Gekkou:Volumen 1 Dulce Pesadilla

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Dulce Pesadilla

En el salón del personal después de cerrar.

—Me gustaría que me acompañaras a mi casa— solicitó Tsukimori después de cambiarse al uniforme de la preparatoria.

—Acompañarte a tu casa...?— Repetí cautelosamente como un loro.

—Ya sabes, siempre siento la mirada de alguien en mí en el camino de la cafetería a la estación de tren...

Ella dio un escalofrío.

—¿No estás siendo paranoica?— quise decir al principio, pero lo reconsideré porque era bastante posible en su caso. Después de todo, era sin duda llamativa. En su lugar, le sugerí:

—Si es ese el caso deberías consultar a la policía en lugar de a mí.

—¡Muy débil, Nonomiya! ¡Eso es de ser muy débil! ¡Vamos, sé un hombre y protéjela!

Mirai-san, que aparentemente había escuchado la conversación, golpeó una mesa cercana a ella. El personal cercano se volteó, sorprendidos, para ver lo que estaba pasando.

—No quiero presumir pero sinceramente no tengo confianza en mi fuerza, incluso si fuera atacada por un acosador, lo mejor que podría hacer sería interponerme y recibir los golpes yo mismo.

—No estás presumiendo en absoluto, pero si eres un hombre de verdad deberías luchar fieramente de igual a igual, ¡incluso si hace falta jugarte el cuelloǃ

—Tengo la impresión de que serías una mejor guardaespaldas que yo, Mirai-san.

—¡Idiota! Soy una joven dama, ¿sabes? Yo también necesito ser protegida.

Me encogí de hombros exageradamente y eché un vistazo a las caras del resto del personal. Solo podían responder a mi mirada con sonrisas torcidas porque la temían, pero sus verdaderos pensamientos muy probablemente debían ser iguales a los míos.

—Muy divertido, ciertamente.

¿Eh, tu cara parece que quieras quejarte?

Mirai-san se acercó a mí con ojos brillantes.

—Mirai-san, déjalo estar. Si Nonomiya-kun se niega tan inflexiblemente, no hay nada que se pueda hacer al respecto. Haré todo lo posible para llegar a casa sola...— Tsukimori suspiró y avanzó hacia la entrada.

Justo antes de cerrar la puerta—


".......Haah..."


Soltó tal soplido que resonó por toda la sala.

Todas las miradas se centraron en mí a la vez, cada una de las cuales era reprochable. Un amigo cercano puede convertirse en un enemigo cercano, en efecto.

—Acompáñala, Nonomiya-kun— dijo el gerente, poniéndose de parte de Tsukimori como los demás—.

Gracias a eso, todo el personal empezó a criticarme. Fui atacado por todos lados. Por todos sin excepción. Iba a convertirme en el tipo malo.

—De acuerdo, de acuerdo, lo he entendido, voy a acompañarla a su casa, ¿vale?— gemí y salté de la cómoda sala de profesores para correr tras Tsukimori.

Para mi sorpresa, me encontré con ella inmediatamente después de salir de la cafetería.

Tsukimori estaba apoyada en una cabina telefónica frente a la cafetería, esperando debajo de una farola como la reina de la noche.

—Sabía que vendrías.

Ella me vio y sonrió como una flor floreciente, revelándome que mi acción no era inesperada en absoluto.

Miré hacia el cielo nocturno para reprimir mis emociones hirviendo. Una luna creciente me sonrió esa noche.

—No es justo.

—¿Qué quieres decir?

—¿Qué estás tramando?

Eso no es agradable, ¿sabes? Ya que soy mujer tengo mucho miedo de caminar sola por la noche, ¿sabes?

—Si es así, ¿por qué no le has pedido a tu madre que te recogiera, o preguntado a cualquier otro entre los demás, o contactar la policía?

Como siempre, parece que no tienes ni idea de cómo funciona el corazón de una chica. Quería que me acompañaras a casa.

Ella rió como si estuviera canturreando y unió su brazo en el mío. ¿Sería el champú? Me preguntaba en silencio como podía percibir una dulce fragancia de flores de ella.

—Vámonos.

De mis experiencias hasta ahora había aprendido que uno no podía liberarse tan fácilmente una vez Tsukimori había tomado la iniciativa, pero también era un hecho que yo, sólo a regañadientes aceptándolo, sin duda no tenía naturaleza sumisa.

Por lo tanto, los pocos metros durante los cuales mi brazo estuvo presionado contra su pecho de lleno fueron la más pura humillación para mí.

Me encontraba desesperanzado porque por solo un segundo pensé que mientras Youko Tsukimori en su esencia era la mujer con más mal carácter del mundo, su suave pecho era perfecto.

—No voy a huir, así que por favor, detén esto— le supliqué suspirando y finalmente se soltó.

—Muy mal. Ahora que habíamos conseguido crear tal buen ambiente.

Tsukimori estaba siendo hosca, pero sus pasos seguían siendo ligeros.

Mientras miraba su cabello negro bailar detrás de ella, solté un fuerte suspiro.

Podría imaginarse sin decirlo, pero mis pasos eran pesados.


Nos subimos a un tren que salía de la ciudad que además durante cuatro estaciones dio un buen traqueteo. Cuando bajamos a nuestro destino llegamos a una zona residencial de las afueras.

—Vivo por allí. A pocos minutos a pie de aquí.

Tsukimori señaló una colina. Vi inmediatamente que nos costaría mucho subir, mirando todas las pendientes y escaleras que se podían ver allí. La vista solo me había desanimado.

—No frunzas el ceño. Salir conmigo significa ir hasta allí con todo lo que comporta ¿sabes?

—Mis condolencias a tu novio.

—No te preocupes, te acostumbrarás después de un tiempo.

Tsukimori se alejó sin preocuparse por mis pocos espíritus.

—Mira, las estrellas están preciosas esta noche— dijo, sonando tranquila.

Ya que había llegado hasta aquí desde tan lejos, la seguí a regañadientes.

Estábamos en una tranquila área residencial más bien acomodada.

Las calles estaban iluminadas con brechas relativamente cortas, pero seguía habiendo un aire misteriosamente oscuro a nuestro alrededor. Tenía que admitir que el escalofrío que había mostrado antes podría haber sido algo más que una actuación.

Como era de esperar, me encontraba completamente agotado en el momento en que paramos. Tsukimori, que estaba acostumbrada, no mostró ningún indicio de tensión, haciéndola parecer más irritante que nunca para mí.

—Ya hemos llegado— proclamó Tsukimori y se paró frente a la entrada.

Era un gran edificio blanco. El término "mansión" podría ser apropiado.

Ya que su padre había sido el director de una empresa de diseño de construcción, contaba con un diseño bastante elegante, construida con tetraedros sistemáticamente reunidos, dándole una sensación geométrica en general. Habría asentido con la cabeza si alguien me hubiera dicho que era la casa de un físico.

No había luz en el interior, por lo que su madre aparentemente estaba ausente.

Mientras curiosamente miraba hacia la casa, Tsukimori tiró de mi manga.

—Ya que estás aquí, ¿por qué no entras?

Su propuesta era muy sospechosa y casi clamaba a ser puesta en duda.

Sabía que sería un problema si alguien se enterara de esa visita. Si, además de eso, los chicos de la escuela se enteraran de que nadie más había estado en la casa en ese momento, los rumores que podrían surgir de tal cosa superaron mi imaginación. Especialmente en el caso de Kamogawa... Ni siquiera quería pensar en ello.

A estas alturas estaba seguro de que todo había sido un acto suyo para hacerme entrar en su casa. Sin duda me llevaría al camino equivocado si su plan tuviera éxito.

—Buena idea, ya que tengo mucha sed, ¿puedo beber algo?

Sin embargo, acepté su oferta porque era una oportunidad muy rara.

Aunque de hecho había suspendido la duda por falta de progreso, no me había detenido en absoluto. La sospecha debido a la receta del asesinato seguía ardiendo en mi mente.

Originalmente yo esperaba que el nuevo progreso viniera de asociarme con ella y aprender más sobre ella, pero todos mis intentos habían permanecido infructuosos. Cuanto más estaba me acercaba a ella, menos comprendía su verdadera naturaleza. No tenía ni idea de cómo distinguir entre sus bromas y sus declaraciones serias. En otras palabras, era tan resbaladiza como una anguila.

Por lo tanto, había llegado a la conclusión de que sería mejor acercarse a su madre. Por lo que había visto en el funeral, no era una persona tan complicada como Tsukimori. No debería ser necesario sondear a Tsukimori para averiguar sobre su relación con su padre.

Seguí a Tsukimori hasta la casa. No se oía ningún sonido en el interior.

Mientras me quitaba los zapatos en la entrada, le pregunté:

—¿A qué hora regresa tu madre?

—¿No me digas que tienes un punto débil por las mujeres mayores?— se burló Tsukimori con una carcajada.

—Por lo menos más que por ti— respondí, con un rostro serio como tiesto.

—Esto es muy fuerte, aunque se quiera decir como broma.

Tsukimori sacudió la cabeza mientras sacaba algunas zapatillas para nosotros.

Parecía que yo había tomado la iniciativa.

—Mi madre ha salido y volverá tarde. ¡Hoy es tu oportunidad!

—.. ¿A qué clase de oportunidad te refieres, me pregunto?

Empujé su cabeza lejos, ya que se había acercado a mirar mi cara.

Y el liderazgo volvió a Tsukimori.

—Solo quería presentarme a ella ya que estoy aquí.

—Oh, eso me agrada oír, ¿finalmente te has abierto a mí?

—No sé cómo te has tomado mis palabras, pero déjame asegurarte que estás equivocada.

La seguí hasta el salón.

—Voy a traer algo de beber, así que ponte cómodo en el sofá.

Tsukimori desapareció en la habitación vecina, encendiendo la luz allí. La mitad de una cocina de sistema bien equipada se dejó notar en mi vista.

Dejé que mi mirada recorriera la sala de estar.

Al igual que el exterior, la residencia de los Tsukimoris parecía bastante respetable desde el interior: había un sofá de cuero con un brillo ámbar y una mesa de vidrio de forma rara que incluso un aficionado podría identificar como una mesa de diseño. Además, me pareció ver una televisión LCD aterradoramente grande, lujoso equipo de alta calidad. Los rumores eran ciertos: eran una familia muy rica.

Para mi decepción, sin embargo, no había nada especial aparte de eso, como un objeto que me hubiera servido como pista para saber acerca de la relación de Tsukimori con su padre.

Bueno, era natural que nada extraño estuviera colocado en la sala de estar donde mucha gente entraba y salía. Por desgracia, sin embargo, no tenía ningún pretexto que me permitiera registrar las otras habitaciones tampoco. No pude evitar sentir que había perdido la rara oportunidad de entrar en su casa.

Todavía estaba tambaleándome de decepción cuando Tsukimori regresó con una bandeja de bebidas.

—¿Espero que vaya bien té negro?

—Perfectamente.

Tenía la intención de salir después de vaciar mi taza. No había ningún motivo para permanecer por demasiado tiempo. Sin embargo, Tsukimori aparentemente había leído mis intenciones:

—¡Como si estuvieras en tu casa! Mañana es sábado, así que no hay necesidad de apresurarse, ¿verdad?

—¿Estás loca? Soy un hombre, ¿sabes?

Para librarme de mi frustración mis palabras se volvieron un poco ásperas. Me di cuenta de que estaba actuando muy egoístamente, ya que ella no tenía la culpa de que yo hubiera establecido mis propias expectativas tan altas.

—Eso sólo soporta mi argumento! Un hombre nunca debe dejar a una mujer ansiosa detrás sola.

Pero esta es tu propia casa.

—¿Crees que los acosadores se preocupan por estos obstáculos?

—¿Cómo podría saber cómo un acosador piensa? En primer lugar, esa historia me suena muy sospechosa de todos modos.

—Lástima, — Tsukimori suspiró ligeramente— ciertamente haces todo lo posible para que no me salga con la mía, Nonomiya-kun.

—Esa es mi línea, ¡me has llevado de la nariz todo este tiempo!— me opuse con prontitud.

Naturalmente, era incapaz de aceptar que mi oponente me impedía decir lo que había estado constantemente en mi mente. Un momento después, susurró con una voz demasiado fuerte para ser un monólogo:

—... Me pregunto si debería consultar a Mirai-san sobre Nonomiya-kun...

Casi escupí mi té negro.