Fate/Zero:Acto 11 Parte 4

From Baka-Tsuki
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-72:37:17[edit]

Kayneth se escondió en las sombras, profundo dentro de la fábrica abandonada y miró fijamente la situación de la batalla de afuera. Los pensamientos en su corazón, al contrario de la preparación incorrupta de esos caballeros, sólo estaban hirviendo de ansiedad.

Ya que el vencedor continuaba pendiente por largo tiempo, estaba volviéndose más inquieto cada segundo con esos sentimientos de ansiedad.

¿Por qué no podía ganar?

Aunque Saber subestimaba mucho a Lancer, ¿por qué la lanza de Lancer, todavía era incapaz de golpear a Saber?

La respuesta se volvió muy clara, luego de una cuidadosa reflexión - es decir, Lancer es muy débil, mucho más inferior a Saber.

En este momento, lamentaba profundamente no tener al Espíritu Heroico Alexander.

Nunca habría resultado como esto si hubiese hecho del Rey de los Conquistadores su Sirviente como lo había planeado anteriormente. Teniendo robada su Reliquia Sagrada en el momento crucial, tuvo que convocar a Diarmuid como sustituto en un apuro. Siempre y cuando un auténtico Maestro de primera clase, tal como él, este presente, esas pequeñas desventajas pueden ser corregidas, incluso si los rangos del Espíritu Heroico fuesen reducidos. Las partes de las que el Sirviente carece, serian enmendadas por su propio talento; Lord El-Melloi de hecho tiene tal audaz actitud.

Sin embargo, justo ahora, habiendo perdido sus Circuitos Mágicos, Kayneth hace mucho había perdido su confianza anterior. Con el fin de sobrevivir a esta guerra con su único Sello de Comando restante y su inferior Sirviente, tiene que ser incluso más prudente que antes.

Cuando no hay posibilidad segura de victoria, lo correcto a hacer sería escapar de inmediato con el Maestro. Aunque no había tenido tiempo de preguntar cómo Lancer logró perder Gae Buidhe, las posibilidades de victoria en contra de Saber se volvieron incluso más elusivas después de que su mano izquierda había sanado.

Ahora mismo no era el momento de adherirse a las batallas; Lancer debería tener otras tareas que necesitan ser priorizadas sobre ésta. Sería imposible para el Kayneth actual, buscar y rescatar a Sola por sí mismo. Simplemente no puede hacerse sin ordenárselo a su Sirviente.

Pero - ¿Qué tan estúpido es ese Lancer? ¿Ni siquiera puede darse cuenta de la gravedad de tal situación?

Inquietándose, Kayneth se rascó su cabeza repetidamente. ¡Cuán bien sería si pudiera usar un sello de Comando ahora mismo! ¿Por qué solo tiene que tener un Sello de Comando a su disposición? Fue una lástima que Sola se llevase dos Sellos de Comando. Si tan solo ella fuese capaz de confiar en Kayneth...

Justo entonces, el cuello de Kayneth repentinamente sintió un innatural flujo de aire.

Un trozo de papel revoloteaba a su lado. Era una extremadamente ordinaria pieza de papel de notas, pero Kayneth fijó sus ojos en las pocas palabras concisas en ella, con una mirada mortal.


"- Si no quiere que su amada muera, entonces tranquilamente mire hacia atrás -"


Aturdido, los ojos de Kayneth se agrandaron, y movió las ruedas de la silla de ruedas para cambiar la dirección en que su cuerpo estaba orientado. Profundo, dentro de la completamente oscura fábrica abandonada, la luz entrando a través del tragaluz iluminó un solo lugar como un reflector.

Los contornos de una mujer, tendida en el suelo como si profundamente dormida, surgieron de la tenue y fría luz.

"¡...!"

Kayneth nunca confundiría esas características no importa cuán tenue la luz o qué tan lejana se vuelva la distancia.

Aunque el dolor y lo demacrado en el rostro grisáceo de Sola mostraba que algo evidentemente había ocurrido, el mechón de cabello junto a su boca se estremeció como si soplado por una brisa. Esa era la prueba de su respiración. Aún estaba con vida.

Kayneth olvidó la advertencia sobre el papel y casi gritó a pesar de sí. Entonces, como un espectro emergiendo de la oscuridad, una figura humana pisó sobre la débil luz y se mostró.

Un abrigo viejo, ese desordenado cabello, barba indiferente, y sólo ese par de ojos, diferente del sombrío rostro, ardientemente emitía una luz distintiva - ese inolvidable hombre, el único que había destrozado cruelmente todos los Circuitos Mágicos en el cuerpo de Kayneth, ese odioso lacayo de los Einsberns.

Él había transportado probablemente a la inconsciente Sola en silencio desde la puerta de atrás, durante el espacio formado mientras Saber y Lancer se concentraban en luchar el uno al otro. El cañón de la subametralladora en la mano del hombre, apuntaba fijamente a la frente de Sola.

"Simplemente tiene que ser... ese maldito..."

Kayneth había experimentado esa crueldad como víbora y prudencia perfecta, de primera mano. En comparación con la ira y el odio - una profunda desesperación que superó por mucho a todas las demás emociones, le hizo bajar su cabeza impotentemente.

Realmente era la peor situación que podía pensar. La mujer que ama fue capturada por el enemigo más difícil que ni siquiera quería imaginar.

Sin embargo, justo antes de hundirse en pánico, la voz de la razón detuvo a Kayneth.

Debe haber algún propósito en ese hombre para que deliberadamente se muestre y deje a Kayneth confirmar el bienestar de Sola.


"..."

Kayneth giró su cabeza y echó una mirada a Lancer, quien estaba luchando con todo lo que tenía en la abandonada zona vacía. A juzgar por la posición de los dos Sirvientes en la batalla, la ubicación de Sola era un punto muerto que ellos no pueden ver. Los dos estaban empeñados en tratar con el fuerte enemigo frente a ellos, completamente ignorantes de este nuevo invasor.

Kayneth no podía adivinar lo que el hombre buscaba, por lo que inclinó su cabeza en silencio, mostrando su intención de obedecer el deseo del otro.

El hombre tomó un rollo de pergamino fuera de su abrigo y lo arrojó al aire después de casualmente abrirlo. Aunque el peso del pergamino no puede ser comparado con el papel de nota de antes, simples manipulaciones de aire fueron suficientes para hacerlo volar con el viento. Como una medusa, el pergamino flotó a través del espacio, poco a poco y sin prisa, aterrizó sobre las rodillas de Kayneth.

Aunque otros solo percibirían esto como figuras sin sentido y patrones bien hechos, las cosas grabadas en ello, eran, para Kayneth, un perfecto documento mágico escrito en un formato que le era familiar.

- Solo que el contenido era muy raramente visto.


Vinculante mágico: Objetivo - Emiya Kiritsugu

La Cresta de la familia Emiya por la presente ordena: Siempre y cuando las siguientes condiciones se cumplan, este juramento se convertirá en un mandamiento y obligará al objetivo sin excepción.

Juramento:

Para la quinta cabeza de la casa Emiya, Kiritsugu, hijo de Noritaka: concerniendo a ambos Kayneth El-Melloi Archibald y Sola-Ui Nuada-Re Sophia-Ri, todas las intenciones y acciones de matar y hacer daño serán prohibidas para toda la eternidad.

Condiciones:

…………………………


"¡...!"

Pergamino de Auto-Juramento - uno de los más despiadados contratos mágicos que sólo sería utilizado en la traicionera sociedad de magos, cuando un contrato que absolutamente no puede ser desobedecido iba a ser hecho.

Es una maldición impuesta, que por la fuerza usa las funciones de la propia Cresta Mágica sobre uno mismo. En teoría, tiene un poder que no puede ser borrado por ningún método. Incluso si su lanzador pierde la vida, las Crestas Mágicas atarían el alma del muerto y no pasaría de generación en generación. Es una magia muy peligrosa. Para los magos, una negociación que involucra ofrecer tal declaración, de hecho, significaría una máxima concesión.

A pesar de que no era algo que Kayneth veía a menudo, estaba de hecho, correctamente escrito, sin lagunas. La firma hecha con la sangre del propio declarante, estaba evidentemente pulsando con prana, mostrando que el hechizo ya se había establecido y estaba actualmente funcionando.

Es decir - cuando las condiciones grabadas en la mitad inferior de la declaración sean cumplidas, ese hombre - Emiya Kiritsugu renunciará a una parte de su libre voluntad, y el contrato será confirmado como una maldición irrompible.

Sosteniendo el pergamino con manos temblorosas, Kayneth lee las condiciones para establecer el contrato una y otra vez. Como si esperando que el contenido cambiara la próxima vez que lo lea, tercamente contemplaba esas palabras varias veces. Empeñó toda su voluntad para considerar si el contenido deja cualquier abertura que tal vez forme contradicciones.

Sin embargo, a diferencia de los pensamientos vacilantes de Kayneth, la parte más lógica de su corazón ya había aceptado su propio rendimiento. La posibilidad de que su amada mujer y él, puedan volver a su tierra natal con vida - en este momento, ¿no es ese su mayor deseo?

Si dudaba unos cuantos momentos más, Emiya Kiritsugu probablemente jalaría el gatillo. Después de que la primera bala tome la vida de Sola, el cañón definitivamente apuntaría al propio Kayneth. No había opciones para él. Ya sea para perder todo o para considerar esa declaración como su última esperanza de vida... esa era la única diferencia.

Con una mirada tenue y en blanco, como si él fuese una cáscara vacía, miró al Sello de Comando final en su mano derecha y luego dio la última orden inquebrantable como Maestro de Lancer.


Sin una señal, sin una razón - bermellón brillante se esparció por toda la tierra.

Todos parecían estar igualmente sorprendidos. Saber, Irisviel, e incluso el propio Lancer, ampliaron sus ojos ante demasiado abrupto final – la propia sorpresa de Lancer debería probablemente ser la más intensa, ya que no tenía una pizca de expectación o de preparación para esa agonía y desesperación.

Aturdido, Lancer miró fijamente las flores carmesí que goteaban desde el mango de la lanza roja, al suelo. No importa cómo, no podía creer que todo era su propia sangre.

Su propia lanza amada, atravesó su corazón. No era nadie más, sino sus propias dos manos, las que forzosamente apuñalaron la punta de la lanza en su propio cuerpo.

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Por supuesto, no era su intención, ni tampoco era su deseo. Lo que su lanza carmesí se suponía que perforaría, era el corazón de Saber, y lo que se supone que perforaría su propio corazón, debería haber sido la espada sagrada de Saber.

Capaz de robar todo de él en un capricho, independientemente de su espíritu de lucha o creencias - tal gran poder no existe, aparte de los Sellos de Comando.

Porque Lancer estaba demasiado concentrado en el duelo con Saber, no notó el amenazante tratado secretamente sellado en la tenue fábrica abandonada a su lado, hasta el final.


"Use todos los Sellos de Comando, y deje que el Sirviente se termine a sí mismo" - esa era la condición requerida dentro del Pergamino de Auto-Juramento que Emiya Kiritsugu trajo. Él demandaba a Kayneth a utilizar todo los Sellos de Comando y destruir completamente al Sirviente - una retirada total de la Guerra del Santo Grial.

"Ah..."

Lagrimas carmesí volaron de los ojos abiertos de Lancer.

Para él, ya era la segunda vez en ser asesinado por su señor. Fue precisamente porque Diarmuid ua Duibhne estaba decidido en superar ese final infeliz, que deseaba tan fuertemente regresar a este mundo desde el Trono de los Héroes. Sin embargo, el final que recibió fue una repetición de aquella tragedia - solamente experimentó aquella desesperación y dolor una vez más.

El Espíritu Heroico miró a su espalda con ojos húmedos de sangre y lágrimas. Justo entonces, dos Maestros salieron de la fábrica abandonada para presenciar su fin. Ellos eran Kayneth, sentado en su silla de ruedas con una vacía y aturdida expresión, y otro hombre, quien de pie cargaba el cuerpo comatoso de Sola en sus manos. Él era el anónimo Maestro verdadero de Saber que vio en el castillo Einsbern.

"¿Tú... tanto...?"

De rodillas en un charco de su propia sangre, Lancer hizo su mayor esfuerzo para hablar con un sonido ronco y bajo.

"¡¿Tanto quieres la victoria?! ¿Tanto quieres ganar el Santo Grial? Incluso... dispuesto a pisotear mi único verdadero deseo... tú, ¡¿no te sientes avergonzado?!"

Su belleza torcida con sangre y lágrimas, cambiando a un rostro completamente diferente, semejante al de un demonio. Lancer, olvidándose de todo, excepto del odio, ya no distinguió entre amigo y enemigo. Pensando en Kiritsugu, Saber, y todo en el mundo, rugió un gruñido de venganza que le desgarraba el corazón.

"Imperdonable... ¡Nunca te perdonaré! Hombres muertos quienes están esclavizados por la fama y profanaron la gloria de los caballeros... ¡qué mi sangre manche ese sueño! ¡Maldigo al Santo Grial! ¡Maldigo que tus deseos se conviertan en desastres! ¡Al caer en la sartén del infierno, no olvides la furia de Diarmuid!"

Mientras gradualmente perdía su cuerpo material y se arrugaba como una sombra borrosa, gritaba maldiciones hasta el último momento cuando desapareció. Ya no había la gloriosa figura de un Espíritu Heroico, sino sólo un espíritu maligno rugiendo con resentimiento. El Sirviente Lancer había sido finalmente eliminado por completo.

"..."

Como si desconcertado, Kayneth miró fijamente al espacio en blanco dejado por la desaparición de Lancer. Casualmente, Kiritsugu coloco a Sola, quien aún estaba profundamente dormida, sobre sus rodillas. Mientras Kayneth suavemente acariciaba el demacrado rostro durmiente de su amada, le preguntó a Kiritsugu con una voz débil.

"... Entonces, ¿tu mandato ha sido...?"

"Ahh, esta establecido. Ya es imposible matarte... "

Kiritsugu lentamente retrocedió mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo y lo encendía - tal vez esa era la señal.

"Para mí, claro está."

Mientras Kayneth murmuró en voz baja, Hisau Maiya, quien presenció todo en las sombras lejanas, tranquilamente jaló el gatillo del rifle de asalto Steyr AUG.

Kayneth y Sola fueron capturados por la mira del alcance de visión nocturna y fueron expuestos sin piedad a una lluvia de balas automáticamente disparadas. Para los dos, quienes han perdido la protección de Volumen Hydragyrum y no tienen Sirvientes restantes en servicio, la lluvia de balas bautismales de alta velocidad de 5,56 mm era un inescapable vendaval de muerte. Con el salvaje poder de las balas que ellos habían despreciado en el pasado, los cuerpos del mago y de su prometida fueron destrozados en pedazos y cayeron al suelo de concreto.

Solo dudó si la magia del Pergamino de Auto-Juramento estaba temperada con ella, pero perdió la trampa oculta detrás del significado del importante contrato. Eso finalmente tomó el destino del mago genio.

"Uuu... ¡Ahhh!"

Quizás Sola, quien murió a causa de las balas sin dolor, fue la más afortunada. Trágicamente, incluso después de que fue transformado en un colador y se cayó de la silla de ruedas, Kayneth aún permanecía respirando. Había recibido muchas heridas fatales por todo su cuerpo y no tenía más esperanza de sobrevivir. Sin embargo, incluso si solo tenía unos segundos restantes de vida, sería un cruel largo tiempo si fuese a pasar soportando el dolor y la agonía de la muerte.

"... Ahhh... mata... mátame..."

"Lo siento, ese es un deseo que no puedo cumplir."

Kiritsugu ignoró los débiles sonidos rogando al lado de sus pies, y respondió con una voz indiferente mientras exhalaba el humo púrpura que había respirado.

El sonido que sollozaba con dolor no se iba. Saber no podía soportar seguir observando y usó su espada para cortar la cabeza de Kayneth, poniendo fin a su dolor.

Al final, la espada del Rey de los Caballeros no cumplió la promesa hecha con Lancer. Por el contrario, terminó lejos de la fe y la gloria, fue manchada con la sangre para dar fin al dolor de alguien ya herido sin esperanza.

"Emiya, Kiritsugu -"

Los irises azules ardían con un fuego frío. No eran ojos usados para mirar a los amigos, ni tampoco una vista usada para enfrentar a compañeros en un sentido más amplio. Idéntica a cuando enfrentó la locura de Caster y la arrogancia de Archer, era una mirada afilada como una navaja, usada para perforar a aquellos que había reconocido como enemigos.

"Finalmente lo entiendo ahora; eres un hombre sin moral. Había pensado originalmente que aunque nuestros caminos difieren, nuestras metas eran las mismas; pero fui demasiado tonta..."

Kiritsugu aún permaneció en silencio. Ya no había necesidad de responder. Era debido a que las acciones que Saber acababa de presenciar, eran absolutamente "malvadas".

"Hasta ahora, he creído en las palabras de Irisviel y nunca dudé de tu carácter. Sin embargo, incluso si un hombre como tú, ahora dice que salvará al mundo con el Santo Grial, ya no voy a creer una palabra de eso.

¡Respóndeme, Kiritsugu! ¿Engañaste incluso a tu esposa? ¡¿Cuál es la verdadera razón por la que buscas el omnipotente recipiente concede deseos?!"

"---"

Kiritsugu - aunque sus ojos miraban fijamente a Saber como si irritado, la boca que sostenía un cigarrillo, todavía no hablaba una palabra. Era una mirada usada para mirar a un perro callejero ladrando salvajemente. Simplemente contenía una decisiva separación que se rindió a tratar de entenderse usando palabras desde el principio.

Dentro del corazón de Saber, ya había una decisión tranquila y decidida que casi decía "él debe ser asesinado."

Tal vez, al final, la única cosa que queda entre ella y su Maestro, sería enfrentarlo con su espada. Incluso si eso sería prohibido por los Sellos de Comando, esta enemistad evidente no puede ser cambiada. Esta podría ser la fractura más grande en el bando de ellos durante la Guerra del Santo Grial. Sin embargo, no importa qué, siempre que ella este con Emiya Kiritsugu, es muy probable que no sea capaz de obtener el Santo Grial que realmente desea.

"Incluso si mi espada gana el Santo Grial, si he de a confiar el Grial a tí, entonces yo..."

Aquella puesta de sol sobre Camlann paso destellando ante los ojos de Saber. El deseo oculto en su corazón hizo borrosas sus palabras al final.

Un sonido desde atrás de ella, interrumpió esa dolorosa pausa.

"Respóndele, Kiritsugu. No importa qué, esta vez tienes la obligación de explicar."

Incluso Irisviel, quien confiaba en su esposo por completo, no podía evitar alzar su voz en su pregunta.

A diferencia de Saber, ella completamente conoce la manera en que piensa su esposo y lo entiende. Sin embargo, había una vasta diferencia entre las creencias expresadas en palabras y las impresionantes acciones reales ante sus ojos.

Ella ya tuvo un frío presentimiento que decía "¿podría ser...?" en su corazón, cuando Lancer le preguntó acerca de la prometida de Lord El-Melloi en aquel entonces. Sin embargo, la conciencia en su corazón negaba esa probabilidad. No importa qué, para que él haga algo de esa magnitud...

Al final, incluso como su esposa, Irisviel había subestimado la crueldad de Kiritsugu.

"- Hablando de eso, esta es la primera vez que presencias mi "método de matanza", Iri."

Cambiando desde el silencio que mantuvo hasta ahora, Kiritsugu respondió con voz seca. La tenue y fría mirada que dio a Saber, se contrajo tímidamente con vergüenza mientras giró hacia Irisviel.

"No, Kiritsugu. No hables conmigo, habla con Saber. Ella necesita hablar contigo."

"No, no tengo nada que decir a ese Sirviente. No hay nada que decir a un asesino controlado por la gloria y el honor."

Sin temor, dijo palabras que insultaron a Saber mientras hablando en dirección hacia Irisviel. Por supuesto, Saber no lo dejaría en paz.

"No te atrevas a humillar a la caballería delante de mí, ¡bestia!"

Incluso si enfrentado a los gritos molestos del Rey de los Caballeros, quien levantó las cejas en furia, Kiritsugu se quedó firme como una roca. Aún no prestaba atención a Saber, fijando la mirada en su esposa en su lugar. Sin embargo, en este momento, finalmente comenzó a escupir sus palabras infinitamente.

"La caballería no puede salvar al mundo. Fue así en las historias del pasado, y así será en el futuro. Esos tipos promovieron la idea de que hay una diferencia en bien y mal cuando se trata del método de batalla, y actúan en el campo de batalla como si tuvieran orgullo. Solo porque todos los héroes de las eras estaban cubiertos con esa ilusión, ¿cuantos jóvenes crees que fueron engañados por la gloria de tal coraje y finalmente sangraron hasta sus muertes?"

"¡Eso no es una ilusión! Incluso si es una cuestión de vida o muerte, mientras sea la acción de los humanos, debe tener reglas y creencias que no permitan ninguna violación. ¡La rectitud no debe perderse! ¡De lo contrario, las interminables llamas de la guerra, una vez más convertirán a este mundo en infierno al final!"

Saber reprochó justamente. Sin embargo, Kiritsugu bufó en burla.

"Ves, justo así – justo como lo dijiste, Iri. Este gran Espíritu Heroico se atreve a pensar que el campo de batalla es mejor que el infierno.

¡Qué broma! No importa en qué era, el campo de batalla siempre ha sido un verdadero infierno. En el campo de batalla no hay lugar para la esperanza. Lo que hay ahí, sólo es fría desesperación, y un pecado llamado victoria, construida sobre el dolor de los vencidos.

Todas aquellas personas que se conocieron ahí, han plenamente admitido el mal y la estupidez de este acto llamado "guerra". Mientras la gente no se arrepienta y no lo considere como el tabú más malvado, entonces el infierno reaparecerá interminablemente en el mundo."

Para Saber, quien sólo conoce al completamente cruel, carente de emoción Kiritsugu, era la primera vez que vio el otro lado de Emiya Kiritsugu - un hombre casi aplastado por la interminable angustia y tristeza, su monólogo estaba cerca de la lamentación.

"Sin embargo, los humanos no se dan cuenta de esa verdad, no importa lo alto que levanten sus montañas de cadáveres. Eso es porque no importa en qué era, los valientes e intrépidos grandes héroes siempre han deslumbrado a los ojos de las multitudes con sus esplendidas leyendas heroicas. ¡Debido a las acciones nostálgicas de esos idiotas y su negativa a admitir que el derramamiento de sangre es por sí mismo maldad, la esencia de los humanos se ha quedado en el mismo lugar desde la Edad de Piedra!"

Quién era el blanco de la ira llenando ese par de ojos - eso ya estaba claro sin la necesidad de aclarar.

Desde el día en que las llamas de la guerra comenzaron en la tierra de Fuyuki, Kiritsugu había probablemente comenzado a mirar a las brillantes figuras de los Espíritus Heroicos ante él, aquellos quienes se enorgullecían de valor y resolución, con esa insoportable furia en su corazón.

Aquellos quienes dejaron tal heroísmo, y aquellos quienes anhelaban tal heroísmo; la ira dirigida hacia ellos y sin un lugar para dejarla salir... era un odio hacia el concepto general de "Espíritus Heroicos" que fue creado debido a las oraciones de los hombres.

"- Entonces Kiritsugu, tu humillación a Saber... ¿fue a causa de tu odio hacia los Espíritus Heroicos?"

"¿Cómo puede ser? Nunca mezclaría tales emociones personales en ello. Necesito ganar el Santo Grial y salvar al mundo. Sólo estoy usando el método más adecuado en el proceso de luchar por ese objetivo.”

Si hubiera luchado como lo había planeado antes, y si no hubiese capturado a Sola, sino que la hubiese matado inmediatamente, entonces Lancer, cuyo suministro de prana sería completamente detenido, naturalmente desaparecería. Sin embargo, lo que Kiritsugu empleó, fue una estrategia que completamente removía la posibilidad de que un Sirviente, habiendo perdido a su Maestro, formase un contrato con alguien más y regresase al campo de batalla. Basado en el resultado de la batalla contra Caster, predijo que Kayneth, quien estaba protegido por la Iglesia Fuyuki, podría obtener Sellos de Comando adicionales. Por lo tanto, preparó tal torcida y complicada trampa.

Dependiendo en el Sello de Comando del Maestro rival para eliminar al Sirviente y luego sacar al Maestro, una completa remoción del obstáculo... durante ese tiempo, lo que él exigía de Saber no era ganar sobre Lancer, sino distraer la atención de Lancer mientras Kiritsugu convencía a Kayneth, actuando únicamente como un señuelo.

"El mundo tal como es, la naturaleza humana como siempre, es imposible eliminar las batallas. Al final, matar es necesariamente malo. Si es así, es mejor acabar con ellas con la máxima eficiencia, al menor costo y menor tiempo. Si deseas calumniarlo como tonto y degradarlo como algo desagradable, entonces has lo que quieras. La justicia no puede salvar al mundo. No tengo interés en ese tipo de cosas."

"..."

Saber recordó el final de Lancer, ojos desapareciendo llenos de ira. Entonces, ella se quedó mirando los restos trágicos del hombre y la mujer, colapsados en un charco de sangre y la expresión de angustia grabada en sus rostros, y habló.

"Aun así, tú -"

Mientras Saber estaba a punto de hablar sus pensamientos, repentinamente encontró que su propia voz era más baja y más tranquila de lo que pensaba que sería. Justo se había dado cuenta de que sus complicadas emociones hacia Kiritsugu, ya no eran su enojo anterior, pero tuvo que cambiar a alguna clase de compasión.

Así es, tal vez es un hombre que debe ser digno de lástima.

¿No será él, quien necesita salvación, y no este mundo?

"- Emiya Kiritsugu, no sé a qué tipo de traición fuiste sometido en el pasado y por qué pierdes las esperanzas. Pero esa furia, ese lamento, son sin duda las cosas que aquellos quienes persiguen la justicia poseen. Kiritsugu, en tu juventud debes haber querido ser "un héroe de la justicia". Debes haber creído y querido convertirte en un héroe quien salva al mundo más que cualquiera - ¿no es así?"

Hasta ahora, las únicas actitudes que Kiritsugu había mostrado a Saber, eran completa ignorancia y frío desprecio. Pero ahora, Kiritsugu, habiendo escuchado los cuestionamientos tranquilos de Saber – los ojos que fijó en su Sirviente, mostraban otras emociones por primera vez.

Era una furia aparentemente cerca de hervir.


El sonido del escape de un automóvil perturbó el silencio de la madrugada. Luego, la camioneta que conducía Hisau Maiya, entró en el patio de la fábrica abandonada con los brillantes faros encendidos. Ella debería estar aquí para llevar a Kiritsugu de regreso a Shinto después de concluir su deber como francotirador.

Kiritsugu quitó sus ojos de Saber y caminó hacia la camioneta, ni siquiera dándose la vuelta y abrió la puerta del pasajero. Saber aún estaba hablando a su espalda. Había algo que tenía que decir no importa qué.

"Kiritsugu... ¿entiendes? Si cometes el mal debido a tu odio al mal, al final todo lo que queda será el mal. La furia y el odio que broten de ella, causarán nuevas guerras una vez más."

Ante las palabras fuertes de Saber, era como si Kiritsugu tuviese la intención de responder por primera vez y quería darse la vuelta - sin embargo, cambió de opinión al final, y dijo mientras miraba al vacío.

"Voy a detener los ciclos sin fin. Es por eso que necesito el Santo Grial."

De hecho, como si hablara consigo mismo, dijo en voz alta.

"Usaré este milagro para completar la revolución de este mundo, la revolución de todas las almas humanas. Haré del derramamiento de sangre dentro de la ciudad Fuyuki, el último derramamiento de sangre de todos los seres humanos.

Para eso, incluso si voy a cargar “todos los males de este mundo" - no importa. Si eso puede salvar al mundo, entonces gustosamente lo aceptaré."

"..."

Kiritsugu habló la decisión en su corazón con tal calma y uniformidad que incluso Saber no podía encontrar palabras para responderle.

Incluso si su método y camino eran insoportablemente malvados - su fe en la búsqueda del Santo Grial era pura y desinteresada. Ella tuvo que admitir que si había un Maestro en la guerra digno de obtener el Santo Grial, entonces, indudablemente, sería Emiya Kiritsugu.

Sin palabras, Saber observó la partida de la camioneta que Kiritsugu montó. El primer rayo del alba brilló a su lado. La noche oscura que hizo de Fuyuki un reino demoníaco había partido, y las calles una vez más se pusieron la máscara de "ordinario" bajo la luz del sol.

“¿Kiritsugu... se a ido ya?"

"- ¿Irisviel?"

Ya que Saber tuvo el tiempo de pensar acerca de la rareza de la pregunta, fue incapaz de detectar inmediatamente la extrañeza de Irisviel.

Esa mirada vacía y de asombro, el rostro pálido y el sudor bajando de su frente como una cascada...

Ella estaba probablemente sólo forzándose a sí misma mientras estaba al lado de su esposo y fingió que no había nada malo. Irisviel se desmayó tan pronto se relajó, y colapsó como si fuera un títere cortado de sus cuerdas.

Aunque Saber inmediatamente se trasladó y la sostuvo, el extraño calor saliendo del cuerpo delgado en sus brazos, le hizo darse cuenta que Irisviel ya estaba en una condición crítica.

"¿Irisviel? ¡Resiste!"


※※※※※


Por la forma decidida y valiente en que Emiya Kiritsugu declaró su tan fuerte determinación esa mañana, podía verse que eran verdaderas palabras de su corazón, sin ninguna falsedad.

Pero qué significan esas increíbles y auguriosas palabras al final - Kiritsugu finalmente lo entendió claramente unos cuantos días después.

En una desesperación más profunda que la desesperación.

En un lamento más profundo que el lamento.



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