espera, si antes era Berard, ¿entonces por qué Su Majestad y Su Barbuda Alteza de la generación que sean se llaman a si mismos Berard...?

Le están dando a sus hijos y nietos el nombre de una familia que ellos mismos destruyeron.

Y entonces, ¿que es este reporte especial? ¿Se les llevo a la capital real y les forzaron a cambiar el nombre por eso?

—Luego de cambiar a Weller, cinco generaciones confirmadas... Entonces en algún lugar de aquí está el padre de Conrad...

Recuerdo las palabras que dijo Conrad en el medio de la arena.

“Esta ha sido mi tierra desde el principio.”

¿Esto es a lo que se refería? Aunque no estoy seguro de entenderlo correctamente o no.

Un sonido como el de un gran árbol partiéndose resuena por la habitación y me trae de vuelta a la realidad. Las puertas fornidas de la librería ahora están rotas y la madera clara del centro expuesta. Con el siguiente golpe, el cerrojo sale volando antes de que las puerta cedan.

Se abren de golpe, chocando contra la pared y rebotando por la fuerza.

—¿...Por qué estás escapando?

Encuentro la mirada del hombre que respira agitado y siento que se me pone la piel de gallina.

—¡P-por supuesto que estoy escapando!

Incluso las mujeres que rondan actores apuestos fornidos correrían luego de ver a Adalbert ahora mismo. Hay sangre fluyendo de las heridas en su rostro y sus brazos, y no le falta la mirada de locura. Si te persiguiera un Terminator cerca de su muerte, no importa lo orgulloso que estés de tu valentía, correrías descalzo si tuvieras que hacerlo. Además de eso, casi fui asesinado por él varias veces. Una sola disculpa no alcanza para comenzar a confiar en él.

Todo lo que puedo hacer es correr más adentro de la biblioteca. Aunque sé que como están las cosas ahora, sin duda seré acorralado.

—¡Oye! Solo quiero saber. Es verdad. No voy a lastimarte.

—¡Como si pudiera creer eso!

La sombra que me persigue arrastra una pierna y presiona su brazo contra su costado. Su brazo izquierdo que cuelga a un lado no parece en buena forma tampoco.

Es como una película de terror.

Tratando de crear la mayor cantidad de obstáculos que puedo, desparramo libros desde las estanterías mientras soy incapaz de suprimir mi risa histérica por el estrés y la fatiga.

¿Qué es esto? Es como una película de terror. ¿Soy Nancy a la cual persigue Freddy? ¡¿Por qué me pasa esto a mi?!

Hay un ruido estruendoso. Al mirar atrás por impulso, el polvo se levanta a la luz de la luna y una gran biblioteca cae completa. Sobre el piso en penumbras, una cabeza rubia sucia está enterrada por los libros.

—¿...Grantz?

Su brazo derecho inmóvil está estirado en el piso.

—¿Von Grantz...? Oye, Adalbert —le llamo desde lo que estimo es una distancia segura. No hay respuesta ni señal de movimiento.

De repente me ataca la ansiedad. Despues de todo, este es el amigo de Nigel Weisz “Nunca Muere” Maxine. No hay forma de que muera en un lugar como este. Pero, ¿entonces por que no se mueve luego de colapsar? No está sangrando por lo que llego a ver, pero aunque no tenga grandes heridas externas, podría ser fatal si se golpeó en el lugar equivocado.

¿Es esta desgracia de libros desparramados mi culpa? La biblioteca debe haber caído sobre él porque la desbalancee. No, normalmente podrías correrte del camino. La persona que no pudo escapar de algo tan grande como eso también tiene parte de la culpa... No, Adalbert se encontraba bien.

Solo hace unas horas fue juzgado como incapaz de continuar peleando. En otras palabras, fue el veredicto de que estaba agotado y con su cuerpo entero tan lastimado que no podía pelear mas.

Además, el que lo venció aparentemente fui yo.

Por supuesto que no se me puede culpar. Fue durante una pelea en una arena y el gritó que me iba a matar y cosas así. Nadie tiene el derecho a culparme o hacerme sentir mal por eso.

Pero si no pudo esquivar la librería por culpa de esas heridas...

—¿Aww, maldición! ¡Es como si pretendieras estar muerto a propósito!

Corro hacia la montaña de libros y comienzo a arrojarlos a los lados de a varios volúmenes a la vez.

—¡Grantz! ¡Oye, Adalbert!

Soy un idiota. De verdad un idiota sin remedio.

¡¿Acaso no sé por todo lo que me ha hecho pasar este tipo?! ¿Lo mucho que von Grantz Adalbert me odia? ¿Qué es alguien resentido con su país? ¿No es este en realidad el tipo que hasta ahora, de verdad hasta ahora mismo, me ha perseguido asustándome? A pesar de eso, ¿por que estoy intentando ayudar a este hombre inconsciente?

—Esto no es mi culpa. No es mi culpa, ¿ok?

Presiono mis dedos sobre su ahora expuesto y pálido cuello. Aun tiene pulso. Se mueve.

—Basta. Oye, esto no es gracioso. No... no te mueras en frente mio...

Mi nariz y mis ojos se ponen calientes. Aprieto mis dientes y contengo mis temblores.

No quiero experimentar esa sensación nunca mas.

Para el momento en que desentierro la parte superior de su cuerpo, mi respiración se ha agitado. Es más una excavación que un rescate. Intento levantar la biblioteca que está sobre su parte inferior, pero no se mueve ni un milímetro con la fuerza de una sola persona. Aunque miro alrededor buscando una palanca que pueda usar para levantarla, no hay nada como eso a la vista.

Veo sangre asomar por donde sus ropas están rasgadas sobre su hombro, pero él apenas se sacude un poco.

—¡Oye!

Coloco una mano sobre su espalda e intento sacudirlo levemente. Con su rostro plano contra el piso, le oigo gruñir por lo bajo.

—Que aliv--

No es un alivio. No lo es. Apresuradamente niego el suspiro de alivio que estaba por dar. En esta situación debería ser “rayos, que bastardo con suerte” si consideras todos los detalles hasta ahora.

—...ugh.

Pone fuerza en su brazo bueno e intenta levantar su torso.

—Detente, no tiene caso. Tus piernas están atrapadas bajo la estantería.

Dándose cuenta de que es imposible, de alguna manera logra voltear la cabeza a un lado.

—¿...Qué pa--.... so?

—Ah, pero que aliv--... ¡Uy, no, no! Es “de verdad que eres un bastando con suerte”. Espera aquí, iré a buscar a alguien. No puedo mover la biblioteca solo.

—Espera.

—Eres tu el que tiene que esperar.

Aun con su cara contra el piso, Adalbert estira su mano derecha hacia mi. Me echo hacia atrás mas que nada por instinto e intento esquivar los dedos del hombre que es mi enemigo.

—No corras. No haré... nada.

Su dedo indice toca levemente mi garganta. A través de las vendas algo cálido fluye dentro. Algo levemente mas caliente que mi temperatura corporal. El calor de la herida que dolía y estaba a punto de abrirse de nuevo comienza a ser absorbido por el tejido a su alrededor. ¿Eh?

—...Lo siento.

Aunque lo frote con fuerza con mi palma, ahí ya no hay una herida. Solo hay piel suave y sana.

—¿Me... curaste? —estoy impresionado—. Aunque Lady Cherie no pudo hacerlo.

—En estas tierras, usar majutsu es complicado. Aunque el houjutsu se puede usar fácilmente, requiere bastante fuerza.

—...Si aun te queda... esa clase de poder... Úsalo en tu propio cuerpo en vez de mi. ¡Ug, deja de hablar! Iré a llamar a alguien.

—No tienes que hacerlo.

—No seas estúpido. Probablemente no te gustan tanto los libros como para ser enterrado en ellos el resto de tu vida.

Algo debe haber sonado gracioso porque Adalbert se ríe. O mejor dicho, tiene un ataque de tos.

—Si te vas, no volverás, ¿no es así?

—Probablemente no.

El está agarrando el taco de mi zapato. No, no tiene la fuerza suficiente para decir que lo agarra. Su mano derecha apenas lo está tocando. Me agacho en el piso cubierto de papeles desperdigados y hago a un lado el cabello sobre la mejilla de Adalbert.

—¿Entonces qué quieres hacer?

—Quiero hablar.

¿Qué pasa con este tipo? Inconscientemente dejo salir un largo suspiro.

—..Está bien, habla. Pero solo un poco. Luego de que pasen tres minutos iré a buscar a alguien.

—Eso está bien.

Aun incapaz de moverse correctamente, von Grantz Adalbert se ríe de nuevo. Me inclino hacia adelante y llevo mi cara mas cerca para poder ver sus ojos.

—¿Qué es tan gracioso?

—Eres una persona extraña.

Tu eres el raro. Intentaste cortarme la garganta en la plataforma circular hace tan solo unas horas. Y ahora me curas la misma herida, ¿así que qué pasa con estos cambios de estado mental?

—Aunque tienes... un gran poder que es incluso raro entre todos los anteriores Maou en la historia, el houjutsu que incapacita a los mazoku no funcionan en ti. Por el contrario, el simple poder que solo funciona en los humanos ayudó a curarte...

Eso probablemente se debe a que mi cuerpo Made In La Tierra es increíblemente similar un humano.

—Bueno, es que soy un humano normal en la Tierra.

—¿Humano? ¿No eres mazoku?

—No lo sé realmente. Aunque, dicen que estoy destinado a ser Maou de acuerdo a la calidad de mi alma.

—Eso es lo que quiero saber. —Adalbert intenta levantar la parte superior de su cuerpo. Un gruñido de dolor parte sus labios—. Por favor dime. ¿Es la anterior...dueña de tu alma... Julia?

—¿Por Julia te refieres a Lady von Wincott Susanna Julia?

—Así es.

Cuando escucha ese nombre su expresión se vuelve nostálgica. Mientras exhala aire y cierra levemente los ojos, parece que recuerda solo cosas hermosas.

—...Aunque, solo he escuchado el nombre. No se quien es mi vida pasada. Es decir, es una vida pasada, ¿verdad? Nunca quise realmente saber sobre eso.

Aunque parece que Murata recuerda hasta el ultimo detalle. Nunca estuve celoso de lo que escuché de él.

—¿Entonces lo que dijo Lord Weller era mentira?

—Como dije, ni siquiera se si hubo un regalo de despedida. No voy por ahí preguntando “¿quién es mi vida pasada?”. Para mi solo descubrir que mi alma fue traída de otro mundo, educada en la Tierra, y luego “¡Tarán! En realidad eres el Maou”... solo enterarme de eso fue suficientemente impactante. En este punto, no creo que sea extraño descubrir que mi vida pasada fue Hitler. En primer lugar, se me da mal el auto conocimiento.

Si tuviera tiempo de conocerme a mi mismo, seria mejor hacer tres mil swings de practica.

—Tu alma... ¿fue llevada de este mundo a un lugar llamado Tierra?

—See. Así parece. Por Conrad.

Adalbert usa su mano buena para cubrir su rostro aun presionado sobre el piso. Un suspiro tembloroso como si fuera a llorar sale de entre sus largos y angulares dedos.

—Ah... Así que era verdad...

—Verdad... ¿Estás hablando sobre que la anterior dueña de mi alma es la Lady Susanna Julia?

Pienso por un momento.

—¡Ohshitaaaa! No, quiero decir, ¡oh shiiit! ¡No puede ser[3]!

Una Lady von Wincott que hace chistes malos y es una beisbolista. Si ella es mi vida pasada, ¿era así? No puedo ni imaginarlo.

—Pero no hay manera de que Conrad no supiera quien era el dueño anterior si fue él quien llevó tu alma.

Dándome cuenta, sonrío. Aunque puede que se cuestione que este sea el momento para decir lo que digo.

—...Eran amigos, ¿no es así? Ustedes dos.

Adalbert frunce el ceño confundido.

—¿Quienes?

—¿Conrad y tu?

—¿No, no lo eramos?

—Es decir, llamaste a Lord Weller “Conrad”... Aunque sus hermanos y su madre le llaman Conrart en publico... Bueno, como sea. Hipotéticamente, y solo digo hipotéticamente, ¿ok? Si hipotéticamente en una en un millón de posibilidades mi vida pasada fue la Señorita Julia. —Ya veo, entonces así es como se siente. Las palabras que Murata dijo junto a las placenteras vibraciones del barco vienen a mi mente—. ¿Entonce qué? ¿Hay algo diferente sobre mi? ¿Qué quieres decirme?

—Tu alma es... la de ella...

—Aunque lo sea, soy Shibuya Yuuri y nadie más. Shibuya Yuuri que vivió en la Tierra hasta justo antes de los dieciséis, un estudiante de secundaria de Japón, el dueño, capitán y catcher de un equipo amateur de béisbol, un fan de los Lions. Enterarme de quien era mi vida pasada en este momento es como sentir empatía por una película que vi. ¿Qué quieres que haga? —Me siento, abrazo mis rodillas y me agarro la puna de los pies—. ¿O vas a comenzar a agregar “Lord” a mi nombre?

Tengo pies y tengo dedos. De la cabeza a los pies, desde la punta de mi pelo hasta la uña del dedo gordo, todo pertenece a Shibuya Yuuri. A nadie más.

Adalbert se queda en silencio.

Receloso de ese silencio, sacudo el hombro del hombre que mira para abajo.

—¡Oye! Estás vivo, ¿verdad? ¡¿No te vas a morir, no es cierto?! Me voy. Me voy a llamar a alguien. Además, ya pasaron tres minutos hace mucho. ¡Basta! ¡No te mueras en frente mio!

—Él no morirá solo por eso.

Levanto la cabeza como si me hubieran disparado. Es una voz que me resulta familiar y una que he anhelado.

—Co--... Lord Weller...

Pero ahora no puedo hablar con él amigablemente y siento un nudo en la garganta que no puede realmente estar ahí.

—Solo ha perdido el conocimiento. Debe haber oído algo realmente gratificante.

Levanta la luz en su mano hasta un lado de su rostro y me muestra quien es. Su cabello es extrañamente corto para un soldado de Shimaron. El traje formal blanco que usa no lleva accesorios innecesarios y resulta simple de una manera militar que luce mucho mejor en él que el uniforme de la arena.

Ya no es alguien de mi país.

Lord Weller Conrart apoya la mano en el cuerpo mojado y sucio, y asiente cuando encuentra pulso. Pasa la vista por los libros desparramados y caídos de la biblioteca, finalmente volteando hacia mi.

—¿Estás lastimado?

—No, de hecho estoy mejor que antes.

Inconscientemente toco mi garganta.

—Ah, Grantz. Él puede usar houjutsu... si tus piernas y tu espalda también se encuentran bien, ¿podrías ayudarme?

—Está bien, ¿pero podemos levantar esto entre los dos?

—Si le pone esfuerzo, entonces tal vez.

Evitando el cuerpo de Adalbert y moviéndome alrededor hacia el otro lado, piso firme con cuidado y coloco mis manos en la biblioteca de madera. Levanto con todas mis fuerzas ante la corta señal. Se levanta tan fácil que dudo si de hecho yo era necesario. Conrad patea algo hacia el espacio creado para mantener la estantería levantada y saca a Adalbert a rastras.

—¿...Está roto el hueso?

Espío tímidamente. No está torcido en una dirección imposible, pero su pierna está hinchada justo encima del cuero de su bota militar.

—Está rota.

—¡Uaaaahh, no debería haber mirado!

La misma parte de mi cuerpo duele aunque es la lastimadura de alguien más. De acuerdo a la examinación de Lord Weller, acostumbrado a los huesos rotos, su brazo izquierdo está fracturado y será doloroso.

—Pero de este modo no será capaz de perseguirle por un tiempo.

—¿De verdad estaba siendo perseguido? ...Es decir, era completamente diferente a antes. Incluso su forma de hablar era bastante normal. Es como si no fuera tan malvado o algo.

—Es probable que tuviera algo sobre lo que pensar.

Luego de cortar la pata de una silla con su espada, Lord Weller se saca la camisa. Comienza a romper la prenda sin dudarlo. Usando la angular y poco maleable pata de la silla como tablilla, amarra la pierna del hombre. Sosteniendo un extremo de la tira similar a una venda en su boca, la envuelve con fuerza para que no se salga de lugar.

Los músculos de ambos de sus hombros se contraen con sus movimientos y los observo con la mirada perdida.

Se mueven. Como si todo fuera normal.

Hay una gruesa venda enroscada en la parte superior de su brazo izquierdo. En algún lugar bajo esa tela es por donde el brazo de Conrad fue cortado. Lo vi con mis propios ojos.



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La gran cicatriz en su flanco es probablemente la de aquella batalla de la cual habló Josak. Hay otra herida fresca en su espalda. Debe haberse cerrado hace poco porque los bordes de la cicatriz cocida son detallados.

—¿Cuando pasó...?

—Aun si me lo pregunta, es difícil de explicar.

—Bueno, de todos modos, —me enojo mirando la espalda de Conrad porque él no voltea. Probablemente porque me relajo al no haber nadie más escuchando, mi vos se vuelve gradualmente más severa—. De todos modos, ¡¿cómo sobreviviste esa explosión?! ¡Es ridículo que estés en perfectas condiciones luego de eso!

—Me disculpo si herí sus sentimientos.

Esa no es a respuesta que quería oír.

—¡¿Por qué estás hablando tan formal?! Explícalo bien, ¿como sobreviviste? ¿Por qué desapareciste y por qué tu brazo volvió a la normalidad? ¿Por qué me dejaste... por qué de repente trabajas para Shimaron...?

Luego de asegurar su pierna, Conrad coloca una tablilla contra el codo de Adalbert.

—No estoy necesariamente trabajando para Shimaron.

—¡¿...Entonces eres el subordinado de Su Majestad y Su Alteza?!

Tal vez porque siente frío, Conrad se pone una chaqueta que se había sacado. Ahora que no puedo ver la venda en su brazo o la herida en su espalda, honestamente, me siento aliviado.

—Bueno, no vino a preguntármelo.

De repente me pongo iracundo. Aprieto mi puño sin fuerza con la intención de darle un buen golpe de alguna manera. Lord Weller se para derecho y me ofrece su usual sonrisa. Es una expresión gentil que a cualquiera adoraría y que está impregnada de bondad natural.

—Aunque esperé por usted. —El toma la manga de su ropa simple blanca y tira de ella juguetonamente—. Preparé la respuesta que usted deseaba y me vestí con este... traje de gala al que no estoy acostumbrado.

Es la chaqueta arrugada que tiró al piso. Sin embargo, cuando se la pone se convierte en un uniforme.

—¿Estabas ahí?

—Si, lo estaba. Lo vi bailar con una dama. Lo hizo bien. Me hizo sentir orgulloso. Yo fui quien le enseño como bailar despues de todo.

—¡¿Entonces por qué no me llamaste?!

Los ojos marrones con destellos plateados de Conrad se entrecierran al sonreír más ampliamente.

—Estoy muy por debajo de su estatus social. Seria poco natural que yo le llamara. Ya lo he dicho, ¿no es así? De ahora en más, voy a esforzarme... para no llamarle “Su Majestad”.

Soy golpeado por un estremecimiento helado como si hubiera metido la cabeza en una pila de nieve. Mis parpados, mi nariz, el interior de mi garganta, todas esas clases de partes duelen.

Es lo mismo que si Lord Weller Conrart hubiera declarado que ya no es mi amigo.

—...Te lavaron el cerebro, ¿verdad?

Llegan ruidos a través de la puerta rota desde el pasillo.

—¡¿Estás siendo controlado, verdad?! ¡¿O ese tipo Barbudo descubrió alguna debilidad y te está amenazando para que tengas que trabajar para él, verdad?!

Los guardias que aseguraban la arena y la gente a la que le gusta ver la desgracia de otros llegan corriendo todos juntos. Una mujer con los ojos abiertos por la curiosidad grita regodeándose de alguna manera.

—Un señor feudal de un territorio de Shimaron parece haber colapsado de repente.

¡¿Quién?!

—Ve. La señora está en un estado terrible.

—Conrad.

Extiendo mi mano derecha, creyendo que su brazo izquierdo la sujetará. Pensando que debería intentar apostar a una ultima posibilidad.

—Ven.

Lord Weller sacude la cabeza lentamente.

—...No.

Mi apuesta ha fallado.



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  1. Posible referencia a Le Spectre de la Rose (El espíritu de la rosa), una obra de ballet dónde una chica luego de su primer baile deja una rosa junto a su cama y luego baila en sueños con el espíritu de la flor.
  2. Ah, es hermoso cuando los chistes quedan iguales. Recuerden que el viento frío es lo que en japón creen que sucede cuando alguien dice un mal chiste, que te deja literalmente congelado.
  3. Dejé la adaptación del chiste en inglés porque no hubo manera de lograrlo en español. Yuuri originalmente en japonés grita “Matsuzakaaa” y se corrige para decir “massakaaa” (no puede seeer). El chiste está en la similitud del nombre de Daisuke Matsuzaka, jugador de los Seibu Lions, con esa palabra. En inglés se adapto con Hiroshi Ohshita, otro jugador del equipo favorito de Yuuri, para decir “oh shit” (ay mierda).