Fate/Apocrypha:Volumen3 Capitulo1

From Baka-Tsuki
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Capitulo 1[edit]

Su boca estaba llena del dulce y metálico sabor de la sangre.

Aunque no estaba severamente herido, se requería algo de curación. Esto estaba más allá de la regeneración natural del cuerpo. El homúnculo, para quien la ‘vida’ una vez significó flotar dentro de un tanque proveedor de prana, ahora poseía su propio nombre – Sieg – y se había convertido en una existencia única, ni humano ni homúnculo ni un Espíritu Heroico.

Le dio un vistazo a su mano izquierda. Normalmente un Hechizo de Comando, una vez utilizado, se volvía una ligera marca y desaparecía. Sin embargo, ese no era el caso en esta ocasión; sus Hechizos de Comando se veían un poco borrosos pero aún seguían muy presentes. De hecho, una marca oscura estaba presente donde se había encontrado el Hechizo de Comando – un efecto de su uso, asumió Sieg.

Su cuerpo se sentía extrañamente pesado. Justo cuando comenzó a estirarse y a girar su cuello y brazos, encontró a Rider observándolo lleno de molestia.

“¿Acaso no hay algo que debas decirme…?”

Sieg ni siquiera tuvo que pensar en su respuesta.

“Lo lamento.”

“Sí. Si, en verdad lo haces. ¿¡Por qué razón crees que trabaje tan duro!?”

Rider puso sus dos manos sobre los hombros de Sieg y sacudió al homúnculo una y otra vez al borde de las lágrimas.

“¡Mordred te atravesó! ¡Estabas muerto! ¡Y de repente estas vivo de nuevo! ¡Y entonces te convertiste en un Servant, pero ahora estas de regreso! ¿¡Qué es lo que está sucediendo!?”

“Yo… en realidad no lo sé. ¿Cómo es que volví a la vida?”

“¿Cómo es que me estas preguntando a mí? ¡Sabes que no soy suficientemente inteligente como para saber cosas como esas! ¡Estúpido! ¡Estúpido! ¡Aaagh!

Rider gritó y gritó, y entonces repentinamente le propino un cabezazo al pecho de Sieg. Viendo hacia el piso, Rider murmuro.

“Gracias a dios que aun sigues con vida… pero no lo hagas de nuevo, ¿lo comprendes? Nunca más vuelvas a hacer lo que hiciste, nunca ¿De acuerdo?”

Rider miró a Sieg con sus ojos llenos de lágrimas. Sieg respondió fríamente.

“No puedo prometer tal cosa.”

“Hmm…”

Rider parpadeo varias veces antes de inflar sus mejillas.

“¿¡Qué se supone que significa eso!? ¡La gente normal hubiera respondido ‘si’ a mi petición! ¡Dirían ‘lo siento’ y ‘no lo volveré a hacer’ y llorarían cuando se dieran cuenta de su error y yo sería la persona madura que los perdona y acaricia sus cabezas!”

“Regrese precisamente para poder hacer cosas como esa de nuevo… Realmente deseo salvarlos, Rider… a todos mis hermanos y hermanas. Quiero pagarles por la compasión que me mostraron.”

“Pero…”

“Sé que es algo que me supera. Como dijiste… debí de haber seguido mi vida sin dar vuelta atrás. Mi vida habría sido más feliz de esa manera.”

Sin embargo, no podía. No podía vivir pretendiendo que ellos jamás existieron. Rider escucho la explicación de Sieg y suspiro dramáticamente.

“Oh, tú… tú… tú eres… tan…”

Rascándose la cabeza y jalando su propio pelo, Rider repentinamente salto en el aire. Sieg se preparó, pensado que debía de estar furioso – pero cuando Rider se detuvo, se dio la vuelta hacia Sieg con un rostro lleno de alegría y entusiasmo.

“… ¡tan brillante! Lo sabía… ¡sabía que así es como eras realmente! Aunque nadie te juzgaría por dejar todo esto detrás – ¡aun así te retas a ti mismo! Gracias a ti, me he decidido también – ¡Ahora puedo estar seguro de que necesitan ser salvados! ¡Los salvaremos a todos de ese horrible lugar!”

“Y… ¿estás de acuerdo con eso?”

“¿Hmm? ¿Con qué?”

“Lo que quiero decir es… esto no es algo que los otros Servants permitirán en un momento como este.”

“Oh, ¿eso es todo? ¡Lo consideraremos cuando suceda! ¡Ahora, en marcha!”

Rider tiro fuertemente del brazo de Sieg mientras se dirigían hacia la semi derruida Fortaleza Millennia. Pero se detuvieron pronto – ya que ante ellos se encontraba de pie un mago solitario.

“Bien, eso no tomo mucho tiempo. Imagino que es natural, ya que ella estaba observándolo desde el castillo todo este tiempo.”

Rider se rasco la cabeza con una mirada de culpa. Del lado opuesto a ellos se encontraba una belleza cuyos lentes enfatizaban la fría hostilidad de sus agudos ojos – Celenike Icecolle Yggdmillennia.

Debía de estar furiosa, pensó Sieg. Había escuchado como Rider se quejaba de ella y su flagrante y perversa obsesión con él. Celenike estaba sonriéndole al Servant que había traicionado sus expectativas, mirándolos mientras mantenía sus dos brazos cruzados.

“Ugh… creo que la prefiero cuando está enojada…”

Susurro Rider. Sieg asintió en acuerdo.

Celenike no estaba enojada. Si tuviésemos que describirlo, ella ya estaba más allá de la ira que ya estaba congelada por completo en una furia helada. Sus emociones se disolvieron, su mente se decantaba por la lógica pura. Sin embargo, la dirección de sus pensamientos era la misma: tomaría venganza cien mil veces y una más por cada desaire y vergüenza. Todo recelo y duda fue hecha pedazos mientras perseguía esa meta – incluso contra aquellos que servían para proteger los intereses de ella y sus aliados.

Desde el momento en que vio como Rider ignoraba sus órdenes de retirarse para proteger al homúnculo, Celenike ya no podía ver siquiera la Gran Guerra del Santo Grial ni nada más. Su mente lógica simplemente preparo el fin más doloroso posible para Rider.

Rider debía de haber considerado su propia muerte para este momento; utilizar un Hechizo de Comando para forzar que se suicidara no le causaría pena al caballero del ilimitado optimismo. Violar su cuerpo no sería diferente; dejando su marca en cada centímetro de su cuerpo solo le traería dolor físico y nada más.

Pero había algo – solo una cosa que le traería desesperación a Astolfo.

“Hey, Rider… dime tu verdadero nombre.”

Murmuro dulcemente Celenike. Rider inclino su cabeza ante la repentina y arbitraria pregunta mientras contestaba.

“Um, Astolfo, uno de los Doce Pares de Carlomagno.”

“Te equivocas, Rider. Veras, tú eres solo un Servant… una página cortada del libro del Espíritu Heroico Astolfo. En cierta forma solo eres el resultado de una reproducción fallida. Sin importar cuánto recuerdes de tu vida pasada – ni que poder tomes prestado del pasado – Astolfo ha desaparecido de este mundo hace mucho.”

“Huh…”

Rider asintió, aceptando que había algo de verdad en ello. Sus palabras eran despectivas – pero Rider nunca fue alguien al que le importaran las críticas de los demás.

“¿Y? ¿Qué si solo soy una reproducción?”

“¿Acaso lo comprendes? Yo respeto al Espíritu Heroico Astolfo. Después de todo, él fue un paladín y un héroe que dejó su nombre en la historia. Pero, Rider… ¿Acaso crees que respeto a una mera copia como tú?”

“Bien, entonces discúlpeme, Master, pero no creo que me hayas respetado en lo absoluto – ya sea que yo sea un Espíritu Heroico o un espectro o lo que se te ocurra.”

“Tal vez. Pero lo comprendes, ¿no? Tú no eres ‘Astolfo’ para mí. Solo eres el más maravilloso juguete que he traído a este mundo.”

“…”

Rider rápidamente mostro su lanza contra Celenike y su delgada y cruel sonrisa. No era un acto que uno llevaría a cabo contra su propio Master, pero en algún lugar de la mente de Rider, una alarma comenzó a sonar.

“Tienes que marcharte de aquí, Sieg.”

“¿Qué…?”

“¡Solo vete!”

Aunque impresionado por el repentino grito de Rider, Sieg comenzó a retroceder. Sin embargo, Celenike extendió su brazo izquierdo de inmediato.

“El cuarto de los Masters Negros te ordena con un Hechizo de Comando. Asesina a ese homúnculo.”

Sieg quedó estupefacto. ¿Quién pensaría que ella utilizaría un Hechizo de Comando para una orden tan inútil? Rider compartía el mismo pensamiento.

Aunque ahora que Rider pensaba en ello, se dio cuenta que su Master jamás le habló sobre lo que deseaba del Santo Grial. Su meta si era la victoria, por supuesto – pero en comparación con los otros Masters, Celenike siempre se sintió bastante pasiva. Podía comprender que Caules se sintiera de tal manera – difícilmente podría culpársele por no desear luchar con su hermana mayor – ¿pero porque un mago tan ejemplar como Celenike no deseaba el Santo Grial?

La respuesta era clara. Ella ya había renunciado a la victoria.

¿Pero por qué había renunciado a la victoria? Nuevamente, la respuesta era clara. Lo hizo para poder llevarlo a él a la ruina.

“¡Sal de aquí…!”

La lanza dorada fue apuntada hacia Sieg. Temblando y apretando sus dientes, Rider logró contener su arma.

Los Hechizos de Comando eran la carta de triunfo de un Master, representando su derecho a forzar una orden a través de las cadenas mentales como el orgullo, el deber y la fe. Ningún Servant se podía resistir a un Hechizo de Comando – a menos que poseyeran anti taumaturgia extremadamente poderosa.

“Cielos… en verdad eres necio.”

“Master, por favor… cancele esa orden.”

“¡No! ¡Nunca! Esto… si, ¡esto es lo que deseaba! ¡Esto es lo que deseaba ver! ¿Acaso lo sientes ahora Rider? ¿La pérdida total de la esperanza? Lo comprendes, ¿no? Tu Noble Phantasm apenas te deja resistirte…”

Nuevamente, Celenike extendió su mano grabada con los Hechizos de Comando. La expresión de Rider se convirtió en una de verdadera desesperación.

Sieg no pudo encontrar palabras. ¿Ella gastaría dos Hechizos de Comando solo para matarlo? Eso era imposible – pero se equivocaba. Sieg se dio cuenta. La meta de Celenike no era simplemente la muerte del homúnculo; era quebrar la mente y corazón de Astolfo. Para ese fin no dudaría en emplear cualquier medio.

“¿Acaso deberíamos pasar al segundo Hechizo de Comando…?”

“D-Detente… por favor, ¡Hare cualquier cosa… solo no…!”

La áspera plegaria de Rider, que sonaba como si fuese exprimida de su alma, simplemente avivó aún más las llamas del sadismo de Celenike. Mientras se agitaba como un animal indefenso, lágrimas comenzaron a fluir de su rostro, él parecía tan hermoso, tan adorable — y demasiado atractivo.

“Eso es… si, ¡perfecto! ¡Ese es el rostro que deseaba ver! ¡Esa es la única cosa que había deseado!

Era malicia en su más pura forma. Celenike no le prestó atención en lo más mínimo a lo que debería de hacer después de gastar un segundo Hechizo de Comando; ya no le importaba más su vida o la Guerra del Santo Grial. Ella simplemente deseaba traer desesperación a su propio Servant – y extasiarse con su angustia.

Sieg no podía moverse; si hacia algún intento de escapar, Celenike de inmediato activaría su segundo Hechizo de Comando. Rider lograba contenerse gracias a su Noble Phantasm, Por el momento, Celenike blandía su Hechizo de Comando solo como una amenaza, disfrutando la expresión miserable de Rider, con hambre en sus ojos. Ella nunca les mostraría piedad – pero no renunciaría aun a su segundo Hechizo de Comando.

Sin embargo, esto solo era una acción similar a una toma de rehenes. No les quedaba mucho tiempo – ¿Diez segundos? ¿Veinte? – antes de que Celenike decidiera proseguir. Tan pronto como ella lo hiciera, Sieg moriría en manos de Rider.

Su segundo Contador Mortal de la Transformación no estaba listo para ser activado – y aun si lo estuvieran, solo podría mantener la forma por tres minutos. ¿Qué tanto duraría una orden de ‘asesinar’ realizada con un Hechizo de Comando?, Sieg no tenía idea – y muy probablemente tampoco Rider o Celenike.

Justo cuando estaba llegando a un callejón sin salida en su mente, finalmente pudo ver lo obvio. Si, él podía proceder a retrasar los eventos por otros tres minutos, logrando poco – ¿pero qué sucedería si asesinara a Celenike?

Si hacia tal cosa, el poder del Hechizo de Comando se disolvería naturalmente. También cortaría las líneas que ataban a Rider a este mundo, por supuesto – pero Sieg tenía sus propias garantías contra ello.

Todo se reducía a la sincronización. Cada giro de su mano o su pie debía de ser suave y natural. Viendo como Celenike no le prestaba atención, Sieg puso su mano silenciosamente en la daga en su cintura.

No había momento para dudar. ¡Muévete… muévete… muévete…!

En el momento en que avanzo, Celenike giró su cabeza hacia él, su rostro lleno de convicción y crueldad. Escalofríos recorrieron su espalda mientras se daba cuenta de su fracaso, y al mismo tiempo, una sensación de vértigo y nausea lo hicieron caer de rodillas.

“Hmm, no funcionó tan bien.”

Sieg miró hacia abajo, al pie que había movido hacia adelante, y claramente vio unas marcas negras en el piso. Era una trampa.

“No me tomes tan a la ligera. ¿Acaso creíste que tú, un simple homúnculo, podía derrotarme, una practicante de la brujería? Nosotras somos más sensibles hacia la enemistad y la hostilidad por lo que somos. Sabía lo que estabas planeando desde el momento en que sujetaste tu espada.”

Mientras él se agachaba por el dolor, Celenike sujetó la parte trasera de su cabeza y aplastó su rostro contra el suelo.

“¡Detente…!”

“Quédate en silencio un momento, Rider. No te preocupes… serás capaz de darle el golpe final.”

Ella aplastó su rostro contra el suelo nuevamente. Sacando lo que parecía ser una uña de apariencia antigua, seguramente algún tipo de implemento taumatúrgico, apuñalo a Sieg en su palma derecha. Sieg grito por el dolor enloquecedor.

“Duele, ¿no es así? Pero me duele a mí aún más. ¿Acaso sabes por qué? ¡Tengo que ver como mi Servant sufre por basura como tú!”

Aunque solo su mano había sido empalada, sintió como si sus nervios hubiesen sido arrancados y cortados uno por uno. Incluso con su fuerza recientemente ganada, no pudo soportarlo.

“La brujería está hecha de malicia, insidia, vileza y miseria. Conozco más de cien formas cuyo único propósito es generar miseria en tu cuerpo. Pero aunque amaría intentar cada una de ellas en ti, no tengo tanto tiempo. Por ahora…”

La pequeña espada que Rider le dio a Sieg colgaba a la izquierda de su cintura. Su objetivo era ser retirada de su funda con su mano derecha. Con su mano derecha empalada, él solo podía tomar la empuñadura con la izquierda, aun mientras permanecía reclinado y sobre sus rodillas. Aun así, Sieg no era tan tonto como para dejar pasar esta oportunidad dorada.

Sujetándola con su mano izquierda, logró encontrar el arma. Antes de que Celenike pudiera sentir lo que estaba sucediendo, retiró la espada y apunto directamente a su cuello. Celenike no anticipo este ataque en lo más mínimo, y se arqueo hacia atrás por reflejo para esquivar el cuchillo – pero no sería suficiente. Él podría cortarla… solo necesitaba ese ataque para tomar su cabeza.

Sin embargo, para tomar la espada de su flanco izquierdo con su mano izquierda, tenía que sujetar la espada al revés. El corte fue más superficial de lo que debía haber sido.

“¡Kuh…!”

Celenike sobrevivió por muy poco, mientras que el golpe crítico de Sieg solo logró que emanara algo de sangre. Celenike saltó hacia atrás en medio del pánico y gritó para ocultar su miedo.

“¿¡Qué fue lo que hiciste homúnculo!?”

“¡Sal de aquí, Sieg…!”

Sin embargo, Sieg no podía mover su mano derecha. Tan pronto como trato de retirar a la fuerza la uña, convulsiones comenzaron a asaltar todo su cuerpo. No podía escapar.

“¡El cuarto Master Negro te ordena con un Hechizo de Comando…!”

El rostro de Celenike estaba deformado por el éxtasis, sus ojos brillaban con el salvajismo de una bestia. Esta era su verdadera naturaleza – aquella que buscaba ocultar en su vida diaria. Su rostro era el de quien violaría y asesinaría por capricho.

“¡Nooooo!”

Rider gritó a través de sus lágrimas, pero Celenike no tendría piedad. Mientras respiraba profundamente para asesinar al homúnculo…

“Dios, solo cállate.”

…La cabeza de Celenike desapareció. Su conciencia fue cortada en un instante, ni siquiera pudo entender lo que había sucedido en lo más mínimo. Tal vez fue una bendición el que muriera en medio de tal alegría.

Una chica de corta estatura había llevado a cabo la hazaña. Su corto cabello dorado estaba ligeramente amarrado en la parte trasera, y llevaba un top deportivo y un revelador par de shorts de mezclilla, además de una chaqueta roja encima. La espada larga que llevaba era demasiado ajena para su apariencia. Rider se dio cuenta de su identidad de inmediato.

“¡Mordred…!”

“Correcto”, dijo Saber en voz baja mientras sonreía. Rider mantuvo su lanza en alto, su postura sin relajarse, y sus ojos llenos de enemistad asesina. Pero a pesar del odio en la mirada de Astolfo, la sonrisa en el rostro de Mordred no desapareció.

“Détente Rider. Aun sigues atado a lo que resta de ese Hechizo de Comando. Quédate quieto – o podrías encontrarte atacándolo a él en vez de a mí.”

“¡Ugh…!”

Como dijo Mordred, un Hechizo de Comando continuaría actuando hasta que fuese sobrescrito por el Master, o el prana que contenía se acabara. Los Hechizos de Comando eran desechables por diseño y su Master difícilmente sería capaz de usar otro ahora, así que el Hechizo de Comando desaparecería eventualmente mientras Rider continuara resistiéndolo.

En otras palabras – aun si un enemigo fuese a atacar en estos momentos, no podría hacer nada hasta que fuese liberado.

“Hmph… lo cual es una lástima, ya que no tengo tiempo de lidiar contigo en estos momentos. Nosotros nos dirigimos a esa fortaleza voladora. Ustedes quédense en el suelo como los gusanos que son.”

“¿Huh…?”

Tanto Rider como Sieg quedaron sorprendidos ante las inesperadas palabras. La Saber Roja traslado su mirada hacia Sieg – quien naturalmente estaba en guardia contra su mortal oponente de hace unos momentos – mientras la uña maldita desaparecía a causa del deceso de Celenike. Sin embargo, no había ningún signo de ansia de sangre o enemistad en su rostro. De hecho, había cierto grado de empatía mientras lo observaba.

“Cielos… ustedes dos acaban de arruinar mi humor… bien, es tiempo de marcharnos. Pero sepan esto… el Grial es mío. Pónganse en mi camino – crúcense nuevamente conmigo – y los cortare en dos. No lo persigan. No son dignos de tal cosa.”

Perdiendo todo interés en los dos, Saber desapareció. Era como si ella hubiese asesinado a Celenike simplemente porque estaba pasando por aquí.

“¡Rider!”

“¡N-no, te acerques, a mí, idiota! ¿¡Qué pasaría si te asesino!?”

Sieg se apresuró a detenerse mientras Rider gritaba, de manera inusualmente aguda. Él estaba bañado en sudor y parecía completamente exhausto. Debía de ser demasiado cansado el resistirse a un Hechizo de Comando por tanto tiempo – y parecía que tomaría aún más.

“Rider… ¿acaso tienes suficiente prana?”

“Estoy bien. Tengo mi Acción Independiente, afortunadamente. Puedo… Aun puedo resistir un poco más. Pero…”

Sonaba muy lejos de estar bien. Ciertamente, Servants con esa habilidad podían actuar por varias horas o hasta un día entero incluso mientras se cortaba la fuente de prana de sus Masters. Sin embargo, Rider estaba al mismo tiempo resistiendo un Hechizo de Comando, algo que es muy poco probable que sucediera en circunstancias normales. Solo había soportado tanto al mantener su Noble Phantasm activo todo este tiempo. A este paso solo duraría algunos minutos.

“¡Rider!”

“¡N-no! ¡No lo hare! ¡No lo hare…! ¡No he llegado tan lejos… como para matarte ahora…! ¡En ese caso… preferiría desaparecer…!”

Rider mostró una ligera sonrisa incluso mientras su cuerpo temblaba, mientras suprimía sin esfuerzo su miedo a su propia muerte. Sin embargo, Sieg no estaba dispuesto a dejarlo morir de esa forma.

“¡Rider! ¡Forma un contrato conmigo!”

¿¡Qué!? ¡W-Whoa, detente, detente! ¡Sal de mi camino!

Rider, sorprendido por la abrupta sugerencia de Sieg, perdió el control de su lanza y dio un paso hacia él. Sieg se movió hacia atrás rápidamente y Rider logro forzarse a detenerse justo cuando la punta de la lanza resplandecía sobre el pecho de Sieg.

“¡N-no me sorprendas de esa manera! ¿¡Qué quieres decir con ‘contrato’!? ¡Un Servant no puede formar un contrato con otro Servant! ¡Es contra las reglas e imposible!”

“Si, yo soy un Servant… pero a la vez, no lo soy.”

“¿Huh?”

Sieg le mostro los Hechizos de Comando al confundido Rider.

“¿Lo ves Rider? Poseo los Hechizos de Comando – lo que significa que también estoy calificado para ser Master.”

“P-pero, eso significaría arrastrarte a esta guerra…”

“Rider… puede que fuese un infante hasta hace poco… un niño, que sabía el camino pero no el medio… pero por lo menos, se lo que tengo que hacer aquí y ahora.”

Rider podía estar intentando asesinarlo – pero elegir escapar solo simplemente era otro punto sin regreso. El tiempo se agotaba.

“Tú quieres que yo… forme un contrato contigo, ¿justo ahora? ¡Morirás si me distraigo aunque sea por un instante!”

“Si muero, tú morirás también. Sería como un suicidio doble… nosotros no nos debemos nada el uno al otro. Además, si la otra opción es estar de pie aquí y observarte morir… Sería mejor que muriera yo mismo.”

“¡De acuerdo, de acuerdo, lo comprendo! ¡Me rindo! ¡Forma un contrato conmigo!”

Sieg asintió y extendió su mano derecha. Apretando sus dientes, Rider sujetó su mano. El Hechizo de Comando presionaba a Rider incesantemente, ordenando asesinarle, mientras que Rider continuaba gastando cantidades masivas de prana para resistirse.

No había un segundo que perder. Sieg alzó su voz y entonó las palabras del contrato.

“Que quede declarado ahora;

Tu carne servirá bajo mi mando, y mi destino se encontrara junto a tu espada.

Atiende el llamado del Santo Grial.

Responde si deseas someterte a esta voluntad y a esta verdad.

Respóndeme a mí y a mis palabras. ¿Acaso tu destino será el mismo que el mío?

“¡Por el nombre de Rider que sea respondido tu juramento!”

Tú serás mi Master – ¡y Yo, tu Servant!

Inmediatamente comenzó a emanar luz de entre sus manos, y un camino se abrió paso entre ellos, uniéndolos. El Rider Negro encontró un nuevo Master, y se le fue permitido permanecer en esta tierra un poco más. El contrato había concluido entre el Servant Rider y el Master que también era un Servant, Sieg.

“¿Acaso eso… fue todo…?”

“Si, está hecho.”

“¡A-aléjate entonces!”

Confundido, Sieg saltó a un lado mientras la lanza dorada pasaba a través del punto donde se había encontrado hace unos momentos. Aunque se había convertido en el nuevo Master de Rider, la orden anterior contra él aún seguía activa.

Mientras respiraba fuertemente, la expresión de Rider se convirtió en una de alivio.

“E-eso estuvo cerca… ¿Qué clase de Servant trata de matar a su Master justo después de realizar un contrato…?”

“Sería uno que quedaría grabado en los libros de historia.”

“¡Ningún libro! De cualquier forma, ha quedado saldado, preferiría que te apartaras de mí en este momento… um, me refiero hasta que esta orden sea cancelada. ¡Podré alcanzarte más tarde!”

“De acuerdo, me dirigiré al castillo entonces. Considerando la situación, ningún mago u homúnculo debería obstruirnos. Deseo confirmar sus intenciones.”

“Como desees… pero ten cuidado con Caster. De todos ellos, él en definitiva es el más interesado en ti. Bien, imagino que se encontrara en esa fortaleza voladora en estos momentos…”

Sieg asintió. Sería un viaje peligroso, por supuesto; por el momento, Sieg estaba decidido a no ser ni un enemigo ni un aliado de Yggdmillennia. Francamente, el mismo Sieg no estaba seguro de cuál era su posición. No sabía si deseaba ponerse en contra de ese clan de magos o perseguir el camino de la reconciliación.

Los homúnculos también eran una fuente de incertidumbre para él. Aun cuando sobrevivieran a la Gran Guerra del Santo Grial, ¿Qué es lo que harían? Habían sido creados para ser extinguidos, para ser usados y agotados. ¿Qué clase de vida podrían elegir? ¿Cómo vivirían?

Sobre ese punto, Sieg no podía ni sentía que debiera ayudarlos. Si lo hacía, no sería diferente de seguir la voluntad de otro sin pensarlo. Al final, no habrían escogido sus propios caminos con su propia voluntad. Aun si la suya era una existencia transitoria – no, tal vez era precisamente a causa de ello – sus vidas no deberían de ser vividas para nadie más que ellos.

Mirando hacia arriba pudo ver la fortaleza, tan gigantesca como para casi ocultar la luna. Sieg no tenía interés en el Santo Grial; después de todo, los deseos de uno debían ser concedidos por la fuerza de sus propias manos. Pero había Servants que en este mismo momento estaban luchando a muerte por él.

Cuando el polvo se asentara, ¿De quién sería el deseo que será concedido? ¿Sería capaz Jeanne d’Arc de juzgarlos como Ruler?

¿Cómo se sentiría Ruler sobre su entrada en la Gran Guerra del Santo Grial – triste o indignada? ¿O acaso tal vez ella ya lo sabía y había aceptado este resultado como su destino?

Cualquiera que fuese el caso, tenía el presentimiento de que…

“…ella va a estar muy enojada.”

Murmuro Sieg, y suspiro silenciosamente.



Un frio silencio rodeaba los Jardines Colgantes de Babilonia – el Noble Phantasm creado por el Assassin Rojo, un silencio el cual nunca había sido presenciado antes, uno el cual había logrado asegurar el Grial Mayor.

Un joven hombre de piel morena y pelo plateado miraba fijamente a su oponente, portando una sonrisa gentil en contra del aire de traición que lo rodeaba. Ante él se encontraba de pie una chica, blanca como la nieve y de cabello dorado, su boca formaba una delgada línea y sus ojos mostraban una mirada abrazadora.

No debería de haber más de uno de ellos – ambos lo sabían bien. Después de todo, ambos eran Servants de la clase Ruler – un Servant que nunca sufre la presencia de otro de su tipo. Donde se suponía que solo debía haber un supervisor dictando juicio en este conflicto ahora había dos. Más aun, uno de ellos estaba participando como un Master del campamento Rojo.

“¿Qué es lo que estas planeando, Amakusa Shirou? ¿Acaso iras tan lejos por tu deseo del Santo Grial?”

“Estoy seguro de que puedes sentirte identificada. Después de todo, tú crees en Él tanto como yo.”

“No me engañas… ambos sabemos que el Grial Mayor de Fuyuki no es el Santo Grial que conocemos tan bien.”

El Servant de la clase Ruler – Jeanne d’Arc – presionó a Shirou, rechazando sus mentiras.

“Entonces difícilmente hay necesidad de ser tan protector con ello, ¿no es así?”

Fue entonces que, con una carcajada de desprecio, el Servant de Shirou decidió tomar forma.

“Assassin… ¿acaso esto fue obra tuya?”

La Assassin Roja – Semiramis – se rió ante la interrogación tan directa de Ruler.

“Ya veo… ¿así que sugieres que yo fui quien engaño y confundió a mi puro e inocente Master, llevándolo por este camino del mal? Desafortunadamente, solo soy un Servant y los Servants obedecen a sus Masters…”

“¿Y qué es lo que les has hecho a nuestros Masters?”

La Archer vestida de un verde profundo – Atalanta – se acercó a Assassin, su mirada aguda asemejaba la de un depredador listo para arrancar la garganta de su presa.

“¿Seguramente te refieres a sus antiguos Masters?”

Respondió Semiramis tranquilamente. Aquiles – el Rider Rojo – logro mantener tranquila a Atalanta, pero él también vigilaba al par con una animosidad que helaba la sangre.

“No hay razón para preocuparse; se encuentran con vida y sanos. Como dije, ellos entregaron sus derechos como Masters de manera pacífica. Ahora sueñan con un mundo donde ganaron la Guerra del Santo Grial. Sería lo más… prudente que no los molesten.”

Los dos Servants Rojos se movieron casi al mismo tiempo – Atalanta tenso y soltó una flecha, y Aquiles lanzo una estocada con su lanza directamente hacia el cuello de Shirou. Sin embargo, al mismo tiempo, otros dos del campamento Rojo vinieron a defender a Shirou. El Lancer Rojo atrapo la flecha de Atalanta en el aire y Semiramis desvió la lanza con su mano derecha. Por supuesto, no lo hizo desarmada; un par de escamas negras similares a las de un pez se extendieron por su mano. Aunque la armadura se hizo pedazos a causa de la lanza de Aquiles, logro detener la estocada.

“Hmph… pensar que serias capaz de penetrar las escamas del pez sagrado con tanta facilidad. Como era de esperarse, supongo… pruebas más y más que eres descendiente de los Dioses.”

Semiramis frunció el ceño y sujeto su mano ensangrentada.

“Je… Podría haber puesto mi lanza a través de tus escamas, tu brazo y su cabeza, si realmente lo hubiera deseado.”

“Si, supongo que habrías podido – pero eso habría sido un suicidio, Rider. Yo soy tu Master ahora.”

Aquiles se encogió de hombros.

“No recuerdo haber accedido a cambiar de Master. Puede que nunca haya visto su rostro, pero no voy a traicionarlo.”

“Eso solo es un asunto de perspectiva, Rider. No has traicionado a nadie, te lo aseguro.”

Rider chasqueo su lengua y retrocedió. En su lugar, Atalanta giro hacia el Servant que había interceptado su flecha.

“¿Por qué te nos opones Lancer? ¡No me digas que lo aceptas como nuestro Master!”

“Estrictamente hablando, él es nuestro Master… y aunque aún no apruebo este cambio, ustedes son demasiado descuidados. ¿Acaso no hay verdades que comprobar antes de llegar a la violencia?”

Ante sus palabras, Archer también retrocedió a regañadientes.

“Te lo agradezco, Lancer.”

El Lancer Rojo – Karna – no se molestó en mirar a Shirou.

“Ahórrame tu gratitud. En primer lugar no actué por tu bienestar… y no habrías tenido problemas para evadir tal cosa desde el comienzo. No fuerces mi mano nuevamente.”

“Está bien, supongo…”

Shirou se encogió de hombros con una sonrisa preocupada, y dio la vuelta para encarar a Ruler nuevamente.

“Nos gustaría realizar algunas peticiones. Después de todo, esta Gran Guerra del Santo Grial está casi terminada. Dejando a Assassin de lado, solo quedan tres Servants Negros…”

“…cuatro Servants Negros: Saber, Archer, Rider y Caster…”

La expresión de Shirou se ensombreció un poco ante la interrupción de Ruler.

“Bastante excesivo de tu parte el incluir a Saber ¿no es así? Como yo lo veo, él apenas sobreviviría algunos minutos.”

“Estas en lo correcto – pero él es un Saber sin lugar a dudas.”

Shirou sonrió ligeramente y no se molestó en discutir el punto. Después de todo, la tristeza llenaba el rostro de Ruler mientras realizaba dicha declaración.

Actualmente, el Master del Saber Negro – Siegfried – era un homúnculo. Sin embargo, Saber no podía ser llamado estrictamente un Servant completo. En lugar de ello, su caso era uno excesivamente raro en el que él necesitaba poseer a su propio Master para tomar forma en este mundo. En adición, Siegfried solo podía materializarse por 180 segundos. Como tal, su existencia no pesaba demasiado en la mente de Shirou. Por otro lado, Jeanne creía que su importancia llegaría en el futuro.

“Lo dejaremos así. En cuanto al Assassin Negro y su Master… aunque aún no se su localización exacta, ellos son los que están detrás de los asesinatos en serie, ¿no es así? Dudo que podamos considerarlos participantes – justo como dudo que en verdad sean sus aliados. Podemos removerlos del campamento Negro. Así que, que es lo que piensas de la situación, Archer… ¿Chiron?”

“Me temo que no comprendo. En esta situación parece bastante claro que Ruler y los Servants del campamento Negro están del mismo lado. Por otro lado, los Servants Rojos difícilmente parecen un frente unido en este momento. Bajo tales condiciones, ninguno de los campamentos parece tener una gran ventaja.”

Las palabras de Archer no eran meras fanfarronerías si no que estaban basadas en una observación aguda. Por lo menos, los Servants Rojos no estaban por atacarlos a todos de inmediato; realmente no confiaban ni lo más mínimo en su propio Master.

“Ya veo… ¿y qué hay de ti, Caster?”

“Bien, en cuanto a mi… No comprendo porque no simplemente atacas con toda tu fuerza para aniquilar al Campamento Negro. Después de todo, Los Hechizos de Comando de Ruler no funcionan en ti y – a diferencia de los Servants como Archer y Ruler – yo ciertamente no seré un rival para ninguno de ustedes. Tal vez… ¿Hay algo que deseas proponer?”

Jeanne y Chiron se tensaron ante las implicaciones de sus palabras.

“¡¿Caster…?!”

El Caster Negro, enmascarado y de ropaje completamente azul, no se alteró en lo más mínimo – simplemente miro directamente a Shirou.

“Si, Avicebron… deseo proponer que te rindas.”

Shirou revelo el nombre verdadero de Caster sin ninguna fanfarria – pero eso ya no vino como algo impresionante para ninguno de ellos. Aun cuando Shirou no poseía Hechizos de Comando contra los Servants participantes del Santo Grial, como un Ruler, aun poseía la habilidad de discernir el nombre verdadero de todos los Servants presentes.

“Si no me asesinas… ¿cómo es que activaras el Santo Grial? ¿Acaso no fallaras en obtener la cantidad requerida de Servants derrotados?”

“Eso no debe preocuparte. Entiendo este Santo Grial mejor que nadie. Ten por seguro que nuestros deseos pueden ser cumplidos sin que se interpongan el uno con el otro – asumiendo que lo que deseas está dentro de mis expectativas, por supuesto.”

“Tengo una condición.”

“Por favor, continua. Hare mi mejor esfuerzo para cumplirla.”

“No tengo ningún problema en aceptarte como mi Master… sin embargo, te pido que me entregues a mi antiguo Master, Roche Frain Yggdmillennia.”

“¿Qué quieres decir?”

“No deseo que sea lastimado.”

Shirou asintió comprendiendo la petición. Semiramis se rió.

“¡Aquí tenemos a un Servant digno de alabanza! Así que ofreces tus servicios a cambio del bienestar de tu señor…”

“Caster… te atreves…”

Chiron hablo en un susurro que helaba la sangre; Aquiles comprendió que esto era prueba de su inmenso enojo. Ignorando las palabras de Chiron, Avicebron camino hacia Shirou.

“Tu mano, por favor.”

“Me disculparas si no muestro mi brazo desnudo…”

Sin duda alguna él extendió su mano. Shirou la sujeto con la suya y comenzó el encantamiento de un contrato nuevo.

“¡Suficiente, Caster…!”

La flecha de Chiron, disparada para detenerlos, fue detenida con la lanza divina de Karna. La saeta rechazada se clavó en el techo del cuarto y exploto ruidosamente. Lancer clavo su mirada en él.

“Los Espíritus Heroicos invocados por el Santo Grial aparecen para servir a sus Masters bajo los Hechizos de Comando y las líneas de prana, pero nosotros los Servants aun poseemos el derecho de elegir. No conozco quien fue el antiguo Master de Caster… ¿pero acaso no deberías respetar su decisión, sabio?”

Semiramis frunció el ceño mientras se quejaba.

“No dañes mi jardín, Archer Negro. Tus esfuerzos son inútiles… destruir este lugar está por debajo de ti.”

Chiron suspiro, entendiendo que no podría hacer más. Pensando atrás, todos los signos que llevaban a esta situación se encontraban ahí. El Caster Negro había llevado a cabo su rol diligentemente, el cual fue la creación de los golems. Sin embargo, no tenía ningún interés particular en nada mas – ni en el progreso de la Guerra ni en si obtendría el Grial. ¿Acaso esto no era una posibilidad desde el comienzo?

“Te acepto como mi Master – Amakusa Shirou Tokisada.”

Cortando rápidamente su enlace con Roche, Avicebron se convirtió en el Servant de Shirou.

“Permíteme darte tu primera orden de inmediato: rodéalos.”

“Entendido, mi señor.”

Con una compostura perfecta, el Caster Negro realizó un pequeño movimiento con el dedo de su mano derecho. De inmediato, las puertas de la capilla se abrieron y varios golems se apresuraron a entrar. Se trataba de las mejores unidades de Avicebron, en las cuales había puesto toda su habilidad. Los golems de bronce, hierro y tierra se movieron con el gusto de un verdadero ser vivo, tomando posición rápidamente en los cuatro flancos de Chiron y Jeanne. Con los Servants Rojos también presentes, los dos se encontraban verdaderamente atrapados.

“Para ser perfectamente honestos, siento que esto fue bastante bajo y que va en contra de mis deseos… pero otro Ruler simplemente es demasiado problema. Tú y Archer perecerán aquí.”

Avicebron chasqueo sus dedos ante la fría declaración de Shirou, y sus golems se lanzaron hacia la pareja.

“¡…!”

El Archer Negro coloco una flecha en su arco y Ruler blandió su estandarte sagrado mientras enfrentaban la carga. Aunque los golems comunes ni siquiera alentarían a estos dos Servants, estos se encontraban directamente bajo el control de Avicebron y mostraban una agilidad y precisión que rivalizaba a los Servants de clase alta.

“Aun cuando me encantaría pedir la cooperación de todos los presentes… supongo que el orgullo de estos dos no lo permitirá. ¿Qué es lo que harás Lancer?”

“No puedes provocarme con tus implicaciones de cobardía, sacerdote. Ordéname que los destruya aquí y ahora y lo hare. En este caso, sin embargo…”

Karna levanto su lanza – pero su atención no se encontraba ni en Chiron ni en Jeanne, si no que se enfocó en la puerta por la que los golems habían entrado.

Golpeando las fauces de un golem, Ruler rápidamente cambio su postura.

“¡Archer!”

Llamó a Chiron, quien asintió, sin dudarlo dio un salto hacia atrás rápidamente. Ante esto, Semiramis extendió su mano derecha.

“…”

Su encantamiento no genero ni un solo verso – pero dentro de lo Jardines Colgantes, cada hechizo que ella construyera se convertiría en taumaturgia alta. La hoja de luz que liberó estaba dirigida no hacia Ruler, sino que, naturalmente, se dirigía hacia el Archer Negro.

Fue entonces que una luz carmesí entro rápidamente en la capilla.

“¡¿Qué?!”

Los Servants Rojos no ocultaron su sorpresa, impresionados por la repentina emboscada – excepto Karna. El caballero que entró era como un torbellino, lanzando chispas rojas alrededor y blandiendo una espada larga, partiendo a dos golems con un solo ataque.

“Está aquí…”

Karna dio un paso adelante y lanzo una estocada. Sin embargo, el caballero bloqueo magníficamente su lanza y entonces escalo a un golem que se movió para enfrentarla, llegando hasta su cabeza y clavando su espada en ella.

“¡Archer…! ¡Así que esta es la razón…!”

Semiramis miró ferozmente el agujero en el techo abierto por la flecha de Chiron hace unos momentos. Aparentemente, no era solo un intento de prevenir el contrato entre Avicebron y Shirou. El sonido y la liberación de energía tenían como fin llamar la atención a su locación – para que ella pudiera hallar su camino hasta ahí sin problemas.

“Ya veo…”

Shirou mostro una ligera sonrisa mientras saludaba al intruso. El yelmo que había portado en su primer encuentro ya no se encontraba ahí, revelando su brillante cabello dorado, sus ojos similares a los de un cuervo – y su sonrisa temeraria.

“Así que tú eres el Saber Rojo… aquel que acabo con la gloriosa leyenda del Rey Arturo, el Caballero de la Traición… Mordred.”

“¡Ja! ¡No tienes derecho de llamarme por ese nombre!”

El Saber Rojo rugió y destrozo todo con espada en mano. Semiramis dejo salir un sonido de exasperación y grito.

“¡¿Así que es tu intención es traicionarnos, Saber?!”

“¡¿Acaso eres estúpida?! ¡Tú nos traicionaste a nosotros! Planeaste asesinar a mi Master – ¡y eso te convierte en mi enemigo! ¡Meras palabras no te salvara de mí!”

Ella irrumpió mientras que su espada trazaba un arco en el aire, liberando un ataque que partió el piso entre Shirou y Jeanne, como si demarcara a los dos. Piezas de madera y piedra volaron en el aire, seguidas de algo que llego volando a la capilla desde lejos en la distancia. Un golem sobreviviente trato de interceptar el ataque por reflejo, pero por algún tipo de aparato, humo blanco comenzó a emanar y pronto lleno el cuarto entero.

“¡Suficiente de estos trucos molestos…!”

Semiramis exudaba ira.

“¡Archer, Saber, retírense ahora! ¡Rápido!”

Chiron y Mordred, en silencioso acuerdo, se retiraron rápidamente de la capilla en ruinas.

“No deben escapar, Shirou.”

“Por favor déjenmelo a mí.”

Avicebron dio un paso adelante y – ignorando la clara sorpresa de los otros – desapareció del cuarto, llevado por uno de sus propios golems.

“Bien, ¿qué tal si le dejamos esto a él?”

“¿Hablas en serio? Él es un Caster…”

“Se enfrenta contra Ruler, Saber y Archer… sin duda solo será aplastado.”

“Solo desea probarse ante nosotros…”

Semiramis inclino su cabeza, desconcertada por los murmullos de Shirou.

“¿Y qué es lo que desea probar? ¿Su fuerza, para demostrar que es digno de unirse a nuestra causa?”

“No, Assassin… solo desea demostrar que la existencia que pronto traerá es la más grande que puede haber. No hay intereses personales en sus acciones – solo fe pura.”

Un artesano es aquel que dedica su espíritu a sus creaciones – su causa, su orgullo, y su técnica. Avicebron era decididamente diferente, ya que él ofrecía su fe – el corazón de su adoración. Él no trabajaba por una causa ni por su espíritu mismo, sino que simplemente continuaba creando más construcciones de su único enfoque. Esa era la única razón del porque el Caster Negro se unió al campamento Rojo, para continuar la persecución del ‘pináculo’: el Noble Phantasm anti armada que está intentando crear… la transgresión, el golem Keter Malkuth.



Avicebron le dio la orden al golem de acelerar. Él no sería capaz de alcanzar a Rider y a Archer ni en cien años por su propio pie, pero a través del uso de golems podía perseguirlos sin esfuerzo y tranquilamente.

Primero tenía que comunicarse con su antiguo Master, quien debía de encontrarse muy confundido en este momento. Intento hacer contacto con Roche vía telepática; aunque ya no era su Servant, Avicebron aun poseía alguna herramientas taumatúrgicas que hacían que las comunicaciones a larga distancia fueran una tarea sencilla.

“Roche… ¿Puedes escucharme, Roche?”

“¿S-Señor? ¡Oh, gracias al cielo aún se encuentra con vida!”

Su voz fue suficiente para revelar que se encontraba sobrecogido por las lágrimas – lo cual no era inesperado, considerando que el contrato entre ellos había sido roto repentinamente.

“¿Qué fue lo que sucedió…?”

“No hay tiempo para entrar en detalles, pero por favor tranquilízate. Aun ahora eres muy importante para mí. Requiero de tu ayuda para completar un paso importante en nuestra próxima operación.”

“¡S-Si señor! ¿Qué es lo que necesita?”

Dejándole la tarea de la transportación al golem, Avicebron se deslizaba a través de los Jardines Colgantes mientras hablaba con Roche.

“Necesito que me traigas el ‘núcleo’ desde mi taller. Finalmente es tiempo de activar mi Noble Phantasm.”

“¡Entendido…!”

Nervioso, Roche concluyo la conversación.

Una vez que Archer alcanzara el castillo, ellos sabrían que Caster los había traicionado – pero era muy probable que Roche fuera hasta él a pesar de ello. Avicebron estaba seguro de que el chico estaba tan apegado a él que se le uniría, aun después de descubrir su traición. Él rió amargamente; al final de todo, él de entre toda la gente tenía que confiar en las cosas que más odiaban – un ser humano, y más aún un niño.

La vida en verdad era una sucesión de ironías y falsedades, reflexiono cínicamente, y el camino para realizar nuestros sueños siempre se encontraría lleno de grandes obstáculos. Sin embargo, no podía detenerse ahora. Como Servant, se encontraba más cerca de lo que nunca había estado de obtener su sueño – ese lugar en el que todos los creadores de golems Cabalistas aspiraban alcanzar.

Ya no tenía ojos para ninguna otra cosa – ni sus enemigos, ni sus aliados, ni siquiera para él mismo.



Antes de que se dieran cuenta, Mordred había desaparecido. Jeanne y Chiron se apresuraron hacia el castillo.

“Archer… con la caída tanto del Lancer Negro como de su Master Darnic, este conflicto entre Noir y Rouge podría ya haber concluido. Sin embargo, aunque no es mi deseo el unirme a un campamento o al otro, espero que podamos seguir cooperando.”

Chiron asintió. Como ella dijo, ya no se trataba más de un asunto en el cual uno de los campamentos obtendría el Santo Grial.

“No veo ningún problema con ello. Con la derrota de Darnic, la siguiente en la línea de sucesión para liderar mi bando seria mi Master, y ella ciertamente estará de acuerdo una vez que entienda la situación. Por supuesto, aun con Ruler en la batalla, aún estamos en una clara desventaja.”

“Justo ahora, nuestro objetivo es detener al campamento Rojo… no, detener a Amakusa Shirou Tokisada, a toda costa.”

Seguramente, esa es la razón de que el Santo Grial la invocara a ella, aun si tenía que utilizar un método rebuscado como poseer a un ser humano de esta era. Shirou no obtuvo el Grial Mayor simplemente porque deseaba poder; él planeaba utilizarlo para traer algo mucho peor.

Lo entiendes bastante bien, Jeanne d’Arc… Es por la salvación de toda la humanidad.

No había duda o vacilación en su mirada. No elaboro algún sin sentido como si se encontrase en alguna fantasía delirante. Eso habría sido mejor, si pudiese decir algo – porque Jeanne no pudo sentir nada más que la verdad cuando él hablo. Sus palabras eran la suma de un plan desarrollado por mucho tiempo, construido en base a capas y capas de consideraciones. El Grial Mayor de Fuyuki era activado al reunir el alma de Espíritus Heroicos en un proceso llamado la Guerra del Santo Grial – y Shirou diseño un uso para este que probablemente estaba incluso más allá de la imaginación de sus creadores originales.

“La salvación de toda la humanidad…”

“¿Acaso le crees Ruler? ¿Piensas que ese chico estaba diciendo la verdad…?”

“Así es. Y el Santo Grial es el medio para ese fin – aunque una cosa que no puedo imaginar es que es lo que hará.”

‘Salvar al mundo’. Las palabras eran una farsa, un juego de palabras. Ningún santo, rey o nación en el mundo podrían lograr tal cosa. Fortuna e infortunio eran dos lados de la misma balanza, con un peso equivalentes. Bendiciones sobre un individuo simplemente traían maldiciones sobre otro. La ‘salvación’ perfecta podría ser posible a pequeña escala – en los minúsculos confines de una sola historia, una familia, un grupo, o un solo estado tal vez. Pero entre más amplios fueran sus alcances, más gente seria aplastada debajo de ello.

“…y aun así, él estaba tan completamente seguro. Tiene como meta el lograr esa tarea por medios que no nos atreveríamos a conjurar.”

“El problema es… si realmente será la verdadera salvación.”

La respuesta era clara; ‘la salvación de la humanidad’ no existe. No puede existir. Los pensamientos y acciones de un solo individuo no pueden definir la felicidad definitiva de toda la humanidad.

“¿Entonces qué hay del Saber Rojo?”

“Si hubiésemos perecido ahí, todo habría seguido acorde a la voluntad de Shirou. Saber y su Master probablemente actuaron para prevenir eso. Y sobre si ellos unirán fuerzas con nosotros…”

Después de todo, esa Saber parecía muy confiada en sí misma, pensó Jeanne. Tal vez era de esperarse del Caballero de la Traición quien llevo la leyenda de un rey a su final.

“¿Qué hay de los otros Servants?”

“No lo sé… tanto Rider como Archer son héroes orgullosos. Pero su Master ahora es Shirou, y mientras posea los Hechizos de Comando, no podrán hacer mucho ante ello.”

El Lancer Karna, el inigualable héroe de la Antigua India; la Archer Atalanta, la gran cazadora de los mitos griegos; el Rider Aquiles, un hombre que grabó su nombre en la historia; la Assassin Semiramis, la reina de Asiria; y el Ruler Amakusa Shirou Tokisada, conocido como un chico milagroso. Además estaba Caster, quien no apareció pero sin duda también posee gran poder. Finalmente, a ellos se unió el Caster Negro, el legendario Cabalista y el más grande creador de golems de la historia, Avicebron. Además de ello, incluso el Grial Mayor había sido tomado. Las probabilidades estaban completamente contra ellos, y el sentido de urgencia solo se incrementaría mientras transcurriera el tiempo. Sin embargo, Ruler no perdió de vista lo primero que debía de hacer; su más grande prioridad era hacer que el campamento Negro entendiera exactamente la situación en la que se encontraban.



¡Maldición, maldición, maldición…!

Contradiciendo su apariencia, Shishigou Kairi huyo a través de los Jardines Colgantes con inesperada agilidad. Él y Saber estaban tratando de encontrar una manera de escapar de la fortaleza voladora.

“¡Maldición! ¡Nada puede salirme bien nunca…!”

“No es necesario el berrinche, Master.”

“¡Claro que lo es! ¡Ellos tienen un Servant como Master, malditos bastardos tramposos! Y un Ruler encima de ello… ¡Y un superviviente de la tercera guerra de hace sesenta años! ¡Esto no podría ser peor!”

Mordred comenzó a reír fuertemente mientras corría a su lado.

“Ja ja, ¡eso solo simplifica las cosas! ¡Todos ellos son nuestros enemigos! ¡Excelente!”

“¡Nada de excelente! Por ahora, necesitamos aliarnos con el bando Negro, y esa chica con el estandarte. Parece que ella es la Ruler real…”

Seguramente, ellos entenderán que Shishigou no era su enemigo. Después de todo, ¿Por qué enviaría a Saber hacia ese caótico desastre si no fuese para enviar tal mensaje?

El piso se sacudió. Los Jardines Colgantes estaban ascendiendo.

“¡Nos marchamos Master!”

“Espera, ¡que es lo que estas…!”

Shishigou no pudo detener a Mordred de levantarlo; ni siquiera tuvo tiempo de terminar de hablar antes de que Mordred saltara por un costado de los Jardines Colgantes con un solo respiro, impulsada por su Explosión de Prana. Su descenso no asemejo en mucho el de un paracaídas meciéndose gentilmente si no al de un misil. Shishigou estaba colgando por fuera de la cabina de un jet que se desplazaba a la velocidad del sonido.

“¡Tú…! ¡Estas…! ¡Loca…!”

“¡Jajajajajaja! ¡Deja de preocuparte y confía en mí!”

“¡Mi confianza en ti acaba de saltar en picada desde el costado de una fortaleza voladora!”

Sus oídos zumbaban. Después de tomar una decisión de un segundo, Shishigou trago algún remedio que lo fortificaría de manera física por un instante, y eso logro controlar su histeria. Por supuesto, simplemente era un breve consuelo. Si Saber cometía el más mínimo error, un accidente muy poco placentero lo esperaba en el suelo.

Ellos aterrizaron, frenando de velocidades subsónica a solo unos doscientos kilómetros por hora. Saber patino por el suelo, eliminando la mayoría del impacto, pero Shishigou aún se sintió como si fuese golpeado por un boxeador de pesos pesados. Ella salto y reboto, frenando con cada paso, y eventualmente Mordred y su pasajero aterrizaron a salvo.

Físicamente hablando, por lo menos – la mente de Shishigou había sido quebrada en un millón de pedazos.

Pensé que seguramente moriría…

Esa fue la descripción más sucinta de cómo se sentía Shishigou en estos momentos, y juro para sí mismo que la próxima vez que decidieran invadir los Jardines Colgantes, llevaría consigo algo que en verdad estuviera diseñado para volar.



Una porción significativa del bosque había sido derribada por el Berserker Rojo. Fue en el lago, en la punta norte donde ellos debían encontrarse.

Roche, montando a un golem de transporte que se movía a toda velocidad, podía sentir como se sacudía de alegría. Él llevaba una gigantesca llave cilíndrica – el ‘núcleo’. Por fin, era momento de utilizarlo y activar al golem definitivo – Keter Malkuth. Incluso los golems que Caster había construido a su lado todo este tiempo excedían sus expectativas en términos artesanales y de los materiales utilizados en su construcción. Aun así Caster había llamado a este golem su más grande trabajo. A pesar de ser simplemente otro mago, se le había permitido a Roche bañarse en su gloria. ¿Cómo podría no regocijarse?

El joven e inocente Roche se apresuró como le habían ordenado. Ya no le importaba la Guerra del Santo Grial; el ser testigo de la activación de este Noble Phantasm era victoria suficiente para él.

“¡Señor!”

De pie ante el lago se encontraba Avicebron, quien asintió ligeramente y lo saludo como siempre.

“Aquí esta… no me equivoque, ¿cierto?”

“No, lo hiciste bien.”

“Qué bueno… pero señor, ¿Acaso no creaste este golem hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo activaste hasta ahora?”

Avicebron ignoro la pregunta. Tomando el ‘núcleo’ de manos de Roche, sin ninguna ceremonia lo lanzo al fango y se arrodillo, poniendo una mano en la cristalina agua del lago.

“¿Qué es lo que esta…?”

Avicebron puso un dedo en sus labios, pidiendo que guardara silencio. Roche rápidamente cubrió su boca con ambas manos. Entonces, ante este quieto estanque, el Caster Negro recito un encantamiento con una voz sonora.

“Nacido de la madre Tierra, permítete inhalar el Viento de la sabiduría, bebe profundamente del Agua de la vida…”

Era una plegaria al Cielo para otorgar vida a la tierra.

“Una marca de Fuego descansara en tu mano, removiendo a vos de la enfermedad del Demonio. Tu rencor deberá liberarte, y aun así tu amor limpiara tu sangre…”

Tierra, madera, y su propia carne: él ofreció todo a su Señor. Fue un ápice esotérico posible solo para este hombre que no deseaba ni poder ni fama.

“Se un coloso, remontándote antes las más altas cumbres. Se piedra, inflexible y firme. Deja que tu forma se adecue a tu oficio… nuestro guardián, nuestro líder, nuestra gran fundación…”

Se trataba de la cristalización de un milagro, de la escala de la cual no podía ser ya definida solo como un Noble Phantasm

“Tú estás compuesto de tierra, pero no perteneces a ella, de hombre pero no perteneces al hombre. Descansaras en el paraíso. Lo gobernaras porque seremos dirigidos hasta sus puertas por ti. Tú eres un sueño. Eres esperanza. Eres amor.”

Se trataba de la realización de la fe de aquellos que han sufrido a través de la historia, una recreación de Su divina voluntad – un peón que llevaría la tarea de recrear al mundo.

“Tú eres el Primer Hombre, portador del Espíritu Santo… vuestro nombre es Adán.”

El lago espumeo e hirvió.

Esto era lo que Avicebron y Roche habían estado construyendo en secreto mientras continuaban la producción de los soldados golem. Al inicio, Roche pensó que solo era un golem más grande – excesivamente grande, cerca de quince metros de alto – y nada más. Incluso Roche, con su habilidad, sería capaz de crear tal golem si pasara cincuenta años en su creación – aunque solo sería capaz de recrear su tamaño. Su calidad sería un asunto completamente diferente.

Aun así, tal creación no sería particularmente rara. Roche había escuchado historias de una bruja que alguna vez poseyó algo a tal escala, o tal vez incluso más grande. Considerando la antigüedad de esa historia, se podía inferir que la creación de esa bruja también sería más fuerte, en términos espirituales. Incluso las materiales utilizados para crear a este golem no eran nada particularmente especial, a pesar de su costo – su más grande cualidad era su estado impoluto.

Sin embargo, Roche no pudo evitar suspirar sorprendido. Este golem era completamente anormal en un nivel conceptual – aunque tal vez era lo más adecuado para Avicebron.

“Este es un golem lo más cercano a su origen…”

La percepción común de un golem era la de una existencia creada por el hombre, nacido por algún método taumatúrgico, pero eso no era enteramente correcto. El golem era el feto – ‘aquello que no posee forma’. La creación de golems fue un arte arcano del Señor para imbuir vida a Adán y por consiguiente a la humanidad.

Muchos magos le daban forma a la tierra como deseaban y la traían a la vida, pero no más. Después de todo, ese pasó más allá era el deseo más grande de todos los Cabalistas, y no era uno a tomar a la ligera. Adicionalmente, entre más perfecto el golem, mas se removía de la existencia original diseñada por el mago.

El golem definitivo representaba la parusía de Adán – el rey protector que finalmente dirigiría a su gente al Paraíso, después de soportar varios años de sufrimiento.

Un enorme brazo se extendió desde el lago. Todo el material utilizado para crearlo – piedra y tierra y madera – eran de una edad respetable y enteramente naturales, sin nunca haber sido empleados como materiales de construcción o combustible. Un tercio de la fortuna de Darnic se procuró para obtenerlos.

Finalmente, la parte superior de su torso apareció, como una ciudadela alzándose de la superficie del agua. Sin embargo, después de eso, se detuvo. Sin el agua del lago, este golem no podía moverse más allá – por ahora por lo menos.

“Es momento de instalar el ‘núcleo’. ¿Estás listo mi Master?”

“¡Sí!”



El rostro de Sieg se nublo mientras observaba la mitad destruida del castillo.

Podía observar un delgado brazo, probablemente perteneciente a un homúnculo, sobresaliendo de debajo de los escombros – y rápidamente se apresuró cuando lo vio moverse.

“¡Hey!”

El brazo respondió a su llamado, la mano giro hacia arriba como si deseara alcanzar algo – ayuda, se dio cuenta Sieg. Él puso su mano en los escombros que cubrían al homúnculo. La taumaturgia que empleo tenía como fin la destrucción de su blanco; por ello, no había riesgo de que impactara en quien fuera que estuviese atrapado debajo.

Después de entender por completo su composición, Sieg acelero sus Circuitos Mágicos y rápidamente voló en pedazos los escombros. Se trataba de su mejor uso de taumaturgia hasta ahora, y todo lo que enterraba al homúnculo fue reducido a polvo – pero fue demasiado tarde.

“Ah…”

El simplemente apresurarse a su lado no fue suficiente para salvarle. Era risible para comenzar, su creencia de que el brindar su ayuda antes de que fuese aplastada por completo le llevaría a su salvación. Al final, nadie si no él pudo haber hecho la elección de salvarla: la elección de no haber participado en la batalla en lo absoluto.

“Te lo agradezco, te debo mi vida. ¿Acaso la batalla ha concluido?”

Los escombros que golpearon su cabeza probablemente le robaron la mayor parte de su visión. El homúnculo extendió sus manos en todas direcciones, sus ojos nublados. Sieg podía haber destrozado los escombros que le aplastaban, pero ella había sido atravesada limpiamente por uno de los candelabros que alguna vez estuvieron de pie en el salón – y el impacto directo de lo que debió haber sido la secuela del golpe de Espartaco le había cortado las piernas. Sin embargo, tal vez a causa del mal funcionamiento de sus receptores de dolor – o de su decisión consiente de ignorar la sensación en si misma – ella continuaba preguntando sobre sus deberes con un tono de voz lejano.

“Si… se ha terminado.”

La chica suspiro, encontrando alivio en sus palabras. El acto en si era completamente humano.

“En ese caso, debo volver a mis deberes de limpieza… pero ensuciare los pisos en esta condición. Que despistada soy… debo cambiarme de ropa y cambiar esta alabarda por una escoba, rápido… pero primero, debo detener este sangrado…”

Reprimiendo sus emociones, Sieg sujetó firmemente la mano de la chica sin temblar.

“Está bien. Yo hare eso por ti, después de que todo esto termine. Deberías descansar.”

“¿En… verdad?”

Algo de alivio tiño su voz.

“Para ser honesta… me siento un poco cansada. Si pudieras hacerlo sería maravilloso. Discúlpame mientras tomo un pequeño descanso… por favor despiértame dentro de cinco horas.”

“Puedes… descansar más que eso.”

“Cinco horas es suficiente descanso para un homúnculo… pero parece que mi cuerpo en verdad esta fatigado. Nunca me he sentido tan… exhausta…”

Ella cerró sus ojos, y la fuerza con la que sujetaba la mano de Sieg se debilito. ¿Acaso no hay nada que pueda hacer? Pensó Sieg desesperadamente – pero por supuesto, no lo había. Eventualmente, perdiendo la fuerza por completo, su brazo se deslizo por las manos de Sieg y cayó al suelo. Sieg se puso de pie y le dio la espalda; no había nada más que pudiese hacer ahí. Aún tenía su propia misión – y cumplirla seguramente le traería paz a su alma…

“Y pensar que volverías, solo por nosotros… tienes un desafortunado sentido del deber. Pero, te agradezco… por salvarme…”

Sieg salto sorprendido, apresurándose a tomar su mano nuevamente y verificar su pulso. Pero esta vez, la chica en verdad se había ido. Parece que en algún punto – tal vez desde el comienzo – ella había visto a través de su mala actuación. Ni siquiera había sido capaz de permitirle morir en paz.

Que tan patético puedo llegar a ser…

Pensó Sieg. Sin embargo, ella le había agradecido al final. Aunque triste por el peso que había decidido cargar, ella le agradeció por salvarla. Soportando tanto una pena como un enojo aplastante, se dio la vuelta enfocándose solo en la salvación. Lo que necesitaba para liberar a los homúnculos no era fuerza, la cual solo funcionaba simplemente como una poder disuasivo. Lo que realmente necesitaba era sus palabras y nada más.

La guerra había entrado en caos; todos los Servants se encontraban en el campo. Al menos debería de ser capaz de sentir a cualquier Servant a excepción de Assassin.

Pasando a través de muros rotos se deslizo al corazón del castillo. Los salones que originalmente eran alumbrados por elaboradas velas, manteniéndose encendidas por un excesivo esfuerzo taumatúrgico, ahora tenían en su mayoría la luz apagada. Mientras Sieg caminaba por los corredores oscuros no pudo sentir a ninguno de sus colegas – los homúnculos – y su corazón se oprimió. ¿Podría ser que la chica que observo hace poco fuese la última…?

“¡Alguien…!”

No hubo sonido. A pesar de darse cuenta de que los magos de Yggdmillennia no estaban presentes, el silencio era insoportablemente horrible. Por ello llamo nuevamente.

“¡Hay alguien aquí…!”

Un ligero sonido alcanzo sus oídos. Podría provenir de uno de los magos – pero él mismo era ahora un Master, y tenía el poder y autoridad que ahora ellos también debían de reconocer. Sin embargo, una repulsión imposible de expresar oprimía su corazón. Tan pronto como lo considero, encontró su causa.

“Este… es el lugar del que provengo.”

El recuerdo llego a él mientras caminaba. Si, una vez había caminado por este mismo pasillo, desde la dirección opuesta; había estado desnudo, tropezando y aterrorizado – y aun así se obligó a continuar. El miedo que había sentido en ese entonces aún estaba grabado en su mente. No tenía nada que llamar propio, excepto su vida – e incluso eso pronto seria tomado de él. Simplemente había sido insoportable.

Pero ahora… se encontraba bien. Esa sensación que pesaba en él no era horror, sino simplemente una molestia al pensar sobre un pasado poco placentero.

“El sonido provino de ese cuarto…”

Fue aquí donde había nacido – ese cuarto subterráneo lleno de tanques de prana. Él mismo había sido construido con el propósito de proveer energía y morir en el proceso de hacerlo. Sin embargo había ganado conciencia de sí mismo, por casualidad – o quizá por el destino. Con estos pensamientos abstractos en su mente, Sieg abrió la puerta del cuarto.

“Así que tú eres el intruso, huh…”

Una homúnculo apunto su alabarda hacia él. Su voz sonaba de cierto modo familiar.

“¿Acaso eres…?”

Si, ella había sido la primer homúnculo a la que había llamado – la primera en abandonar el campo de batalla.

“Gracias a ti logre escapar de ese lugar. Debí de haber tenido suerte, supongo… ese último ataque estaba completamente más allá de nosotros.”

El arma que había apuntado hacia él fue retraída.

Varios homúnculos aun flotaban en los tanques alrededor de ellos. Sus ojos apenas abiertos no mostraban signos de vida; sus corazones latían pero sus mentes no poseían aun algún pensamiento. Ellos aún no ‘vivían’ sino que simplemente ‘existían’. Sin embargo, muy similar a Sieg en el pasado, ellos buscaban salvación – y dada la oportunidad definitivamente despertarían.

“Apresúrate, tenemos que…”

…liberarlos, trato de decir Sieg antes de que la homúnculo lo detuviera.

“Tranquilízate. Estamos preparando lo necesario en estos momentos.”

De inmediato, dos homúnculos llegaron hasta ellos cargando unas camillas improvisadas, al parecer hechas de las cortinas en los pasillos. También trajeron sabanas limpias y ropa.

“No sabíamos cuántos habría aquí. Así que trajimos cuanto pudimos.”

La joven homúnculo se quedó sin aliento, como si hubiese corrido hasta aquí a toda velocidad. Cuando notó a Sieg, sus ojos se ampliaron y comenzó a mirarlo con las cejas arqueadas, al parecer enojada. La joven homúnculo apunto con un dedo hacia Sieg y dijo.

“Al menos di algo si aún estas con vida, idiota.”

“Si…”

“Es cierto.”

Los tres homúnculos estuvieron de acuerdo. Aunque algo sorprendido por el repentino reproche, Sieg llego a una conclusión.

“¿Acaso todos ustedes sintieron cuando morí…?”

Todos ellos asintieron, y un amargo sabor llenó su boca. Todos los homúnculos creados por Yggdmillennia estaban conectados, aunque débilmente, por caminos similares a los de un Master y Servant. Uno de los resultados de su producción en masa, posiblemente –dado que aunque tenían una crítica falta de individualidad, todos ellos podían recibir información importante, como la supervivencia de otro, desde cualquier punto sin un esfuerzo consiente como la telepatía. Por supuesto, tal información no era precisamente necesaria para ellos a causa de sus similitudes; la muerte de otro homúnculo era solo un número más en la ecuación mayor.

Sin embargo, había una excepción: Sieg, el único que había escapado del castillo. Sin importar que tan apagadas estuviesen sus emociones, ellos se sentían inclinados a protegerlo mientras trataba de escapar. ¿Cuánto se habían regocijado en secreto cuando había huido a salvo? ¿Cuánta decepción cuando regreso al campo de batalla solo para caer?

“Lo… lamento.”

“Está bien. Por ahora ayúdanos. Vamos a liberarlos. No habrá una mejor oportunidad que esta, con todos los Servants fuera del castillo. Y si nuestros maestros fueran a aparecer…”

Los homúnculos miraron a Sieg quien asintió en entendimiento. Lo más probable es que él fuera el único que podría enfrentarse a los magos.

“Si llegamos a eso, yo seré su escudo… liberémoslos a todos.”



La tarea era más fácil de lo que habría esperado una vez que comenzaron decididamente. Después de romper el tanque con la alabarda, removieron los mecanismos utilizados para absorber su prana, mientras que Sieg secaba sus cuerpos, los vestía y los ponía en las camillas. Al ejercitar su más grande cualidad – la habilidad de trabajar en calma y pacientemente – los homúnculos fueron capaces de llevar a cabo la tarea impecablemente.

“¿A dónde deberíamos llevarlos?”

“A nuestro cuarto, por el momento. Debería de ser lo suficientemente grande como para vigilar a todos. Hagan que cualquiera de los homúnculos curativos comiencen a tratarlos… es mejor dejárselos a ellos que a nosotros las unidades de combate y utilitarias.”

“De acuerdo. Saquémoslos de aquí entonces.”

Dos de los homúnculos levantaron la camilla.

“Ah…”

Su ‘paciente’ abrió su boca, como si deseara respirar. Sin embargo, no pudo hacer ningún sonido con sus deficientes cuerdas vocales que jamás habían sido utilizadas antes. Sieg sostuvo su mano gentilmente y rezo que pudiese escuchar sus palabras.

“No te preocupes... estas a salvo ahora.”

El homúnculo recostado en la camilla parpadeo y asintió, su expresión tensa se relajó ligeramente. Podía haber estado sediento de salvación, pero tal confusión era de esperarse considerando la naturaleza de su repentino despertar.

“¿Podrías… hablar con él mientras lo movemos al cuarto? Eso debería de mantenerlo un poco relajado.”

Y así lo llevaron mientras que Sieg lo llamaba una y otra vez. Eventualmente los homúnculos de combate que habían sobrevivido a la batalla, y las unidades utilitarias que estaban estacionadas alrededor del castillo, comenzaron a aparecer una tras otra, ayudando a sus compañeros. La primer homúnculo llevaba su alabarda, dirigiéndolos animadamente. Sieg continúo su tarea de calmar a los homúnculos liberados.

“Estará bien…”

“Te encuentras bien…”

“No necesitas preocuparte…”

Ninguno de ellos podía emitir una sola palabra – pero sus rostros hablaban suficientemente claro para él y para todos los rescatistas de los silenciosos homúnculos.

No todos los que emergieron de los tanques fueron sobrevivientes. Entre más liberaban más se encontraban con que ya habían sido consumidos para la grandiosa batalla previa. Los rescatistas no los pusieron en las camillas, solo los envolvieron en las sabanas por completo.

Con suerte habrá un momento después en el que puedan lamentarse por sus muertes – pensaba Sieg, y algo apareció en el rabillo de su ojo que no fue capaz de ignorar. Los otros homúnculos con sus emociones diluidas eran capaces de soportarlo – pero Sieg no pudo contener sus lágrimas. Habiendo recibido el corazón de un gran héroe, y habiendo experimentado la muerte y el renacimiento el mismo, se encontraba severamente perturbado. La homúnculo con la alabarda pegada en su hombro le dijo.

“Bien, puedes llorar todo lo que desees… pero trata de contenerte por ahora. Alguien viene.”

Ante sus palabras, Sieg lo noto también. Una tormenta se acercaba por el pasillo – pero no eran Servants. Muy probablemente eran los Masters y su hostilidad era clara.

“¡Unidades de combate al frente!”

Siguiendo sus órdenes, los homúnculos de combate sujetando sus alabardas y sus candelabros y dieron un paso adelante, mientras que los otros se movieron y continuaron su trabajo en la parte trasera del cuarto. La puerta fue abierta de golpe y tres magos entraron listos para la batalla. Primero apareció Gordes – aquel que había tratado de asesinar a Sieg – seguido de los gemelos Forvedge, Fiore y Caules. Eran menos de los que Sieg esperaba incluso descontando a Celenike, a quien Mordred había asesinado antes. ¿Dónde se encontraban Darnic y Roche?

Cual fuera el caso, los tres presentes ciertamente no eran presa fácil. Sieg se concentró en Gordes con una mirada agresiva. El mago se sorprendió ligeramente – de ira más que de miedo a juzgar por su expresión.

“¿Qué es lo que están haciendo todos ustedes…?”

“¿Acaso no es obvio? Los estamos liberando.”

Gordes dejó escapar un leve gruñido ante la respuesta directa de Sieg. Como si sintieran que las cosas se estancaban, Fiore se abrió paso enfrente de Gordes. Considerando sus proezas como mago, ella probablemente portaba la mayor autoridad de entre ellos.

“¿Y porque estás haciendo tal cosas homúnculo?”

Pregunto Fiore de manera fría, su actitud la de un mago ejemplar. No había enojo en su tono; ella simplemente habló para averiguar la verdad. Sieg respondió.

“Vivir como sacrificios solo para que se extraiga todo su prana… nadie merece una muerte como esa.”

“¿Aun si esa fue la razón por la que fueron creados?”

“No tienen ninguna obligación de cumplir con una tarea que se les ha impuesto.”

“¡Deténganse… deténganse!”

Gordes interrumpió de nuevo y se acercó hacia Sieg con abierta animosidad.

“¡Tú…! ¡Tú fuiste al que Rider intento defender! ¡¿Por qué debes de interferir con nuestro progreso una y otra vez?! ¿Salvar a los homúnculos…? ¡Eso es absurdo…! ¡Yo te hice, a todos ustedes! ¡Yo decido lo que cada uno de ustedes hará! ¡Tú –se supone que deben proveernos de prana! ¡Y servirnos directamente! ¡Y fueron creados para la batalla! ¡Yo decidí eso! ¡Fue mi decisión!”

“¿Podrías callarte…? Te agradecemos por crearnos, pero -- ¿no podrías olvidarlo? ¿Qué más queda por hacer para ellos?”

Gordes titubeo y Fiore hablo de nuevo.

“¿Y exactamente qué es lo que harán después de esto? Seamos francos. Ninguno de ustedes vivirá mucho, especialmente las unidades de combate. ¿Cuánto tiempo les queda para tratar de lograr algo?”

“…”

Los homúnculos de combate bajaron la cabeza. Por supuesto ya eran conscientes de ese hecho; a diferencia de sus compañeros utilitarios o los que proveían prana, fueron diseñados para ser tremendamente dotados en combate físico y mágico – a cambio de poseer cortos periodos de vida. Se suponía que gastarían sus vidas en el campo de batalla.

“Bien… creo que él no está equivocado. Realmente no hay mucho que puedan hacer aquí.”

“Caules.”

Fiore callo a su hermano menor. Podría haber dicho la verdad – pero no era una verdad que pudieran admitir aun. Caules se encogió de hombros y se dio la vuelta.

“La guerra aún no ha terminado. Homúnculo… en la última batalla te transformaste en Saber. ¿Acaso no regresaste para ayudar…?”

“No soy su aliado. Vine para salvarlos a ellos… eso es todo.”

“No… ¡tú eres Siegfried! ¡Eso me convierte en tu Master!”

Gordes se acercó perplejo hacia Sieg, sujetando el frente de su camisa y sacudiéndolo.

“¡¿Por qué Saber?! ¡¿Por qué elegiste la perdición… por un mero homúnculo?! ¿Acaso te desagrada tanto la batalla? ¡Se supone que eras un héroe! ¿O acaso no te agradaba como tu Master? ¡Respóndeme, Siegfried!”

Gordes le grito hasta perder todo su espíritu y se desplomo en el piso.

“Lo siento, pero solo soy Saber en apariencia… y no sé qué fue lo que lo hizo decidir darme su corazón. No sé qué clase de descontentos habrá sentido.”

“¿Acaso fue mi culpa…? Simplemente fue un caos… ¡Me encontraba perdido! Si simplemente me lo hubieses dicho… que estaba equivocado… si simplemente te hubieses rehusado, ¡yo también me hubiese comprometido! ¡Lo habría hecho…!”

“¿Qué es lo que estás diciendo? Tú le dijiste que se callara ¿cierto? ¿Qué más podría haber hecho?”

Los homúnculos se tensaron. Se trataba de Astolfo. Los tres magos también parecían haberse dado cuenta de que su compañera, Celenike, estaba muerta.

“Rider, tu Master…”

“…en estos momentos es Sieg. ¿Y?”

Lanzando casualmente una granada en la conversación, Astolfo rápidamente caminó al lado de Sieg sin siquiera observar a los tres magos que estaban petrificados por la sorpresa. Después de todo, el Noble Phantasm en forma de libro que portaba el Rider Negro poseía una Resistencia Mágica de rango A; ningún mago de la era moderna podría herirlo de ningún modo.

“¿Qué tiene esto de malo? Para comenzar, los homúnculos no desean pelear ¿Qué es lo que aun desean de ellos?”

“Eso es inaceptable.”

Fiore miro fríamente a Astolfo, sujetando fuertemente los descansa brazos de su silla de ruedas. Ella estaba comenzando a sospechar que Rider los había traicionado; ¿Acaso no era posible que este Servant hubiese matado a su propio Master…?

“Puede que ustedes deseen defender esta fortaleza todo lo que deseen, pero ya han perdido el Grial ¿cierto? Quiero decir ¡solo ascendió y whoop desapareció!”

Astolfo se encogió de hombros y respondió, sin mostrar algún indicio de estar consiente sobre las dudas de los magos.

“Así es, pero…”

Los magos bajaron la mirada pensativos. Era verdad, ¿Qué podría permitirles revertir esta situación? El Santo Grial – el símbolo de Yggdmillennia – había sido robado de sus manos, y por una fortaleza voladora de entre todas las cosas. Tal milagro proveniente de la Era de los Dioses, que hacía que la Fortaleza Millennia pareciera un juguete en comparación, solo podía ser un Noble Phantasm.

“Y tú… Gordes, ¿cierto? Le ordenaste, recuérdalo – le ordenaste que nunca hablase. Entiendo que el revelar el verdadero nombre de Siegfried habría sido desastroso… pero cuando le diste esa orden, realmente pareció que dijiste, ‘escucha mis instrucciones porque eres un incompetente y arruinaras nuestros planes’. ¿Cómo podría haberse quejado después de escuchar algo como eso?”

Gordes dejo salir un pequeño sonido de consternación. Si ese había sido su error, entonces todo lo que había hecho desde su primera orden había estado equivocado. No… se había equivocado desde que asumió que su relación con su Servant no sería diferente del lazo usual con un familiar.

“Yo… yo solo estaba tan aterrado de su punto débil. Es demasiado conocido. Él fue un gran héroe y aun así no pude poner toda mi fe en él… temí que sería atravesado por la espalda, como un idiota – así como había terminado en vida.”

Fue en ese instante que Gordes – con un suspiro que sonó como si estrujasen su alma – finalmente reconoció su propio error.

“Tío…”

“Dejemos libres a los homúnculos, Fiore… hemos perdido. Solo Archer y Caster permanecen en nuestro campamento, y si Assassin es como dijiste, no podemos esperar nada de ellos. No hay que poner nuestra fe en un asesino serial. ”

Murmuro Gordes, completamente exhausto. Fiore traslado su aguda mirada hacia Sieg, y los homúnculos armados alrededor de él – y por fin en los homúnculos que se refugiaron débilmente en la parte trasera del cuarto. Finalmente, ella aparto la mirada con una expresión de dolor.

“Muy bien… les daré algo de tiempo, homúnculos. Hagan lo que les plazca.”

Los homúnculos alrededor de Sieg suspiraron y se apresuraron a cuidar de aquellos que se encontraban en la parte trasera del cuarto.

“Así que Fiore… ¿qué haremos ahora? ¿Deberíamos de enviar un mensajero a la Asociación para hacerles saber de nuestra rendición?”

“De ningún modo. Estamos liberando a los homúnculos – pero la guerra no está perdida.”

Fiore habló con voz decidida, dejándole saber a los otros que ella aun no aceptaba su completa derrota.

“Mi abuelo una vez me dijo que Caster posee un Noble Phantasm de rango A anti armada. Con tal arma podemos seguir peleando.”

“Pero ¿realmente será…?”

“Silencio.”

Fiore silencio a su hermano con un dedo y después se acercó a Sieg con una sonrisa amable extendiendo su mano.

“Master de Rider, y el homúnculo capaz de invocar artificialmente a Saber -- ¿Podrías por favor proporcionarnos tu ayuda?”

“¡¿U-Ustedes no saben cuándo rendirse?! ¡¿Cómo te atreves a siquiera pedirle tal cosa?!”

Fiore se encogió de hombros y le respondió a Astolfo con una expresión tranquila.

“¿Y cuál es el problema? Hemos aceptado liberar a los homúnculos – naturalmente esperamos algún tipo de compensación a cambio. Aún más dado que él es un homúnculo y el Master del Rider Negro y además capaz de invocar al Saber Negro.”

“¡N-No! ¡No, no! ¡Se supone que Sieg lleve una vida pacifica desde ahora! ¡No más ordenes, no más alegatos, solo…!”

Sieg puso su mano en el hombro de Astolfo.

“No me molesta Rider. Soy un Master ahora… estoy listo para luchar en esta Guerra.”

“Pero…”

“Y también tengo algo de curiosidad. Esta Gran Guerra del Santo Grial… ya no solo es un conflicto entre el campamento ‘Negro’ y ‘Rojo’, al parecer.”

“¿Huh?”

“Estoy hablando de Ruler. El hecho de que fuese invocada quiere decir que probablemente algo está mal.”

“La escala del conflicto en si misma sería imposible bajo circunstancias normales, ¿no? ¿Acaso no será esa la causa?”

Sieg asintió ante la sugerencia de Fiore.

“Eso es verdad. Sin embargo, hay una situación más por la cual Ruler pudo haber sido invocada. Ella misma me lo dijo: si la posibilidad existe de que la Guerra del Santo Grial traiga la ruina al mundo, ella será llamada.”

Sería mucho más simple si fuese como Fiore había mencionado, y que Ruler hubiese sido traída solo como la juez del conflicto entre los dos equipos de los catorce Servants.

“Hm… se aproximan algunos Servants, Sieg. Dos de ellos.”

“Si… de alguna manera también puedo sentirlos.”

“¿Archer y Caster tal vez?”

Fiore trato de enviar un mensaje telepático a su Servant; si estaba lo suficientemente cerca como para ser detectado por otros Servants debería de estar en el rango para responder. Chiron respondió de inmediato.

“¿Te encuentras bien, Archer?”

“Si, pero tanto Lancer como Lord Darnic han caído.”

Aunque el tablero espiritual ya les había informado de tal cosa, el escuchar la confirmación en las palabras de Chiron la envolvió en una total desesperación.

“Ya veo…”

Fiore se mordió el labio. Con su antiguo líder muerto ella asumiría el comando. No tenía más elección que reunir el coraje. Seguramente el retorno de Chiron le ayudaría a disolver la ansiedad en su corazón.

“Además, Caster nos ha traicionado.”

“¿Qué…?”

“Avicebron se ha aliado con el campamento Rojo contra nosotros y busca liberar su Noble Phantasm. ¿Acaso su Master esta con ustedes?”

“¡Caules, ve y encuentra a Roche! ¡Ahora!”

“¡Entendido…!”

Caules no cuestiono las órdenes de su hermana ni por un segundo y de inmediato comenzó su búsqueda.

“Homúnculos… me temo que tengo la necesidad urgente de su ayuda. Debemos localizar al Master de Caster, Roche. ¡Busquen en todos los rincones del castillo!”

Ninguno de ellos jamás había escuchado un tono tan frenético en su voz. Los homúnculos asintieron entre ellos y siguieron a Caules fuera del cuarto.

“Él no está aquí. Hemos comenzado la búsqueda, pero…”

“Master, ¿Acaso Lord Darnic le informo sobre los detalles del Noble Phantasm de Caster, Keter Malkuth?”

“Solo que se trata de un golem gigante y que requiere de un ‘núcleo’ para activarse…”

“El ‘núcleo’ requiere de un mago.”

Fiore se quedó sin habla. Chiron continúo sin mostrar ninguna emoción.

“Al comienzo, Caster planeaba que el Master de Saber fuese empleado – así que Lord Darnic me lo informo.”

“El tío Gordes está aquí…”

“En ese caso, Caster debió haber elegido a su propio Master. No todos los magos están calificados para actuar como el ‘núcleo’; se requieren ciertas cualidades en términos de Circuitos Mágicos, la cresta taumatúrgica, la condición mental del mago, y una profunda afinidad. Roche probablemente era la mejor elección desde el comienzo.”

“Pero Roche era su Master… ¿Así que Caster tuvo que conformarse con el tío Gordes en su lugar?”

Fiore no estaba al tanto de que el homúnculo llamado Sieg también fue uno de los substitutos. Dado la fijación de Avicebron por él, era posible que Sieg estuviese tan calificado como Roche para ser el ‘núcleo’ – o incluso aún más.

“Pero Roche…”

…respetaba a su propio Servant sobre todas las cosas. Era prácticamente adoración – y era de esperarse, considerando que Avicebron se encontraba en el pináculo más allá incluso del joven prodigio. Él admiraba a su Servant desde lo más profundo de su corazón. ¿Cómo se sentía el Caster Negro sobre Roche como su Master? ¿Acaso sentía afecto por él? ¿Acaso se sentía satisfecho por la admiración de Roche? ¿Acaso lo consideraba como su propio hijo?

¿Acaso alguna de esas cosas sería suficiente como para hacer que Avicebron abandonara el sueño que había perseguido toda su vida?

“Nosotros llegaremos…”

Repentinamente Fiore perdió contacto con Chiron, era como si el cable entre ellos hubiese sido cortado. El rostro de Astolfo se ensombreció mientras gritaba.

“¡Hay otro Servant que se dirige hacia aquí!”

‘Algo’ masivo impacto el cuarto subterráneo, agitando el suelo y causando que cayeran fragmentos de piedra desde el techo. El cuarto entero tembló y se agito como si se tratase de un gigantesco tambor. Sin embargo, este lugar no estaba diseñado para soportar tales impactos; tarde o temprano colapsaría.

“¡Salgan de aquí todos ustedes!”

Astolfo grito mientras levantaba a un gran grupo de los homúnculos rescatados. Sieg y los otros rescatistas aseguraron al resto y lo siguieron a la salida.

Fiore pateo su silla de ruedas, activando los Manipuladores del Vínculo de Bronce en su espalda. Utilizando los cuatro brazos desplegados, alcanzo a salir del subterráneo a una velocidad impresionante, moviéndose por el pasillo y saltando por una de las ventanas – y no oculto su impresión mientras gritaba ante lo que estaba observando.

“¿Acaso ese es… Keter Malkuth…?”

Hubo una cosa que comprendió con solo una mirada. El golem ante ella era completamente diferente de cualquier cosa que hubiese visto antes. Incluso las otras creaciones de Roche o las otras creaciones de guerra de Avicebron no podían compararse; estaba en un nivel completamente diferente.



Roche se encontraba perplejo.

“¿S-Señor…?”

No entendía nada en lo absoluto. No quería hacerlo.

Caster lo había sujetado por el cuello y lo había lanzado fuertemente hacia el golem. La piedra y la tierra que hizo contacto con Roche se convirtió en líquido y selló sus movimientos. Poco a poco, con un sonido de crujidos, estaba siendo absorbido al interior del golem. Entendía eso. Pero no lo comprendía en lo absoluto.

“Um, señor… que, esta…”

“¿Acaso no lo sabe, mi Master? Para este punto deberías de comprender que serás utilizado como el núcleo…”

El Caster a quien tanto había respetado habló con indiferencia. Era un hecho tan claro para él, no era un asunto muy importante… si, no era nada… nada importante… nada grandioso… ¡no!

“¿Por qué está haciendo esto? ¡¿Por qué?! ¿Y-yo, el núcleo? ¡No quiero…!”

“Es porque eres un mago suficiente y adecuado, por supuesto. Darnic me había ordenado conformarme con Gordes – pero dadas las circunstancias no hay ningún problema con utilizarte.”

“¡¿Q.Qué es lo que estás diciendo?! ¡Yo soy… soy un Master! ¡Yo soy tu Master!”

“Correcto, por lo tanto no podía convertirte en el núcleo al comienzo. Sin embargo, acepte la propuesta de uno de los Masters Rojos hace poco. Así que veras yo ya no soy tu Servant. ¿Lo comprendes? No tengo interés en asuntos triviales como quien resultara victorioso entre el campamento Rojo y Negro.”

“¡P-Pero…!”

Propuesta… aceptada… traicionado… sin interés… solo… golems…

“Supongo que sería falso el decir que no tengo ningún interés en el Santo Grial. Pero lo que es más importante para mí es la activación de este Noble Phantasm – y el sí, al final de todo esto, puedo emular al Primer Hombre, eso que es lo más deseado por todos mis compañeros. Es por eso que fui invocado. Es por ello que he vivido. Afortunadamente, al aceptar a un Master del campamento Rojo pude emplearte como núcleo.”

De entre los magos modernos, Roche tenía la mayor afinidad con los golems. Después de todo, así es como había logrado invocar a Avicebron. Además también significaba que era el más compatible con el poder de su Noble Phantasm.

“¡N-No…! ¡No! ¡Detente! ¡No quiero…! ¡No quiero… aaahh!”

Estaba siendo disuelto. La carne que componía a Roche Frain Yggdmillennia estaba derritiéndose y fusionándose a un nivel celular – con la madera sucia y la piedra, y se derretía, derretía, derretía

Roche gritó, agitando sus brazos y piernas en medio de un salvaje terror – o al menos lo intentaba. Pero ya no podía sentir nada con sus miembros. Su cuerpo inferior, completo hasta los codos, ya había sido tomado dentro del corazón del golem.

“¡¿Por qué me estás haciendo esto?! ¡¿Por qué…?! ¡Tú lo eras todo para mí! ¡Te respetaba! ¡Te adoraba! ¡¿Por qué…?!”

Avicebron, trabajando silenciosamente en algún proceso desconocido, repentinamente se dio la vuelta para encararlo.

“Habría pensado que me conocías bien…”

“¿Huh?”

“Avicebron. Salomon ibn Gabirol. Filosofo. Poeta. Cabalista. Misántropo… enfermizo… con una enfermedad en la piel. ¿Es eso correcto?”

Roche espero silenciosamente a que continuara. ¿Qué gran secreto se encontraba Caster por revelar…?

“Desafortunadamente debo de traicionar tus expectativas. Me encontraba solo en mi odio por los humanos y tome la creación de golems solo para mantenerme ocupado. Al final, decidí emplearla para imitar a nuestro Señor – pero incluso ese sueño fue aplastado antes de siquiera acercarse a su conclusión.”

La suya había sido una vida mundana. Él había sido una existencia mundana. Tuvo un sueño pero fue incapaz de alcanzarlo. Finalmente, esa era la conclusión de su vida. Sin embargo…

“…este deseo mío debe de ser cumplido. Si, incluso si los demás lo ven como aferrarse a un delirio. Por ello estoy preparado a realizar cualquier sacrificio.”

“¿Sacrificio…?”

“Siéntete libre de condenarme y reprocharme. Ciertamente me has mostrado respeto y adoración. No fue una mentira que el afecto que me mostraste era muy reconfortante.”

Sin embargo, considera esto.

“Odio a la humanidad. Estoy cansado de este mundo. Aborrezco mirar a los ojos a cualquiera hasta el punto de llevar puesta una máscara. He cubierto mi vida entera con toda mi enfermedad. ¿Cómo podrías posiblemente llegar a la conclusión de que no tramaba traicionarte?

Fue entonces que Roche se dio cuenta de que nunca sería capaz de entender a este hombre. Su Servant no comprendía como se sentía – y él mismo no sabía nada sobre Avicebron.

Roche solo comprendía que él era un genio creador de golems, y no le importaba nada más. Su misantropía, su enfermedad, sus pensamientos sobre la creación de golems, sus deseos y aquellos de su gente – él lo ignoraba todo. Por ello, esta era la más obvia de las conclusiones. Los Masters y Servants que no se entendían mutuamente seguramente serian derrotados. No había nada más que eso.

“¡No… detente… por favor… no lo hagas…! ¡Ayuda…! ¡Sálvenme…! ¡Alguien que me salve! ¡Alguien…! ¡Quien sea!”

¡Quien sea está bien! ¡Solo sálvenme! ¡Por favor! ¡No pediré nada más! ¡He aprendido la lección! ¡Lo lamento! ¡Por favor perdónenme! ¿Pero a quien debería pedirle perdón? ¿Qué es lo que hice mal? No… por favor espera. Tengo miedo. No quiero convertirme en un golem. No quiero. Solo quiero crearlos, yo…

Su mente era innecesaria, y por ello fue drenada de su color. Sus Circuitos Mágicos, su Cresta Taumatúrgica, sus Hechizos de Comando – su todo se había convertido solo en un recurso para permitir el movimiento de Keter Malkuth.

Por fin, un pensamiento final paso por su mente, una reflexión irónica.

Él odia tanto a la demás gente. No puede soportar a los molestos humanos que habitan el mundo. Justo como yo. Así que porque… ¿Por qué está tratando de crear un ser humano? Que gracioso…

Roche continuaba existiendo en el mundo, pero ya no se encontraba vivo. Su mente había sido borrada, su cerebro y cuerpo se habían fusionado con el corazón del golem. Al mismo tiempo, habiendo obtenido su núcleo, los ojos del golem se llenaron de luz. Saco sus piernas del lago, sus pies se posaron poderosamente sobre la tierra. Esplendido, suspiro Avicebron. A pesar de ser un humano producto de la amalgamación de madera y piedra y tierra y carne humana, se sentía como si estuviese incorporado a la grandeza de la naturaleza. Era simple belleza en sí mismo.

El primer milagro ocurrió. La tierra en la que el gigante se posaba firmemente comenzó a cantar, esparciendo árboles y pasto. Los árboles que tocaba el gigante generaban frutos, los cuales caían a la tierra y se convertían en más árboles.

Eso no fue todo. Las aves y las bestias que habían sido repelidas por el campo de restricción de Yggdmillennia comenzaron a aparecer de la nada. Como polillas atraídas a una flama, se acercaban al gigante sin dudarlo, tocándolo – y se desintegraban sin derramar una sola gota de sangre. Eran absorbidos por el gigante, convirtiéndose en energía pura. No podían desear nada mejor; después de todo, las bestias sin inteligencia habían sido atraídas irremediablemente hacia él.

Además, el área alrededor del gigante rejuveneció. El aire era ligero, lleno de un olor dulce parecido al de la miel, de tal manera que con solo dar un respiro uno se llenaría con total y completa felicidad.

“Si… esto es el Edén.”

Esta era la expresión definitiva del pináculo de los goles, perseguido por numerosos Cabalistas. Su mera existencia podía reemplazar el mundo actual con un Paraíso. Esa era la verdadera naturaleza del golem, Keter Malkuth – un Reality Marble autónomo.

Mientras siguiera existiendo, el gigante seguiría reemplazando el mundo con el suyo propio – Edén, la tierra otorgada a Adán y Eva por Dios.

“Ahora… ¿deberíamos de comenzar con la salvación de este mundo, mi golem? Deberás pelear, y matar, y destruir, y construir el Paraíso en esta Tierra. Todos los demás conflictos sin sentido terminaran. Todas las sociedades sin sentido dejaran de existir.”

El golem comenzó su marcha hacia la Fortaleza Millenia, escalando fácilmente el costado del acantilado. De pie en su hombro, Avicebron observo amenazadoramente a los magos y Servants reunidos en la cima de la muralla semi destruida.



Y así los Masters y Servants Negros conocieron al gigante. Montado en su hombro se encontraba Avicebron, el Caster Negro que tan prestamente los había traicionado por el Campamento Rojo.

“Hmph. Así que todos siguen con vida…”

“¡Caster…!”

Grito Fiore. Avicebron asintió levemente en afirmación y saludo con la mano.

“¡Rider, y el nuevo Servant que se convirtió en Saber! Es bueno ver que se encuentran bien.”

“¡No seas estúpido! ¡¿Qué es lo que estás haciendo, Caster?!”

“Traicionarnos, al parecer…”

Sacudido por el murmullo de Gordes, Sieg y Astolfo observaron a Avicebron. Naturalmente, fue el último el que expresó su indignación primero.

“¡Caster! ¿Nos estas traicionando? ¡¿Incluso a tu propio Master?!”

Caster asintió tranquilamente.

“Sería mejor decir que he traicionado sus expectativas.”

“¡No trates de bromear con esto!”

“No lo dije como una broma… pero si, supongo que los he traicionado. Ahora soy su enemigo. Y ahora los destruiré, y traeré la salvación a este mundo con este Noble Phantasm supremo.”

Las palabras de Avicebron enojaron aún más a Astolfo.

“¿Acaso eres estúpido? ¡¿Qué es lo que una marioneta como esa puede hacer por el mundo?!”

Realmente no existía el concepto del ‘miedo a Dios’ en Astolfo – mientras que Sieg, Fiore y Gordes hacían su más absoluto esfuerzo por desviar su mirada del golem de Avicebron.

“Es… divino…”

No podían describirlo como ‘atemorizante’ o ‘poderoso’. Si algo pudiera describirlo, ‘maravilloso’ sería lo más apropiado. Era la perla de Su trabajo, el único ser traído a la vida bañado en Su gloria. No era una exageración decir que deseaban postrarse ante él. El mirarlo no traída nada más que la clara imagen de su derrota.

“Que insolencia. Veo que es verdad que tu raciocinio se ha evaporado.”

Solo Astolfo permaneció de pie en claro desafío, observando amenazadoramente al golem y a Avicebron quien lo controlaba. Él levanto su pecho y declaro con confianza.

“¡Así es! ¡Así que no les temo en lo absoluto! Lo que sea que pienses que has creado… al final del día ¡solo es otro Noble Phantasm!”

Escuchando sus palabras, Sieg se relajó. Astolfo estaba en lo correcto; el golem simplemente era otra pieza de armamento. Sin importar lo divino de su apariencia, simplemente era una creación de Avicebron.

“Bastante correcto… lo cual es precisamente la razón por la cual mi flecha no dudara.”

Avicebron se dio la vuelta ante estas palabras que hacían eco en el aire – pero fue demasiado tarde. No poseía los medios para defenderse ante una saeta que podría batir la barrera del sonido. El delgado escudo que erigió rápidamente voló en pedazos con facilidad, solo desviando ligeramente el curso de la flecha mientras esta se plantaba firmemente en su hombro.

“¡Ugh…!”

Quejándose de dolor, Avicebron retiro la flecha disparada por Chiron, el Servant de Fiore y la última esperanza de Yggdmillennia.

“¡Archer…!”

Fiore gritó de alegría. Él debió de haber enmascarado su presencia de ellos solo para este ataque.

“Así que lograste aferrarte a la vida, Caster. Sin duda mi siguiente disparo acabara contigo.”

Era natural, ya que la clase Caster no era apta para combate cuerpo a cuerpo, y para comenzar Avicebron poseía un cuerpo débil. Sosteniendo su hombro, Avicebron giro para encarar a Chiron.

“Hmph… así que soy tu blanco, Archer. Sin embargo…”

“…aun si acabo contigo, tu Noble Phantasm no se detendrá. ¿Es eso correcto?”

Cuando Chiron señalo esto, Avicebron inclino su cabeza.

“Entonces, ¿Por qué disparaste?”

“¿Acaso no es obvio? No deseo sufrir la deshonra de dejar con vida a un traidor.”

“Que irracional… no pensé que fueras alguien movido a la acción por el enojo.”

Se lamentó Avicebron – y otra flecha fue disparada, seguido casi de inmediato por una segunda y tercera. Avicebron ni siquiera pudo preparar alguna defensa antes de que su cráneo y pecho fueran atravesados. Él titubeo en el hombro del golem, logrando de alguna manera evitar caer. Sin embargo, Chiron sabía que ese había sido un disparo fatal.

“Desafortunadamente, Archer, mi tarea ya está completa. Mi Noble Phantasm ya está activo… no tengo ninguna lamentación.”

Era una mentira; si fuese posible, habría deseado ver por sí mismo el Paraíso que este golem traería. Ese deseo residía dolorosamente en su mente. Sin embargo, poco podía hacer ante sus heridas. Sin mencionar que Chiron estaba en lo correcto; sin importar la excusa que pusiera, era cierto que había traicionado a su propio Master por sus propios deseos. Incluso ahora, ese hecho dejaba un mal sabor en su boca.

Al final, sin embargo, fue su decisión – y aceptaba plenamente la retribución por su pecado de traición. Solo la muerte era suficiente para pagar por ello ya que no poseía nada mas – además sin contar tal vez a Adán, pero nunca accedería a entregarlo, por supuesto. Después de todo, Avicebron había sacrificado todo, incluso a su propio Master, para su nacimiento. No podía dejar que su creación encontrase su fin aquí.

“¡Te dejo el resto a ti Keter Malkuth! Tú… si, ¡tú tienes el poder de construir nuestro Paraíso! Otórgale al mundo… otórgale a toda la humanidad… otórgale a nuestra gente… ¡otórganos tu salvación!”

Hasta el final, Avicebron jamás retiro su máscara o revelo su piel, incluso cuando se fusionaba con el golem. De igual manera que las aves y las bestias, era su deseo convertirse en alimento para su Noble Phantasm, Adán.

“¡¿Qué…?!”

“¡Imposible…!”

Los magos y Servants observaron con incredulidad como una gran fuerza comenzó a surgir de dentro del golem. Muy probablemente se debía a absorber una enorme fuente de energía en la forma de un Servant. El gigante los miro y su mirada se posó en Fiore. Agito su mano derecha – y materializo un arma. Se trataba de una brillante espada negra.

“¡…!”

Fiore se congelo. Hace poco, este gigante había mostrado un verdadero intento asesino con sus golpes; debía de comprender que ella era el Master de Archer.

“Oh no… ¡tenemos que salir de aquí!”

Astolfo sujeto a Fiore del hombro y sin dudarlo salto del muro del castillo en el que se encontraban de pie. El lado este de la muralla de la fortaleza estaba suspendido sobre un acantilado; la caída era de varios metros hasta el suelo.

“¡¿Acaso tienes una estrategia de aterrizaje?!”

Ante la protesta apasionada de Fiore, Astolfo mostro una sonrisa segura.

“¡Por supuesto que la tengo…! ¡Ven, Hipogrifo!”

Cortando el aire, su montura atrapo a Fiore y a Astolfo en su lomo, su agudo chillido resonando en el aire.

“¿Hmm…? Estas en muy mal estado, eh. ¡Hey, vamos! ¡Toma!”

Astolfo golpeo al Hipogrifo varias veces en el cuello y este giro su cabeza para mirarlo con algo de resentimiento. Astolfo ya había olvidado su asalto a los Jardines Colgantes hace no mucho tiempo, donde había recibido un poderoso golpe de la taumaturgia de Semiramis, al punto de haber necesitado retirarse. Solo volvió a volar, aun con su estado tan maltrecho, a causa de la orden de su amo.

La gigantesca espada corto el aire muy cerca detrás de ellos.

“¡Wahahaha! ¡Esa cosa es rápida! ¡Trate de no llamar su atención, Master!”

Aun persiguiéndolos, el gigante se detuvo y blandió su arma hacia la espalda del Hipogrifo. El impacto agito el aire y esparció prana residual en todas direcciones. La gigantesca espada de obsidiana se detuvo a solo centímetros del yelmo de Jeanne, quien estaba de pie en la muralla. Con un solo golpe, el piso de piedra debajo de ella casi colapso.

“El Primer Hombre, Adán… que cosa tan problemática dejaste atrás, Caster.”

Lo que posiblemente era lo más sorprendente era la durabilidad de su estandarte, el cual no se dobló aun cuando recibió la fuerza completa de la espada del gigante. Sin importar que tanto continuara su ataque el gigante, nunca se rompía ni la alcanzaba.

“¡Quédate quieta, Ruler!”

Por supuesto, Chiron no perdió esta oportunidad. Tensando la cuerda de su arco, lanzo una flecha con todo su poder. La flecha atravesó el ojo del gigante y este retrocedió. Con un grito lleno de espíritu, Jeanne rechazo la espada de obsidiana y dio un salto corriendo hacia el gigante. Dio una vuelta por el aire, llevando su estandarte hacia la rodilla del gigante y rompiendo la articulación. El gigante solo podía escapar hacia atrás, saltando del risco y cayendo en el piso debajo. Esto solo garantizaba la seguridad de Gordes, Caules y los homúnculos. Sin embargo, también quería decir que Ruler ahora se encontraba a solas enfrentando al gigante.

Continuando con su ataque, Chiron puso otra flecha en su arco con una acción suave y rápida. Era despiadado en combate; incluso ahora, apuntaba hacia lo que parecía ser el otro ojo del gigante. La táctica que empleaba era eficiencia pura, cegando brutalmente al enemigo y disparando de nuevo y de nuevo desde su posición segura. Sin embargo, el gigante en el que Avicebron había puesto todas sus esperanzas no era un simple golem.

“¡¿Qué…?!”

Incluso desde su postura arrodillada, el gigante fue capaz de repeler sus flechas. Esa fue la primera sorprendente verdad; era una hazaña rigorosa para cualquier Servant el interceptar las flechas indetectables de Chiron las cuales viajaban más allá de la velocidad del sonido. Sin importar que tan masiva fuera su forma, el gigante no debió de haber podido rechazar los ataques que habían sellado por completo los movimientos de Aquiles en su primer encuentro. Sin embargo, después de un solo disparo, el gigante había comprendido el ataque y fue capaz de hacerse cargo de él limpiamente.

El gigante los sorprendió aún más al saltar hacia atrás, tomando algo de distancia de ellos – y entonces retiro la flecha atrapada en su ojo. Aun mientras lo observaban la herida comenzó a cerrarse.

“¡¿Taumaturgia de Curación…?!”

El rostro de Jeanne se ensombreció mientras negaba esas palabras.

“No, creo que se trata… de una bendición de la tierra misma.”

Como un Reality Marble autónomo, Adán podía cambiar sus alrededores a un mundo alienígena con solo su existencia – y en el Paraíso, no había derramamiento de sangre. Por lo tanto, la herida de la flecha se volvió inexistente.

“¡Debemos derribarlo rápidamente! Si puede transformar todo ese lugar en su propio mundo -- ¡Se volverá inmortal!

Adán aun no convertía por completo esta tierra de desesperanza en su Paraíso; así era como habían logrado herirlo. Sin embargo, no tomaría mucho tiempo. Entre más se esparciera la influencia del Edén – entre más tiempo continuara existiendo el gigante – más poderosa seria su habilidad de recuperación.

Era una pequeña maravilla que Avicebron hubiese dejado sus sueños al gigante. Poseyendo absoluta inmunidad a la edad y la muerte, no sería posible para la humanidad derrotar a este ser impregnable – y tal vez ni siquiera los Servants podrían.

Evadiendo el corte descendiente del gigante, Jeanne intento clavarle su estandarte – no hacia el abdomen el cual no podía alcanzar, si no en uno de sus brazos. Sin embargo, la espada larga retrocedió velozmente y detuvo su ataque. Y así, ella solo pudo persistir en alentar a su corazón, el cual vacilaba ante la apariencia divina del gigante, aun cuando mantenía sus tácticas para ganar algo de tiempo.

Jeanne solo podía ganar tiempo para los demás – ya que no poseía ningún medio para lograr una victoria decisiva. Mejor dicho, ella poseía uno – pero estaba prohibido el utilizarlo. Por lo menos no lo usuaria aquí. Comenzaba a desesperarse, pero reteniendo sus emociones, continúo blandiendo su estandarte para rechazar la gigantesca espada.



Observando todo esto desde las alturas, Fiore grito.

“¡Rider! ¡¿Acaso alguno de tus Noble Phantasms puede derrotar a esa cosa…?!”

“¡Lo lamento, pero lo dudo! Mi flauta y mi libro no le harían nada, y mi lanza ciertamente no lo heriría demasiado. La única fuente de daño confiable es mi Hipogrifo – pero considerando sus heridas no sería capaz de atacar con toda su fuerza. Aun si pudiera, no hay garantías de que pudiese ganar. ¡Si tuviera que adivinar diría que no podría!”

Fiore apretó los dientes. ¿Acaso no había otra elección que liberar el Noble Phantasm de Archer? Aunque se trataba de un simple ataque del tipo Anti Unidad, su fuerza era incomparable a las flechas normales; tenía como fin matar de un solo golpe. ¿Pero qué pasaría si no lo hiciera…?

No – no había tiempo para dudas, Fiore se reprochó a sí misma. La lógica dictaba que era la única opción que les quedaba.

“¿Cuáles son sus órdenes, Master?”

Chiron hablo con ella, animándola a tomar una decisión.

“Si… Archer, puedes liberar tu Noble Phantasm. Pero antes de que lo hagas, tomate algo de tiempo – aunque solo sea un minuto – para considerar si en verdad será capaz de derrotar al golem.”

Aceptando su orden, Chiron dirigió su fría mirada hacia el gigante – utilizando aquellos ojos los cuales en el pasado habían medido a tantos campeones poderosos, héroes astutos, y creaturas demoniacas.

“El golem está compuesto de madera, piedra y tierra y posee a un mago como su núcleo – su ‘corazón’. Esa era su debilidad, por supuesto – pero ¿acaso podría ser derrotado al atravesar su corazón, si esto se hiciera con suficiente fuerza? No… no sería posible.”

Con sus ojos, capaces de ver a través de toda creación, Chiron pudo analizar y comprender incluso la forma en que Adán funcionaba internamente.

El corazón ciertamente era importante, considerando el flujo de prana dentro del gigante. Sin embargo, había problemas más grandes en cuanto al cerebro y a los dos pies. El gigante era más parecido a un Servant que a un humano o a un golem; poseía un núcleo espiritual también en el cráneo. El poner solo una flecha a través de su corazón no traería la muerte instantánea mientras su cabeza estuviese intacta. Aún más problemático era que sus dos pies se encontraban plantados firmemente en el suelo. Era a través de la planta de sus pies que el gigante lograba obtener enormes cantidades de prana que fluían de la tierra.

Por tal, eran necesarias tres fuerzas para destrozar por completo a Keter Malkuth. Un ataque debía destrozar el núcleo espiritual de su cráneo. Un segundo ataque debía destrozar su corazón. Un tercero debía de remover ambos pies del suelo.

“Es imposible para mi Noble Phantasm.”

Chiron por si solo sería capaz de completar uno de los ataques. Si tomaran prestado el poder del joven homúnculo podrían asegurar el segundo. Sin embargo no podían lograr el tercero. Ellos necesitaban que Ruler detuviera la lluvia de ataques provenientes de la espada de obsidiana; era solo por su defensa concentrada que habían tenido la oportunidad de encontrar alguna apertura para atacar al gigante. Si ella procediera a atacar también, era posible que alguno de los tres ataques necesarios fuera rechazado.

Necesitaban a alguien más en su bando, un guerrero capaz de tal ataque – y lo había.

“¡Ruler! ¡Requerimos a otro Servant! ¡Debería de haber uno cerca!”

Desviando hábilmente un ataque del gigante, Jeanne asintió ante su sugerencia. Parecía que Chiron tenía un plan – y ya había predicho que el Servant se encontraría a la mano para ayudar. Ella blandió su estandarte en alto y declaro fuertemente.

“¡Saber Rojo! ¡Por el nombre de Jeanne d’Arc, te llamo para que nos auxilies en batalla! Sé que estas suficientemente cerca para escuchar esto… ¡ven a nosotros!”

Por un instante hubo silencio – pero pudieron detectar su enorme torbellino de prana. El caballero de acero dio un paso delante de las sombras de los árboles caídos y Sieg se paralizo. Se trataba del Servant que lo había asesinado antes. Su yelmo no estaba colocado, revelando una sonrisa atrevida incluso aunque apenas estaba fuera del rango de peligro inmediato.

“Y aquí me encuentro Ruler. ¿Qué es lo que deseas de mí?”

“Pregúntale a Archer… ¡por favor!”

El estandarte y la espada chocaron de nuevo y la espada del gigante, que era más débil, se resquebrajo. Sin embargo, la espada de obsidiana debía de ser considerada una posesión de Adán ya que también comenzó a regenerarse de inmediato. En verdad poseía una durabilidad y capacidad de recuperación ilimitadas. Con el paso de suficiente tiempo, ellos eventualmente serían incapaces de dañarla de algún modo.

“Tú, huh…”

“Yo… supongo que no podemos simplemente dejar lo pasado, pasado. Pero olvidémonos de ello por el momento; por ahora debemos de lidiar con el gigante primero.”

“Comprendido. Nos llevaremos bien, por el momento. ¡Y tú, homúnculo! ¿Acaso estas en desacuerdo?”

Mordred llamó a Sieg con una sonrisa maliciosa. Él respiro profundamente y eligió soportarlo.

“¡No lo estoy!”

“¡Sieg, requerimos también de tu ayuda! ¿Acaso te es posible materializar y liberar tu Noble Phantasm?”

El homúnculo miro el dorso de su mano izquierda. Ya había pasado algo de tiempo desde que había utilizado el Hechizo de Comando. La sensación mortífera que lo había envuelto después de su transformación ahora era tenue.

“No hay ningún problema, puedo hacerlo.”

“¡Un momento, Master…! ¡¿Qué es lo que estas tratando que haga mi Master, Archer?!”

Astolfo se quejó aun cuando seguía volando montado en la espalda del Hipogrifo, preparándose para acosar al gigante. Sin embargo, Sieg lo detuvo negando con la cabeza. Chiron comenzó a hablar con ambos por medio de la telepatía.

“La liberación de tu Noble Phantasm es requerida para derrotar al gigante de un solo golpe. Saber, tu blanco será su cráneo. Sieg, el corazón. Lancen sus ataques en el instante en que los pies del gigante dejen el suelo, después de que dispare a través de ambos tendones en sus pies.”

“¿Y qué sucederá si fallamos?”

“El gigante jamás volverá a caer de nuevo, volviéndose inmortal. Sera capaz de hacer lo que le plazca con el mundo. Por lo menos, Rumania se convertirá por completo en un mundo alienígena.”

Chiron reveló rápidamente la severidad de la situación. Si ellos fallaban en derrotarlo – si cualquiera de ellos fallara en sincronizar su ataque correctamente – había una posibilidad de que el gigante pudiese levantarse de nuevo. Fallar era inaceptable. No podían esperar por una oportunidad mejor para atacar, dado que la única apertura seria la que ellos mismos crearan.

“Maldición… supongo que no tengo más elección que tomarme esto en serio.”

“De acuerdo. Decidiré el mejor momento para transformarme.”

“La primera tarea te corresponde a ti, Ruler. Tan pronto como abras un camino, yo asegurare la ruta – y estos dos lo destruirán.”

“¡Entendido! Entonces…”

“¡Oh, detente un momento, Ruler!”

Incluso para Jeanne, chocar espadas con el gigante no era una tarea simple. Cada movimiento que realizaba lo hacía con todo su poder, mientras que el sudor escurría por su rostro. El gigante era incansable en su fiero ataque. Daba un paso adelante y lanzaba un corte diagonal; utilizando la punta de su estandarte ella forzaba a que la hoja fuese en una trayectoria diferente, causando que se clavase en la tierra.

“¡Estoy… bastante ocupada…!”

Riéndose a pesar de la situación, Mordred trajo el tema de su petición.

“El Servant Ruler posee Hechizos de Comando para cada Servant ¿correcto?”

“S-Si, ¡así es…!”

“Entonces entrégame a mi dos.”

Como era de esperarse, Jeanne quedo completamente sorprendida mientras Mordred la extorsionaba con una sonrisa en su rostro. Ni Chiron ni Sieg podían pensar sobre algo que decir ante su descarada petición.

“¡N-No! ¡No lo hare! El darte dos Hechizos de Comando…”

“…es posible, ¿cierto? Los que utiliza Ruler no deberían de ser muy diferentes de aquellos utilizados por un Master.”

“Si… ¡pero no dos! ¡Uno, tal vez…!”

“De acuerdo, ¡uno será! ¡Entrégalo!”

“¡¿Qué…?!”

No era necesario explicarlo. El primero realizar una petición exagerada, y una vez rechazada, empujar por el resultado que en verdad se deseaba – se trataba de una de las técnicas más básica de negociación. Jeanne había caído en la trampa tan espectacularmente que ella incluso presento los términos más deseables antes de que Mordred pudiese hacerlo.

“¡B-Bien! ¡De acuerdo! ¡Te lo daré más tarde, por ahora…!”

Escuchando esto, Mordred blandió Clarent hacia el cielo y anuncio con un tono apropiado para un rey.

“¡Bien! ¡Archer, la sincronización es tu trabajo! ¡Y tú homúnculo, prepárate! ¡Nos desharemos de este gigante en menos de tres minutos!”

“¡¿Quién te nombro a ti como líder?!”

Astolfo estaba completamente justificado al señalar esto, pero Chiron y Sieg no tenían tiempo para responder. Mordred ya había comenzado a prepararse para liberar su Noble Phantasm.

“¡Ven, relámpago…!”

La Radiante Espada del Rey comenzó a crujir con electricidad y comenzó a cambiar de forma, deformada por el odio y convirtiéndose en la espada maligna. Sieg observo esto y extendió su mano izquierda.

“Con este Hechizo de Comando le ordeno a mi propia carne…”

Su cuerpo se transformó, mientras que los bordes de un mundo confinado se alzaban. Todas las reglas fueron acalladas y, por solo tres minutos, un milagro haría su advenimiento en el cuerpo del homúnculo llamado Sieg. Gordes y Caules se quedaron sin palabras mientras observaban desde cerca.

“¡Siegfried…!”

Sieg gasto otro Contador Mortal de la Transformación a cambio de un periodo de 180 segundos durante el cual él se cristalizaría como el Saber Negro. Blandiendo sin esfuerzo la sagrada espada asesina de dragones Balmung, de inmediato se preparó para liberarla.

Jeanne y Chiron intercambiaron miradas; era desde este momento en adelante que cada segundo contaría. Jeanne agito su estandarte hacia el gigante, bloqueando sus cortes mientras lograba que este se acercase lentamente al rango efectivo de Chiron. Sin embargo, Adán no era ningún tonto. Aunque había nacido con poca experiencia en combate, estaba aprendiendo a una increíble velocidad mientras intercambiaba golpes con ella. Ya se encontraba más allá del mejor de los soldados y comenzaba a aproximarse al territorio de los héroes. De acuerdo con eso, la marea de la batalla comenzó a cambiar — ya que Adán comenzaba a superarla.

El ataque salvaje del gigante recordaba a una avalancha, un tsunami, o un huracán – un desastre natural guiado. Cada golpe en su cadena sin fin de ataques era posicionado perfectamente, y con tal fuerza que cualquier paso en falso de Jeanne la llevaría a ser partida en dos.

Incluso aquellos que observaban el desarrollo de esta escena estaban impresionados. El golem ciertamente poseía una fuerza en su brazo digna de su tamaño y una fineza física que aparentaba lo contrario. Cualquier héroe digno podía bloquear un golpe poderoso o esquivar una gran técnica – pero Adán, combinando las dos, sin duda aplastaría al campeón promedio. Aun a pesar de eso Jeanne siguió resistiendo, sus manos firmes no flaqueaban ante los numerosos ataques, aun cuando cada uno de ellos la debió de haber dejado sin energía.

Esto sembró el miedo en todos ellos – no el golem, el cual ya era extraordinario en sus propios méritos, si no la tenacidad de Jeanne. La situación no sería tan alarmante si el oponente del gigante fuera capaz de sobreponerse a este; grandes héroes como el Rider o Lancer del campamento Rojo, por ejemplo, deberían de ser capaces de enfrentar un gigante como este de frente y lograr la victoria con facilidad.

Jeanne no superaba al gigante Adán de ninguna manera. Ella era más débil tanto en fuerza y ahora en técnica. Era poco más que un árbol solitario manteniéndose de pie ante la tempestad. Y aun así se negaba a caer, continuando este juego peligroso caminando sobre una cuerda floja donde cualquier paso atrás, cualquier perdida del balance, y cualquier error en precisión significaría la muerte instantánea.

Sin embargo, ella no podía crear ninguna apertura en la defensa del gigante. Para que Chiron pudiese dispara a ambas piernas al mismo tiempo, el gigante debía ser forzado a una situación donde olvidase su existencia, aunque fuese solo por un instante.

“Sieg, Mordred… ¿acaso pueden ir a ayudarla?”

Por ello, los tres debían de forzar una apertura. Seria incluso más difícil para Chiron el medir la coordinación, pero justo ahora la prioridad recaía en siquiera ganar una oportunidad para atacar.

“¡Hagámoslo…!”

Dijo Mordred mientras liberaba su prana, utilizando la fuerza para salir expelida hacia adelante. Sieg asintió sin palabras y, como Siegfried, empuño Balmung y corrió adelante.

“¡Hey! ¡Trae esa gran y horrible roca que tienes como rostro hacia mi espada!”

Mordred volaba por el aire como un meteoro, y el gigante la esquivo de la manera más sorprendente.

“¡¿Qué…?!”

Saltando por encima de ella con una velocidad aterradora, el gigante blandió su espada hacia abajo. Mordred chasqueo su lengua y se defendió ante el ataque con su propia espada – pero suspendida en el aire, no pudo matar el momento del ataque del gigante. Por ello fue estrellada contra el piso, apenas logrando caer sobre sus propios pies. Sin embargo el daño fue severo y algunas fisuras aparecieron en varios puntos de su armadura. Su Master comenzó a curarla de inmediato, pero el gigante había aterrizado de nuevo y prosiguió con otro ataque.

“¡Retrocede!”

Cubriendo a Mordred, Sieg se lanzó a la refriega. Ambos dejaron salir feroces gritos mientras la espada larga fantasmal y la espada de obsidiana chocaban.

“¡Ugh…!”

La expresión de Sieg se transformó ante la aterradora fuerza del gigante, la cual parecía llevar consigo incluso la fe de su creador. Pudo resistir, aunque un pensamiento cruzo su mente, si para empezar se encontraba calificado para oponerse a tal convicción.

Jeanne se apresuró a su lado y lanzo un golpe firme para destrozar la muñeca del gigante. Mientras la fuerza del gigante disminuía, Sieg lo rechazo con toda su fuerza. Sin embargo, Sieg se sintió decepcionado de ver que solo basto un instante para que el gigante curase su muñeca herida, recuperando de inmediato su posición.

Este gigante iba a ser el salvador y guía de la gente que sufría, capaz de sobrescribir el mundo con solo existir. Habiendo probado el fruto prohibido, obtuvo la luz de la sabiduría. La victoria era demasiado simple para el gigante; solo necesitaba seguir de pie. Con cada segundo que pasaba, progresaba más y más a un estado donde se volvería completamente imbatible.

Por otro lado, la desventaja de su bando era demasiado obvia. Aun con cuatro héroes enfrentando directamente al gigante, solo tenían una oportunidad para atacar. Si fallaban la victoria estaría perdida. Era particularmente crítico para Sieg, a quien solo se le permitiría permanecer como Siegfried por tres minutos; el gigante solo necesitaba esperar esos tres minutos, o el que Chiron lanzara un ataque prematuro. Era probable que Avicebron conociera la mecánica detrás de las transformaciones de Sieg, y que ese conocimiento fuera transferido al gigante. Al parecer dándose cuenta de que el milagro de Siegfried solo podía mantenerse por un periodo corto de tiempo, el gigante se decantó por ataques deliberados y cuidadosos. Sin embargo, esto no quería decir que se hubiese vuelto pasivo, simplemente había cambiado de táctica.

La impaciencia comenzó a apoderarse de él – pero el corazón inmortal de Siegfried en sus adentros le aconsejo lo contrario. Le dijo que no estaba equivocado – que tomo una decisión bien realizada. Después de todo, el gran sabio que les había dado la orden aún no había pronunciado palabra. Por lo tanto, su táctica debía ser la correcta. Sieg tenía fe absoluta en Chiron.

Sieg no tenía el lujo de tener dudas. Por ahora, todo lo que Chiron necesitaba que hiciera era que pusiera todos sus esfuerzos en enfrentar al gigante. Por ello empuño nuevamente su espada y se lanzó al ataque de nuevo. No había necesidad de temer el masivo tamaño del gigante; después de todo, el caballero carmesí de pie a su lado era más pequeño que él y más capaz de presionar al gigante. Nada que el gigante pudiera hacer se le compararía.

Sieg lanzo una tormenta de golpes, cortando y aplastando. Continuó con su fiero ataque, forzando al gigante a retroceder – y Jeanne finalmente vio su oportunidad.

“¡Ahora…!”

Llegó en el momento perfecto. Dando un poderoso paso, la doncella sagrada grito y blandió su estandarte hacia arriba con cada onza de fuerza que poseía, golpeando la espada de obsidiana hacia arriba. El gigante perdió su balance y comenzó a caer. Chiron puso dos flechas en su arco y comenzó a tensar la cuerda, cargando ambas con tanto prana como podía. Liberaría ambas al mismo tiempo para atravesar los dos pies del gigante. El Noble Phantasm viviente sabía a donde apuntaba Chiron – y que se encontraba al borde entre la vida y la muerte. El gigante no temía la muerte, pero rechazaba el fracaso en completar la tarea que se le había dado.

Chiron jamás perdió la compostura incluso cuando se preparaba para este extraordinario tiro. Con un breve asentimiento, el tirador disparo.

El Primer Hombre rugió. Era obvio que perdería al menos uno de sus pies – así que trabajo para evitar perder ambos. Solo tomaría un segundo recuperar aquel que perdiese, y después el enemigo sería incapaz de detenerlo. Las dos flechas súper cargadas atravesaron la noche y aceleraron hacia sus blancos. Con el momento de un misil crucero y una fuerza destructiva comparable, una de ellas atravesó completamente y destruyo uno de los tobillos del gigante.

Sin embargo, desde el comienzo el gigante solo se estaba concentrando en la otra flecha. Era imposible defenderse de ella con la espada; no había suficiente tiempo. Por ello el gigante llego a la conclusión más lógica posible. No había necesidad de decidirse ya que solo hizo lo que fue necesario.

“¡No…!”

La otra flecha impacto directamente en el brazo izquierdo del gigante, haciéndolo pedazos – pero valía la pena la perdida, dado que Chiron había fallado en cumplir la condición de remover ambos pies al mismo tiempo. Aun así, si el gigante hubiese fijado su mirada en él se habría dado cuenta de las verdaderas intenciones de Chiron. Chiron murmuro, sin prestar atención al hecho de que su disparo había fallado en alcanzar su blanco.

“Caster… ciertamente es posible que tu golem pudiese cambiar este mundo. Salvaría a tu gente y los llevaría hacia el Edén.”

El gigante comenzó a regenerarse; una vez que sus pies alcanzasen el piso el mundo le otorgaría sus bendiciones a Adán.

“Sin embargo, parece que el ganar la sabiduría no impidió que cometiese errores. Si, ha olvidado… que un héroe sin razón no temería siquiera a tu Dios único.”

Algo se estrelló en la parte trasera de la rodilla del gigante y el pie que habría alcanzado la tierra fue lanzado al aire. Una nueva emoción se alojó en la mente en desarrollo del gigante – miedo.

Todos los héroes que se habían reunido a enfrentarlo era figuras famosas: El Caballero de la Traición, el pináculo de la arquería, la doncella santa, y el más fuerte asesino de dragones. Sin embargo, había uno más en el campo de batalla que no debía de ser olvidado.

“¡Entendido…! ¡Es todo suyo, Master!”

Un campeón menor, un galante y excelente caballero, un héroe tan falto de razón que no le temería ni a Dios ni al Demonio. El jinete de esta montura fantasmal derribo al enemigo con su lanza dorada.

Cargando hacia el gigante en su Hipogrifo, Astolfo golpeo la parte trasera de su rodilla con la Trampa de Argalia. En términos de daño, no era nada más que el piquete de un mosquito, pero la escena pronto se volvió surreal mientras Adán era lanzado en el aire. Era como si se hubiese tropezado cómicamente con una cascara de plátano.

Adán era lanzado en el aire. Era como si se hubiese tropezado cómicamente con una cascara de plátano

La lanza dorada era un arma con el concepto de hacer que cualquiera que la tocase cayera al piso, un humorístico pero mortal efecto. Y ante su poder no había excepciones – ni Servants y ni siquiera el Primer Hombre.

En el momento en que se alzó en el aire, Adán perdió la bendición de la tierra. Fue por estos pocos segundos que el gran sabio había planeado tan cuidadosamente. Ya que los mejores planes atrapaban a su oponente fácil e inesperadamente, mientras que los planes demasiado complicados se derrumbaban ante las cosas más simples.

Desde el momento en que Astolfo había salvado a su Master, Chiron había comenzado a prepararse para este momento. Todas sus acciones después de ello se hicieron con la impresión de que esos dos ya no se encontraban presentes en la batalla. Desde ese punto en adelante, Astolfo debía de haber desaparecido de los pensamientos del gigante mientras otorgaba su atención a sus cuatro oponentes actuales. Era una debilidad nacida de la propia mala comprensión de Avicebron sobre Astolfo. El Rider Negro era un héroe débil que no tenía medios para desarmar al gigante; sin embargo, podía remover sus pies del suelo fácilmente – más aun ya que no tenía miedo de Adán en lo absoluto.

Era momento para que los dos héroes realizaran su movimiento. Siegfried inclino su cuerpo como una bestia salvaje y dio un salto adelante, mientras que Mordred libero su prana de un solo golpe y voló a su blanco como si fuera una bala.

El relámpago rojo comenzó a crujir mientras Mordred utilizaba su Liberación de Prana por completo, sus instintos le decían que esta era su única oportunidad de victoria. Su Master podría quejarse, pero seguramente lo olvidaría una vez que hubiese ganado. Justo ahora era momento de vengarse de lo que había sufrido antes. Todos sus sentimientos de humillación fueron lanzados a un lado por su animosidad mientras apuntaba al cráneo de Adán – la marioneta se había atrevido a ponerse de pie ante ella con su obediencia simplista y su vida artificial. Había algo de simpatía forzada en ella – pero era incomparable a su animosidad.

“¡Espada del rey!”

Respondiendo a su odio, la espada que simbolizaba la autoridad del rey comenzó a transformarse, manchándose de su odio.



“Ya veo… así que al final de cuentas solo eres otro golem.”

Pensó Sieg. Si, el Noble Phantasm Adán tenía la increíble habilidad de cambiar el mundo. Sin embargo, no nacía de su propia voluntad. Sus deseos no fueron ni escogidos ni prestados – si no que fueron otorgados por Avicebron. Aun no poseía su propia opinión. En ese caso – Sieg debía ganar.

Sieg había avanzado más allá que este gigante. Él no actuaba de acuerdo a lo que se le había mandado, si no a sus propios y preciosos deseos los cuales habían tardado tanto tiempo en formarse. Estaba orgulloso de su deseo y arriesgaría su vida por ello. La salvación de sus compañeros – era tan tonto y directo y claro, y crecía con cada momento que pasaba. Sin importar que tantas veces tratara de levantarlos, su débil ser anterior jama podría haberlos salvado a todos – pero se le había otorgado fuerza para hacerlo, por aquellos que habían cambiado su vida. Es por eso que no podía perder. Es por ello que debía ganar.

Se trataba de una escena muy similar a la de su choque inicial con Saber a comienzos de la guerra, pero con una sola diferencia; las dos espadas ahora apuntaba al mismo blanco, al gran Noble Phantasm al que Avicebron había dedicado su vida entera – Keter Malkuth. No había necesidad de igualar el momento de sus ataques individuales. Solo necesitaban recordar aquella ocasión en la que habían actuado al unísono.

Bal…”

Gritó el Saber Negro.

Clarent…”

Rugió el Saber Rojo.

Un brillante atardecer y una aurora carmesí se fusionaron y lanzaron una deslumbrante luz de todos los colores. Todos aquellos que lo vieron sostuvieron el aliento ante su magnificencia – y así, parecía, también lo hizo Adán. La marioneta de piedra y madera y tierra trato de alcanzar la luz brillante – aquella luz que consumaba la aniquilación portada por dos diferentes espadachines: el asesino de dragones y el asesino de héroes.

“¡…mung!”

“¡…Arturo Sangriento!”

La emisión carmesí hizo un agujero a través de la cabeza del golem mientras que un creciente atardecer devoraba por completo su núcleo. Ni tres segundos habían pasado desde que Jeanne había levantado su estandarte, Chiron había lanzado sus flechas y Astolfo había derribado al gigante. En ese breve momento, ellos habían logrado todos sus objetivos. Mordred se rió y mostro su dedo medio.

“¡A la cabeza! ¡Ve a encontrar tu Edén en otro lado, peón!”

El bosque alrededor del gigante comenzó a marchitarse antes de que el golem hubiese colapsado completamente. Después de todo, la tierra ya no podía convertirse en el Paraíso, mientras que el inmortal Adán decaía.

“¡Lo hicimos!”

Astolfo alzo su puño en el aire y los magos finalmente soltaron la respiración contenida. Viendo esto y dándose cuenta de que su tarea había sido completada – que él podría continuar cumpliendo su deseo – Sieg sintió alivio en su corazón. Su armadura desapareció y no puso más atención en su cansancio y dolor.

“¡Sieg!”

Jeanne corrió hasta él. Sieg alzo su mano derecha en señal de que se encontraba bien; sin embargo el gesto aparentemente fue tan débil que hizo que se preocupara más. Ella toco su cuerpo aquí y allá, buscando alguna herida.

“No estas herido ¿o si…?”

Pregunto una vez más para buscar confirmación. Realmente se preocupa demasiado, pensó Sieg mientras respondía.

“Me duele un poco… pero sí, estoy bien.”

“No se debe de confiar en los hombres cuando dicen que están ‘bien’.”

Sieg no respondió ante esa declaración. En cualquier caso, ella estaba satisfecha de que no estuviese herido. Jeanne se arrodillo y juntó sus manos, realizando una plegaria por el gigante que se desvanecía. ¿Acaso fue para dar paz al Caster Negro? ¿Para el mago que fue convertido en su núcleo? ¿O para el feto recién nacido cuyo nacimiento no podía ser? Sieg no lo sabía; simplemente pensó que ella se veía hermosa mientras rezaba. Sin embargo, se trataba al mismo tiempo de una visión dolorosa de contemplar, dado que sabía que esas plegarias no llegaban a nadie. Nada bueno surgía de confiar en fuerzas celestiales; ella debía saber mejor que nadie que nada podía salvarse solo con rezos.

Aun así la doncella santa Jeanne d’Arc continuo. Un día, pensó Sieg, le preguntaría – a quien dirigía sus plegarias.



La batalla había finalizado. Ellos habían logrado derrotar tanto al Caster Negro como a su Noble Phantasm, pero difícilmente se podía decir que hubiesen revertido la situación general.

“Ruler, mi Master desea hablar contigo.”

Chiron llamó a Jeanne.

“También contigo, Saber Rojo.”

“Si, si lo único que desean es hablar. No formaremos ninguna alianza.”

“Muy bien. Entonces simplemente compartiremos la información que poseemos. Después de todo, tú y tu Master aun no tienen total comprensión de lo que ha sucedido dentro de los Jardines Colgantes.”

Mordred dejó escapar un sonido de irritación y les dio la espalda, comenzando una conversación telepática con Shishigou.

“De acuerdo… oh, y mi Master espera su compensación este mismo día.”

Tan pronto como Jeanne escucho esto su rostro expreso su angustia. Pero una promesa era una promesa, y no tenía elección. Por lo menos, aun poseía un Hechizo de Comando para ella misma, lo cual debería de ser suficiente para prevenir que ocurriese lo peor. Aunque descorazonada, ella se alentó al pensar que cumpliría sus deberes.

Shishigou debió de haber estado observando la batalla de manera inesperadamente cercana, ya que llego al punto de reunión en menos de cinco minutos. Él recibió la bienvenida de Mordred, Jeanne, Chiron y Fiore.

“Fiore Forvedge Yggdmillennia, ¿cierto? No te he visto desde… ayer.”

Shishigou levanto su mano y sonrió. Mientras tanto, la chica trato de mantener la compostura – pero en algún lugar de su expresión se podía notar algo de rigidez. A diferencia del mercenario, ella no era completamente capaz de separarse de sus emociones.

“Si… nos encontramos de nuevo bajo circunstancias sorprendentemente diferentes, y mucho más pronto de lo que hubiera deseado.”

“Bien, tendremos que cambiar nuestros puntos de vista un poco. Desde el momento en que el Grial Mayor fue robado, esta guerra avanzo a su siguiente etapa. Nosotros ya no somos enemigos.”

“Sí. Por ahora.”

“Por ahora.”

Ambos rieron. Fiore tenía una cosa por seguro – detrás de los lentes de sol de este hombre no había humor en sus ojos. Por supuesto, Shishigou podía decir lo mismo de ella.

Capítulo 1 FIN



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