Spice & Wolf ~Versión Española~: V03 Cap 01

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Esta traducción ha sido realizada a partir de la versión inglesa de esta misma página (enlace) realizada por Judgment26.

Estado[edit]

Traducido por Sergio Campos Jurado 23:36 27/08/08

Corregido por FNX 16:57 14/09/08

Traducción y corrección iniciales terminadas.

Listo para leer y disfrutar.

Capítulo 01[edit]

Habían pasado ya 6 días desde que salieron de la ciudad Eclesiástica de Rubinhagen. Las temperaturas empezaron a ser más bajas a medida que los días pasaban, lo cual, junto con el deprimente cielo gris, conseguía que incluso las suaves brisas matinales hicieran temblar.

Sobretodo una vez llegado a la carretera cercana al río, debido a éste el viento transportaba la humedad del agua, haciendo la temperatura aún menos soportable.

El río, cuya agua parecía una mezcla de agua contaminada con oscuras nubes, daba la impresión de estar especialmente helado.

Incluso las múltiples capas de los no tan finos abrigos de segunda mano comprados en Rubinhagen parecían no hacer efecto en semejante frío que llegaba a calar los huesos.

Aún de esta manera, rememorando el tiempo cuando, tomando la iniciativa de comprar la mayor cantidad de mercancía ocasiono el problema de no contar con fondos para hacerse con ropa extra para el invierno, y con el consiguiente viaje congelante que siguió a éste hecho, trajo consigo una amarga sonrisa a su cara. Este sentimiento de nostalgia le hizo que, más o menos, se olvidara en parte del frió actual.

Tras 7 años, el novato vendedor ambulante del pasado parecía haber crecido bastante.

Además, este año, junto a los ropajes protectores había otra existencia capaz de hacer que uno se olvidara sobre este frío tan duro.

El vendedor ambulante, quien se convirtió en su propio dueño a la edad temprana de 18 años y que alcanzaría este año su décimo séptimo invierno entre tratos, girando su vista vio a la persona sentada junto a él en el asiento del conductor.

Normalmente no habría nadie ni a la derecha ni a la izquierda.

Incluso durante las extrañas circunstancias en las cuales había tenido un compañero de viaje, esa persona probablemente no estaría sentada con él en el asiento del conductor, ni mucho menos tapados con la misma lona, con la que tapaba la mercancía en otras ocasiones, cubriendo sus piernas para protegerlas del frío.

“... ¿Qué?", preguntó la persona a su lado.

La, en este caso, compañera de viaje quien utilizaba, de cierta manera, una forma anticuada de hablar.

Esta compañera de viaje tenía el aspecto físico aproximado al de una quinceañera de ojos brillantes y dientes blancos, con un precioso pelo castaño que pondría nerviosos hasta a los nobles envidiosos. Aun así, lo que Lawrence envidiaba no era ni su bello color castaño ni la túnica de gran calidad que llevaba puesta.

Era la cola de animal que había situado sobre la tela en sus piernas y que arreglaba con sumo cuidado.

La cola era de color marrón, con un suave blanco situado en la punta; el denso pelaje se veía sumamente acogedor en aquel frío. Si pudiera convertirlo en una bufanda, se convertiría indudablemente en un grandioso producto entre las mujeres adineradas; lastima que no estuviera en venta.

"Venga, termina de arreglar esa cola y vuelve a ponerla debajo de las mantas."

No sería difícil de creer que la chica encapuchada que se encontraba arreglando cuidadosamente la cola de animal con un peine fuera una pobre monja realizando un trabajo temporal.

El caso es que, tras oír las palabras de Lawrence, la joven contrajo sus ojos color ámbar con cierto toque de rojo, separó sus labios, los cuales parecían totalmente libres del daño que pudiera provocar el seco viento invernal, para hablar en un tono desagradable:

"No voy a permitir que trates a mi cola como un calentador."

Y dicho esto, la cola en sus manos se agitó unos segundos.

Aunque los viajeros o mercaderes ambulantes que pasaran y vieran la cola siempre asumirían que era una pieza de piel decorativa, la realidad es que la cola estaba aún unida a su verdadero dueño.

La verdad era que formaba parte de la chica que estaba arreglándola cuidadosamente. De hecho, la joven chica no solo tenía una cola; debajo de su capucha se encontraban ocultas un par de inhumanas orejas. Por supuesto, alguien con una cola y un par de orejas de ese tipo no podría, en principio, ser una persona normal.

Y aunque humanos poseídos por hadas o demonios que tuvieran características visibles imposibles para un humano no era algo de lo que nunca se hubiera oído, ella no pertenecía a este grupo.

La verdadera forma de la chica era un gigante y majestuoso lobo que residía dentro de las cosechas de trigo, y su nombre era Horo, la Sabia Loba de Yoitsu.

Para un estudioso Cristiano Ortodoxo, Horo era conocida como un dios pagano, una temible existencia. Pero para Lawrence, temer a la diosa Horo era cosa del pasado.

El actual Lawrence no sólo podía hacer bromas con frecuencia utilizando la cola de Horo, de la cual ella estaba orgullosa, sino que con frecuencia la había usado como su propio calentador para las piernas.

"Después de todo, el pelaje en tu cola es tan denso y fino, que con tan sólo colocarlo bajo las mantas las haría tan acogedoras como una pila enorme de piezas de piel."

Tal y como Lawrence había previsto, Horo soltó un orgulloso puff de su nariz antes de volver a colocar su cola debajo de las mantas con una mirada en su cara que parecía decir, "Sí, sí, dejémoslo ahí."

"Por cierto, ¿todavía no hemos llegado a la ciudad? Llegaremos hoy, ¿no?"

"Tan sólo tenemos que seguir este camino junto al río, y estaremos allí en poco tiempo", gesticuló Lawrence mientras hablaba.

"Menos mal, habrá algo caliente que comer. No deseo comer más puré frío al descubirto con este frío. Sin importar lo que dijera antes, estoy cansada de hacerlo."

Incluso Lawrence, quien con seguridad estaría más acostumbrado a comer mala comida que lo que Horo pudiera estar, tuvo que estar de acuerdo.

Incluso aunque comer estaba entre los únicos regocijos de los que uno podía disfrutar mientras viajaba, cuando llegaba el invierno, incluso esto perdía casi todos los aspectos placenteros.

Porque en los duros y ásperos días invernales, las únicas opciones eran pegarle bocado al maltrecho pan duro hecho de trigo sarraceno, o añadir agua al pan para hacer un puré; y como acompañamiento, sólo había piezas de carne seca casi insípida junto a los representantes de las verduras que se conservaran bien - cebollas y ajos.

Horo, siendo un lobo, estaba molesta por los sabores tan fuertes de las cebollas y los ajos, y también odiaba comer el maltrecho pan hecho con trigo sarraceno, así que la única opción que tenía era tragar rápidamente el puré de pan y agua.

Siendo tan glotona, esto era nada menos que una tortura.

"Tienes razón, el pueblo al que nos dirigimos esta celebrando una feria muy famosa, así que debería estar abastecidos de comida. Estoy totalmente seguro, así que cuenta con ello."

"Oh~~ pero vos, ¿estás seguro que tu bolsillo podrá soportar los gastos extra?"

Se refería a que, hace una semana, en la ciudad Eclesiástica de Rubinhagen, la avaricia de Lawrence le había llevado a caer en una trampa traicionera de una compañía de comercio. Llegados a un punto, incluso creyó que caería en la bancarrota. Tras muchos quebraderos de cabeza, y aunque Lawrence fue capaz de evitar por un pelo la bancarrota, al final fue incapaz de sacar beneficio, incluso sufriendo algunas perdidas.

Y sobre las armaduras que habían sido la causa de todo esto, y tras considerar los problemas de transportarlas en mitad del invierno y también sabiendo la posibilidad de que su devaluación fuera aun peor cuanto más se acercaran al norte, Lawrence decidió vender el equipo en Rubinhagen a precios semejantes a nada.

Teniendo en cuenta que Horo siempre estaba pidiendo a Lawrence comprar esto o lo otro, se podría decir que mostraba cierta preocupación por el estado de su bolsillo.

De hecho, era arrogante y a menudo se divertida haciéndoselo pasar mal a la gente, pero en su interior todavía era un alma caritativa.

"Si tan sólo es comprar comida para ti, siempre que se mantenga dentro de lo razonable. No te preocupes por ello."

Aun con esto, Horo era incapaz de dejar de pensar en ello.

"Mm..."

"Además, al final fui incapaz de comprarte los melocotones bañados en miel en Rubinhagen, así que tómalo como una compensación por aquello."

"Cierto... pero..."

"¿Qué te preocupa?"

"Incluso si la mitad de mis miedos son acerca de tus fondos, la otra mitad me atañe a mí misma. Si fuera a gastar el dinero en comer a lo grande, ¿significaría tener que dormir en una posada de poca monta?"

"Eso era," pensó Lawrence, y sonrientemente respondió:

"Bueno, tengo pensado hospedarme en una posada de categoría media. ¡No me digas que te referías a que si la habitación no fuera acogedora, te negarías a dormir en ella!"

"No tenia pensado pedirte tanto. Pero, no quisiera que usarás como excusa el comprar comida..."

"¿Excusa?"

Tuvo que volver a encaminar al caballo, que se había desviado un poco, y para hacerlo Lawrence tuvo que mirar al frente, tras lo cual Horo acerco su cara a su oído y susurrando le dijo:

"No quisiera que usarás como excusa el comprar comida para quedarnos en una habitación con una sola cama. Me gustaría dormir cómodamente sola de vez en cuando."

Sin querer, Lawrence dio un tirón un poco más fuerte a las riendas, haciendo que su caballo bufara una respuesta de desaprobación.

Como fuera, Lawrence se había acostumbrado ya a las constantes provocaciones de Horo, y le fue fácil recobrar la compostura.

Lawrence fingió calma, y respondió con una fría expresión en su cara:

"Eso es algo verdaderamente grande que decir para alguien que ronca despreocupadamente."

La respuesta de Lawrence pilló a Horo desprotegida. Mostrando una mueca de ligero enfado alejó su cuerpo de él.

Siendo incapaz de perder tal oportunidad, Lawrence continuó su ofensiva:

"Además, en realidad, no eres el tipo de mujer en la que suelo fijarme."

Horo poseía un par de orejas capaces de distinguir las verdades de las mentiras.

Lo que Lawrence dijo era, parcialmente, verdad.

Horo pareció comprender esto, y en ese instante no supo que decir quedándose con una expresión de sorpresa.

"Deberías ser capaz de asegurar que no estoy mintiendo."

Y con eso, Lawrence lanzó el golpe final.

Aunque Horo fuera incapaz de reaccionar por la sorpresa, su boca aún se movía ligeramente, como si intentara salir con una forma de responderle. Por ésto, pronto se dió cuenta de que tal reacción era la señal de su derrota.

Debajo de su capucha, sus orejas bajaron visiblemente, y bajó su cara en señal de depresión. Lawrence había ganado una victoria preparada y anticipada desde hacía tiempo.

Aún así, esto no era una victoria real.

Aunque que Horo no fuera su tipo no era exactamente una mentira, tampoco era una completa verdad.

Todo lo que le quedaba por hacer a Lawrence era decirle esto para conseguir así su venganza por todas las veces que ella había jugado con él, manipulándole a su antojo.

Ya fuera la desprotegida durmiente Horo, o la Horo sonriente y risueña, Lawrence estaba totalmente encantado con ella.

Y también le gustaba hasta cuando estaba deprimida.

En otras palabras...

"Te gusta verme tal y como estoy ahora, ¿verdad?"

Los ojos de Lawrence sin querer se cruzaron con la resurgida mirada de Horo, y no pudo evitar ruborizarse.

"Zoquete, cuanto más ridículo es el macho, mas le gustan las hembras débiles. No pareces darte cuenta que la única cosa débil es tu cerebro así como todos tus semejantes."

Mostrando un par de afilados caninos en señal de desafío, Horo había cambiado instantáneamente los papeles y había ganado la ventaja.

"Si quieres que yo haga el papel de débil princesa, deberías ser al menos un grandioso caballero... Ahora dime, ¿crees que entramos en esa descripción?"

Señalando a Lawrence con un dedo, Horo entendió que no era capaz de responder.

En su mente, Lawrence recordaba las numerosas y dolorosas escenas que le delataban de lo que realmente era - no un grandioso caballero, sino un simple vendedor ambulante.

Viendo la reacción de Lawrence, Horo soltó un suspiro de satisfacción, pero de repente pareció recordar algo. Con el dedo índice contra su barbilla, habló:

"Hmm. Ahora que lo pienso, creo recordar que una vez actuaste como un caballero."

Haciendo un intento por buscar en su cajón de los recuerdos, Lawrence se preguntaba si alguna vez había actuado de una manera tan digna.

"¿Cómo? ¿Ya lo olvidaste? ¿No te colocaste frente a mí para protegerme? Cuando estábamos en medio del problema con las monedas de plata, en las alcantarillas."

"...Ah, eso."

Aunque Horo le había ayudado a rememorar el recuerdo, a Lawrence le costaba asociar tal hazaña con el comportamiento de un caballero. Después de todo, sus ropas estaban destrozadas por aquel entonces, y su cuerpo, que apenas mantenía en pie, se encontraba temblando sin control.

"Comportarse como un caballero no implica necesariamente gran fuerza física. Y de alguna manera, fue la primera vez que he sido siquiera protegida por alguien."

Horo sonrió tímidamente, volviendo a situar su cuerpo junto a Lawrence. La velocidad a la cual Horo podía cambiar de ánimo seguía inspirando miedo a Lawrence. Contra tal Horo, incluso un mercader que pudiera adaptar su forma de comportarse de acuerdo a los costes y beneficios huiría temeroso.

Aunque dijera esto, Lawrence no tenía ningún lugar a donde huir.

"No dudarás en apreciarme en el futuro, ¿verdad?"

La loba ante él era más como una gatita, dejándole ver una inocente y cariñosa sonrisa. Era una sonrisa que ningún hombre haciendo negocios durante décadas hubiera sido bendecido lo suficiente para admirarla. Fuera como fuese, era una sonrisa falsa. Horo aún estaba enfadada con Lawrence por decir que no era su tipo. De hecho, posiblemente Horo estaría furiosa.

Estaba totalmente seguro de la ira de Horo.

"...Lo siento."

Dicho esto, Las palabras de disculpa de Lawrence parecieron conjurar un hechizo, consiguiendo que Horo mostrara una verdadera sonrisa y se sentara con la espalda recta antes de producir una suave risita desde las profundidades de su garganta.

"Esto es exactamente lo que me gusta de ti."

Algo tal como las provocaciones mutuas y las interacciones de bromas era simplemente como una pareja de cachorros jugueteando.

Después de todo, este tipo de distancia era la más acorde a estos dos.

"Coger un cuarto con una sola cama no me preocupa. Pero, las comidas deben tener dos platos."

"De acuerdo, de acuerdo."

No hacía para nada calor, pero Lawrence estaba sudando a mares, por lo que tuvo que quitarse el sudor de la frente mientras respondía. Horo, oyendo esta respuesta, comenzó de nuevo a reír.

"Entonces... ¿algo bueno para comer por aquí?"

"¿Hablas de platos típicos? Probablemente no se considere típico, pero por aquí..."

"Pescado, ¿me equivoco?"

Horo dijo lo que Lawrence estaba apunto de decir, lo cual le sorprendió.

"Me sorprende que lo sepas. Hay un lago al Oeste de esta zona. El pescado que se transporta desde allí se puede considerar más o menos como parte de la comida típica. Además, los ríos que fluyen por esta región traen gran variedad de pescados. Pero, ¿cómo pudiste saberlo?"

Porque aunque Horo podía leer fácilmente las emociones de las personas, no era capaz de ver los pensamientos exactos, ¿verdad?

"Mm, es que ahora mismo, el viento esta trayendo el olor. ¡Mira!"

Tras decir esto, Horo señaló con su mano derecha en la dirección opuesta al río.

"Ese grupo de carruajes de caballos esta posiblemente transportando pescado."

Oyendo esto, Lawrence visualizó por primera vez un grupo de carruajes de caballos apareciendo tras una ladera a lo lejos. Con su vista, como mucho era capaz de decir el número de carruajes, pero verdaderamente era incapaz de decir qué estaban transportando. Por la dirección del grupo, parecía que iban paralelos a este camino, y posiblemente se encontrarían en algún punto.

"Hablando de pescado, no soy capaz de imaginarme que tipo de platos servirán. ¿Algo parecido a la anguila de Rubinhagen?"

"La anguila sólo estaba frita en aceite. Seguramente sean platos con más trabajo que eso, así que el pescado puede estar al vapor con verduras y carnes, a la brasa tras añadir vainilla, o preparados de diversas otras formas. Existe también otro tipo de comida, exclusiva de la ciudad a la que llegaremos pronto."

"Oh~~"

Los ojos de Horo brillaban de la emoción. Bajo las mantas, la cola que habían estado usando a modo de calentador se agitaba excitadamente.

"Te diré de que se trata una vez lleguemos al pueblo. No te decepcionará."

Oyendo las provocaciones de Lawrence, Horo infló un poco sus mejillas, pero por supuesto algo tan pequeño no era suficiente para hacerla enfadar.

"¿Qué tal si compramos algo de pescado de esos carruajes si es de buena calidad?"

"No se me da bien determinar la calidad del pescado. Desde que una vez sufrí perdidas por ello, no me he atrevido a volver a tratar con pescado."

"No hay nada de lo que preocuparse, para eso están mi vista y mi olfato."

"¿Puedes saber si el pescado es de buena calidad?"

"Si fuera el caso, ¿quieres que también determine calidad?"

Dijo Horo con un tono bastante molesto. Lo que dejó a Lawrence con la única opción de rendirse.

"Será mejor que paremos las bromas. Pero si el pescado está bueno, compraremos un poco y lo haremos preparar en una tienda. Será más barato así."

"Vale, déjamelo a mí."

Aunque Lawrence no sabía donde se cruzarían con el grupo de carruajes que transportaban el pescado, se percató de que la distancia entre ellos estaba haciéndose menor, y por eso no hizo al caballo cambiar de ruta.

Lawrence observó la cara de Horo, cuya mirada estaba fija en los carruajes a lo lejos, y pensó - ahora que lo pienso, cuando Horo comentó que usaría su vista y olfato para determinar la calidad del pescado, quizás quiso decir que lo haría basándose en la apariencia y olor.

Si ella pudiera saber la calidad del pescado así, entonces quizás de verdad pudiera hacerlo de esa manera con los humanos también.

Incluso aunque Lawrence se dio cuenta inmediatamente de la tontería que estaba pensando y sonrió para sí mismo, no pudo sino sentirse un poco preocupado.

Intentando hacerlo sin ser visto, llevo su nariz a su hombro derecho y se olfateó a si mismo. Pensó que, teniendo en cuenta que era un viajero, no debería oler demasiado mal. Además, Horo tampoco tenía ropa para cambiarse.

Mientras pensaba sobre esto como intentando buscar una excusa, sintió como alguien le clavaba la vista en su mejilla izquierda.

Y es que aunque prefiriera no mirar directamente, se giró instintivamente, para encontrar a Horo riéndose silenciosamente.

"De verdad. Eres tan mono, que me da hasta vergüenza."

Horo dijo esto con una mirada incrédula. Lawrence se quedó sin palabras al escucharlo.




El agua del río fluía por él muy despacio, pareciendo casi inmóvil. Junto al río, la visión de gente deteniéndose para permitir a sus caballos descansar y beber algo de agua, o para reordenar su carga, comenzaron a aparecer. Entre ellos estaba también una rareza, un viajero que parecía un herrero especializado en espadas, que colocaba una espada verticalmente a modo de símbolo de tienda y descansaba una mejilla en su brazo estando en su propio puesto, bostezando aburridamente.

Además, podía ver al dueño de un bote discutiendo con un caballero que iba con su montura encima de un bote de suelo llano estacionado en uno de los lados de un puente. Por el equipo simple del caballero, parecía posible que fuera un mensajero de camino a algún fuerte. Lo más probable es, que el barquero no quería partir debido a que había pocos pasajeros aún, y de ahí la discusión entre ellos.

Porque Lawrence había tenido la experiencia de perder los estribos con un barquero poco cooperativo teniendo él mucha prisa, la escena trajo una forzada sonrisa a su cara.

Lo que había sido una aparente extensión sin fin de prados naturales se había convertido gradualmente en una serie de campos cultivados. Desperdigados granjeros trabajando en los campos se podían ver más adelante.

El cambio de escenario, repleto de señales de vida, era algo de lo que Lawrence nunca podría hartarse. Justo entonces, fue cuando por fin alcanzaron con el equipo de carruajes que transportaban pescado que vieron antes.

El grupo consistía de 3 carruajes alineados unos con otros, estando cada cual tirado por 2 caballos. Los carruajes no tenían asiento de conductor instalado. Un joven vestido elegantemente estaba sentado dentro del último carro, y 3 hombres, posiblemente trabajadores contratados, controlaban los caballos conforme avanzaban.

El primer pensamiento que atravesó la mente de Lawrence fue que el hecho de que dos caballos tiraran de cada carro era para impresionar, pero tras una inspección más exhaustiva, se dio cuenta que la finalidad de la pareja de caballos no era impresionar.

Sobre los carruajes estaban colocados barriles y cajas de madera suficientemente grandes para albergar a una persona entera. Unos cuantos barriles estaban llenos de agua para que los peces nadaran.

Cualquier pez que no estuviera tratado con sal, sin importar la especie, era considerado de alta calidad. Sin necesidad de decir, que vivos eran incluso de mayor calidad.

Y aunque el transporte de pescado era de hecho algo que no suele ver uno todos los días, lo que realmente sorprendió a Lawrence era algo más.

Lo que le sorprendió fue que el dueño del tren de 3 carruajes transportando bienes de tan grandiosa calidad era un comerciante incluso más joven que él.

"¿Comprando pescado?"

El hombre sentado en el último vagón preguntó desde debajo de su capucha con la voz de un joven, después de que Lawrence ya lo hubiera identificado como tal. El joven llevaba puesto un abrigo de cuero bañado en grasa que era comúnmente usado por comerciantes de pescado.

"¿Podrías quizás venderme unos cuantos pescados sueltos?"

Preguntó Lawrence tras cambiar lugares con Horo. Escuchando esto, el joven comerciante de pescado respondió inmediatamente:

"Lo siento muchísimo. El pescado que llevamos está ya asignado a compradores."

Esa respuesta inesperada pilló por sorpresa a Lawrence. Su reacción no pasó desapercibida para el joven, el cual rápidamente se quitó la capucha para revelar su cara.

Debajo de la capucha estaba una cara que encajaba con la voz que justo había oído Lawrence, la de un muchacho. Quizás llamarle muchacho fuera exagerarlo un poco, pero la cara aparentaba tener menos de 20 años. No solo eso, por regla general los comerciantes de pescado eran hombres toscos y con fortaleza, pero el hombre situado frente a Lawrence era inusualmente pequeño. Su pelo rubio, que bailaba con cada ondeada del viento, daba un aire que podría hasta describirse de elegante.

Sin contar, que si el hombre era capaz de transportar 3 carros llenos de pescado vivo de una vez, entonces era ciertamente un comerciante que no debía ser infravalorado.

"Disculpe mi rudeza, ¿podría ser usted un vendedor ambulante?"

Aunque Lawrence fuera incapaz de decir si la sonrisa amable del hombre fuera cierta o fuera una sonrisa de cortesía, decidió que aun si fuera la primera o la segunda, la única respuesta apropiada era devolverle la sonrisa.

"Sí, acabo de llegar de Rubinhagen."

"Entiendo. En ese caso, Si simplemente continúa el camino por el que venimos por medio día, llegarás a un lago. Con consultar con los pescadores de éste, debería ser capaz de abastecerse con algo de pescado. La calidad de la carpa cogida en esta época es verdaderamente alta."

"Ah, no, no estoy comprando para comerciar; tan sólo esperaba que pudieras venderme unos pocos pescados sueltos para la cena de esta noche."

La sonrisa del joven comerciante de pescado se convirtió en expresión de sorpresa, quizás porque esta era la primera vez que hubiera oído una petición semejante.

Para los comerciantes de pescado salazonado en viajes de larga distancia, una petición como esta era más común, pero para uno que simplemente viajaba entre una ciudad y un lago cercano, esta era quizás algo a lo que no estaba acostumbrado.

Como fuera, la expresión de sorpresa del joven rápidamente cambió a una de contemplación.

Posiblemente, la expresión fuera debido a la situación contraria a su rutina de trabajo, y estaba sopesando la posibilidad de convertirlo en un nuevo tipo de negocio.

"Verdaderamente eres un apasionado de los negocios,"

Dijo Lawrence. Nada más al oír esto, el joven comerciante de pescado volvió a la realidad con una exclamación audible, y sonrió embarazosamente.

"Discúlpeme. Ah cierto, querías comprar pescado para la cena de esta noche, ¿lo cual quiere decir que pasaréis la noche en Kumerson?"

"Sí, vine para ver las aclamadas feria y festival de invierno."

Kumerson era el nombre del pueblo al que Lawrence se dirigía. Este pueblo estaba actualmente en mitad de la feria, muy extendida por los alrededores, que toma lugar cada verano e invierno.

Por si fuera poco, junto a la feria de invierno se realizaba a la misma vez un festival.

Aunque Lawrence desconocía los detalles del festival, una vez oyó que era un festival pagano suficientemente radical para hacer que un miembro de la Iglesia se desmayara.

La región alcanzada tras 6 días de viaje al norte de la ciudad Eclesiástica de Rubinhagen, la cual al día de hoy aún funcionaba como una base de abastecimiento para expediciones realizadas para castigar a los paganos del norte, era un lugar donde la relación entre Cristianos Ortodoxos y paganos no era tan simple como en las ciudades del sur.

La gran región que se extendía al norte de Rubinhagen era controlada por la ciudad de Puroanie, cuya clase dominante incluía a muchos paganos. De esta forma, era simplemente natural que paganos y Cristianos coexistieran en la misma ciudad.

Kumerson pertenecía a los poderosos aristócratas de Puroanie. Era un pueblo de gran escala construido con el propósito de promover una economía próspera a la par que se distanciaba a sí misma de problemas complejos con la religión.

Consecuentemente, no había Iglesia Ortodoxa en Kumerson, y actividades misioneras por miembros de la religión Ortodoxa estaban prohibidas allí. Era considerado tabú preguntar si el festival llevado a cabo allí era Ortodoxo o pagano, y por norma general era simplemente como un festival tradicional perteneciente a Kumerson.

Debido a que el festival era una extraña ocasión, y el hecho de que los paganos pudieran ir y venir libremente, este tan llamado festival Lazura parecía atraer a un gran número de personas cada año.

Puesto que Lawrence únicamente había venido a Kumerson durante el verano, nunca había vislumbrado el festival.

Lawrence había planeado a propósito llegar pronto al pueblo de acuerdo a lo que había escuchado referente al festival, pero parecía que había sido demasiado ingenuo.

"¿Podría preguntaros si ya habéis reservado una posada donde descansar?"

El joven comerciante preguntó con un atisbo de interés.

"El festival no comienza hasta pasado mañana ¿no? No estarás intentando decirme que no hay más lugares disponibles ¿verdad?"

"Ese es exactamente el caso."

Horo se posiciono junto a Lawrence muy lentamente. Quizás estaba preocupada por no ser capaz de hospedarse en ninguna posada.

Aunque no estaba seguro como sería para Horo en su forma original, en forma humana era tan sensible al frío como cualquier otra persona. Sin duda estaba cansada de acampar fuera con un tiempo tan frío.

Incluso así, Lawrence tenía un plan alternativo por si éste fuera el caso.

"En este caso, verdaderamente creo que las filiales de las compañías en el pueblo conseguirán posadas para sus miembros cada año adaptándose con el festival. Sencillamente pediré ayuda a su compañía."

Pedir ayuda a las compañías significaría casi seguro ser interrogado intensivamente en lo referente a su relación con Horo, cosa que por la que Lawrence hubiera preferido no tener que pasar, pero parecía la única opción restante dadas las circunstancias.

"Ah, entonces eres un comerciante perteneciente a una hermandad. Disculpe mi osadía, pero ¿podría remarcarme a que hermandad se refiere?"

"La firma de la Hermandad Comercial de Rowen en Kumerson."

En el momento que oyó esto, la expresión del joven comerciante se iluminó instantáneamente.

"Menuda coincidencia, yo también pertenezco a la Hermandad Comercial de Rowen."

"Vaya, esto debe ser cosa de Dios... ups, decir algo como eso es considerado tabú en estas partes ¿verdad?"

"Jajaja, no se preocupe lo más mínimo, yo también soy Cristiano de las ciudades del sur."

El joven comerciante se rió por un momento antes de toser suavemente y continuar:

"Entonces, permítame introducirme yo mismo. Me llamo Fermi Amati, un comerciante de pescado trabajando en Kumerson. En los negocios, me conocen por Amati."

"Soy Craft Lawrence vendedor ambulante. De la misma manera, me conocen como Lawrence."

Aunque ambos se dieron el nombre sentados en sus carros, debido a que la distancia estaba dentro del alcance de las manos, se dieron la mano directamente.

Con eso hecho, la siguiente cosa para Lawrence era introducir a Horo.

"Esta es mi compañera de viaje, Horo. Estamos viajando juntos por una razón en particular, pero no estamos casados."

Dijo Lawrence con una sonrisa. Horo, escuchando esto, se inclinó ligeramente y saludó a Amati con una sonrisa.

Horo en verdad era muy atractiva cuando estaba callada y se comportaba bien.

Aunque Amati fue capaz de volver a presentarse agitadamente, sus mejillas se habían vuelto de un rojo brillante.

"¿La señorita Horo es una monja?"

"Para ponerlo de manera simple, es una monja peregrina."

El salir en una peregrinación no era algo limitado a hombres devotos. Las aldeanas a menudo realizaban peregrinaciones también.

Además, la mayoría de las mujeres quienes estaban en medio de una peregrinación se referían a sí mismas como monjas peregrinas. Comparado a identificarse a sí mismas como aldeanas en peregrinación, referirse a sí mismas como monjas peregrinas era la forma más efectiva de evitar varios problemas.

Aún así, ya que el ropaje tan tapado que haría que cualquiera la relacionara instantáneamente con la Iglesia sería un problema para entrar a Kumerson, la gente así de ataviada habitualmente añadiría 3 plumas a su capucha al entrar en la ciudad. Por esa razón, Horo también tenía 3 plumas marrones y algo feas de gallina agarradas a su capucha.

Aunque Amati, quien se había introducido como proveniente de una ciudad sureña, era joven, pareció comprender esto al instante.

Amati no pregunto más, probablemente porque comprendió que debía haber una buena razón para un vendedor ambulante para viajar junto a una joven mujer.

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"Bueno entonces, supongo que lanzarse a los problemas de vez en cuando puede ser considerado una prueba mandada por los cielos. Digo esto porque, si tenéis la necesidad de una habitación, entonces seré capaz de preparar eso, pero desafortunadamente, conseguir 2 habitaciones sería de alguna manera difícil."

La proposición de Amati pilló por sorpresa a Lawrence. Notando esto, Amati sonrió y continuó:

"Pertenecemos a la misma compañía, así que debe ser cosa de Dios. Si sólo pregunto a una posada con la que poseo buenas relaciones comerciales para ayudaros, estoy seguro de que estarán dispuestos a asegurarme una habitación libre. Si fueras con tu compañera, en este caso señorita, a pedir ayuda de la filial de la compañía, seguramente los mayores del lugar empezarían a molestaros sin dudarlo."

"Ciertamente, tienes toda la razón. Pero, ¿estaría verdaderamente correcto que te traigamos tantos problemas?"

"Por supuesto. Soy un comerciante después de todo, por lo que estoy ofreciéndoos esta proposición por cuestiones de trabajo. En otras palabras, me gustaría que disfrutarais totalmente del delicioso pescado fresco durante vuestra estancia en la posada."

Siendo capaz de tener vendidas de antemano tales cantidades de pescado fresco siendo tan joven, Amati era sin dudarlo una persona poco corriente."

Se podía describir como un comerciante "flexible y considerado".

Lo que Lawrence sentía era en mitad molesto arrepentimiento y mitad de agradecimiento mientras respondía:

"Definitivamente posees un gran sentido de los negocios. ¿Podrías tan amablemente preparar eso entonces?"

"Aye, sólo déjamelo a mi."

Amati respondió con una sonrisa. Por una décima de segundo, su mirada se desvió de Lawrence.

Aunque Lawrence hiciera por no darse cuenta, sabía que esa mirada fue dirigida hacia Horo.

Entonces Lawrence comenzó a preguntarse si la proposición de Amati era quizás no por hacer negocio sino más bien para mostrar lo mejor de sí ante Horo.

Viéndolo de este modo consiguió darle una pequeña sensación de superioridad a Lawrence, quien estaba viajando con Horo. De todas maneras, sabía también que llenando su cabeza de tales pensamientos estúpidos causaría seguramente que Horo lo provocara aún más.

De esta manera se deshizo de los pensamientos extra que había en su mente, y se centró en conseguir muy buenas relaciones con el joven y sorprendente comerciante ante él.

No pasó demasiado tiempo, cuando Lawrence y el resto de mercaderes que se fueron sumando por el camino llegaron a Kumerson mientras el sol comenzaba a ponerse por el oeste.




En el comedor, la mesa estaba cargada con una variedad de platos mayoritariamente de pescado y almejas situados alrededor de una gran cazuela de sopa caliente hecha con trozos de carpa y verduras en el centro.

Quizás más o menos debido a la influencia del comerciante de pescado Amati, quien nos había ayudado a conseguir sitio en la posada, el plato principal así como los distintos platos presentes contrastaban visiblemente con los platos más orientados a la carne típicos de las zonas sureñas. Entre estos, los caracoles al vapor demostraron ser los más atractivos para la vista.

Porque era un dicho común que las almejas procedentes del mar podían ralentizar el envejecimiento, mientras aquellas halladas en los ríos eran la causa de dolor abdominal, la gente que vive en regiones más al sur de Kumerson no comían almejas, aunque si es cierto que comían ostras de doble concha. La Iglesia incluso aclamaba que los demonios habitaban dentro de las conchas de las almejas, y advertía a la gente que no las comiera.

Aun así, más que llamarlo una enseñanza Divina escrita en las Sagradas Escrituras, era probablemente más una advertencia práctica que cualquier otra cosa. Lawrence una vez se perdió durante el transcurso de sus viajes y, siendo incapaz de resistir un hambre insoportable, se alimentó con almejas de un río, dando como resultado un fortísimo dolor abdominal.

Desde esta experiencia, Lawrence no se había atrevido a tocar otra almeja, tanto de río como de mar.

Afortunadamente, las almejas no eran servidas individualmente, y Horo parecía estar disfrutándolas perfectamente.

Lawrence dejaba toda la comida que no se atrevió a comer Horo.

"Mmm... así que así es como saben las ostras,"

Dijo Horo, Al tiempo que engullía pieza tras pieza de almeja que estaba extrayendo de su concha utilizando la punta de un pequeño cuchillo prestado de Lawrence. Al mismo tiempo, Lawrence se estaba dando el gusto con una barracuda de río muy salada.

"Ten cuidado. Si comes demasiado, puede que luego padezcas de dolor de estomago."

"¿Hmm?"

"Los demonios habitan dentro de las almejas de río. Si por accidente te comes uno, las consecuencias serán terribles."

Horo observó atentamente la almeja que había conseguido sacar de su concha finalmente, inclino un poco su cabeza, para entonces lanzarlo directamente en su boca.

"¿Quién te crees que soy? Determinar la calidad del trigo es sólo una parte de mis capacidades."

"Bueno, una vez incluso me comentaste que una vez comiste unos pimientos rojos con consecuencias inmensurables."

Horo se enfadó un poco por el comentario señalado por Lawrence.

"Sería imposible incluso para mí saber con exactitud el sabor sólo por la apariencia. La cosa era completamente roja, como una fruta madura,"

Dijo Horo mientras se encargaba de abrir otra almeja. De vez en cuando tomaba un sorbo de la bebida de su jarra, tras lo cual cerraba fuertemente sus ojos.

Dado que esta región no estaba bajo la atenta vigilancia de la Iglesia, el licor destilado, el cual la Iglesia veía como prohibido y por lo tanto vetado de la venta al público, era algo normal en esta zona.

Las jarras de Lawrence y Horo estaban llenas de un líquido casi transparente conocido como "Brandy".

"¿Debería pedirte una bebida más dulce para ti?"

".........."

Horo negó con la cabeza en silencio. La forma en la que se veía con los ojos fuertemente cerrados le dio la impresión a Lawrence de que vería tan hinchada la cola de Horo que esta podría quitarle el abrigo a Horo sin querer.

Al fin, Horo consiguió tragar el vino. Dando un largo respiro antes de quitarse las lagrimas de las esquinas de sus ojos con la manga del vestido.

Bebiendo lo que era también conocido como "vino agita-almas", Horo no estaba por supuesto vestida como una monja. Con un pañuelo triangular atado en su cabeza, tenía la apariencia de una aldeana normal.

Antes de la cena, Lawrence había llevado a la cambiada Horo consigo para agradecer a Amati nuevamente. La expresión que se vio en la cara de Amati estaba más allá de lo esperado. No sólo Lawrence, sino también el posadero no pudieron más que dejar estallar la risa al verlo.

Y Horo, como para aumentar sus pecados incluso más, puso más empeño que de costumbre haciendo el papel de una santísima virgen mientras expresaba sus agradecimientos a Amati.

Si Amati llegara a ver la manera con la cual ella comía ahora mismo, seguramente sus sueños se verían destrozados en un instante.

"...Uaa. Menudo sabor tan nostálgico."

Ya fuera por lo fuerte que era el licor, o por que las memorias de su ciudad natal habían salido a relucir, se veían los ojos de Horo un poco llorosos mientras decía esto.

De hecho, cuanto más al norte fuera uno, mayor sería la cantidad de licor agita-almas.

"Incluso yo soy incapaz de saber la calidad de licor destilado con tanto contenido de alcohol."

Horo, que se había cansado de las ostras a veces comía de un plato de pescado asado o a la brasa, respondió alegremente:

"La apariencia o forma son fácilmente olvidadas tras 10 años, pero el sabor o el olor de algo no es fácil de olvidar, incluso pasadas varias décadas. El sabor de este licor es muy similar al de Yoitsu, y me trae una sensación de nostalgia."

"El licor fuerte es muy común en el norte después de todo. ¿Siempre bebías licores como este?"

Preguntó Lawrence tras echar un vistazo al vino en su jarra y tras eso a Horo. Horo, con un poco de pescado a la brasa en un lado de su boca, respondió, mientras ponía una cara llena de orgullo:

"El licor dulce no complementa a una loba sabia de tan noble carácter, ¿no es así?"

Olvidando el vino dulce, Horo en su forma humana parecía estar más acorde con un vaso de leche con miel, pensó Lawrence, pero sonrió ligeramente aceptando lo dicho por Horo de todas maneras.

El sabor del vino sin ninguna duda había despertado un recuerdo nostálgico de la ciudad natal de Horo.

Aunque fuera una deliciosa comida de la que hacia tiempo no disfrutaba, no era la razón tras su sonrisa.

Sino por algo más ligado a sus expectaciones, Horo tenía muy claramente en su cabeza que cada vez estaba más cerca de Yoitsu. Como una joven señorita la cual recibiera un regalo inesperado, estaba sonriendo desde las profundidades de su corazón.

Incluso así, Lawrence no pudo evitar mirarla directamente tal y como se encontraba.

Lo que preocupaba a Lawrence no era que Horo luego le provocara diciendo que le había estado mirando como un muchacho enamorado debido a la encantadora cara que ponía en ese instante.

Desde hacia tiempo, Lawrence había omitido a Horo la leyenda que había oído de que Yoitsu hace muchos años había sido destruida.

Debido a esto hizo que la sonrisa inocente de Horo, nacida del recuerdo de su ciudad natal, fuera tan difícil de mirar directamente como al deslumbrante sol.

Aún con esto, Lawrence no tenía ninguna intención de romper el ambiente festivo de la cena que tan difícil era de conseguir.

Para prevenir que Horo fuera capaz de entrever sus pensamientos, forzadamente, Lawrence cambió su humor, mostrándole una sonrisa a Horo, quien estaba en ese preciso instante intentando alcanzar un trozo de carpa asada.

"Parece que la carpa asada sí complementa tus gustos."

"Tienes razón, no sabía que la carpa cocinada... estuviera tan sabrosa. Otro plato."

Lawrence tenía que servirle los platos de carpa asada debido a que la olla grande donde estaba el asado no estaba al alcance de Horo. Cada vez que ocurría esto, más cebollas se sumaban a su propio plato. Parecía que Horo era incapaz de tolerar incluso las cebollas cocinadas.

"¿Dónde has sido capaz de comer carpa antes? No debería haber demasiados lugares donde estén disponibles."

"¿Hmm? En un río. Las carpas son fáciles de cazar debido a su torpe movimiento."

Así que era eso. Horo debía haber estado en forma de loba cuando cogió el pescado.

"Nunca he probado la carpa cruda. ¿Está buena?"

"Las escamas se quedan entre los dientes, y tienen demasiadas espinas. Siempre había creído antes de eso que estarían buenas, viendo a los pequeños pájaros tragándolos enteros. Tras probarlo me di cuenta que el pescado crudo no es de mi agrado."

Lawrence intentó imaginar a Horo masticando una gran carpa siguiendo la idea anterior.

La larga vida de las carpas era muy conocida. Y por ello, además de conocerse como un pez sagrado, la Iglesia lo concebía como un secuaz del demonio. Por este motivo, las carpas solo eran comidas en las regiones nórdicas donde la Iglesia tenía menos influencia.

De hecho, parecía bastante tonto idolatrar las carpas por su larga vida en una región que albergaba lobos como Horo.

"La comida que preparan los humanos es realmente buena. Aunque cabe señalar, que lo único bueno no es el como lo cocinaron, sino también los pescados elegidos son muy frescos. Ese niño, Amati, tiene muy buen ojo para el pescado."

"Es verdaderamente joven, y el número de pescados con los que comercia es impresionante."

"Y sin embargo, ¿qué es lo que estás transportando?"

La mirada de Horo pasó a ser fría.

"¿Ah? Clavos. Como en este mesa... ah, no tiene..."

"Ya sé que son clavos. A lo que me refiero es que deberías haber traído algo más llamativo. ¿O te has acobardado con el fallo de Rubinhagen?"

Al escuchar esto, Lawrence no pudo evitar enfadarse un poco, pero viendo como la intención de Horo sólo era remarcar la verdad, no había forma de refutar ese hecho.

Ya que debido a su propia avaricia, había conseguido comprar armaduras a mitad de su valor real, sumado a la caída de precios de las armaduras y la forma en la que realizaba las transacciones, había llegado a una crisis que casi le lleva a la bancarrota lo que le hubiera hecho acabar de esclavo. No sólo eso, Lawrence le había causado muchos problemas a Horo por esto a la vez que hacerle sufrir una gran vergüenza.

Teniendo todo esto en cuenta, Lawrence al final había decidido comprar clavos por valor de 400 monedas de plata de Trenni, lo cual era una compra bastante conservativa. Al final, Lawrence había acabado con una buena suma de dinero.

"Aunque la mercancía no sea tan atractiva, las ganancias deberían ser bastante decentes. Por si fuera poco, mi carro no está lleno sólo con objetos tan poco impresionantes."

Como un gato, Horo le miró fijamente mientras mantenía una espina de barracuda en su boca, inclinando su cabeza un poco.

Ah, Lawrence había encontrado una buena línea.

"Porque estás en mi carro."

Aunque dijo la línea con más bien poco sentimiento, Lawrence parecía pensar que había dicho algo precioso, y no pudo evitar una risa involuntaria.

Aún así, tras reírse, beber algo de vino y mirar hacia Horo, se dio cuenta de que ella se había detenido, y tenía en su cara una mueca de resignación.

"...Bueno, supongo que es lo máximo que puedes conseguir con tú nivel."

Y diciendo esto Horo soltó un suspiro.

"¡Ya podrías ser algo más considerada, digo yo!"

"Tan pronto como el macho es tratado amablemente, rápidamente se irá confiando. Si llegara a acostumbrarse a ese tipo de trato, causaría que los demás estuvieran forzados a escuchar siempre las mismas palabras una y otra vez, y eso sería muy tedioso."

"Erh...."

Lawrence decidió que no debería quedarse callado, y así contradijo:

"Tienes razón, por lo tanto de ahora en adel-"

"Zoquete."

Quedando su frase cortada.

"¿Cuánto dinero es necesario para que un macho actúe amablemente?"

"........."

En silencio, Lawrence tragó algo de vino con el ceño fruncido, pero la cazadora loba se negaba a dejarle escapar.

"Además, cuando quiera que parezca deprimida, QUERRÁS tratarme amablemente, ¿verdad?"

Viendo como Horo había dicho semejante cosa con una sonrisa en su cara, Lawrence no supo que más decir.

Horo era tan sólo mucho más ingeniosa que él.

Miró a Horo algo enfadado, a lo cual respondió Horo con su sonrisa más benevolente.




Para la hora en que Lawrence y Horo habían terminado su tan largamente anticipada y decente cena y vuelto a su habitación, en las calles del exterior habían al fin conseguido cierta tranquilidad.

Aunque ya estuviera el sol poniéndose cuando llegaron a la ciudad, el nivel de locura dentro de los muros de la ciudad superaba por mucho lo que Lawrence había previsto.

Si no se hubieran cruzado con Amati, lo más seguro es que Lawrence hubiera tenido que dirigirse a la filial de su compañía y solicitar su ayuda para conseguir una posada. Pero posiblemente, hubieran acabado durmiendo en una de las habitaciones de la filial.

Gran cantidad de muñecos de trigo de origen desconocido y esculturas de madera se encontraba donde quiera que mirases en las calles de Kumerson. No sólo en las grandes calles, incluso las callejuelas eran decoradas con bandas y bufones atrayendo espectadores a unirse a ellos.

En una gran plaza situada en la parte más al sur de Kumerson, el mercado, en el que las horas de trabajo parecían haberse alargado, estaba aún abierto. Toda la plaza desbordaba vitalidad de acorde a la reputación con la que la feria era conocida. No sólo eso, incluso los artesanos, quienes estaban ligados por ley a no vender su mercancía directamente, habían situado puestos a lo largo de la inmensa calle fuera del recinto del mercado.

Lawrence abrió la ventana de madera para enfriar un poco su cuerpo, que parecía arder debido a los efectos del licor tan fuerte. Bañados por la bella luz de la luna, se podían ver a los vendedores ambulantes comenzando a recoger sus cosas.

La posada que Amati había conseguido para Lawrence y Horo era de muchísima calidad y estaba entre las mejores de Kumerson, siendo una posada en la que normalmente Lawrence no habría siquiera pensado hospedarse. Su habitación que se encontraba en el segundo piso, estaba orientada hacía una gran calle que atravesaba de norte a sur el centro de la ciudad. La posada en sí estaba situada cerca de un cruce con otra gran calle que recorría la ciudad de este a oeste. Además, como Horo había deseado, la habitación contenía 2 camas. Como fuera, Lawrence sospechaba que tal arreglo era el resultado de los persistentes esfuerzos de Amati.

Aunque algunas suposiciones le trajeron un ligero sentimiento de superioridad, Lawrence estaba verdaderamente agradecido con Amati por haberles conseguido un lugar donde pasar la noche, por lo que decidió no pensar más en ello y no hacer más suposiciones sin fundamento, mientras seguía mirando por la ventana.

Fuera en las anchas calles, parecía que todos estaban andando con el alcohol algo subido.

Esbozando una gentil sonrisa Lawrence se giró para encontrar a Horo sentada con las piernas cruzadas en su cama echando algo de vino en su jarra de madera, viéndose como si todavía no hubiera tenido suficiente vino.

"Te aviso, si mañana entras en agonía, no pienso preocuparme. ¿Te has olvidado la dolorosa resaca que tuviste allá en Pattio?" dijo Lawrence.

"¿Mm-? No te preocupes. El buen alcohol no tiene efectos secundarios sin importar cuanto bebas. Y ya que, si no bebo, mi corazón sufrirá efectos secundarios, ¿por qué no debería beber?"

Tras llenar el vaso, Horo le dio un feliz sorbo, y probó un poco de salmón seco que había sobrado de la cena.

Lawrence sintió que si la dejaba hacer lo que quisiera, ella no dudaría en comer y beber hasta desmayarse ebria. Sin embargo, para Lawrence, el buen humor de Horo era más que bienvenido.

Esto se debía a que había algo que Lawrence tenía grandes problemas en contarle a Horo.

La razón por la que Lawrence había modificado su ruta habitual de trabajo viniendo a Kumerson, a donde normalmente sólo iba durante el verano, en el frío invierno, era por supuesto debido a que se dirigía hacia la ciudad natal de Horo.

Aun así, Lawrence nunca le había preguntado a Horo sobre la localización exacta de Yoitsu. Aunque Lawrence hubiera oído el nombre de la ciudad mencionada con anterioridad, era sólo parte de una leyenda, y por esto no estaba seguro de su localización exacta en el mapa.

La razón que hacia que Lawrence no le hubiera preguntado a Horo acerca de su localización exacta antes era porque cuando fuera que Yoitsu era mencionada, Horo siempre mostraba una sonrisa nostálgica para más tarde deprimirse tras recordar la gran distancia a la que se encontraba de Yoitsu tanto en tiempo como en espacio.

Por más que Lawrence se considerara un irresponsable, con sólo esa razón era suficiente para hacerle dudar de sacar el tema de su ciudad natal.

Como sea, Lawrence sentía que Horo no se entristecería tanto si el tema era sacado en ese preciso instante. Y tras tomar esa decisión, se sentó en el escritorio situado contra la pared y dijo:

"Ah se me olvidaba, antes de que te desmayes embriagada, hay algo de lo que quiero hablarte."

Las expuestas orejas y cola de Horo mostraron una respuesta inmediata.

Su mirada tardo un poco más en girarse hacia Lawrence.

"¿De qué se trata?"

La astuta loba pareció detectar en el tono de Lawrence que su intención no era algo más que conversar. Una leve sonrisa afloró desde las comisuras de sus labios, un claro indicador de su actual estado de ánimo.

Lawrence lentamente entreabrió sus pesados labios y dijo:

"Es sobre Yoitsu."

Oyendo como Lawrence había ido directo al grano, Horo dio una risa silenciosa y tomo un sorbo de vino.

Lawrence estaba seguro que la expresión de Horo se volvería seria, por lo que tal reacción le tomo desprevenido.

Lawrence se estaba preguntando si Horo estaba ya ebria cuando trago el vino que tenía en su boca y habló:

"Después de todo no sabes donde está. Hasta ahí he llegado, y me empezaba a preocupar sobre cuando ibas a preguntarme sobre ello."

Habiendo dicho esto, Horo miró risueña a su reflejo en la jarra mientras continuo tras un suspiro:

"Debes creer que sacar cualquier tema relacionado con Yoitsu me causaría dolor, ¿correcto? ¿En verdad parezco TAN frágil?"

Lawrence había planeado remarcar la vez que estuvo llorando por un sueño sobre su ciudad, pero imaginó que era algo de lo que ella estaba al corriente. La cola de Horo parecía menearse alegremente.

"No, no del todo," replicó.

"Zoquete, lo que se espera de ti en momentos como estos es que digas 'Sí'."

Horo parecía haber obtenido la respuesta que esperaba. Parecía que meneaba la cola hasta más felizmente.

"Te preocupas con cosas demasiado extrañas. ¿Qué fueras capaz de sacar el tema quiere decir que pensabas que era el momento oportuno tras ver mi reacción en la cena? En serio... menudo sentimental."

Horo sonreía un poco avergonzada mientras bebía y hablaba.

"Para mí, tus consideraciones no son en general molestas. Pero, quizás debiera decir que esa mirada boba que a veces pones es interesante. Si hubieras continuado en silencio, sólo para averiguar que te has equivocado de camino tras alcanzar el norte, ¿qué hubieras hecho entonces?"

A lo que Lawrence respondió encogiéndose de hombros. Continuó revelando su propósito:

"De acuerdo a prevenir a Lawrence de la mirada boba de tomar el camino equivocado, ¿Podrías decirme donde esta Yoitsu situada?"

Dando un sorbo de vino, Horo se paró un segundo.

Para entonces dar un apagado y largo suspiro.

"Para serte sincera, no lo recuerdo claramente."

Y como para cortar el 'no bromees con eso' de Lawrence, Horo continuó:

"Si lo que necesitas es la dirección, puedo decírtela sin problemas. Está por allí."

Lawrence miró en la dirección que Horo estaba señalando, y comprendió inmediatamente que se refería al norte.

"No se como, pero no puedo recordar del todo cuantas montañas había que escalar, ríos cruzar, y llanuras atravesar. Creo que lo iré recordando poco a poco cuanto más nos acercáramos. ¿No es suficiente?"

"¿No tienes ninguna pista para situarla? El camino no sigue una línea recta, y será muy difícil encontrar mapas precisos una vez lleguemos al norte. Algunos parajes no se pueden alcanzar a menos que no demos varios rodeos. ¿Conoces algún pueblo o ciudad cercana? Podríamos usarlos como guías," dijo Lawrence.

Horo sopesó por un momento, y dijo con su dedo índice contra su sien:

"Las ciudades cuyos nombres puedo recordar son Yoitsu y Nooshira. También había.... uhm, ¿cómo era?...Pi..."

"¿Pi?"

"Pire, Piro... sí, Piromorden."

Viendo la alegre expresión de Horo, como si hubiera conseguido algo atrancado en la punta de su lengua, Lawrence comentó inclinando un poco su cabeza:

"No conozco tal ciudad. ¿Alguna otra?"

"Umm- Había de hecho más pueblos, pero no todos ellos tenían nombres como los de hoy día. Digamos que sólo necesitabas decir que un pueblo se encontraba en la otra parte de una montaña concreta para saber su localización, así que no había necesidad para darles nombres."

Cierto es, Lawrence había sido sorprendido la primera vez que fue al norte a hacer negocio. Por aquel entonces, Lawrence llegó a cierto pueblo, para descubrir que su nombre sólo lo conocían los viajeros. Ni los residentes ni personas de pueblos vecinos sabían el nombre de éste.

Lawrence incluso había encontrado a un anciano que decía que ponerle nombre a un pueblo sólo conseguía que este fuera el blanco de las deidades demoníacas.

Con las tan aclamadas 'deidades demoníacas' debía haberse estado refiriendo a la Iglesia.

"Bueno, tan sólo usaré Nooshira como punto de partida entonces. Puesto que de Nooshira, todavía sé su posición," comentó Lawrence.

"Ese es un nombre nostálgico. ¿Todavía brota de la tierra agua caliente en esa región?"

He oído que aunque es una ciudad pagana, muchos obispos y reyes viajan en secreto grandes distancias para disfrutar de un baño en sus aguars termales. Existe un rumor que cuenta que, debido a éstas, Nooshira se libra de ataques de armadas anti-paganas," explicó Lawrence.

"Después de todo, son las únicas aguas termales que no son parte del reino de alguien,"

Dijo Horo con una sonrisa, y continuó con un "En ese caso" antes de aclararse la garganta.

"Si esto fuera Nooshira, entonces Yoitsu estaría en esta dirección."

Dijo señalando al suroeste. Lawrence se tranquilizo un poco, viendo como Horo no había continuado señalando hacia el norte.

Si estuviera situado incluso más al norte de Nooshira, entonces no cabía duda de que estaba en un lugar donde la nieve no se derretiría ni llegado el verano.

Incluso de esta manera, el rango era aún demasiado grande si lo único que sabían era que estaba al suroeste de Nooshira.

"¿Cuánto se tardaría en ir de Nooshira a Yoitsu?" preguntó Lawrence.

"A mi ritmo, tomaría 2 días. Para un humano... no sabría decirte."

Con eso en mente, el rango era en efecto demasiado grande usando Nooshira como punto de partida de la investigación. Buscar un poblado en particular dentro de ese rango, o incluso un poblado cualquiera, sería como buscar una aguja en el desierto. Y justamente porque Lawrence era un mercader ambulante, cuyo trabajo implicaba viajar entre pueblos desperdigados por el vasto mundo, comprendía la dificultad de la tarea demasiado bien.

Además, había una mención en la leyenda que había oído Lawrence de que Yoitsu había sido destruida por un gigante oso demonio.

Si fuera cierta la leyenda, encontrar las ruinas de una ciudad que hubiera sido destruida hace siglos sería imposible.

Lawrence no era un aristócrata que pudiera pasar sus días vagueando. Si tuviera que abstenerse de su ruta de trabajo usual y vagar por otras regiones, podría sobrevivir a lo sumo medio año. Por no decir, que su fallo en Rubinhagen le había situado más lejos aun de su sueño de abrir su propia tienda en un pueblo, por lo que tenía menos tiempo que perder.

Mientras Lawrence pensaba estas cosas, las palabras que formó en su cabeza salieron naturalmente de su boca:

"¿Podrías volver sola desde Nooshira? sabes llegar ¿verdad?"

Si la distancia entre Nooshira y Yoitsu era sólo de 2 días, como Horo había dicho, seguramente recordaría el camino una vez estuviera cerca.

Habiendo considerado esto, Lawrence había dicho esto sin ninguna otra intención. Como fuera, tan pronto salieron las palabras de su boca, se dio cuenta del error cometido.

Porque Horo le estaba mirando petrificada.

Una mirada de sorpresa surgió de la cara de Lawrence. Y al mismo tiempo, Horo dejó de mirarle.

"Claro... sí. Si llego a Nooshira, sin duda recordaría el camino de vuelta a Yoitsu."

Dicho esto, Horo sonrió forzadamente. Como Lawrence se estaba imaginando que había pasado, rápidamente exclamó audiblemente.

Horo una vez dijo, en la ciudad portuaria de Pattio, que la soledad era una enfermedad mortal.

La soledad inspiraba todo ese temor en Horo. Aunque Lawrence no lo dijo con mala intención, Horo era capaz de tomarlo en el mal sentido. Por si fuera poco, había bebido demasiado.

Era posible que Horo lo hubiera interpretado como un signo de que Lawrence se estaba cansando de buscar su ciudad natal. Por lo que Lawrence añadió apresuradamente:

"Un segundo, no lo tomes mal. Si puedes alcanzarlo en 2 días, tan sólo tengo que esperarte de vuelta en Nooshira."

"Claro, eso sería suficiente. ¿Iremos directamente a Nooshira? había imaginado que veríamos aún más ciudades."

El dialogo fue continuando suavemente. Aunque, Lawrence se sintió algo molesto, debido a que sabía que esa suavidad era el resultado de la rápida comprensión de Horo.

Contrario a la armonía de la superficie, había divergencia en su interior.

Habían pasado cientos de años desde que Horo dejo su ciudad. Tal y como había oído Lawrence en las leyendas, Horo no dudaba que existía la posibilidad de que Yoitsu no existiera más, e incluso si no lo dudara, la cantidad de años que había estado lejos de ella era suficiente para que hubiera cambiado radicalmente. Seguramente el corazón de Horo estaba repleto de incertidumbre.

Horo debía tener miedo de ir sola a su ciudad.

La inocente sonrisa que había mostrado al probar el vino le recordó a Yoitsu, quizás era precisamente una reacción contraria despertada por sus dudas.

Analizando esto por un momento, parecía fácil comprender lo que Horo estaba pensando. Lawrence se sintió terriblemente culpable por su descuidado comentario.

"Escucha, haré lo que esté en mi mano para ayudarte. Lo que dije ahora fue-"

"¿No te acabo de decir lo que importa es que un macho actúe amablemente? Vos, no seas tan considerado, sería problemático para mi."

Horo forzó una sonrisa mezclada con una expresión de preocupación. Poniendo la jarra debajo de la cama, continuó:

"Soy terrible, siempre juzgándolo todo desde mi punto de vista. Después de todo, en un abrir y cerrar de ojos, tú y todos seréis ancianos. Siempre parezco olvidar que con tal longevidad, como de importante debe ser un sólo año."

Los rayos de luna que atravesaban la ventana de madera bañaron el cuerpo de Horo. En ese instante, la imagen ante Lawrence parecía casi una ilusión, tanto que dudo si acercarse. Tenía miedo que Horo fuera a desaparecer como se dispersa la niebla si te acercas demasiado.

Al final Horo levantó su cara, la cual había estado orientada hacia el suelo desde que guardó la jarra, y estaba suficientemente seguro, que todavía tenía la sonrisa preocupada.

"En verdad eres un sentimental. Tal expresión me causa demasiados problemas."

¿Qué era lo mejor que podía decir en esta situación? Lawrence no era capaz de hallar las palabras apropiadas en su mente.

En este momento y lugar, estaba claro el problema que se había formado entre los dos.

El problema es que Lawrence no podía encontrar las palabras para arreglar tal problema. Incluso si pensaba cualquier mentira, sería inútil contra Horo.

Lo más importante, las palabras de Horo habían hecho hasta más difícil que Lawrence dijera nada. Era incapaz de decir algo como, 'no importa cuanto tome, encontraré Yoitsu y te llevaré allí'. Los comerciantes eran sobretodo criaturas prácticas, hasta el punto de no ser capaces de decir semejante frase. Para Lawrence, la Horo de cientos de años de edad era una existencia que se encontraba demasiado lejana.

"Soy yo quien se ha olvidado de algo obvio. Por estar tan a gusto a tu lado, sin querer... me convertí un poco en una malcriada,"

Dijo Horo con una tímida sonrisa, mientras sus orejas temblaban suavemente de vergüenza. Esa línea tan inocente vino quizás de lo más profundo de su corazón.

Pero, oír esto no contentó a Lawrence del todo.

Porque las palabras de Horo parecían casi un hasta nunca.

"Je, parece que estoy borracha. Debo irme a dormir, sino no se que más acabaré diciendo."

Horo no se había desmoronado. La forma en que dijo esto era como si quisiera decirse a sí misma que debía ser fuerte.

Aún así, ni al final, Lawrence fue incapaz de pronunciar palabra.

La única cosa que podía hacer era estar seguro que Horo no empacaría sus cosas y se fuera una vez todo estuviera sumido en silencio. Aunque no creía que esto fuera a pasar, también sintió que por otra parte Horo parecía capaz de hacer tal cosa.

Como fuera, Lawrence se sintió como un inútil por no haber sido capaz de hacer nada, y quería llorar desesperadamente.

La noche avanzó silenciosamente.

A través de la ventana cerrada se podían oír las felices risotadas de un borracho, pero oír esto sólo consiguió multiplicar la sensación de vacío de Lawrence.




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