Spice & Wolf ~Versión Española~: V03 Cap 02

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Esta traducción ha sido realizada a partir de la versión inglesa de esta misma página (enlace) realizada por Judgment26.

Estado

Comenzada por Clead DE. HeavenHell 16:13 28/08/08

Traducción 25%.

Capítulo 02

Es sabido, que incluso incluso sumido en las peores circunstancias, un comerciante será capaz de dormir por la noche.

Y aunque Lawrence había estado recapacitando en todo momento si Horo se iría o no, cuando quiso darse cuenta, el sonido de los pajaros cantando que apenas entraba por la ventana le despertó.

Lawrence no era de los que se dejaban llevar y saltaban de la cama impulsivamente, pero cuando se atrevió a mirar la cama de al lado y comprobó que Horo seguía ahí, no pudo sino dejar escapar un suspiro de tranquilidad.

Lawrence se levantó de la cama, abrió la ventana, y se asomó fuera. Aunque de por sí hiciera frío dentro, el aire matinal lo era incluso más. El aliento que expulsaba de su boca era más blanco que la propia niebla.

Pero en realidad, el cielo estaba despejado y brillante, era una mañana bastante buena.

La gente había empezado a aparecer en la gran calle que había frente a la posada. Mientras Lawrence observaba los mercaderes locales, que se levantaban incluso antes que los madrugadores vendedores ambulantes, realizó un recordatorio mental de la agenda de ese día antes de soltar un "Perfecto" para automotivarse.

No pensó que fuera totalmente para arreglar el fallo de la noche anterior, sino que para disfrutar por completo del festival que empezaría el día siguiente con Horo, lo mejor era que se encargara de los asuntos menos importantes hoy mismo.

"Lo primero que debo hacer es vender los clavos que traje de Rubinhagen," pensó Lawrence mientras se alejaba de la ventana.

Aunque hubiera sido capaz de dormir con ello, Lawrence aún se sentía un poco incómodo, aun con eso intentó despertar a su compañera que todavía estaba durmiendo profundamente, y con esa idea fue hacia su cama. Conforme empezó a hacerlo, se extrañó.

Acostumbrado a que Horo durmiera hasta el mediodía como un aristócrata, Lawrence no se preocupó mucho por el hecho de que todavía siguiera durmiendo, pero se dió cuenta de algo.

Horo no estaba roncando despreocupadamente como solía hacer.

"No puede ser..." pensó Lawrence mientras alargaba su mano. Horo pareció darse cuenta. Y sus mantas que la cubrían la delataron.

Lawrence levantó las mantas suavemente.

Y dejo escapar un suspiro.

La cara de Horo apareció de entre las mantas, con una expresión aún más tierna que la de un gatito abandonado.

"¿Cogiste otra resaca?"

Lawrence imaginaba que era demasiado doloroso para Horo mover su cabeza al ver que sólo respondió moviendo lentamente sus orejas.

Lawrence estaba deseando decir cualquier cosa para regañar a Horo, pero recordando lo ocurrido en la noche anterior, se tragó sus palabras. De todas formas, no creía que le prestara demasiado atención.

"Prepararé una jarra de agua para más tarde, y un cubo por si acaso. Sé buena y duerme."

Lawrence queriendo remarcó las palabras "sé buena," aunque Horo sólo era capaz de responder moviendo sus orejas lentamente.

Incluso si lo dijera miles de veces, sería imposible para Horo ser buena y hacer lo que el dijera. Pero, viendo como estaba sufriendo, parecía improbable que se atreviera a salir sola. Además, tampoco sería capaz de coger sus cosas e irse mientras Lawrence no estuviera. Pensando esto, Lawrence se tranquilizó un poco.

Por supuesto, Lawrence había considerado que todo esto fuera un simple montaje de Horo, pero sin importar lo bien que le saliera, era imposible que tras todo lo que bebió ayer no tuviera una verdadera resaca.

Y tras sopesar atentamente todo esto. Sin decirle nada más, y sin hacer mucho ruido preparó sus cosas para salir. Cuando estaba todo preparado de nuevo se acercó a Horo, que no podía ni girarse, y le dijo:

"El festival no empieza realmente hasta mañana. No te preocupes."

La apenas viva y sin fuerzas cara de Horo, que parecía sufrir más allá de lo imaginable, oyendo esto se mostró algo más tranquila. Viendo esto, Lawrence no pudo evitar reirse.

Para Horo parecia que el festival fuera mucho más importante que el sufrimiento de una resaca.

"Volveré por el medio día."

Horo no reaccionó ante esto; parecía que no le importaba lo más mínimo.

Lawrence sólo podía sonreir forzadamente a semejante reacción. Justo ahora, Horo abrió sus ojos poco a poco, y una sonrisa apareció de la comisura de sus labios.

Horo parecía haber querido hacerlo queriendo.

Lawrence se encogió de hombres antes de volver a tapar a Horo con las mantas. Estaba seguro de que ella se estaría riendo debajo de ellas.

Incluso si se estuviera riendo de el, parecía como si la discusión del día anterior se había olvidado, con lo que Lawrence pudo sentir cierta relajación. Antes de irse, Lawrence volvió a mirar hacia ella una vez más. La parte de la cola que salia de las mantas se balanceó dos veces, como despidiendose.

"Supongo que le compraré un buen desayuno cuando vuelva,"

Pensó mientras cerraba la puerta.




Por norma, el gobernador de cualquier pueblo no aceptaba que la gente realizara ventas antes de que la campana sonara marcando la apertura del mercado; esto era también especialmente cierto para los negocios que se hicieran en el propio mercado.

Aunque claro, dependiendo de si era alguna situación especial, esta regla no seguia tan estrictamente.

En Kumerson, mientras se celebrará la feria, para balancear los accesos en masa seguidos de la apertura, algunos eran hasta casi animados a no seguir este horario.

Como resultado, incluso siendo tan temprano, que apenas estaba a empezando a asomar el sol desde detrás de los edificios, un gran número de mercaderes ya estaban trabajando en la plaza del mercado, la cual se extendía a casi toda la plaza sur de Kumerson.

En el interior del mercado se podían ver cajas de madera y montones de sacos en todas las esquinas, al igual que cerdos, gallinas y cualquier otro tipo de animal para comerciar atados en pequeñas zonas situadas entre las mercancias y el puesto de venta. Además, debido al hecho que de esta región tan lejana al mar, Kumerson era el pueblo con mayor exportación de pescado, y se notaba en que sencontraba hasta pescado vivo nadando en grandes barriles parecidos a los que había visto en los carros de Amati el día anterior.

De la misma manera en que Horo sería incapaz de calmarse al ver tantos puestos de comida, Lawrence se había animado al ver tal variedad de mercancias.

¿Cuánto podría ganar llevando tal objeto a tal ciudad? Si hay tanto stock de algo, quiere decir que en algún lugar ha habido sobreproducción, ¿por lo que el precio debe ser menor allí? Pensamientos como estos llenaban la mente de Lawrence.

Cuando Lawrence se convirtió en un vendedor ambulante, debido a que no conocía nada de los precios de varios objetos, casi que lo único que podía ir de un lado a otro en el mercado. Ahora, sin embargo, era capaz de entender el sistema de precios en muchos productos casi sin pensarlo.

Una vez que el comerciante ha entendido completamente la red de relaciones de los productos, se convierte en un alquimista, capaz de sacar ganancias de cualquier cosa aprovechándose de esta red de relaciones. (NdT: he añadido una coletilla para explicar el significado de alquimista piedras->oro)

Lawrence no pudo evitar sentir cierta vanidad tras una descripción tan bien sonante, pero pronto se acordó de su fallo en Rubinhagen, devolviéndole una sonrisa forzada.

Intentar abarcar todo avariciosamente a menudo llevaba a grandes equivocaciones.

Respirando hondo para serenarse, Lawrence volvió a dirigir su carro hacia el mercado. El puesto de venta al que llegó finalmente se encontraba haciendo negocios como cualquier otro aunque no hubieran dado la señal. El dueño del puesto solía ser un vendedor ambulante como Lawrence, y tan sólo era un año mayor que Lawrence. Como fuera, ahora poseía un puesto en el mercado que hasta tenía techo. Y aunque no fuera un puesto demasiado grande, era, y Lawrence estaba totalmente seguro, un verdadero y bien asentado vendedor de trigo. En lo referente a este punto, tanto el dueño como el resto de personas lo consideraban sólo posible gracias a la bendición de la diosa suerte. Pero, sin importar como fuere, cumplía con la característica que definía a los comerciantes de los pueblos de esta región, tener la barba cuidada de forma que sus caras tuvieran forma cuadrada, y el dueño de este puesto cumplía totalmente con esta norma.

En el momento que vió a Lawrence, el vendedor de trigo llamado Mark Cole parpadeo unas cuantas veces mostrando su asombro, mostrando tras eso una sonrisa y saludándole con un gesto de su mano no excesivo.

El mercader que había estado negociando con Mark también se giro hacia Lawrence y le saludó con la cabeza. Ya que los encuentros fortuitos a menudo llevaban a hacer buenas ganancias, Lawrence le respondió con su sonrisa de cortesía, y le hizo señas para que no se preocupara y continuara con la negociación.

"Ri, si bon dia mito. Vant errje."

"Haha. Pireje, bao."

Parecía como si la negociación casi había terminado. Las palabras con las que se comunicaban Mark y el comerciante pertenecían a un lenguaje que Lawrence no entendía. Finalmente, el comerciante extranjero se fue no sin antes mostrarle a Lawrence una sonrisa de cortesía según se preparaba para irse.

Lawrence memorizó la cara del comerciante de manera que le pudiera reconocer si se volviera a encontrar con él en otro pueblo.

Acciones tan tontas, repetidas durante varios años, significaban potencialmente el acceso a beneficios inesperados.

Lawrence esperó hasta que el comerciante, que en principio parecía que vino desde alguna zona del norte a hacer negocios, se perdiera entre la multitud para bajarse de su carro.

"Parece que interrumpí vuestros negocios."

"No te creas. Ese hombre tan sólo vino a contarme fanáticamente sobre lo maravillosa que era la diosa de la Montaña Pitora. Menos mal que viniste a salvarme,"

Y según lo dijo se sentó en una tabla de manera mientras enrollaba una hoja de papel hecho de piel de cabra, sonriendo con cara de que había tenido suficiente charla con el comerciante anterior.

Al igual que Lawrence, Mark pertenecía a la Asociación de Comercio de Rowen. Se conocieron debido a que coincidieron en un mercado en la misma época del año para ambos hacer negocio. Ya que se conocían desde apenas ser aprendices de comerciantes, se hablaban de una manera resuelta y sin tanta formalidad entre ellos.

"Si lo hubiera sabido antes, no habría aprendido su lengua. Porque aunque no sean desagradables, tan pronto saben que entiendes su idioma, comienzan a proclamar enérgicamente sobre la gracia de su dios local."

"Comparado con un Dios que no es capaz siquiera de salir de su templo lleno de monedas de oro, tal vez un dios local en verdad preste su gracia divina,"

dijo Lawrence. Habiendo escuchado esto, Mark se dió unos golpecitos en la cabeza con el papel enrollado, y le respondió con una sonrisa rápida:

"Jaja, debe ser verdad. Por si fuera poco, tengo entendido que la mayoría de las diosas de la cosecha son bellas mujeres."

En la mente de Lawrence se apareció la cara de Horo, haciéndole sonreir y asentar con la cabeza.

Aunque , se guardó el pensamiento de: "Pero difíciles de tratar" para sí mismo.

"Pero, no hablemos más sobre esto, no me gustaría que me regañara mi mujer. Hablemos de negocios. Seguro que viniste a hablar de ello, ¿me equivoco?"

La expresión de Mark pasó de casual hasta alcanzar una expresión que posiblemente usara al hacer tratos. Y es que aunque no hiciera falta que andaran con formalidades, su relación estaba, después de todo, basada desde el punto de vista de comerciantes calculadores. Lawrence cambió hacia una expresión seria también antes de decir:

"He traido clavos de Rubinhagen. ¿Te interesaría comprarlos?"

"¿Clavos? Aunque no lo creas, llevo una tienda de trigo. ¿Acaso has escuchado en alguna parte que la gente empezara a cerrar con clavos los sacos de trigo?" respondió Mark.

"Sólo estaba pensando que muchas personas del norte vendrían aquí para prepararse en todo lo necesario para el largo invierno que se avecina. Pensé que quizás podrías vender clavos junto a tu trigo. Ya que contra la nieve, necesitaran clavos para reparar sus casas ¿verdad?"

Mark dibujó con sus ojos un circulo en el aire antes de continuar con Lawrence.

"Existe la demanda de hecho, pero clavos eh... ¿Cuántos traes?"

"120 clavos de 3d (NdT: Conocido como Penny. Se trata de un signo inglés que equivale a una libra de peso, lo que hace referencia al peso en libras de 1000 clavos. Esto merece una reedición, pero estuve pensando las mejores formas de representar el tamaño, y esta fue la mejor que encontré), 200 de 4d, y otros 200 de 5d. Si me preguntas por la calidad, traen consigo una carta que la garantiza por la Asociación de Herreros de Rubinhagen."

Mark se rascó las mejillas con el rollo de papel de cabra y suspiró suavemente. Era un hábito de los comerciantes que vivían en las ciudades provocar a la gente de esta manera.

"10 Rumiones y medio y te los compraré," dijo.

"¿Qué valor de cambio tienen los Rumiones en monedas de plata de Trenni?"

"Era 34 justo cuando ayer cerraron el mercado. Por lo que te estoy ofreciendo... 357"

"Demasiado poco."

Esta cantidad era menor que la que tuvo que pagar Lawrence en la compra. Oyendo la inmediata respuesta de Lawrence, Mark dijo encogiendose de hombros:

"¿Acaso no has oido las noticias acerca de la caida de precios en armaduras y armas? Y es que debido a que la expedición de este año de las tropas nórdicas, se están vendiendo éstas a precios exageradamente bajos. En otras palabras, ha crecido la cantidad de metal fundido, llevando esto a una posible caida de precios en los clavos. Si me preguntas, si comprara tus clavos a 10 Rumiones me parecerían caros."

Lawrence había previsto de antemano que Mark usaría tal argumento, por lo que respondió secamente:

"Eso sólo es plausible en las regiones del sur, ¿no? Incluso si la cantidad de metal para fundir ha crecido, eso no implica que los precios de los materiales necesarios para fundir metal dejen de crecer. Si eres capaz de encontrar un lugar donde fundir metal en Puroanie durante el invierno, me encantaría verlo con mis propios ojos. Si alguien se atreviera a hacer algo semejante, estoy totalmente seguro que alguien se abriría la cabeza con un hacha de madera."

Y es que, cuando llegue el invierno, se detendrán las ventas de leños. Implicando que, fundir metal para forjar hierro, lo cual necesita grandes cantidades de leña en los hornos, no era una labor que se hiciera durante el invierno. Si alguien en verdad fundiera hierro en invierno, el precio de la leña, utilizada esta como combustible, subiría de forma desorbitada, y llevaría a que los aldeanos le maldijeran furiosamente. Siendo totalmente cierto esto, incluso el aumento de espadas y armaduduras para materiales usados en la producción de clavos, no influencia el precio de los clavos en esta región.

Cualquier comerciante con cierta experiencia debería tener el sentido común para entender esto.

Y estando seguro que lo comprendía, Mark le dijo con una sonrisa maliciosa:

"En serio. Por favor, deja de intentar venderle clavos a un comerciante de trigo ¿no? Si fuera trigo, sería capaz de salir con gran variedad de argumentos; pero los clavos están más allá de mi campo."

"Entonces, ¿qué tal 16 Rumione?" ofreció Lawrence.

"Demasiado caro. 13 Rumion."

"15"

"14 y 2/3."

Mark, que era un poco más bajo que Lawrence y ni gordo ni flaco, se había puesto rígido como un pilar inagitable.

Era la forma en que Mark le mostraba que no daría nada más.

Forzarle demasiado arruinaría su relación, por lo que Lawrence asentó con la cabeza y, extendiendo su mano derecha dijó:

"El precio está acordado pues."

"Jaja, ese es mi compadre."

Para Mark, posiblemente este precio ya era dar demasiado.

En teoría, siendo un comerciante de trigo a cargo de una tienda ésto, a Mark no se le permitía comprar o vender clavos. Cada Asociación tenía fijadas una serie de reglas que indicaban que tipo de mercancía podía venderse en cada tipo de tienda. Para intentar vender un producto nuevo, era necesario o conseguir permiso de los comerciantes que ya trataran con ese producto o dividir las ganancias con ellos.

Aunque a primera vista esto pareciera de alguna manera una regla inusta que obstaculizaría conseguir buenos tratos, si no existiera, las compañias más grandes y adineradas pronto se tragarían todos los tipos de mercado. Esta regla se estableció justamente para prevenir tal situación.

"Entonces, ¿prefieres crédito o en efectivo?" preguntó Mark.

"Ah, crédito."

"Perfecto entonces. Muchos lugares están solicitando efectivo ahora que se acerca el invierno. Es una verdadera molestia."

Y es que aunque fuera posible para los comerciantes realizar tratos usando créditos o certificados escritos, si el vendedor viviera en otra pueblo o poblado donde le exigieran efectivo para poder realizar la compra de bienes importados, utilizar créditos no le sería rentable.

Aún así, la falta de fondos monetarios era un problema extendido por todas las ciudades. Sin suficiente efectivo, el comprador sería incapaz de realizar las transacciones incluso incluso si por otro lado poseyera apoyo financiero suficiente para comprar el producto. El mismo problema tendría un granjero que no supiera leer, al que un certificado escrito tan sólo le servía para sonarse la nariz.

Si fuera de las ciudades, en zonas salvajes, un caballero con esperada era la persona con más poder; en la ciudad, sin embargo, la persona con más poder era alguien que poseyera efectivo. Quizás por esta razón la Iglesia había sido capaz de obtener tal poder. Siendo capaz de recolectar efectivo por caridad todas las semanas, sería natural que hubiera alcanzado tal posición.

"Se me olvidaba, aunque estoy contento con el crédito, hay algo más con lo que me gustaría que me ayudaras," dijo Lawrence.

Mark se había levantado de la tabla y se preparaba para ir a coger los clavos del interior del carro. Oyendo lo que dijo Lawrence, inmediatamente se giró hacia éste, intentando no mostrar su expresión de precaución.

"Realmente no es nada importante. Tengo intención de hacer negocios allá por el norte. ¿Podrías ayudarme a preguntar a algunos nórdicos acerca de las regiones y carreteras de allí? Gente como el cliente de antes, era nórdico, ¿verdad?"

Escuchando algo para nada relación con las ganancias o perdidas del negocio firmado, Mark se relajó visiblemente.

Viendo la expresión tan obviamente intencional de Mark, Lawrence sólo pudo sino sonreir forzosamente. Mark debía estar usando esta oportunidad para vengarse un poco de haber comprado los tratos a un precio poco favorable, pensó Lawrence para sí mismo.

"Ah, si es algo como eso no creo que tenga problema. Pero en ese caso, te hubiera sido más fácil haber venido en verano como hiciste en años anteriores. Viendo como al final decidiste dirigirte al norte en invierno, imagino que debe tratarse de algo realmente importante, ¿eh?" dijo Mark.

"Aye, hay algo de lo que debo encargarme, pero no tiene nada que ver con hacer dinero."

"Jajaja, se ve que incluso un mercader ambulante que no para viajar es incapaz de separarse totalmente de cumplir con la sociedad. Entonces, ¿dónde planeas ir?".

"Me dirijo hacia un lugar llamado Yoitsu. ¿Te suena?"

Mark inclinó su cabeza, y levantando una de sus pobladas cejas, dejó caer una mano en el borde del carro diciendo:

"Nunca he oído nada sobre ese sitio, aunque la cantidad de pueblos y poblados de las que no hayamos oído hablar sean tan numerosos como pelos tiene una vaca. ¿Lo único que necesitas es a alguien que haya oído acerca del lugar?"

"Oh, no, no, planeo dirigirme antes a Nooshira, mientras tanto intentaré saber algo durante el camino de donde se encuentra Yoitsu," respondió Lawrence.

"Ah, lo entiendo. Si te estas dirigiendo a Nooshira, tendrás que atravesar la Llanura Dora."

"Que fácil es hablar contigo."

Mark asentó con la cabeza al tiempo que se golpeaba el pecho, como diciendo, "No te preocupes y dejámelo a mí." Si se lo dejaba a Mark, estaba seguro que sería capaz de conseguir la información necesaria para el viaje.

Era precisamente por esto por lo que Lawrence vino a vender clavos a su amigo Mark, sabiendo que vendía trigo. Pero, estando tan ocupado con la feria, si sólo hubiera venido a pedirle que le ayudara a conseguir información, no sólo haría que su conciencia se enfadara, sino que también posiblemente Mark tampoco hubiera estado muy contento con ello.

Habiendo pensado en esto, Lawrence trajó los clavos para hacer negocios con Mark. Lawrence sabía de ante mano que Mark tenía amigos herreros. En otras palabras, Mark podía volver a vender los clavos de Lawrence sin problemas para ganar lo que posiblemente sería una interesante ganacia.

Por si fuera poco, Mark podía hasta solicitar al nuevo comprador que pagara una parte en efectivo al vender los clavos. Para un comerciante de trigo, en estas fechas eran las últimas oportunidades de conseguir dinero, y comparado a conseguir pequeñas sumas, ser capaz de obtener una buena cantidad de efectivo era algo que le haría muy féliz.

Como Lawrence tenía previsto, se veía que Mark no tenía inconveniente en ayudar. Y así, Lawrence había terminado de hacer las preparaciones necesarias para conseguir información para el futuro viaje.

"Ah, casi se me olvida, hay una cosa más que querría preguntarte. No te preocupes, será rápido."

"¿Tan quisquilloso parezco?"

Dijo forzando una sonrisa. Lawrence se la devolvió antes de seguir hablando:

"¿En Kumerson hay algún cronista?"

Escuchando esto, Mark respondió con cara de estupefacto:

"¿Cron...ista? Te refieres a esos tipos que escriben durante todo el día diarios de la ciudad?"

Los cronistas eran conocidos como historiadores que recibían recompensas de la Iglesia o los nobles por guardar registros de las historias de comunidades o la ciudad.

Pero oyendo a Mark nombrarlos tan malamente como "tipos que escriben diarios de la ciudad", Lawrence no pudo evitar reirse.

Por otro lado, Lawrence estaba encantado con la descripción de Mark no del todo correcta pero aún así no lejos de la realidad.

"Seguramente se enfadarían si te oyeran decir eso," dijo Lawrence.

"Todo lo que tienen que hacer es sentarse en una silla y escribir palabras durante todo el día para ganar dinero. Me molesta la idea de que exista tal trabajo."

"Estoy seguro que no les haría félices ser criticados por alguien que consiguió ser el poseedor de una tienda en el pueblo de manera tan fortuita."

La experiencia fortuita de Mark era algo famoso en el pueblo.

Dándose cuenta que Mark se había quedado sin argumentos, Lawrence cambió su expresión en una sonrisa y dijo:

"Entonces, ¿Hay alguno?"

"Hmm... Creo que sí, pero es mejor que no te juntes con ellos."

Mark alargó su mano para coger las bolsas de clavos del carro de Lawrence mientras continuaba:

"Oí que habían sido tachados de infieles por el monasterio de alguna región, y vinieron aquí buscando refugio. Imagino que estás al corriente que este pueblo esta lleno de gente como esa."

La ciudad de Kumerson estaba más preocupada con el desarrollo de la economía en comparación con el conflicto de Cristianos y paganos, esto es así tal que la autoridad de la Iglesia era naturalmente dejada fuera de sus puertas.

Por esta razón, un gran número de estudiosos de la naturaleza, pensadores e infieles buscaban refugio en Kumerson.

"Sólo quería preguntar un par de cosas. Los cronistas también coleccionaban cosas como leyendas y mitos locales ¿no? Quería saber algo relacionado con eso," dijo Lawrence.

"¿Para qué querrías estar interesado en cosas como esa? Para tener cosas de las que hablar durante tu viaje al norte?"

"Te acercas bastante. Así que estaba pensando que, probablemente, no es buena idea presentarme sin aviso ante ellos. ¿Acaso conoces a alguien que pudiera presentarme a alguno?"

Mark inclinó un poco su cabeza apenas un instante. Y entonces, sujetando las bolsas de clavos con una mano, se giró y le dió una voz a alguien.

Un joven salió de detrás de un montañoso montón de sacos de trigo del interior de la tienda. Sin que Lawrence lo supiera, parecía que Mark hacía algún tiempo se convirtió en un comerciante capacitado para aceptar aprendices.

"Existe una persona. Porque prefieres que pertenezca también a la Asociación Rowen ¿me equivoco?"

Mark dijo mientras le pasaba una bolsa de clavos a su aprendiz. Al ver a Mark hacer esto, los deseos de Lawrence por encontrar Yoitsu tan pronto como fuera posible para volver a hacer su rutina de trabajo se volvieron más intensos que nunca.

Aunque si este pensamiento lo notara Horo, la situación se volvería más bien promática. Ya que, el tampoco quería separarse de Horo tan pronto.

Ni Lawrence era capaz de hacer que estas dos conflictivas ideas consiguieran una conclusión. Mientras pudiera compartir una temporada con Horo, estar 1 o 2 años sin hacer negocios no le importaba demasiado.

Pero, la vida de Lawrence era demasiado corta.

"¿Que te pasa?"

"¿Cómo? Ah, no es nada. Aye, alguien de la Asociación me vendría mejor. ¿Puedes pedirle que me presente a un cronista por mí?" respondió Lawrence.

"Por supuesto, algo así no es ningún problema para mí. Incluso te ayudaré gratis."

Mark le dió adicional énfasis a la palabra, "gratis," contra lo que Lawrence fue incapaz de tragarse una risa.

"¿Necesitas ocuparte de ello rápido? preguntó Mark.

"Si te fuera posible, sí."

"En ese caso, haré que el pequeño haga un viaje. Tengo en mente un tipo que lleva tiempo en la ciudad, es un vendedor ambulante llamado Joey Bartose que debería estar en la filial de la compañia. Es un tipo atrevido, siempre haciendo negocios con gente con la que menos te quieres juntar. Recuerdo que solía hacer negocios con una monja de clausura que trabajaba como cronista. Cada año desde 1 semana antes hasta la semana de después del festival, el tipo siempre parece estar tomándose un gran descanso. Así que si vas a la filial por el medio día, supongo que le encontrarás allí, pasando la borrachera."

Incluso siendo de la misma Asociación, había gente como Lawrence que eran vendedores ambulantes, y también personas como Amati que sólo trabajaban en un ambito. Debido a esto, a menudo Lawrence no conocía las caras y nombres de los otros miembtros de la Asociación.

Lawrence repitió el nombre, "Joey Bartose" una vez como para memorizarlo en su cabeza.

"Lo tengo, mil gracias," dijo a Mark.

"Jaja, ¿Cómo podría aceptar las gracias de ti por algo tan simple? Dejemos el tema. Te quedarás en la ciudad hasta que termine el festiva, ¿no? ¿Por qué no paras por mi casa y echamos un trago antes de que vayas?"

"Aye, buscaré tiempo para ir y escucharte hablar de tus historias en tu casa. Tómalo como un regalo para demostrarte mi gratitud."

Mark rió silenciosamente, le pasó la última bolsa de clavos a su aprendiz y dijo con un suspiro:

"Pero, hasta siendo un comerciante del pueblo, han habido innumerables problemas y preocupaciones. A menudo he pensado de dar media vuelta y volver a ser un vendedor ambulante."

Lawrence, que por ahora era aún un vendedor ambulante que trabajaba incansablemente cada día para ganar suficiente dinero para cumplir su sueño de ser dueño de su propia tienda, sólo pudo responer con una vaga afirmación. Mark se dió cuenta de la situación de Lawrence, y dijo con una sonrisa vergonzosa:

"Olvida lo que dije."

"Simplemente deseémonos lo mejor el uno al otro. Los comerciantes siempre tendremos problemas y preocupaciones infinitas con las que tratar, ¿no es cierto?"

"Tienes toda la razón, Deseémonos lo mejor entonces."

Se dieron la mano y, viendo la llegada de otro cliente, Lawrence se alejó del puesto.

Su carro avanzaba lentamente. Antes de perderse en la multitud, Lawrence volvió a mirar el puesto de Mark.

Viendo a Mark, que ya se había olvidado de la existencia de Lawrence y ya se encontraba haciendo negocios con un nuevo cliente, Lawrence no pudo evitar sentirse un poco envidioso.

Y aún así, incluso habiéndose convertido en un vendedor establecido en el pueblo, Mark parecía querer volver a ser un vendedor ambulante.

Hace mucho tiempo, cuando cierto rey estaba planeando entrar en guerra con un rico y fértil pais vecino para mejorar las condiciones de su propia ciudad en decadencia, un poeta de la corte le habó a su señoría:

"Un siempre ve lo peor de su propia tierra, mientras que sólo ve lo mejor de la tierra del pais vecino."

Lawrence rememoró este dicho, y se pasó algún tiempo analizando su situación.

Siempre se había estado centrando en encontrar la ciudad natal de Horo, o el hecho de que el fallo de Rubinhagen le había alejado aún más de su sueño. Pero analizándolo atentamente extrajó la conclusión de que ya tenía una compañera de viaje muy preciada, Horo.

Si no la hubiera conocido, posiblemente estaría todavía yendo y viniendo en su repetitiva ruta de trabajo, soportando sólo la angustia de la soledad.

Ya que, antes de encontrar a Horo, algunas veces se había preguntado medio en serio si su caballo algún día se convertiría en una persona y le hablara. Teniendo esto en cuenta, Lawrence sintió que quizás ya había hecho un sueño realidad.

Era muy probable que algún día volviera a hacer negocios solo. Cuando estuviera en esa situación, seguramente miraría atrás a todo lo que hoy tenía con un sentimiento de nostalgia.

Llegado a este punto, Lawrence agarró fuertemente las riendas de nuevo.

Tras aprovechar la mañana para saludar a todos los de la filial de la compañía, compraría un estupendo y sabroso almuerzo para dárselo a Horo, pensó Lawrence.




A falta de una iglesia, cada día al mediodia en Kumerson, la casa aristocrática, identificada por el techo más alto, repicaba generosamente la campana que colgaba dentro de su propio campanario. Naturalmente, la campana estaba decorada con patrones extravagantes, y el campanario, que atraía la atención fácilmente desde cualquier punto del pueblo, estaba al cargo de los mejores artesanos.

Se decía que la vanidad de los aristócratas les había llevado a construir este campanario, cuya construcción estaba valorada en cerca de 300 Rumione. Y era precisamente porque hicieron esto por lo que nadie albergaba celos hacia ellos aunque se les empezara a conocer como "aristócratas" y cosas parecidas.

Quizás exactamente era porque otros adinerados comerciantes, que almacenaban grandes sumas de monedas de oro guardadas en sus cofres, no mostraran tal despreocupada extravagancian por lo que llevaba a la gente a sentir celos. Incluso esos caballeros bien conocidos por sus carnicerías podían ser idolatrados si supieran ser extravagantes en sus gastos.

Tales pensamientos ocupaban la mente de Lawrence mientras abría la puerta de la habitación de la posada. El fuerte olor a licor que le golpeó nada más entrar en la habitación le hizo poner mala cara.

"Así que olía tan mal..."

Lawrence en silencio se lamentaba por no haber aprovechado el tiempo para enjuagarse la boca antes de irse, pero se recordó que el terrible olor era posiblemente causao por el lobo que estaba dormido incluso ahora.

Incluso entrar en la habitación no hizo que Horo mostrara intención de levantarse de la cama. Pero oyendo los típicos ronquidos despreocupados, Lawrence intuyó que se le había pasado parte de la resaca.

Ya que el olor del licor que impregnaba la habitación era demasiado cargado para soportarlo, Lawrence abrió la ventana antes de acercarse a la cama. Comprobó que la jarra de agua que había junto a la cama ya estaba vacía, y la cubeta... gracias a dios estaba todavía limpia. La cabeza que asomaba por las mantas había recuperado el color. Había hecho bien comprando pan de trigo, que pocas veces compraba, en vez de las dulces galletas bañadas en miel, pensó para sí mismo Lawrence.

Si Horo se levantaba, la primera cosa que diría sin duda sería que estaba hambrienta.

Lawrence colocó la bolsa donde guardaba el pan de trigo cerca de la nariz de Horo, y la pequeña nariz se agitó un poco como respuesta. Al contrario que el pan con trigo negro o avena, que era duro y con fuerte sabor, el fragancia que emanaba del dulce y sauve pan de trigo olía francamente bien.

Horo seguía aspirando el olor, la manera en que lo hacía causaba que uno sospechara de si estaba realmente durmiendo. Poco después, Horo hizo un sonoro "Uuuaahhhhh", antes de enterrar su cara bajo las sábanas.

Lawrence dirigió su mirada hacia los pies de Horo, y vió como la parte de la cola que quedaba expuesta fuera de las sábanas estaba temblando.

Horo estaba, posiblemente, dando un bostezo realmente grande.

Lawrence aguardó un momento, más que suficiente, para que una Horo de ojos llorosos asomara su cabeza de debajo de las mantas.

"Mmmm.... Creo que acabo de oler algo realmente bueno..." dijo.

"¿Te sientes mejor?"

Horo se limpió las lágrimas de sus ojos, volvió a bostezar, y hablo como para sí misma:

"......Hambre."

Lawrence no pudo contener su risa.

Sin tenerlo en cuenta, Horo se sentó sin prestarle interés a Lawrence, y volvió a bostezar una vez más. Entonces, olisqueó un par de veces, y miró sin reparos a la bolsa que Lawrence tenía en su mano.

"Sabía que dirías eso, así que me dejé llevar y compré un poco de pan de trigo."

Al momento que Lawrence le dió la bolsa entera, la noble loba se convirtió en una gatita jugando con un ovillo.

"¿No quieres ninguno para ti?"

La forma en que Horo se veía agarrada a la bolsa y engullendo el blanquísimo pan de trigo, no parecía en absoluto alguien suficiente generoso como para compartir los contenidos de la bolsa con nadie más.

Es más, dijera lo que dijera, su mirada era la de un perro de presa protegiendo su presa de ser robada.

Que Horo preguntara esto antes de terminarse todo el pan era quizás toda la consideración que era capaz de mostrar".

"Mm, no, ya probé un poco antes de despertarte," respondió Lawrence.

Aunque se estaba preguntando si en verdad estaba mintiendo, Horo, que podía distinguir las mentiras, pareció entender inmediatamente que decía la verdad.

Horo se relajó visiblemente, y volvió a lanzar fieros bocados al pan.

"No te vayas a atragantar."