Golden Time:Volumen1 Capítulo1

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Golden Time 1: Capítulo 1

Capítulo 1

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Tada Banri corría medio llorando.

Las calles de Tokio a la una de la madrugada, a pesar de ser "Tokio", estaban completamente a oscuras y sin rastro alguno de vida, ni siquiera una lucecita en alguna ventana. Durante el día de hoy (es decir, ayer ya), aun siendo solo abril, no vestía más que una camiseta y andaba por ahí bebiendo café con hielo, diciendo para sí, "esto es por el calentamiento global". Mas ahora temblaba de frio y nervios. Resguardaba sus manos tirando hacia abajo de las mangas de la ligera sudadera, y sus inconstantes pisadas hacían un sonido de palmetas al chocar las sandalias contra sus pies desnudos, de cualquier forma, si consiguiera llegar hasta la calle principal todo se arreglaría... Todo iría bien. Deseaba que ocurriera, y corría con toda su alma.

"Un joven a punto de cumplir los diecinueve no debería andar por ahí corriendo de noche por la calle gimoteando..." Pensé, pero entendía bien el estado de ánimo de Banri.

Si estuviera en su misma situación, también lloraría.

Llegó a la capital acompañado de su madre, que para ayudar a su hijo que comenzaba a vivir sólo, se había preocupado de los muebles de la casa, los electrodomésticos, el gas, el agua, la electrícidad y todo lo demás. Los pequeños detalles que quedaban ya estaban arreglados, y volvía a casa esa misma tarde hacia Hikari en el tren bala.

Y así es como, finalmente, comenzó la primera noche de su vida independiente. Tan solo esta noche le separaba de la ceremonia de entrada en la universidad de mañana. Aquella noche, ya muy tarde, casi al filo de las doce e incapaz de conciliar el sueño por las preocupaciones, hizo lo que suponía que hacía cualquier tokiota cuando quería distraerse: ir de una tienda de 24 horas a otra, la cuestión es que se perdió entre las calles. Peor aún, parece ser que, de algún modo, había perdido la llave de su nuevo hogar. En cualquier caso, no estaba en el bolsillo.

Banri se plantó de improviso, y deshizo el camino por el que había venido. A un lado del camino halló un mapa del área residencial. "Salvado", dijo para sí según se aproximaba y buscaba con la mirada el edificio en donde vivía ahora, "Motomachi", y trazó una línea con su dedo desde el lugar "usted está aquí". Al final, una vez se hallaba de nuevo enfrente del bloque de casas, volvío a intentar llegar a la tienda, en busca de sus llaves.

Pero... bahh, ya vale.

Si mi voz pudiera llegar hasta Banri, le diría "Pero mira bien el mapa. ¡Ese 'Motomachi' es el 'Motomachi' del barrio de al lado!" . O mejor, le diría, "Te las has dejado en el mismísimo apartamento, ¡se te ha olvidado cerrar con llave! ¡Están en la habitación!" Por desgracia, no puedo hacerlo.

Por el momento, todo lo que puedo hacer es rezar por él para que consiga de alguna manera llegar al apartamento y echarse a dormir cuanto antes para poder sobrevivir a la ceremonia de entrada de mañana sin mayores problemas. ¿Pero de verdad es tan importante ese único día de tu vida? ¿la ceremonia de entrada en la universidad para los nuevos estudiantes? Fijaos si lo es, que incluso un alma vagabunda como la mía puede entenderlo.

Yo no me imaginaba que pudiera ocurrir que las almas de las personas, incluso después de abandonar el cuerpo, pudieran sobrevivir por sí mismas y permanecer en este mundo para vigilar a nadie. Este lado de la realidad estaba oculto, y sólo ahora lo he descubierto.

Soy, para que lo entendáis, un fantasma.

Me llamé en su momento, Tada Banri.

Ya nadie puede oír esta voz nunca más, ni nadie sabe que existo.

No hago más que quedarme mirando a este nuevo Tada Banri que continúa vivo, aunque yo, su espíritu haya escapado de él.

"Joven, qué pasa---, qué pasa a estas horas---"

Súbitamente, el Tada Banri vivo se volvió y quedó deslumbrado por una luz que le daba directamente en los ojos, congelándolo lo mismo que un ciervo por las luces de un coche.

"Ah, es... Yo, estoy perdido..."

"¿Tienes alguna identificación?, ¿un pasaporte?, ¿cualquier documento que te identifique?"

"Eh, ah, uf..."

Así empezó el primer interrogatorio policial de su vida. Esta iba a ser una larga noche. ¿Esto es lo que llaman una crisis? ¿Podría ser un regalo de dios? En lo que respecta a Banri, nunca puede saberse a ciencia cierta.


* * *


Todo y nada lanzados juntos, el estado actual de sus asuntos era de “Grandes Trepidaciones” pensó Banri mientras miraba a su alrededor.

El clima, sin embargo, era verdaderamente excelente.

Una ventisca de pétalos de cerezo en flor que cayeron desde el claro cielo azul bailaron a su alrededor frenéticamente, como si quisieran pasar sus vidas tan espectacularmente como fuera posible. El auditórium, localizado entre un gran número de viejos edificios grises de oficinas, pareció dar la bienvenida al momento de drama.

La imagen parecía como sacada de un cuadro. Brotes de cerezo contra el cielo de abril. Jóvenes reuniéndose para las ceremonias de bienvenida. Tanto hombres como mujeres con su traje nuevo y sus zapatos de piel, con sus francas sonrisas por todas partes, anticipándose a la vida universitaria. Banri se sentía como tratando de escapar de aquella esquina anodina del cuadro, donde todavía se encontraba.

Delante de sus ojos pasaba un flujo constante de animadas conversaciones. La entrada del auditorio caía bajo el alero de la construcción. En ese momento, Banri y todos los demás vestían los mismos trajes nuevecitos y los mismos zapatos relucientes, llevando en sus manos los sobres con los nombres de sus compañeros. Con ojeras bajo sus ojos por la falta de sueño, no tenía el aspecto del típico novato. Su patilla derecha se curvaba en un extraño ángulo y algunos mechones de pelo se enganchaban en la oreja, estorbando, molestándole.

No pudo meterse en la cama hasta las tres de la mañana. Todo había sido un despropósito desde ayer por la noche.

Se le había metido en la cabeza, entrada la noche, ir a comprar algo, se había perdido en un vecindario extraño (¡solemne tontería!), había gozado del trato de unos policías de la zona, explicó su situación y había sido conducido de vuelta a su apartamento, consiguió conciliar el sueño con grandes dificultades, pero por los nervios, se despertó a las seis de la mañana. Aun así, pensó, es mejor que quedarse dormido, mientras se vestía lentamente y calentaba algo de arroz que dejó su madre en la nevera, después desayunó. Tras darse una ducha, se secó el pelo ya sentado en el borde de la cama. No debería haber hecho aquello. Su cuerpo templado ya por el calor de la ducha, sobre las mullidas y confortables sábanas todavía calientes, se reclinó poco a poco sin querer. Ni siquiera recordó haber cerrado los ojos. "Eh... Qué narices... Y ahora qué hago...", se dijo al darse cuenta de que ya eran las nueve pasadas. La ceremonia de apertura comenzaba a las diez de la mañana.

Temblando como un giñol, cayó preso del pánico frente al espejo, tenía el pelo hecho una birria por haberse dormido con él húmedo, pero ya no tenía tiempo de volverlo a lavar. Se lo apañó con el secador como pudo, se coló dentro del traje y salió despedido del apartamento. Ahora sí que estaba de verdad a punto de llorar. Dos trenes más tarde de lo que debía, los zapatos bien, pero los calcetines equivocados. Sin darse cuenta siquiera, se había puesto los de correr. Y como es lógico, con sus zapatos nuevos aún duros, cuando se sentó, notó la corriente de aire que rondaba los tobillos. Se sintió realmente impotente.

Dió un esprint desde la estación, y mal que bien consiguió llegar a la ceremonia de bienvenida a tiempo. Tras sentarse en su sitio, se arregló y aguantó como un perfecto novato mientras se daba la bienvenida a los visitantes, a pesar de verse desvinculado de la gran ocasión. Y no era por falta de sueño, ni por los pelos revueltos.

Era porque se dió cuenta de que era el único que estaba completamente solo.

No era que se mantuviera al margen para observar la escena: el sitio estaba repleto de gente hablando una con otra. Era porque todos tenían alguien con quien hablar. Como si hubieran venido todos a la vez del mismo instituto, ya habían formado grupos de amigos, chicos y chicas juntos, y de no ser así es que se encontraban sentados con sus padres. Por lo general.

"¡Los padres de hoy en día no van a las ceremonias de bienvenida a la universidad!" "Vale en la Toudai, pero aquí es pasarse un poco. ¡Todo el mundo va a pensar que soy un niño mimado!" "¡Qué tontería!" "¡Te digo que los padres no vienen a las ceremonias de entrada!" A fuerza de quejarse, la madre de Banri había se había vuelto a casa un día antes de la cuenta. "Por si acaso, traje esto, ¿OK?", había dicho, entonces puso una entrada para el ceremonio de vuelto en su billetera. Como sea. No había estado deseando seriamente que no viniere. Pero entonces había quejado absurdamente como un chiquillo, "No quiero que vengas.", en lo que él pensaba era una relación normal entre madre e hijo.

Y ahora, habiendo llegado aquí, ya desanimado, pero sobretodo sintiéndose culpable de ser infiel a sus padres. Le pesaba eso. Ni le había despedido. La espalda de su mamá había ido a la entrada norte de la estación "Yaesu", desapareciendo cuando le vió salir.

Sin darse cuenta, dejó un suspiro patético, mientras se paraba todavía en la entrada, viendo el color del pelo de la genta bajando las escaleras, riéndose juntos.

De donde se paraba, no podía ver a nadie mas que se quedaba a solas. Se sobió sus ojos con sus dedos. Quizás era polen, o posiblemente falta de sueño, pero sus ojos le picaban extrañamente. Alguien que se había olvidado de su pañuelo por cierto no habría traido gotos óticos tampoco.

La cosas no parecían buenas--- sí, aun desde acá, parece que las cosas van a seguir andando mal.

"¿Vas por tren? ¿O a pie?"

"¿Para qué me voy a molestar de ir a la estación? Me hace cansado no mas. Prefiero caminar."

Delante de los ojos del Banri, paralizado, dos chicos pasaron caminando, vestidos de terno, soltando sus corbatas.

Desde el auditorio, tenía que hacer su camino a la orientación de los nuevos matrículados, una hora mas tarde en el parte de la universidad que pertenecía a su especialidad. Habiendo dicho eso, según el mapa que se le había entregado, estaba solo una estación de metro de lejos. Aunque él era recién llegado al capital, eso no quería decir que él había llegado de la selva, ni tampoco que estaba tan nervioso en cuanto a lo tenía que hacer. Lo que estaba confuso del punto de vista de Banri era que la gente saliendo del auditorio, por alguna razón, estaba dividiéndose en dos.

Quizás la gente yendo al norte estaban en camino a la estación. Los que van al sur estarán caminando. Con el clima tan buena, él quería caminar, pero la ruta para caminar no estaba indicada en el mapa. La memoria del disastre de anoche todavía fresca en su mente, él no quería perderse de nuevo en las calles. Pero si no podía ir a ningún lugar por si mismo... pero sale que... él se quedaba parado, todavía dudando por un rato, y entonces Banri por fin se decidió y bajó las escaleras a la calle.

Normalmente preferiría caminar de todos modos, pero después de todo lo que había pasado, él simplemente siguió a los demás. "Desde este punto, somo tres!", dijo en voz baja hacía las espaldas de los dos delante de él. Los dos estaban vestidos en ternos de plomo oscuro, igual como Banri mismo.

Todavía faltando el coraje para hacer conversación, el Banri siguía tras ellos, haciendo el mismo paso. Aunque estaba un poco incómodo por ahora, eventualmente sus clases y estudios les haría que se acerquen como amigos. Diría cosas como, "Honestamente, estuve deprimido en el ceremonio de entrada, pero nos pusimos juntos mas tarde", y entonces podrían reírse de todo aquello. Sin notar que el Banri les seguía, los dos siguieron caminando a paso. Al fin todo el grupo de nuevos estudiantes habían fluido fuera del auditorio, como un rio juntándose, entonces pasando a la ciudad del mediodía y mezclándose con la gran cantidad de gente pasando por alrededor. Si no miraras con cuidado, podría salir confundiéndose entre los estudiantes nuevos y los empleados de negicios. Y,

"Oye, hace bastante calor hoy, ¿no? Vamos a comprar helados."

"¿De veras?"

Él de la derecha habló de repente. Mirando al detrás de su cabeza, las cejas del Banri subieron sin que el se diera cuenta.

—De verdad. ¿Por qué no paramos en la siguiente tienda de conveniencia? Comeré helado.

¿En verdad quieres comer helado justo ahora? ¿Cuando la ceremonia de inauguración acaba de terminar, y quieres comer helado de una tienda de conveniencia a medio camino a la orientación, y el tiempo es limitado? Miró al lado izquierdo de la cabeza del chico. —Olvídalo. — ¡Tú el de la izquierda, dí algo! No tenía idea de que iba a hacer mientras ellos comían helado.

—En ese caso yo también tendré que hacer algo. Tiene que haber un 7-11 por aquí en alguna parte.

—Seh, había un 7-11. ¿Pero me pregunto dónde?

No escucharon el mensaje tácito de Banri. Yéndose del lento torrente de transeúntes, los dos doblaron hacia una calle estrecha.Este fue el momento en que él tuvo que haberse despedido de ellos, quedándose con el otro novato. Banri debió haber hecho eso, pero sufrió un desliz en su juicio. Continuó caminando derecho hacia delante, no era fácil distinguir los novatos de la gente de negocios inmediatamente, así que sin siquiera pensarlo él recorrió toda la calle junto con los dos. “Ah ah ah”. Ignorando a Banri, cuya consciencia intentaba tranquilamente hacer que se apresurara, los que decían cosas como: “Hmm 7-11, 7-11. ¿Por aquí? ¿por allí?” Esos dos mantuvieron la calma y tranquilidad mientras pasaban por calles desconocidas para ellos. Quizás querían deshacerse de él… entre dudas de ese estilo, él dio vuelta a izquierda y derecha, extraviándose de esta forma del camino correcto.

—Ah, no era un 7-11 después de todo.

Estaban en frente de un Family Mart.

Los dos entraron a la tienda sin dudarlo, sin notar aun la presencia de Banri, quién estaba parado allí pestañeando rápidamente por la ansiedad. Sin saber qué más hacer, él hizo lo mismo, dejando una distancia corta entre ellos. Les dio la espalda, fingiendo leer las revistas, mientras los dos pescaban en la vitrina de los helados. Después de unos diez segundos, afirmó su resolución, “Yo también tendré que comer”. Con el objetivo de lucir normal, se figuró que solo tendría que hacer lo mismo que esos chicos hacían. Luego de mirar de soslayo para asegurarse que los dos chicos habían ido a la caja registradora con sus helados en mano, poniendo su expresión más inocente de todas, miró con atención la vitrina de los helados. Para no perder tiempo en la elección, él agarró el primero que estaba a su alcance, “Ah… Quiero un poco de helado después de todo…” haciendo una cara tal mientras los dos pagaban su compra, él se puso en fila de la caja registradora detrás de ellos. Sin embargo,

—Pero por supuesto, después de aquí tenemos la orientación, y el helado podría ser un verdadero problema. No nos queda mucho tiempo, tal vez deberíamos cambiar de idea.

—Bueno, tal vez sí. ¿Deberíamos solo irnos? Disculpe, la registradora es toda suya, nosotros nos vamos.

—¡¿Ehh?!

Los dos cedieron muy educadamente su turno en la fila a Banri y fueron a poner los helados de vuelta en su lugar. Al empleado de medio tiempo de la tienda ni siquiera le importó. —El siguiente, por favor. —dijo, haciendo que Banri avanzara. Sin tener idea sobre qué otra cosa hacer, él le entregó le entregó el helado de mala gana, sacó su monedero, y a falta de cambio, extraje un billete de 10.000 yen. —Primero el cambio más grande—, cinco-mil, seis-mil, siete-mil. —Ahora el pequeño—, tintineo, tintineo, tintineo. Obtener su vuelto le tomó mucho tiempo, y durante esos momentos, los dos se fueron de la tienda.

…¿Qué rayos? ¿Qué se supone que haga?

Impresionado y rígido, dijo “no gracias” al ofrecimiento de una bolsa, tomó el helado tal como estaba, y mientras retiraba su monedero, Banri salió de la tienda ofuscado. “¿Qué camino tomaron esos dos?”, no podía encontrar las figuras de esos dos chicos. “Cálmate por ahora, todavía no estoy pérdido", se recordaba a sí mismo. “Llegamos por este camino, y entonces quizás, por ese otro camino. Sé todo eso, no hay problema”.

Cuando lo miró, se dio cuenta que lo que había comprado era un Gari-Gari-Kun. Lo que sea, a comer. Solo debería empezar a preocuparme después de eso. Banri sacudió su cabeza para aclarar su mente que había entrado en pánico, y entonces, desenvolvió su helado. La barra color soda estaba dura por haber sido demasiado congelada, así que después de morderla, “Tengo que posponer el momento de comer esto”, notó.

Inhaló proffuuundamente.

—…¿Qué es esto?...Qué estoy haciendo…

Qué idiota.

Cuando se dio cuenta, la orientación que-tenía-apariencia-de-ser-importante estaba a unos treinta minutos aproximadamente. Sin tener idea de dónde estaba, comía helado solo en frente de la tienda de conveniencia. La figura de un idiota que había caído demasiado profundo en una situación poco razonable se reflejaba en el espejo montando en la máguina de imágenes ID que estaba al otro lado de la calle.

Él tenía puesto un traje gris oscuro, con un gran sobre verde claro. Sostenía un helado de agua en una mano. Su cabello, que caía sobre sus mejillas sonrosadas, era mucho más claro de lo que se esperaría. No obstante, al morder el helado, sus rasgos lucían mucho más compuestos de cómo el los había percibido antes. Incluso en un momento como este, “Wow. Si me miras con más objetividad, soy bastante…” pensó Banri, colocando su mano sobre su mentón, pero

—¿…Quéé?

Se dio cuenta que la imagen del espejo no se movía junto a él. Como a un tonto que ha sido descubierto, volteó.

Lo que era reflejado en el espejo de la maquina de fotos ID no era él.

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