Maru-MA Volumen 01 Capítulo 6

From Baka-Tsuki
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Lo que ha pasado volando es un ave.

No hay polución en el aire de la mañana, bostezo lo más grande que puedo. Cuando abro la ventana para respirar aire fresco hay pájaros color zafiro con largas colas de plumas anaranjadas volando justo por el balcón. Son hermosas, pero graznan con una voz horrible: ¡Engiwaru![1]

Parece que todos toman el desayuno por su cuenta. Desaparecí el pan y el queso que trajeron a mi habitación sin pensarlo. La comida es lo único donde a un deportista le importa más la cantidad que la calidad. Antes que el pan de centeno de mejor calidad elegiría el todo-lo-que-puedas-comer del pan de 100 yenes. Así que el raro filete de anoche no alcanzó para llenarme.

Luego de que comí lo suficiente para tres personas, Günter entro viéndose pálido y agotado. Su cabello y sus ropas están arregladas, pero tiene los ojos rojos y grandes ojeras debajo de ellos. Mientras pongo leche a mi cuarta taza de té negro levanto la mano y le saludo.

—Buenos días Su Majestad. Lo veo con bastantes ánimos, parece muy optimista.

—No te ves muy bien. Luces como si no hubieras dormido lo suficiente.

—Sí. Estuve pensando sobre hoy… el duelo al amanecer. Sin embargo, he logrado pensar en una buena idea…

—Yo también estuve pensando sobre eso.

Luego de meditar mucho, no hay mejor estrategia que la que pensé. Aunque fuera derrotado no hay manera de que muera, se podría decir que es la salida perfecta y definitiva.

—¿Está despierto Conrad? Quiero pedirle algo prestado.

—Se levantó temprano esta mañana y salió a la ciudad por provisiones. Debería volver cerca del amanecer. ¿Pero que planea hacer, Su Majestad? Wolfram es más esbelto que sus hermanos mayores pero es bueno con la espada. Heredó el maryoku de fuego del lado materno de su familia, y además es el usuario de fuego más destacado de este país. Si lo desafía tomándolo a la ligera…

Günter suena más afligido que la persona involucrada en esto mientras se atraganta con sus palabras.

—Te lo estás tomando muy en serio. Ayer me dijiste que la gente rara vez muere.

—Lo dije, ciertamente lo dije pero…

—No planeo usar espadas o majutsu. No puedo ganar con eso. Sino con tácticas, tácticas.

—¿Entonces qué clase de armamento usará…?

Justo en ese momento el sol salió sobre el horizonte y un cuerno señalo que era el amanecer. Aproveché para manipular el marcador de mi G-shock y ponerlo en hora. Luego de jugar con él durante un rato Günter me apresuró a salir de la habitación. Y tomé prestado de Conrad, que ya había vuelto de la ciudad, lo que necesitaba.

Cuando salimos al patio el número de guardias estaba reducido al mínimo y las ventanas que dan al centro están cerradas para mantener el encuentro en privado. Lady Cherie me saluda con la mano y una sonrisa desde su palco privado en un balcón cercano. Gwendal está apoyado contra la pared de brazos cruzados y mi oponente, Wolfram, reclinado con aires de suficiencia en una silla.

Es un tipo susceptible, así que debe estar irritado porque su oponente no se presentó a tiempo. Mi primera estrategia era hacerlo perder la concentración por el enojo. Puedes llamarla la estrategia de “He estado esperando por ti, Musashi”[2].

Bastante de mal gusto.

—He estado imaginando como ruegas misericordia mientras te muelo a golpes en el piso. Me entretuve bastante pensando en eso mientras esperaba.

No está muy enojado que digamos. ¡La operación Miyamoto Musashi es un fracaso total!

—¡¿Ya estás diciendo que perderé?! ¡Tal vez mis habilidades ocultas finalmente despertaran tas quince años!

¡¿Cómo me va a ayudar enojarme?! ¡Cálmate, cálmate!

Dibuje un circulo con tiza en el piso de piedra y comencé a prepararme.

La expresión de Wolfram cambió.

—¡¿Por qué te estas sacando la ropa?!

—¿Pero de que te estás quejando? Tú también tienes que desnudarte.

—¡¿Yo?!

—Así es. ¡Porque el uniforme de un luchador de sumo es su piel desnuda!

Tomé prestada ropa interior nueva de Conrad para esto.

Los plebeyos usan calzoncillos, y la gente rica o los nobles generalmente usan unas bikinis que se atan a los lados. Siendo un noble orgulloso, Wolfram definitivamente está usando la bikini. No lo quiero ver en ropa interior, pero tiene una figura que me hace pensar que se le va a salir fácilmente durante un combate. Si eso pasa, entonces la victoria es mía. Estás inmediatamente descalificado si se te cae. Hay una regla que lo dice.

—El sumo es un deporte de pesos pesados, donde un hombre contra otro hombre en taparrabos tratan de tirar al suelo a su oponente. Si dan un paso fuera de la arena, o algo más que la suela de sus pies toca el piso, pierden. ¡Es un deporte tradicional y honorable!

—¿Taparrabos? ¿Arena?

De mi grupo, Günter luce desconcertado. Solo Conrad entiende: Ah, ¿la lucha libre Sumo japonesa? Parece que sabe un poco de Estados Unidos.

—Vamos, rápido, desnúdate.

—¡¿Hombre contra hombre, tratando de tirarse al suelo casi de-de-desnudos?!

—Así es. Con los cuerpos rebotando y el sudor salpicando.

—¡Me tienes que estar tomando el pelo! ¡¿De verdad estas tratando de retarme a un combate así de salvaje y obsceno?!

—¿Obsceno? ¿Cómo puedes decir algo tan desagradable sobre el deporte nacional de Japón? Es mucho mejor que asesinar a alguien.

Lady Cherie saluda efusivamente hacia mí desde el balcón.

—¡Me encanta este juego~!

Lanza un beso apasionado.

—…Supongo que no se puede hacer nada, está bien, te puedes quedar la ropa. Apresúrate y entra al círculo.

¿Wolfram piensa que esto es como un ring de boxeo? Entra solemne como en una procesión de sumo, excepto que es más como si el gran campeón fuera anunciado. Tiro mi chaqueta fuera del ring.

—Lo expliqué lo mejor que pude, aunque seguramente no lo entendiste… Bueno, ese cuerno de recién era la señal para comenzar, ¿no? Ok, solo tenemos una oportunidad, como en Gachinko[3], Lord… Wolfram.

Titubee completamente. Simplemente no pude pronunciar su apellido.

Se dan las indicaciones apresuradamente y el réferi grita: ¡Comiencen! Empiezo desde una posición baja y con un movimiento rápido me abalanzo a la cintura de Wolfram, quien no estaba preparado para la embestida. En lugar de por el taparrabos lo agarro del cinturón. Fue una victoria instantánea. Ni siquiera hubo batalla.

—¡Vamos!

—…Agh.

Aunque no tuve intenciones de meterle una traba a sus pies mi oponente cayó de espaldas al piso.

—¿…Uh?

Sin entender que ha pasado, el chico lindo queda tirado con la boca medio abierta mirando estúpidamente al cielo. Así es como me sentí yo ayer. Qué pena. Olvidando por completo su odio y su hostilidad mientras esta aturdido, Wolfram luce más como un ángel engañado que como un noble de familia mazoku. Pero nada se resolverá si me pongo a simpatizar con él. Comienzo a sentirme emocionado. ¿De verdad puede ser que gané? De acuerdo a las reglas del sumo nada más que la planta de los pies puede tocar el piso… No es para menos decir que todo su cuerpo está en el suelo.

—¡Ya está! ¡¿Así que… gané?! ¡Gané!

Si le preguntara a un réferi de sumo diría: “¡Ganaste!”

—¡Gané, gané, gané! ¡Yay!

—¡Su Majestad! Ha sido una espléndida batalla.

Günter ya está conmovido hasta las lágrimas y perdiendo su compostura se cuelga de mí.

—¡Te dije que tenía una estrategia para ganar! ¡Solo tienes que usar la cabeza y ser inteligente!

—Este duelo nacido de la profunda benevolencia de Su Majestad, y que ha sido resuelto sin derramar una gota de sangre de ambas partes, será una historia conmovedora que se contará por años entre los mazoku.

—La gente va a hablar más de esto porque es una historia graciosa que por ser conmovedora.

—Espero que esto resuelva todo.

La única persona que se ve tranquila parece ser Conrad que murmura algo mientras le ofrece la mano a su hermano caído. En un segundo su piel blanca se pone roja y el perdedor de la batalla aparta de un golpe la mano de su hermano.

—¡¿Qué clase de victoria estúpida es esta?!

—Wolfram.

—¡¿Cómo puede decidirse la victoria con un juego de otro mundo?!

Me siento idiota por haber sentido pena por él. De verdad que no ha aprendido la lección. La humillación alimenta su ira y parece olvidar completamente el hecho de que ha perdido.

—¡Tu, escucha! ¿Planeas convertirte en el rey de este país? ¡Entonces usa los métodos de este país! ¡Si eres el Maou deberías pelear como un mazoku!

—Espera un minuto. Antes dijiste que podía elegir el método que quisiera. Nada más estás enojado porque perdiste. No seas un mal perdedor. Eso no es varonil, ¿cierto?

—¡Cierra la boca! ¡Alguien tráigame mi espada!

Un soldado viene corriendo. Apresuradamente contesto con voz aguda.

—¡Oye, oye, oye, espera, espera un minuto! De verdad, ¡espera! Si usamos espadas de verdad, ¿no vamos a morir? ¡No te pongas a tomar esto en serio luego de que perdiste!

—¿Entonces tu no ibas enserio en esa lucha de porquería que acabamos de tener?

—¡No digas que es una porquería!

Poco a poco esto comienza a sonar como el monólogo cómico de una pareja casada. Günter intenta mediar.

—Wolfram, ¿no fue esa condición tu propia sugerencia? No puedo ignorar una demanda tan egoísta.

—¿Y qué vas a hacer entonces? ¿Vas a pelear en su lugar? ¿El hombre que se hace llamar el nuevo Maou va a usar a un subordinado para luchar en un encuentro uno a uno?

Mientras pienso en como este bastardo tiene una respuesta para todo, la parte lógica de mi cerebro está teniendo una extraña premonición que no tuve antes. No tengo idea de donde viene tal muestra de sabiduría, ¿es de la parte derecha o izquierda de mi cerebro? Casi sin notarlo… la forma en la que veo mis alrededores cambia gradualmente; mis sentidos no eran claros. Sin sacar los ojos de mi oponente le pregunto a Conrad a mi lado: —Si me convierto en el Maou, amm, de casualidad, digo, solo por casualidad. Si eso pasa, ¿entonces este tipo va a ser mi aliado?

—Por supuesto.

Conrad asiente profundamente. No lo está diciendo solo porque es su hermano menor.

—¿Y qué clase de persona es él? ¿Me traicionaría solo porque me odia o tiene resentimientos conmigo?

—No.

—¿Entonces es del tipo que cooperaria con alguien que odia por una causa mayor?

—Si hablamos de Wolfram, entonces no importa lo mucho que odie a alguien, sé que al final se comprometería por el bienestar de los mazokus. Tiene orgullo como mazoku, y quiere mantener a los mazokus a la cabeza en el mundo. Así que incluso si se trata de alguien que odia si cree que en sus ideales probablemente le seguiría.

—Ya veo.

—Y ¿me permite agregar una cosa más? Acerca de Gwen. El ama este país más que nadie. Él es más serio que yo, pero no siente más que amor y devoción hacia los mazokus y Shin Makoku.

Él parece estar conteniendo una herida dolorosa.

—…Ese es el problema.

Si creo en lo que me dice, Wolfram es un aliado. Aunque estemos en bandos diferentes en este momento, de alguna manera estaremos en el mismo equipo. Mis calculaciones y mis emociones son una.

—Entiendo. Dame una espada de práctica. Si tengo que hacer esto para hacerle sentir mejor, entonces no queda otra opción que terminarlo rápido.

La única manera de arreglar su orgullo herido es pelear con espadas reales.

—Honestamente, soy un principiante con la espada, no puedo ganar. Pero incluso si pierdo esta pelea seguirá siendo un empate. No tengo buenas posibilidades desde el principio, pero incluso un empate está bien, ¿verdad?

Si podemos resolverlo en un empate, entonces no habrán roces en mi equipo.

—Pensé que esto podría pasar.

Conrad toma una espada y un escudo que tenía contra la pared y luego de que me las da llama a Günter. Entonces él reemplaza las armas del otro lado con las usadas para las prácticas con palabras sabias.

—Su Majestad, no se preocupe. Puede parecerle increíblemente fuerte por su gran tamaño, pero no tiene filo. Si le golpea en la cabeza lo machacara un poco pero no puede atravesar su corazón.

—Pero si me fractura el cráneo creo que estaré camino al cielo…

Conrad se desabrocha dos botones y saca una tira que cuelga de su cuello.

Tiene el tamaño de una moneda de 500 yenes con un borde plateado alrededor de una gema.

—Su Majestad, tome esto.

Es azul oscuro, más oscuro que el cielo.

—Es el azul de los Leones[4].

—Mi… amiga me lo dio. Se dice que es un amuleto de protección. Es un maseki[5] así que no debería funcionar para nadie que no tenga maryoku. Aunque sea para la buena fortuna, la defensa, o incrementar la fuerza, debería ser útil para algo.

—¿Me lo estás dando?

—Sí.

Mi tutor se aclara la garganta forzosamente e interrumpe.

—Sea cuidadoso cuando acepta cosas. El acto de recibir un regalo simboliza aceptar la lealtad de esa persona, incluso si Su Majestad no la desea. No me preocupa Conrart, pero no debería incrementar el número de sus sirvientes sin saberlo.

—¿Entonces lo que me estás diciendo es que no acepte cosas sin pensar? ¿Qué pasa con eso? Suena como las elecciones.

La parte de la piedra está un poco caliente cuando cuelga sobre mi pecho. Más que algo milagroso es como el asiento del inodoro caliente luego de que la persona anterior se sentó en él. Me paro sobre el piso duro color gris con la espada en mi mano derecha y el escudo en la izquierda, los mismos que use ayer por primera vez.

Wolfram no usa escudo y sostiene su espada con ambas manos apuntando hacia mí como Ichiro en la caja de bateo.

—Me pregunto si esa de verdad es una espada de práctica…

Es más como un pez espada congelado gigante que una espada. Eso o un salmón salado congelado. Solo con abanicar esa cosa haría volar de un golpe una pelota fuera del estadio. Siento que me estoy acobardando antes de siquiera haber empezado.

—Pla-planeo darme por vencido de inmediato, pero si no puedo hablar luego de un golpe de eso, por favor tira la toalla rápido.

—¿Rendirse? ¿La toalla?

Conrad responde de repente como un estadounidense.

—Ok, Yuuri.

—¡¿Estás listo extranjero?!

¿Me han enviado aquí sin mi permiso y ahora me están llamando “extranjero”?

—Mi nombre es Shibuya Yuuri. Si quieres puedes agregarle el “sama”, no me importa.

—¡No jodas conmigo!

La pelea comienza de repente. Wolfram viene hacia mí blandiendo el arma con un largo movimiento e intentar golpearme con ese salmón salado. En un instante me agacho y sostengo el escudo hacia arriba y al centro intentando reflejar el golpe. El impacto se siente como ser golpeado con una bola de metal y las vibraciones recorren todo mi cuerpo. Los que están fuera de la arena me gritan frenéticamente.

—¡Su Majestad, esquívelo, esquívelo! ¡Es peligroso si recibe un golpe directo!

—¡Deja de darle tantos consejos, Günter! ¡Si no estuviera acostumbrado su brazo se hubiera fracturado de un golpe! ¡Puede que sea solo instinto, pero el razonamiento de Su Majestad es correcto!

No era razonamiento, son años de hábito. Igualmente, me han dicho que nunca debes dejar pasar la pelota, incluso si tienes que recibir un golpe directo o abalanzarte sobre ella. En resumen, es mi trabajo recibir la pelota.

Antes de poder responder llega otro golpe. Otro más, directo desde arriba. Es imposible para el escudo absorberlo todo. Mi brazo derecho, mi codo y mi hombro se están entumeciendo. Continúa por el lado derecho, por debajo de nuevo.

—¿Qué pasa? ¡¿Para qué estas sosteniendo una espada?! ¡Solo estas dejando colgar inútilmente tu brazo derecho! ¡¿O estás paralizado del miedo?!

—¡Cierra la boca!

Cálmate Shibuya Yuuri, no te apresures.

La gran arma de metal viene hacia mí directo de frente, está brillando bajo el sol del mediodía con líneas plateadas a lo largo de ella. Mantén la calma. Mi brazo duele. Mantén el balance, corrige tu centro de gravedad, no puedes pestañear, no hay tiempo, inclínate hacia adelante, cambia a la ofensiva cuando haya una chance. Se dice que la base del kendo es la cara; la cara, el cuerpo, el sudor se me mete en los ojos, la cara, la cara, el cuerpo, empapado.

No soy un cobarde, pero cuando algo viene hacia tu rostro da miedo. Cuando la sostiene hacia arriba… Y tú ya has… Ya has atrapado una pelota lanzada por un jugador profesional. ¿Todavía estás asustado de jugar en un equipo de principiantes?


La briza del día.

No hay techo.

Ya no estoy asustado.

—Tu velocidad no asusta tanto.

—¡¿Qué dijiste?!

Decidido tiro a un lado mi escudo y mi oponente baja la guardia. Aprovechando la chance tomo la empuñadura de mi espada con ambas manos colocándola frente a mí para protegerme.

—Ay, ha tirado su escudo. Ay, no puedo ver, Conrart. ¡Apúrate y tira la toalla…! ¿O era la sabana?

—Aun no. Su Majestad está leyendo el ritmo de Wolfram. La base de sus ataques es ejemplar pero siempre es predecible. Mira, apenas detiene su espada. Además, no he traído una toalla.

—Es cierto.

Puedo leer a donde apunta la próxima vez gracias a que Conrad lo ha señalado. Pero no tiene nada que ver con su técnica o ser ejemplar. Es más que nada entender la personalidad de mi oponente.

Ya ha decidido su secuencia para comer. Nunca hay ningún cambio en ella. Es el mismo ritmo de antes. Puedes leer a un lanzador que nunca cambia luego de un rato, y ese lanzador será devorado. Esto es lo mismo.

El metal choca contra el mental frete a mi cara. Aunque vuelan las chispas aprieto los dientes. Mi dedo meñique al final de la empuñadura se entumece por las vibraciones.

—…Si fuera tu entrenador, ¡no serias el jugador que comienza porque tus tiempos siempre son los mismos! ¡Un lanzador tan aburrido es…!

Si te atacan por el costado te tomara más tiempo recomponerte que si te atacan de frente. Alineo mi pierna derecha con mi hombro y bajo mi espada cuarenta y cinco grados para ponerme en posición de bateo.

Mi oponente se sincroniza para responder y doy un paso hacia adelante con la pierna izquierda. Pongo más peso en mis pulgares sobre el bat… digo espada, mi espada. Nunca echo hacia atrás las caderas ni tampoco me echo hacia adelante, el eje de mi cuerpo está en su lugar.

—¡…Maldita sea!

¡Es un hit!

Fue el sonido agudo que estoy acostumbrado a oír del bat de metal al chocar. Mis antebrazos duelen intensamente. El impacto gradualmente se convierte en un temblequeo que se esparce por mis costillas y mis caderas como clave morse.

La enorme arma de Wolfram vuela por el aire golpeando el piso con un sonido seco.

—…Alla va~

Se siente como batear un home run con la casa llena dando vuelta el juego, pero desde la distancia se ve como una pelota que vuela poco…[6] De todos modos, mi oponente esta desarmado ahora. Torpemente intento encontrar una forma de cesar el fuego.

—…Ya estoy agotado, así que si está bien para ti tal vez podemos dejarlo en empate por hoy… Uy!

Salté hacia atrás en shock. Con la cara pálida, Wolfram tiene algo del tamaño de una pelota de básquet en su mano derecha. Una bola de fuego naranja descansa sobre su palma con su dedo medio inclinado un poco hacia afuera.

—¡Wolfram!

Gritó Günter.

—¡A Su Majestad no se le ha enseñado a usar su maryoku aun! ¡No comiences a usar majutsu porque has sido derrotado!

—¡Aun no he sido derrotado!

—Po-por eso dije que está bien dejarlo en empate.

—Tampoco es un empate. Vamos a continuar hasta que uno de los dos no pueda pelear más.

Su hermoso rostro esta torcido de ira y el mazoku extiende hacia afuera su mano derecha.

Günter gritó algún tipo de encantamiento, pero solo hubo una pequeña explosión arriba en el cielo. Una persona normal como yo no puede imaginar el proceso, pero probablemente fue ataque de ida y vuelta.

—¡Gwendal! ¡¿Por qué te entrometes?! Si no detenemos a Wolf, Su Majestad será…

—Eres tú el que está entrometiéndose. Esta es una chance para ver si estamos en un error. Si de verdad es el Maou debería ser capaz de derrotar a alguien como Wolfram.

—Pero Su Majestad aún no ha hecho ningún pacto con un elemento…

—El maryoku es…

Gwendal se separa de la pared dándose vuelta mientras interrumpe a Günter. Como siempre, tiene una expresión malhumorada en su hermoso rostro.

—El maryoku está en la naturaleza del alma. No es algo que se puede obtener aprendiéndolo o deseándolo. Si ese de verdad es el Maou, incluso si no ha hecho el pacto o tenido entrenamiento, ¿no deberían todos los elementos responder ante él? Se arrodillarían ante tan noble alma.

No estoy en posición de ponerme a escuchar las conversaciones de los alrededores. Debería ser el Maou, es decir, aun si hay una remota posibilidad de que lo sea… mi confianza de poder ganar en el balón prisionero[7] con bolas de fuego es…

—¡Todo lo que está hecho de fuego, obedezcan a los mazokus quienes han masacrado a los soushu!

Me pregunto si seré capaz de usar esa frase si la recuerdo luego. ¡No tengo tiempo para eso! Comencé a correr. ¡Corre, corre lejos! En algún momento habrá una chance para contraatacar, así que necesito llegar a un lugar donde las bolas de fuego no me alcancen, ¡tengo que correr lo más lejos posible por más que sea solo un paso!

—¡Lean mi voluntad y obedezcan!

Me tropecé sin querer y me caí hacia adelante. La bola de fuego se ha hecho más grande y pasa sobre mi cabeza golpeando la pared. El olor único y horripilante de cabello quemado irrita mis sentidos.

Me van a matar. ¡Si una de esas cosas me pega me voy a morir!

¿Por qué? ¿Porque yo? Decidí continuar con ellos hasta la palabra FIN, así que, ¿por qué me atacan con bolas de fuego que desafían toda ciencia?

Conrad desenfunda su espada y Gwendal apunta la punta plateada de la suya hacia él.

—Gwen, deshaz la barrera. Si no lo haces, detendré a Wolfram aunque eso signifique cortarte.

—¿Cortarme? Me pregunto si eso es verdad, Conrart.

—Es completamente verdad.

Wolfram también parece completamente serio. Esta vez no es una bola de fuego. Con un pequeño movimiento de su dedo medio el aire comienza a temblar. Las puntas de sus dedos se ponen rojo sangre y ese color crece y se convierte en una bestia del tamaño de un lobo. Pero aun es fuego.

—¿Qué es eso…?

Con una sonrisa cruel Wolfram libera la bestia feroz.

¿Qué es eso? Si no puedo ganar con sumo o espadas, ¡¿con que puedo ganar?! ¡¿Si la última batalla va a decidir todo para que fueron las anteriores?! La bestia se come la distancia que corrí tan desesperadamente en tan solo tres pasos. Me levanto, simplemente mirando. No me puedo mover. Incluso si pudiera, ¿a dónde iría? Me alcanzaría rápido con esas cuatro patas. Pensé: Esto no puede estar pasando. Más que estar asustado, mi mandibular cuelga abierta atónito.

En el momento que estaba por atacarme con sus garras delanteras bajé la cabeza rápidamente. Estuvo tan cerca que paso saltando sobre mí y con la fuerza de su ataque no pudo parar. Normalmente golpearía contra la pared, pero…

Desafortunadamente había un pasillo en esa dirección, con una persona corriendo a través de él a pasos cortos. Voltee mi cuello dolorosamente e intente gritarle que tuviera cuidado. Al verla la reconozco como la chica que me trajo el cambio de ropa ayer.

—¡Cuidado!

—¡¡…Ayy!!

Fuimos todos demasiado lentos. Günter, Conrad o yo.

La bestia flameante continua abalanzándose hacia adelante y sin siquiera un grito la chica voló al mismo tiempo que el lobo desaparecía. Derribó al blanco equivocado.

—…Es esta…

Los guardias cercanos corren hacia el lugar confundidos. Un dolor agudo en el lado derecho de mi pecho se siente como si me hubiera roto las costillas. Respirar se vuelve doloroso mientras mi corazón late con un sonido grave.

—¡¿Es esta tu victoria?!

Una sensación caliente que no se si viene de mis caderas o mi estómago comienza a esparcirse dentro de mi cuerpo. Corre a través de mis nervios y enciende una alarma en la parte trasera de mi cabeza.

—Involucrar a una chica que no tiene nada que ver… Esto es…

Humo blanco puro se esparce delante de mí.

No sé si existe o no.

Alguien susurra suavemente dentro de mi oreja.

Al fin…

Al fin, ¿qué?

Y con eso, mi consciencia…




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Referencias

  1. Engiwaru: mal presagio.
  2. Musashi Miyamoto fue un famoso guerrero del Japón feudal. La frase que usa Yuuri es trillada de dramas históricos de las batallas entre samurais.
  3. Gachinko es un programa de televisión.
  4. Saitama Seibu Lions: equipo de béisbol profesional de la Liga del Pacifico de Japón. Saitama es la prefectura donde vive Yuuri y este es su equipo favorito. El uniforme es blanco con una camiseta mangas largas y una gorra color azul oscuro. Tienen un estadio propio, el Seibu Dome.
  5. Maseki: piedra demoníaca.
  6. El home run es un hit que eleva tanto la pelota que la saca del campo, permitiendo a todos los jugadores que estaban en las bases correr libremente y anotar entradas. Que la casa está llena significa que había jugadores en todas las bases. A un home run así también se le conoce como grand slam.
  7. El balón prisionero es un juego también conocido como “quemado” o “matar” en otros países de Latinoamérica. Se llama Dodgeball en inglés (esquivar la pelota).